One Shot

Siempre supe que era una mala persona, desde la más tierna infancia me gustaba burlarme de los demás, sobre todo de un pequeño niño. A él lo hacía llorar solo por el simple placer de ver sus lágrimas, había algo en su cara roja y llena de perlas que producía una euforia en mí. Su pelo verde todo alborotado, sus pecas rojas y sus esmeraldas brillantes creaban una curiosidad en mí que nadie más logró. Su nombre era Midoriya Izuku.

Era una mala persona cuando me burlaba de ese chico por ser pobre, fui una mala persona cuando no lo consolé cuando murió su padre, e incluso cuando le conseguí una forma de vivir, lo hice nada más que por mis propios deseos egoístas. Le pedí a mis padres que contrataran a él y a su madre como nuestros sirvientes. La gran mansión donde vivimos les da vivienda, comida y trabajo. Pero yo solo lo hice para seguir teniendo a ese pecoso a mi lado.

Él creció como mi mayordomo personal, a pesar de tener su misma edad, eso me hacía sentir superior. Cuando cumplí mis trece años el nato interés por el sexo que venía a esa edad hizo mella en mí, me descubrí viendo a Deku, el sobrenombre que le puse a Izuku después de volverse mi sirviente, con otros ojos. Antes me parecía curioso y adorable, pero para mis trece años eso se había convertido en un adjetivo sexual.

¿Era adorable? Claro que si, su cara redonda que antes me producía una necesidad de pellizcar, ahora quería besar y llenar de mordiscos. ¿Era curioso? También lo seguía siendo, pero ahora quería ver esa faceta suya en un ámbito más privado, que tenga ganas de conocer las mieles más prohibidas y que me pida a mí que se las enseñe. Ver su redondo trasero cada vez que hacia sus deberes era mi hobbie, más de una vez lo pellizque mientras ponía la mesa, provocando que se le cayeran platos y vasos.

Mi curiosidad iba más y más en aumento, al igual que la oscuridad en mí. Unos años después de trabajar para nosotros, su madre murió en un accidente de auto cuando iba a hacer compras para nosotros, mis padres se disculparon hasta el cansancio con Izuku, incluso le ofrecieron adoptarlo para mantenerlo. Pero él se negó, decía que no quería ser la carga de nadie, él ya no sonreía con tanta frecuencia y su actitud conmigo iba cambiando cada vez más. En un principio se sonrojaba y me reprendía cuando le hacia alguna maldad, pero a medida que pasaron los meses, su papel como mayordomo se fue puliendo cada vez mejor.

Dejó de enojarse conmigo, un sirviente no puede contradecir a su amo, dejo de querer jugar conmigo, un sirviente no puede hacerle perder el tiempo a su amo, dejo de murmurar como loco cuando pensaba, un sirviente no podía hacer quedar mal a su amo...y dejo de sonreír, su nueva sonrisa era una simple mascara de formalismo que no le llegaba a sus ojos.

Lo peor de todo fue cuando dejo de llamarme con el apodo cariñoso que me puso de niños, Kacchan. En un principio me resulto insultante, pero cuando su apodo hacia mi cambio a "Joven amo" o "Señor", me di cuenta cuanto significaba.

Mi oscuridad creció y creció...hasta que una noche estalló.

Izuku se encontraba sobre mi cama, debajo de mí. Su camisa había sido abierta por mi violencia, él peleaba para sacarme de encima. Sus ojos denotaban terror, era la primera vez en meses que veía en él un sentimiento genuino.

Ver se pecho blanco fue demasiado para mí y me lancé sobre este, una de mis manos sostenían con fuerza las suyas sobre la cabeza y con la otra le empecé a desabotonar el cinturón. Escuché sus sollozos y vi sus lágrimas caer...pero no me detuve.

El cuerpo de Deku yace desnudo sobre mi cama, inconsciente. Sus piernas tienen marca de mordidas y hematomas, de su entrada escurre mi semen...su miembro esta completamente dormido, claro signo de que no disfruto nada, sus muñecas están marcadas de la fuerza que hice para mantenerlas a raya y su rostro tenía el rastro seco de sus lagrimas.

Había violado a Deku

Y había descubierto que lo amaba

Los siguientes días espere que él desapareciera de mi vida, o que mis padres aparecieran para matarme por lo que hice...pero nada ocurrió. Deku no le contó a nadie.

Su trato hacia mí no había cambiado en casi nada...casi nada, porque ahora tenía un ligero temblor si lo tocaba.

A pesar de mi culpa, la oscuridad y el egoísmo en mi encontró eso satisfactorio, había logrado que reaccione ante mí.

No pasó mucho tiempo hasta que volví a apoderarme de su cuerpo.

Hoy en día tengo dieciocho años, me gradué de mi academia y voy a estudiar leyes al exterior. Me queda poco tiempo con Izuku, él va a cumplir dieciocho dentro de poco y con lo que ahorró seguro se irá a vivir lo más lejos posible mío.

"Nuestra relación no mejoro en los últimos años"- pienso mientras dejo de leer el libro de mis manos, veo en mi muñeca el reloj y noto que es la hora del té. Casi de forma sincronizada veo entrar a mi habitación con un juego de té al peliverde. Mis padres ya no viven conmigo, me dieron una residencia apartada para mi intimidad y se los agradezco. Así que podía disponer de mi sirviente personal como quisiera.

Luego de mudarnos, lo primero que hice fue cambiar el uniforme de Deku, le hice desechar su traje de mayordomo. Y se lo cambie por uno de sirvienta, su falda me daba mejor acceso para cuando requería sus "servicios" y las piernas a la vista me hacían pedirlos con mucha frecuencia.

En todos estos años no tuve otros amantes, mi corazón le sigue perteneciendo a él. Pero ya sé que nunca me corresponderá, nadie en su sano juicio lo haría. Así que me dedicaba a pasar el poco tiempo que nos queda satisfaciéndome con su cuerpo.

Lo veo colocar la bandeja con el té en la mesa frente mío, sus largas piernas enfundadas en unas medias blancas se pierden con los tirantes bajo su falda. Un gruñido sale de mi.

-Deku- lo llamó con voz gruesa y veo un respingo de su parte. Se da vuelta y me mira con una sonrisa forzada, pero en sus ojos veo un brillo de reconocimiento.

-P-pero señor...el té se va a enfriar- Su mano sube a su pecho en un movimiento inconsciente de defensa, ya sabía lo que se avecinaba.

Me sacó los anteojos de lectura que utilizó y me paró del sillón, mi cuerpo es una cabeza más grande que el suyo- No me importa el té- respondo con firmeza.

Lo tomo de los hombros y lo guio hasta el sillón donde estaba anteriormente sentado. De un empujón lo dejo sentado en el y le levanto la falda.

Lo único que mejoro en estos años es su reacción a esto. Antes temblaba de miedo, ahora parece resignado. Una vez que empiezo con mis juegos de placer, él sabe que no terminaré no importa cuánto implore o llore.

Pero su resignación no lo hace dejar de ser adorable, el sonrojo en su mejilla y la inocencia de su mirada, persisten sin importar cuanto lo haya mancillado.

Una vez libre su miembro de la prisión de sus interiores, una braga rosa que yo mismo elegí, me dedique a despertarlos a base de toqueteos y lametones. Poco a poco sus jadeos inundaron mi habitación y su pene comenzó a erguirse.

Mi boca se dedico a jugar con su tronco, una de mis manos tocaba el glande y la otra jugaba con sus testículos. El pre semen comenzó a gotear por la punta de su miembro y se deslizó hasta sus testículos.

Llené dos de mis dedos con su semilla y los dirigí a su entrada. Un respingo provino de Deku cuando entró mi primer dedo.

Su entrada estaba un poco estirada, acostumbrada a mi invasión. Metí mi dedo hasta el fondo y lo dirigí a su próstata, un fuerte gemido salió del peliverde. Con una sonrisa de autosuficiencia jugué más con ese punto, a la par que metí su miembro en mi boca.

Una sinfonía de placer salía de los labios de mi pecoso, toda su imagen del perfecto sirviente arruinada por mí. Su falda levantada en una invitación obscena, las piernas con sus lindas medias temblaban a mis lados y su cara estaba roja y con lagrimas de placer y vergüenza.

Hipnotizado por la deliciosa imagen, tomo todo su miembro en mi boca. Un grito salé de él y con fuerza empiezo a succionarlo, en su entrada agrego un segundo dedo y comienzo un movimiento de tijeras.

Mi pantalón aprieta y deseo hundirme hasta las bolas en él, pero me contengo. Porque a pesar de que lo obligo, quiero que lo disfrute lo máximo posible. Así de retorcidos son mis sentimientos por él. Deseo tomarlo en el balcón, donde todos vean que me pertenece, pero no podría soportar ver el dolor que esa humillación causaría en él.

Su lealtad hacía mi solo se mantiene por su agradecimiento a haberlo ayudado, pero sé que cuando cumpla la mayoría de edad se irá de mi vida para siempre. Muchas veces he fantaseado con encerrarlo en el sótano para tenerlo siempre junto a mí. Pero otra vez mi conciencia me recordaba que demasiado daño ya le causo.

Siento su entrada dilatada y buscó su próstata. Toco ese botón esponjoso unas cuantas veces, hasta que de un grito Deku se viene en mi boca.

Me levanto y veo la imagen de un Deku acalorado, sus ojos con lágrimas, y la falda de su vestido levantada, mostrando su miembro rojo por mi succión y su entrada palpitante.

Mi miembro no aguanta más. Doy unos pasos hasta la cama y siento su mirada en mi espalda. Me siento en el borde de esta, desabrocho mis pantalones y abro mis piernas.

-Ya sabes que hacer- le digo mirándolo a la vez que apoyo mis manos detrás mío.

Lentamente se incorpora y caminando con sus piernas temblorosas llega ante mí. Se pone de rodillas en el piso y se coloca entre mis piernas.

Tímidamente sus manos bajan el borde de mi ropa interior, algo irónico siendo que ya está más que acostumbrado. Mi pene salta hacia afuera y golpea su rostro, una sonrisa maliciosa surca mi cara, amo cuando ocurre eso.

Toma mi polla entre sus manos y deja caer su aliento en ella, un suspiro de placer sale de mí. Lo veo sacar su lengua y tocar la punta el glande, una gota de pre semen ya escurría por ahí. Entrecierra los ojos y bordea con la legua el borde del glande, un gruñido escapa esta vez.

Llevó una de mis manos a su nuca y lo empujo más hacia mi erección, pidiéndole sin palabras que se la trague. Conociendo mis gestos, me complace enseguida. Su boca baja por la extensión hasta donde puede meterla sin atragantarse y comienza el vaivén.

La mano en su nuca la utilizo solo como punto de apoyo, porque Deku sabe muy bien como me gusta que me devore. Incrementa de apoco la velocidad a la vez que empieza a succionar cuando llega al glande.

Miro su rostro y noto que cerró sus parpados. La mano que tengo sobre su nuca la muevo a su mejilla y le doy un pellizco.

-Sabes que quiero que me mires cuando haces esto- Le digo en con mi sonrisa de lado.

Sus ojos se abren y sus esmeraldas me miran en todo su esplendor. Mi autocontrol se desvanece y levanto ligeramente mis caderas para embestir su boca.

Con un fuerte grito me vengo, su boca intenta cerrarse lo mejor que puede sobre mi pene. Y como un amante bien entrenado, se traga todo mi esperma.

Una vez recuperado del orgasmo, me levanto y comienzo a desnudarme. Me deshago de mi camisa y me saco finalmente mis pantalones e interiores. Escucho el sonido de tela deslizarse a mis espaldas, haciendo saber que Deku también se saco su traje de sirvienta.

A veces disfruto tomarlo mientras lo tiene puesto, muchas veces lo vi limpiando partes de la casa y no pude evitar aplastarlo contra alguna pared o mesa, a la vez que le levantaba la falda y me hundía en su interior.

Pero en mi cama prefiero tomarlo desnudo, en mi retorcido interior me hace sentir que somos iguales y que no hay diferencias entre nosotros. Dos almas desnudas que se entregan al amor, una estupidez si se piensa que él lo hace por obligación.

Me doy vuelta y lo veo, el cuerpo blanco y con pecas sobre las sabanas de mi cama, sus ojos verdes mirando directamente los mios, su boca ligeramente hinchada por la acción recién realizada y su miembro ligeramente despierto otra vez. Todo en él es perfecto, un combinación para llevarme al delirio. Y la perfecta combinación para provocar que mi pene se levante otra vez.

Gateó hacia Deku, viéndolo como un depredador a su presa. Llego hasta sus piernas y me pongo en medio. Con una caricia a su pierna izquierda me inclino sobré él y le susurro al oído.

-Ya te enseñe que hacer

Sus manos vuelan a sus piernas y las abre para mí. Su entrada rosada y palpitante se muestra en todo su esplendor. Aun recostado sobre él, dirijo mi polla a su agujero y presiono levemente.

Deku cierra sus ojos y arquea su cuerpo para recibirme mejor. Mis caderas empujan sin piedad hasta introducirme de lleno, una vez mi pelvis golpea sus glúteos, Izuku suelta el aire que había retenido.

En este lugar es donde encuentro la tan ansiada paz, su interior es mi hogar, un lugar al que deseo volver una y otra vez y permanecer eternamente allí. Dirijo mi mano derecha a su miembro para estimularlo y la otra a un pezón, con el cual juego hasta que se vuelve tieso y paso al siguiente.

Su espalda se relaja y sus ojos se abren lentamente, mostrándome un brillo especial en sus ojos. De esa forma se que está listo. Salgo hasta la mitad y empujo otra vez, un gemido sale de la boca del peliverde. Vuelvo a sacar y meter hasta que esa boca entona mi sinfonía de gemidos.

Conociendo su cuerpo de memoria, no dudo a apuntar donde está su punto dulce. Los gemidos suben de nivel y sus ojos sueltan perlas de placer, las cuales me inclino a lamer.

Sus piernas se enroscan a mí alrededor cuando se pierde en la lujuria, la mano que pellizcaba sus pezones la llevo a su rostro, a la vez que con la otra masturbo su duro miembro con fuerza.

Meto dos dedos en su boca y la abro lo máximo posible antes de introducir mi lengua de manera salvaje. Nuestros ojos están a unos milímetros de distancia y se crea una conexión que no podemos romper, ni siquiera por el beso que roba nuestra respiración.

Siento la humedad en su erección y entiendo que está cerca de su clímax. Aumento drásticamente la velocidad de mis empujes, la cama rechina de agotamiento, dentro de poco tendré que comprar otra.

Su pene explota en mi mano, el gemido que sale de su boca se sofoca en la mía. La presión en sus paredes interiores aumenta hasta asfixiarme, y con un gruñido, y una mordida en su labio inferior, me vengo en su interior.

El cansancio cae sobre nuestros cuerpos y lo veo cerrar suavemente sus ojos debajo de mí. Con delicadeza salgo de su interior y me recuesto a su lado. Coloco las sabanas sobre nuestros cuerpos y lo atraigo en un abrazo y me dispongo a decir las palabras que solo puedo confesar en sus sueños.

-Te amo Deku- y le doy un beso en la frente.

Me dispongo a dormir luego de aligerar un poco el peso de la culpa. Cuando estoy a punto de caer en los brazos de Morfeo, escucho.

-Yo también te amo, Kacchan

Abro los ojos con sorpresa y miro a mi pecho. Ahí se encontraba Izuku, sus ojos verdes, con un tono cariñoso, mirándome sin vacilación.

Me separo súbitamente, con terror le grito- Escuchaste eso?!!- Mi respiración se agitó, hasta que caí en cuenta de lo que dijo- M..me..me llamaste Kacchan?- Pregunte

Sus ojos brillaban como antes, sus esmeraldas puras no perdieron detalle de mis movimientos. Se incorporo y vi deslizarse la sabana hasta su cintura, fue como ver una obra maestra ser exhibida ante mis ojos.

-Si...Kacchan- volvió a repetir con dulzura.

Algo se movió en mi interior y para cuando me di cuenta, gruesas lágrimas caían por mi rostro. Había pasado tanto tiempo desde que escuche esa hermosa voz decirme así. Tape mi rostro con mis manos, pero las lágrimas no cesaban.

Sentí como su cuerpo se movía sobre la cama y, para mi sorpresa, me abrazó. Apoyo mi cabeza en su pecho y pude escuchar el fuerte sonido de sus latidos.

Con un hilo de voz le dije- Por favor...sigue diciendo mi nombre.

Sentí una dulce risa salir de sus labios, acompañada de muchos "Kacchan". Repitió mi nombre hasta el cansancio en lo que acariciaba mi cabeza.

Después de unos minutos logre controlarme lo suficiente para encararlo. Levante mi vista y la clavé en la suya.

-Te lastimé- Le dije secamente- te humille- Un temblor recorrió mi cuerpo- Te...te viole- dije en un susurro.

-Si- respondió sencillamente.

Su tranquilidad me abrumaba. Agarrándolo por los hombros grité- Como puedes estar tan tranquilo?!!!- En mi desesperación lo sacudí un poco- Soy un monstruo!!- baje la cabeza, las lagrimas volvían a mis ojos.

Sus manos tomaron mis mejillas y me levanto a enfrentar su mirada resuelta- No eres un monstruo Kacchan- Sus pulgares acariciaron mis mejillas- No puedes controlar tus emociones...pero no eres un monstruo.

Mi voz no podía salir.

-Me cuidaste Kacchan- una sonrisa se planta en su cara- Me diste un hogar y una vida, cuando pensé que todo había terminado.

-Solo lo hice para tenerte cerca- le aclare- No hice ningún acto solidario, fue mi egoísmo que no me permitía ver que te ibas de mi vida.

-Pero me salvaste, a mí y a mi madre- Por sus ojos pasa una leve tristeza- Fuiste tú quien nos dio un lugar que llamar hogar, me forzaste...pero nunca me lastimaste...se que es idiota y masoquista de mi parte justificarte asi- La tristeza de sus ojos desapareció, y el cariño volvió a estos- Pero te amo Kacchan, cuando eramos niños eras mi meta a seguir, fuiste un cobarde al nunca encararme- una mirada acusatoria se mostro por un instante- Pero yo fui un idiota por no enfrentarte, me sentia usado, pero una parte de mi se sentia satisfecha de ver en ti esa necesidad hacia mi- Junto nuestras frentes- Ambos fuimos unos egoistas e idiotas, supongo que  asi es como se siente el amor.

Sus palabras vuelven a dejarme sin aliento- Me...me amas?- Mis ojos se abren de la impresión- Realmente me amas?- Mis manos se dirigen a su rostro- Porque esperaste tanto tiempo en decírmelo?

Un temblor acudió a su cuerpo y a sus ojos acudieron lagrimas- Porque dentro de poco te irás a estudiar al exterior...y yo cumpliré la mayoría de edad- El temblor aumento- Si no te lo decía ahora, nunca podre hacerlo.

Un calor acude a mi pecho, un calor que pensé no volver a sentir desde mi infancia. Acerque su rostro al mío y lo besé.

-Ven conmigo, pero no como mi sirviente...ven como mi novio- Le digo sonriendo.

Una mirada seria me volvió a sorprender.

-Lo siento Kacchan- La esperanza que se estaba formando en mi interior se derrumbo- Pero voy a cumplir mi deber con tu familia antes.

El agujero en mi pecho se detuvo ante esa frase. Confundido lo mire largamente. Su sonrisa se mostró en todo su esplendor.

-Cumpliré mi deber como tu sirviente...y cuando cumpla la mayoría de edad...cumpliré mi deber como tu pareja.

La felicidad me invadió. Volví a besarlo, esta vez con más fuerza que la anterior, y al separarnos dije- Entonces como tu amo...te ordeno que me acompañes...y como tu futura pareja...te pido que te quedes conmigo.

El sonrojo en su rostro daba cuenta de su felicidad- Si amo.

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