Capítulo 10
Pocas habían sido las veces en las que ese hombre había logrado intimidarme y ese día era una de esas veces y me odiaba porque a pesar de su mirada aterradora lo seguía viendo malditamente sexi.
Su pregunta me dejó anonadada ¿Lo extrañé? Pues claro que lo hice y más de lo que hubiera deseado. A pesar de que una parte de mi odiara que él quisiera controlar mi vida, había otra parte a la que le gustaba y desea ser controlada por momentos.
Estaba en aquel dilema por el que la mayoría de las mujeres a veces pasábamos, ese en el que nos gustaba un poco de sí y un poco de no, un poco de frío y un poco de calor; nos encantaba hacernos de rogar, pero también en ocasiones ser un poco fáciles. Nos encantaba negarnos cuando por dentro deseábamos aceptar lo que se nos ofrecía y no porque fuésemos caprichosas, sino por qué eran juegos que nos llevaban muchas veces a salir de nuestros límites y así no caer en la monotonía.
Pero regresando al punto. No iba a decirle a Theo que sí lo había extrañado, eso iba a ser como aceptar que también estuve desesperada por saber de él y a parte había muchas preguntas que deseaba hacerle, como por ejemplo ¿Si estaba enfadado?
— ¿Tú me extrañaste a mí? — devolví la pregunta haciendo que alzara una de sus cejas, aun sentía que mis manos sudaban, pero me propuse controlarme y no demostrarle que lograba intimidarme.
— Acércate a mi Annabelle — pidió al ver que no me había movido de la puerta del despacho y definitivamente no iba a acercarme a él y sobre todo si seguía llamándome por mi nombre completo y no los adjetivos que siempre utilizaba, por lo que negué de inmediato.
— Tengo muchas preguntas que quiero hacerte — dije.
— Yo te las responderé todas — noté mucha sinceridad en sus palabras y también la molestia por mi negativa de acercarme a él —, pero haremos un trato — zanjó y lo miré curiosa —. Por cada pregunta que hagas te acercarás un paso hacia mí — propuso, haciendo que viera la distancia que había entre nosotros; dos metros o un poco más. Y no quería acercarme a él sin antes estar segura de que no iba a matarme literalmente, pero también deseaba hacer mis preguntas.
Ser curiosa no me llevaba a cosas buenas siempre.
— Acepto — respondí segura deseando saber lo que tanto quería y pensando bien en las preguntas que le haría; calculando el espacio y así demostrarle que, a ese juego, podíamos jugar los dos.
— Entonces comienza — animó, reí de lado y con arrogancia trazando mi plan mentalmente.
— ¿Estas enfadado conmigo? — inicié con lo fácil.
— Lo estoy y mucho — respondió luego de que di mi primer paso, su respuesta fue muy segura pese a lo que demostraba y en ese momento me arrepentí de haberle preguntado tal cosa, sin embargo, había hecho un trato y no daría marcha atrás.
— ¿Terminarás con nuestra... amistad? — interiormente acepté que saber eso me intrigaba mucho y necesitaba saber qué sucedería.
— No Annabelle, solo te castigaré — alcé una ceja e hice una mueca de sorpresa al oírlo, me sentí como una niña en ese momento a la cual sus padres habían reprendido, pero aun así di el paso correspondiente.
— Me castigarás — inquirí aun sorprendida — ¿Cómo? — di otro paso notando que solo podría hacer tres preguntas más antes de acercarme totalmente a él.
— No te golpearé, ni dañaré — aclaró de inmediato al ver mi intriga — eso jamás lo haría, pero... pienso en todas las maneras que puedo castigarte y eso hace que me ponga muy duro — abrí mis ojos exageradamente al saber de qué iba todo eso. Mis paredes vaginales también reaccionaron a aquella declaración y traté de enfocarme en lo que deseaba saber y no en lo quería hacer.
— ¿Por qué quieres controlar mi vida? — di un paso más.
— No quiero hacerlo, tú lo tomas de esa manera. Yo solo deseo proteger lo que me importa y tú me importas más de lo que imaginas Annabelle Bennett y sobre todo te deseo, deseo cuidarte y mantenerte sana y salva — sus palabras me descontrolaron e hicieron sentir cosas muy agradables, pero empujé eso que sentí muy en el fondo de mi ser.
— ¿Por qué ya no me llamaste al día siguiente de la gala? — ignoré lo que había dicho por mi propio bien y di un paso más.
— Porque deseaba que me extrañaras — y vaya que lo había logrado, no obstante, no se lo aceptaría.
— ¿Tú me extrañaste? — cuestioné y di un paso más, consiente que esa sería mi última pregunta. Si hacía una más, tendría que dar otro paso quedando a su alcance y quería demostrarle que yo también sabía jugar.
— Lo hice, y mucho más de lo que esperaba — su respuesta me dejó muy satisfecha y volví a sonreír satírica y victoriosa.
— Terminé mis preguntas — rio ante lo que dije sabiendo que no logró hacerme caer en su juego y yo me sentí muy orgullosa de ello.
Fin del juego Theodore Lee.
— Veo que no quieres acercarte a mi Annabelle ¿Por qué?
— Porque estás enfadado y no deseo ser castigada solo por darme mi lugar y dejar claras algunas cosas entre ambos — solté y él sonrió malvado.
— Puedo acercarme yo, si lo deseo — amenazó.
— No, no lo harás, el trato no fue así — dije, volvió a sonreír y alzar su ceja.
— Tienes razón — que lo haya aceptado me sorprendió y decepcionó a la vez. ¡Dios! Con eso solo confirmé que estaba bien metida con mi dilema de sí quiero, no quiero — Desnúdate para mi entonces — ordenó y me dejó pasmada.
— Claro que no lo haré, me siento más cómoda con ropa, además hace frío — respondí segura segundos después.
— Entonces vete — pidió frío y serio.
Su respuesta me dolió e indignó, jamás esperé que me echara de su casa y menos por no aceptar desnudarme, eso me enfadó y mucho pues me hizo sentir y creer que solo me estaba usando. Podía estar muy molesto conmigo, mas eso no le daba derecho a ser tan idiota.
— ¿¡Me echas porque no quiero desnudarme!? ¿¡Qué te crees!? — escupí realmente enfadada y dolida por su idiotez.
Lo vi sonreír de nuevo y ya me estaban hartando sus sonrisas estúpidas y socarronas.
— Esas fueron dos preguntas Annabelle — señaló victorioso y entendí que lo de sacarme de su pent house fue solo la excusa para hacerme caer en las preguntas y yo de estúpida lo hice.
— Eso no es justo, hiciste trampa — acusé.
— No hay trampas, tu preguntaste — aclaró arrogante.
Punto para ti Theo.
Resignada di el paso que hacía falta quedando frente a él con tan solo unos centímetros que nos separaban; inmediatamente su fragancia golpeó mi nariz haciendo que esta se abriera más para así disfrutar su aroma masculino, ese aroma que me volvía loca y me hacía querer lanzarme a sus brazos.
¡Oh sí! Theo te extrañé y en ese momento que te tenía frente a mí no me quedaban dudas sobre eso.
Su mirada se clavó en la mía y luego la bajó a mis labios, sin quererlo mordí mi labio inferior haciendo que él lamiera los suyos, llevó una de sus manos a mi mejilla y a diferencia de Ryan, a Theo no se lo impedí ni negué, al contrario. Disfruté su tacto y la manera en la que esa acción de su parte ponía mi piel eriza.
— Hermosa Annabelle, no tienes idea del lío en el que te has metido — susurró muy cerca de mi rostro. Su sonrisa se ensanchó en sobremanera al decir eso ¿Fue una advertencia? No lo sabía, aunque sonó así; el tono de su voz fue ronco y muy sensual e hizo que un escalofrío recorriera cada parte de mi cuerpo.
Para ser sincera, tenía mucha curiosidad de saber a qué clase de castigo era merecedora yo, según él. Se puso de pie y al momento de hacerlo la diferencia de nuestras estaturas se hizo notoria.
¿Y cómo no? Si era una enana.
Tomó mi mentón con su mano derecha y lo levantó para que así yo pudiese verlo. Su mirada seguía siendo penetrante, podía ver a través de sus ojos lujuria, deseo y quizá un poco de enojo en ellos. Lentamente se acercó más a mí hasta que solo había unos escasos centímetros que separaban nuestros labios; llevó su otra mano hacia mi rostro y lo acunó, cerré mis ojos deseando acabar con la distancia y por fin probar sus labios, esos que tanto había extrañado, pero debía contenerme.
— Mírame Annabelle — pidió, abrí mis ojos e hice lo que me había pedido —. Tienes la capacidad de volverme loco en cuestión de segundos — aseveró para luego rozar mis labios con los suyos siendo delicado, como si tan solo rozara una pluma sobre ellos —. Sabes cómo acabar con mi paciencia y quitarme el control, ese que tanto ansío tener siempre — volvió a hacer lo mismo con mis labios, logrando que mi deseo por sentirlos aumentara y me estaba matando que jugara así —. Haces que quiera encerrarte y así tenerte solo para mí — seguía susurrando y torturándome —. Quiero ser el dueño de tu placer y provocarlo solo yo; quiero que hagas solo lo que a mí me apetece — declaró y eso último sonó muy egoísta y a pesar de lo embobada que estaba por querer sentir por fin sus besos tenía que hacérselo saber.
— Eso sonó muy egoísta de tu parte — logré decir en un susurro.
— Sshhs — me silenció poniendo su dedo índice en mis labios — Sé que es egoísta, pero tú me haces querer serlo, porque te quiero solo para mí.
— Tú no eres mi dueño — volví a susurrar — solo mi amigo con algunos beneficios — le recordé.
— Calla por favor, solo escúchame. Así sea solo como amiga, quiero todos los beneficios — volvió a rozar mis labios, aunque esa vez una de sus manos comenzó a descender por mi cuello siempre siendo un toque delicado que erizaba cada vello de mi piel y nublaba mi mente —. Quiero protegerte — mordió mi labio inferior y lo haló —. Quiero consentirte — esa vez chupó mi labio mientras su mano bajó a mi cintura y la apretó suavemente haciendo que mi deseo llegara al límite. Sin quererlo jadeé —. Quiero que seas solo mía — llevé mi mano sobre la que él tenía en mi cintura —. Dime hermosa ¿Qué quieres tú?
— Que me beses de una vez — pedí al cansarme de ser torturada con el deseo de sentir sus labios.
— ¿Y crees que lo mereces? — preguntó haciéndome entender de qué iba a ir el castigo.
— Sí — zanjé segura — ¿Acaso tú no deseas sentirme? — sonrió de lado y unió nuestros labios en un beso corto que para nada era lo que yo deseaba en estos momentos.
— No te imaginas todo lo que pensé cuando no respondías a mis llamadas y mensajes confesó mientras la mano en mi cintura continuó bajando —. Todo lo que imaginé cuando Adam me dijo que no te encontró para regresarte a tu casa — susurró en mi oído acariciándolo con su aliento cálido y mentolado; mordió mi oreja y apretó mi trasero como ya era costumbre y de un momento a otro me levantó y colocó sobre el escritorio de madera color caoba cambiando así nuestras posiciones. Jadeé de nuevo cuando subió mi falda, abrió mis piernas y se colocó en medio de ellas rozando su enorme erección contra mi vagina.
— Theo... por favor — supliqué deseando sentirlo, en ese momento me tomó de nuevo del rostro acunándolo y unió nuestros labios al fin en un beso digno de un premio.
Sus labios se sentían suaves y calientitos, de un sabor dulzón mezclado con la menta de su aliento; esa combinación tan perfecta que me hacía enloquecer. Con su lengua acarició mi labio inferior haciendo que estos se abrieran, cosa que él aprovechó para meter su lengua en mi boca e ir al encuentro de la mía; ella lo recibió feliz y comenzamos así esa danza tan perfecta y sincronizada entre nosotros.
El beso se volvió feroz, hambriento y lujurioso necesitando cada vez más, definitivamente extrañaba esas caricias en mi boca y lengua; sus manos comenzaron a acariciar mis pechos y luego mis piernas, subiendo poco a poco hasta llegar a mi sexo. Gemí al sentir sus dedos acariciar mi feminidad sobre la tela de mis bragas, gemí aún más cuando hizo hacia un lado la tela que le impedía tocarme por completo. Sus dedos abrieron los labios de mi sexo para así poder acariciar mi clítoris el cual ya se encontraba completamente húmedo. Me sentí llegar al cielo y bajar de nuevo cuando sus caricias se aceleraron; mordí su labio inferior, llevé mis manos hacia su cuello y tomé el control del beso para hacerle saber cuánto me encantaba lo que estaba haciendo. Odié cuando el aire comenzó a faltarme, haciendo que me separara de él unos segundos para luego continuar; torpemente comencé a desabotonar su camisa tratando de no interferir en las caricias que le proporcionaba a mi vagina las cuales me estaban volviendo loca de deseo. Cuando logré terminar con su camisa continué con su cinturón para seguir con su pantalón; sus caricias en mi sexo aumentaron el ritmo y sentí cuando introdujo uno de sus dedos, eso bastó para que mi placer aumentara y cuando estaba a punto de llegar a mi liberación se detuvo.
— ¡Mierda! — chillé con frustración, pero pasó cuando Theo me bajó del escritorio dándome la vuelta para que quedara de espaldas a él. Me colocó boca abajo sobre el escritorio, subió mi falda, bajó mis bragas y acarició mi trasero haciéndome dar un pequeño respingo; de nuevo sus caricias bajaron a mi vagina, jadeé por el increíble placer que me daba y escuché como bajaba la cremallera de su pantalón y rasgaba el envoltorio de un preservativo para luego colocarlo en su pene.
Sentí cuando se colocó en la entrada de mi vagina y expectativa de pronto sentirlo me estremeció de pies a cabeza; lentamente se introdujo en mí y esa sensación tan placentera de estar completamente llena de él volvió a invadirme. Se introducía y salía lentamente de mi interior aumentando sus embestidas y haciéndome gemir de gozo; el placer iba creciendo y en mi vientre ya sentía formarse de nuevo aquella bomba de éxtasis que amenazaba con explotar pronto, para mi sorpresa esa vez Theo se corrió primero jadeando mi nombre y metiendo su cabeza en el hueco de mi cuello para disfrutar más de la deliciosa sensación. Tal cosa fue algo que me llenó de orgullo al saber que yo lo hacía gozar de mucho placer ¿Tanto me extrañó? Con eso me demostraba que sí; justo cuando yo estaba a punto de correrme se detuvo y fue lo más frustrante que pude haber sentido.
— Pero sobre todo Annabelle, jamás podrás imaginarte lo que sentí cuando me enteré de que te habías marchado con Ryan — me quedé pasmada cuando susurró eso en mi oído luego de salir de mi interior y dejarme a punto de correrme.
— ¡Theo! ¡No puedes dejarme así! — reclamé y me di cuenta de mi error al hacerlo al ver su sonrisa arrogante.
— Te dije que iba a castigarte hermosa — recordó y con esas palabras comprendí su juego y me enfureció como nunca.
— ¡No hice nada malo con Ryan! — espeté furiosa.
— Lo sé, pero eso no quita mi enojo.
— ¿Y dejarme a medias sí? — pregunté indignada.
— Tal vez así lo pienses mejor a la próxima — puntualizó tranquilo, como si nada malo había pasado.
Y claro que sí había sucedido algo muy, pero muy malo.
Su enojo pudo haberse disipado con lo que acababa de hacerme, mas el mío no lo disiparía nada, eso era seguro.
— ¿Te sientes frustrada Bel? — cuestionó volviendo a los adjetivos y lo odié con el alma.
— Lo estoy y más que eso, estoy muy enfadada — puntualicé yo, arreglando mi ropa y acomodando mí cabello.
— Entonces hermosa, sientes exactamente lo que yo sentí la noche pasada — dijo con una satisfacción en su rostro intentando acariciar mi mejilla, cosa que obviamente no le permití.
Maldito idiota.
Enserio sentía ganas de matarlo.
Ahí estaba yo, frente a un idiota arrogante, posesivo, controlador y estúpido, más todos los adjetivos descalificativos que pudiesen existir.
¿Estaba enfadada? Claro que lo estaba y muy frustrada también. Jamás en mi vida había pasado una situación como esa. Creo que con Theo estaba viviendo muchas situaciones buenas y malas que jamás había vivido; deseaba matarlo por hacerme eso y aunque intentara comprender su punto, en ese momento definitivamente no lo lograría. Intenté salir de su despacho y me detuvo de inmediato en ese momento sí para hablar, aunque yo no hablé, más bien le grité y pese a su dichoso castigo le dejé muy claro que no me controlaría y el muy idiota solo se rio.
Muchas en mi situación se preguntarían por qué no terminar con eso si no quería ser controlada y peor aun siendo solo amigos, la respuesta era: que no lo sabía.
¿Sería porque por dentro me gustaba todo lo que él me hacía vivir? Tal vez sí.
Theodore me hacía sentir como una adolescente; desde que llegó a mi vida tenía emociones que hacía mucho no vivía; la frustración y el enojo de ese momento era un ejemplo. Pero, también muchas otras buenas que no me atrevía a mencionar simplemente porque no las quería aceptar. No éramos nada, sin embargo, cuando nos abrazábamos, cuando estábamos juntos, lo éramos todo y eso también me daba miedo.
Tenía muchas razones para ser quien era, para temer como lo hacía, quizás había muchas otras razones que desconocía y aunque no tenía el poder de cambiar mi pasado, de elegir de dónde venía, sí podía elegir hacia donde iba y elegía no cometer los mismos errores o encariñarme con la misma piedra que ya había tropezado. Por lo mismo solo intentaba vivir el momento y disfrutar de lo que la vida me estaba dando para sentirme bien.
Desde mucho tiempo atrás tomé la decisión de poner una venda en mis ojos y no precisamente para no ver la realidad de quienes me rodeaban, sino que para que los que me rodeaban no viesen mi realidad y se aprovecharan de ella. A través de los ojos de una persona se podía ver su alma, lo que le atormentaba, lo que sentía, lo que deseaba; al saber leer su mirada y ver sus sentimientos en ellos se lograba entrar en su corazón, con ello se podía sanarlo o destruirlo según lo que se deseaba y era eso lo que yo quería evitar.
Yo era una mujer fría y hasta insensible a veces, pero lo era por la cantidad de cosas que me quemaban por dentro, por una vida pasada que me enseñó a congelar a mi alma para evitar que me quemaran el corazón una vez más.
Esa venda en mis ojos impedía que los demás me desnudaran el alma y me dejaran indefensa.
Si nadie lograba ver nada a través de mis ojos, no tendrían la oportunidad de entrar a mi corazón y hacer de mi vida una total mierda y si ves a través de ellos no observarías nada, esa era mi mejor arma; comencé a proteger mi corazón desde ahí y hasta ese día me había funcionado a la perfección.
Theo lograba intimidarme muchas veces, pero no se lo demostraba; había notado como intentaba descifrar la manera en la que muchas veces le miraba y no lo lograba y sabía que eso le frustraba en sobremanera. A diferencia de él, yo sí supe descifrar la forma en la que me miraba, muchas veces era con impotencia y frustración y más al darse cuenta de que no lograría hacer que me sometiera a él.
____****____
Darcy se rio de mi como una desquiciada cuando cometí el error de contarle sobre mi placer frustrado, casi la asesiné y no le importó, siguió riéndose de mí.
«— Frustrada Sexualmente».
Dijo que sería el nombre de su libro y que obviamente sería basado en mis experiencias; la odié mucho por su broma y me prometí no volverle a decir nada
«— Adoro a ese hombre, en serio». Me dejó con ojos los ojos casi fuera de sus órbitas al decir eso y su explicación aún más: «— Es el que necesitas para que te saqué esas estúpidas ideas de la cabeza y te haga entrar en cintura, pero te confieso que, si Tom me hiciera algo así, te juro que lo mato».
Terminé corriéndola de mi apartamento, pues me cansé de que se pusiera más del lado de mi estúpido amigo.
Los siguientes días pasaron volando entre trabajo y salidas de fines de semana. Theo logró quitar mi enfado y aún recordaba cuando entró a mi oficina y sin esperármelo comenzó a besarme por doquier.
«— ¿A qué se debe tanta muestra de afecto? — pregunté cuando aún seguía besándome.
— ¿Aun estas enfadada? — preguntó él deteniendo por un momento sus besos.
— Sabes que lo estoy y mucho.
— Entonces por eso te beso, me dijeron que a una mujer con mal humor o enfadada solo hay que besarla hasta que se le quite — dijo con una sonrisa de medio lado, no pude evitar reírme ante lo que dijo ya me pareció muy cursi y no me lo esperaba de él. Me esperaba más una buena follada en recompensa de mi frustración pasada.
— Eres un idiota cursi — me burlé.
— Aunque sonara como un marica logré hacerte sonreír, así que valió la pena perder un poco de mi hombría diciendo eso contestó para luego seguirme besando y yo correspondiendo a sus besos».
Mi enojo pasó muy pronto después de eso y más cuando me recompensó como en realidad deseaba. Continuamos saliendo a comer, al cine y planificamos una salida de fin de semana a la casa de playa que tenía cerca. Darcy y Tom nos acompañaron junto con Kelly y Evan, estos últimos sorprendiéndonos cada vez más con su relación que por lo que veíamos iba muy en serio.
Todo fue maravilloso y disfrutamos entre risas y bromas.
Theo y yo disfrutábamos como unos adolescentes de burlarnos de las dos parejas de tórtolos, aunque cuando nadie nos veía también nos comíamos a besos y por la noche aprovechábamos para ir a la playa solos y así disfrutarnos mutuamente como tanto deseábamos. No dormimos juntos porque simplemente no quedó lugar para dormir y solo Darcy se daba cuenta de lo que sucedía entre nosotros en ese viaje y a lo mejor también Tom, pero lo ignoraban.
Durante todos esos días me sentí maravillosamente bien, como hacía mucho no me sentía. Todo marchaba en mi vida como siempre lo había deseado, tenía mi propio negocio y un trabajo que amaba y cada día me superaba más, amigos a los que apreciaba y sentía lo mismo de su parte; felicidad con mis padres y hermana, mi mejor amiga siempre a mi lado y locamente enamorada de un hombre que se la merecía por saber sacar esas sonrisas en ella y también tenía a Theodore Lee que estaba para mí siempre dándome su apoyo y sobre todo mucho placer, seguía gruñendo mucho y tratando de controlarme, pero poco a poco se iba dando cuenta que no lo lograría.
¿O sin darte cuenta tú ibas cediendo?
No, eso jamás.
_______________________________________
Propiedad de Jassy.
Obra registrada bajo derechos de autor.
Instagram: wattpad_jm
Twitter: @JassyBook
Grupo de Facebook: Jassy's Books (Lector@s)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top