009

"The lightning thief"
Acto uno. Novena escena.
› › I got everything you need
 
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EL SOL SE ocultaba tras las montañas cuando encontramos el parque acuático, jugaba con mi pulsera cuando la oscuridad de la noche nos alcanzó, la puerta principal estaba cerrada con un candado y, a su vez, estaba protegida con alambres de púas, boletos y anuncios viejos volaban sobre el asfalto. El lugar tenía un aspecto triste y daba escalofríos.

── No he visto muchas películas de miedo, pero esto parece exactamente como un lugar que se evitaría ─me dijo ricitos, sabía que intentaba distraerme de la falta de luz.

── No he visto ningún tipo de película ─confesé mientras nos acercábamos más a las rejas cercanas.

── ¿Nunca? ¿Cómo "nunca nunca"? ─escalamos de forma lenta la reja, intentando no lastimarnos en el proceso.

── Desde que llegué al campamento, recuerdo que días antes había salido Los increíbles 2 ─noté como las sombras se alargaron mientras recorríamos el parque examinando las atracciones, intenté calmar mi respiración.

── Te has perdido de demasiadas cosas, tal vez cuando esta misión termine podríamos ir al cine... todos ─pasamos frente a varios juegos, todos más terroríficos que los otros. Me comencé a agitar, mis manos temblaban del pánico, era una mala combinación─ ¿Tienes miedo?

Asentí en silencio, tenía trece años y aún me daba fobia la oscuridad, me avergonzaba tener que confesarlo.

── Tranquila, te voy a proteger de las sombras groseras ─me tomó de la manga de mi chaqueta para guiarme por el parque─ ¿Por qué el escudo de Ares estaría aquí?

── Probablemente tuvo que irse muy rápido como para olvidarlo ─intenté pensar, ojalá Annabeth estuviera aquí, ella nos diría todo─ Tuvo que huir de alguien como para dejar algo tan importante ¿Qué cosa haría que un dios huyera? No debe ser algo muy peligroso si mandó a dos semidioses.

Frente a nosotros se situaba una piscina que pudo haber sido alucinante para patinar, aproximadamente cuarenta y cinco metros de ancho y con forma de cuenco, por el borde había una docena de estatuas de Cupido que estaban con las alas desplegadas y los arcos listos para disparar.

Por el otro lado se abría un túnel que debía ser la entrada de la atracción, nos acercamos para poder leer el letrero "El túnel del amor". Oh, estamos en el parque de Hefestos, eso significa...

── Hefesto, Afrodita es su esposa ─me respondió pensando exactamente lo mismo─ ¿En el parque de su esposo? Eso está muy mal.

── Probablemente fueron pillados allá, quizás el escudo se encuentra allí ─señalé la atracción que apenas tenía unas luces funcionando, me daba mucho miedo pero debíamos salir de allí pronto─ Deberíamos entrar a buscarlo.

Percy suspiró rendido, parecía que también tenía miedo.

── Claro, revisemos el paseo del terror ¿Por qué no?

Ninguno quería adentrarse por el túnel, pero no había de otra, nos subimos a un bote que nos comenzó a llevar lentamente por el lugar. Lo único que iluminaba eran unas pequeñas luces que no funcionaban demasiado bien, estábamos en un silencio incómodo.

Me sobresalté cuando se escuchó de repente una canción, jamás la había escuchado en mi vida, pero según lo que me dijo, él lo oyó en la oficina de su dentista. Antes de que pudiera decir algo al respecto, en una pared del túnel se desplegaron proyecciones de luces que casi nos cegaban, miré brevemente a Percy para poder ver su reacción.

Ricitos me devolvió la mirada con una sonrisa incrédula, los dos no entendíamos que estaba pasando, aún con toda una historia proyectándose frente a nuestros ojos, regresé mi vista hacia la pared, las luces sobre su cabello lo hacían ver como un tierno arcoiris.

── Esto es súper raro ─opiné notando como a medida que avanzábamos, en la pared se proyectaban figuras de siluetas que se movían al ritmo de la música.

── Espera, conozco esto ─se acomodó en el lugar analizando todo lo que se proyectaba─ Es la historia de Hefesto... Rechazado por Hera, rechazado por Afrodita. Mi madre me contaba estas historias todo el tiempo, lo recuerdo. Ella decía...

── ¿Qué cosa? ─pregunté interesada, observando tanto los dibujos como a Percy.

── Decía que así son los dioses entre sí, este es el tipo de familia que son... Ella intentaba alejarme de ustedes ─lo miré intentando comprender lo que me contaba.

── Te alejó para que seas mejor que todo esto, fue una decisión inteligente ─sonreí levemente, sintiendo nuevamente esa extraña sensación de que había una presencia al lado mío. Me estaba volviendo loca.

La música y los dibujos llegaron a su fin, permitiéndonos observar piedras brillantes que pensé que indicaban el fin del recorrido, ninguno de los dos se había dado cuenta de la bajada marcada que había, por lo que al momento de la bajada, nos la pasamos gritando asustados cuando el bote caía y se movía de forma bruta, obligándonos a sujetarnos con fuerza de los bordes para evitar caernos.

Hubo un momento de paz, nos miramos fugazmente para asegurarnos que el otro estuviera bien. El bote se movía de forma lenta nuevamente, notando como había un pasillo a nuestro lado, en aquel cuarto alcanzamos a ver una gran estatua de oro que sujetaba entre sus manos un escudo de bronce que tenía un jabalí dibujado.

── ¡Percy! ─lo llamé mientras señalaba el acantilado que estaba a unos metros, solamente podíamos ver los botes caerse de forma pronunciada─ ¡Salta! ─no debía decirlo dos veces, nos levantamos del bote y nos tiramos hacia el agua, sin tener en cuenta la fuerte corriente que había.

Estiré mi mano hacia su dirección para alcanzarlo mientras luchabamos para nadar, la corriente nos alejaba cada vez más y el agua entraba por mis pulmones. Después solamente sentí como otra fuerza mayor me fue empujando hasta la plataforma que habíamos visto con la estatua, comenzando a toser por el agua que había tragado.

── ¿Estás bien? ─pregunté levantando mi torso del suelo, alejando mi cabello mojado de mi rostro.

── Sí ¿Y tú? ─estaba agitado, mirándome brevemente antes de regresar su vista hacia el agua.

── ¿Me sacaste con un poder? ─había sido tan confuso y raro.

── No... No lo sé ¿Quizás? Lo voy averiguando sobre la marcha.

Nos levantamos de a poco mientras apreciabamos lo que estaba frente a nosotros: una silla extravagante de oro con detalles dignos de dioses, a sus espaldas se encontraba una gran estatua de oro que entre sus manos sujetaba un escudo horroroso.

── ¿Cómo se supone que bajemos eso? ─preguntó apuntando hacia el escudo, me puse de pie para poder acercarme a los objetos.

── Tal vez me podrías levantar e intentaré tirar ─caminé hacia la parte trasera de la silla, quedando debajo del escudo.

── ¿Crees que funcione? ─me siguió, pensé por unos segundos, preguntándome que haría Annabeth en esta situación, noté como al lado nuestro, en la silla, se ocultaba un mecanismo.

── No, es una máquina ─me acerqué hacia el mecanismo, no había manera que lo entendiera.

── Fue un obsequio con un propósito oculto, Hefesto se lo ofreció a Hera, pero en cuanto ella se sentó, no pudo levantarse ─comenzó a contarme, lo miré atentamente, su madre hizo un magnífico trabajo─ Todos los dioses lo intentaron, pero la máquina era demasiado lista, demasiado fuerte, fue demasiado, incluso para ellos. Al final, dijeron que si Hefesto liberaba a Hera, Afrodita sería su esposa ─volteó a verme─ La silla fue su trato, uno se sienta en el sillón y el otro obtiene el escudo.

── Yo lo hago ─me giré para caminar hacia la silla, totalmente decidida.

── ¿Qué? No ─me agarró del brazo para regresarme a mi lugar.

── El que se siente, no saldrá ─alcé ligeramente mi voz, queriendo tomar un rol autoritario─ Es una respuesta muy sencilla, ricitos.

── Y estás eligiendo la incorrecta ─su tono era similar al mío─ Es por eso que estás acá, gruñona.

── No me llames así ─advertí un poco enojada.

── Cuando le dije a Quirón que necesitaba a alguien que no dudara en sacrificarme si la misión lo requería, pensé que tú eras esa clase de persona,  no creí que ibas a ser de las que se sacrificarían... ─su voz era más calmada, no quería acceder a su idea─ No puede ser, Annabeth tenía razón, no quiero creerlo pero las Moiras tenían razón, no hay manera de escapar de esto... Lo evitamos del arco, por poco, pero quizás no es algo que se pueda evitar por siempre.

── Es tu misión, los dioses te eligieron ─intenté que se arrepintiera de la decisión, sentía como las lágrimas se comenzaban a asomar por mis ojos─ Tu madre... Debes volver, Perseo.

── ¡Detente! No se trata de eso, tú eres mejor que yo ─me interrumpió acercándose lentamente hacia mí, en ese momento noté como sus pupilas no eran normales─ Sé que si eres tú quien regresa, todos ustedes estarán a salvo, sé lo fuerte y lo inteligente que eres. Créeme, quisiera que hubiera otra manera, pero no la veo.

── Si la hay, yo me siento y tú regresas ─hablé firme, pisando su pie con fuerza para darme tiempo para rodear la silla, sintiendo como intentaba agarrarme en el proceso.

Saqué la espada de mi madre para poder lanzarla a su dirección, sin embargo, el testarudo me tiró hacia el suelo, al empujarme con fuerza para ahora ser él quien corría hacia la silla dorada, intenté alcanzarlo pero era demasiado tarde, no había mucha distancia para más lucha. No había vuelta atrás, los dos lo sabíamos y por eso evitábamos que el otro se sentara.

── ¡Bájate de la silla! ─lo miré llena de pánico tan pronto los mecanismos se fueron activando, corrí hacia la parte trasera de la silla, con la intención de enterrar mi espada en el rodaje y pararlo.

── No puedo, no puedo ─al notar como me era imposible detener el mecanismo regresé frente a Percy, estaba desesperada para salvarlo pero él no podía levantarse, su cuerpo estaba siendo rodeado por oro, noté como pequeñas lágrimas caían por su rostro, aceptando lo que estaba ocurriendo, el oro estaba llegando a su cabeza─ Estoy bien...

Comencé a llorar al ver como él se había convertido en una estatua, era la segunda vez que se sacrificaba por mi seguridad, se había sacrificado por mí.

El escudo cayó sin previo aviso, ahogando mi llanto me dirigí hacia el mecanismo trasero nuevamente, no era Annabeth pero quizás podría hacer algo para solucionar esto. Ocupando todas mis fuerzas intenté girar un rodaje, era imposible, mientras hacía lo posible para revertir lo que pasó, escuché como una puerta se abrió, en un especie de balcón.

── ¿Puedo ayudarte en algo? ─la voz de un hombre, Hefesto, me hizo detenerme por unos segundos─ ¿Necesitas ayuda para encontrar la salida?

Con una especie de silbato hizo que unas escaleras de mano se fueran desplegando hasta el balcón, permitiéndome irme si así lo deseaba.

── No me iré sin él ─regresé mi vista hacia el mecanismo, deseando poder destruirlo.

── Así no funciona en realidad ─quiso explicarme, seguí intentando forzar el rodaje─ Es algo unidireccional, no se puede deshacer.

── Ya se deshizo una vez, puede deshacerse otra vez ─respondí ocupando el peso de mi cuerpo para intentar hacer girar el rodaje─ No me iré sin Percy, y si no me ayudas entonces ve preparándome una cama porque no me iré.

── A pesar de lo que probablemente mi hermano te dijo, no soy alguien a quien pisotear ─solté un grito frustrada, el idiota no se callaba y el estúpido mecanismo no cedía.

── ¡Tu mamá intentó abandonarte, ve a llorar a otra parte! Al menos contigo fallaron ─me levanté para poder mirarlo─ No eres el único en un sistema tan jodido, no es culpa de él ser parte de una familia que solamente le interesas cuando tienes poder y gloria, que están dispuestos a empujar a cualquiera por las escaleras para avanzar ¿Realmente es eso todo lo que importa? ¡¿Tenemos que dedicar toda nuestra maldita vida a ustedes solamente para que al final no nos respondan nuestras estúpidas ofrendas?! ─intenté calmar mi respiración─ Él no merece ese trato, es mejor que nosotros por no aceptarlo.

Mi respiración era acelerada, comencé a tirar de mi pulsera, haciendo que mi muñeca quedara levemente roja ante los golpecitos. Escuché un nuevo silbido que me distrajo, el mecanismo volvió a funcionar, rápidamente me dirigí hacia el otro lado de la silla.

Percy estaba siendo liberado.

Lo ayudé a mantenerse de pie, notando como su respiración era pesada, rápidamente lo volví a abrazar, sintiéndome maravillada por su regreso.

── Algunos de nosotros tampoco nos gusta ser así, les hablaré bien de ustedes con sus padres ─se fue, dejándonos solos en la plataforma.

── ¿Estás bien? ─pregunté sonriendo a ricitos antes de tomar el escudo.

── Sí, sabía que me ibas a sacar.










ABRIMOS LA PUERTA del restaurante, cargué el escudo hasta la mesa, en donde estaban los tres esperándonos, dejé caer frente al Dios el objeto, estaba furiosa, por su pequeño romance casi no regresábamos.

Annabeth y Grover lucían impresionados de vernos, mientras que Ares nos sonreía casi de forma imperceptible.

── ¿Dónde está nuestro transporte? ─habló ricitos con resentimiento.

── Ahora entiendo un poco a mi hijo ─comentó mientras se levantaba de la mesa y nos guiaba hasta la salida, frente al local había un gran camión de transporte animal.

── Estás bromeando ─todos lo pensamos pero ricitos lo dijo, no podía ser cierto ¿Hicimos todo para terminar viajando en un camión?

Ares chasqueó los dedos, permitiendo que las puertas se abrieran.

── Entren o no, realmente no me importa, pero en pocas horas esta cosa estará en el casino Lotus en Las Vegas ─nos fue informando─ Hermes pasa tiempo allí, si juegan bien sus cartas, van a tener un chófer personal que los lleve a L.A en minutos, aquí tienen ─lanzó una mochila de nailon azul hacia Percy─ Ropa, efectivo y dracmas para reunirse con Hermes, les desearía suerte ¿Pero que haría eso?

── No vamos a fallar.

── No te preocupes, tu padre tuvo muchos hijos por los que dejó de preocuparse una vez que perdió el interés, tendrás mucha compañía.

── No vamos a fallar, y me estoy cansando de que lo digas ─se fue acercando a pasado lento de forma amenazadora hacia el dios─ Crees que me conoces, pero no. Y si no vas con cuidado, lo vas a averiguar.

Grover corrió hacia su amigo, deteniendolo de hacer una estupidez, sonreí mirando a ricitos.

── Gracias por el abuso emocional y las hamburguesas con queso ─intentó cambiar de tema el sátiro─ y el transporte, vamos a aceptar la oferta.

Con cuidado nos fuimos subiendo, tomé de la mano a Annabeth para ayudarla a subirse más rápido, Ares simplemente cerró las puertas con un chasquido, al menos acá adentro habían luces.

El interior del camión olía peor que nosotros, a humedad y encierro, nos vimos obligados a sentarnos en el suelo para no caernos durante el trayecto, nos colocamos en una esquina junto a unos sacos de comida con moho.

── Ares no estaba diciendo toda la verdad ─habló Grover, recordandome que él y mi amiga se tuvieron que quedar junto al Dios─ Estaba ocultando algo, creo que logramos sacárselo.

── Sabemos quién robó el rayo maestro ─voltee sorprendida ante la declaración de Chase.

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(AUTHOR'S NOTES): JDNSK
Percy coqueto y Ada sin
captar nada.

Hefesto: mi madre me
lanzó al vacío cuando nací 🥀💔
Andrómeda: Womp Womp 🤫🧏‍♀️

[2540 palabras]

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