"The lightning thief"
Acto uno. Séptima escena.
› › it's brutal out here
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PASAMOS DOS DÍAS viajando en el tren Amtrak, durante la primera noche Grover se topó con un poodle rosa, con el que conseguimos 200 dólares tras devolverlo a sus dueños ricos. El dinero se acabó inmediatamente al comprar cuatro boletos hasta Denver en literas.
Para mí, lo peor fue que a la hora de dormir Grover y Percy se enteraron de mi fobia a la oscuridad al pedirle a Annabeth que me abrazara para poder dormir, en nuestra primera noche en el tren mi mejor amiga me acurrucaba cerca suyo para hacerme sentir segura, solamente uno de los cuatro podía dormir cuando escuchamos la voz de ricitos.
── ¿Están dormidas? ─lo típico que se pregunta en medio de la noche cuando uno no puede conciliar el sueño, Chase respondió por ambas─ Thalia y tú eran muy unidas ¿no? ─bostecé apegándome más a mi amiga, escuchando la conversación que ambos mantenían, finalmente no discutían─ ¿Cómo era? Ella fue la última niña prohibida antes que yo ¿no? Supongo que le pasaron cosas similares.
── Ella era dura ─respondió mientras me acariciaba la espalda─ Sabía que era una niña prohibida pero le daba igual. Cuando Luke y Thalia me encontraron, Luke me protegió enseguida pero Thalia... me hizo ganarlo.
── ¿Por eso son tan duras conmigo? ¿Me lo tengo que ganar?
── Sí, probablemente...
── ¿Y cuál es la excusa de Andrómeda para ser así? ─le lancé mi zapatilla, no me arrepiento.
── No confío en la gente ─respondí sintiendo como Annabeth continuaba acariciando mi espalda. Era mejor alejar a las personas antes de que te abandonen cuando ya te encariñas.
Nunca tuve a alguien que se diera vuelta y me buscara, siempre fui una opción, nunca fue una decisión difícil, el dejarme lo hacían parecer tan fácil, nadie que me cuidara de principio a fin sin buscar protección a cambio, siempre se quedaban a la mitad.
Hubo un silencio, probablemente él no sabía que contestar.
── No se me hace lógico en la forma que ustedes hablan, todo lo que los dioses quieren que pensemos ─era demasiado tarde para conversaciones tan profundas─ Quemar ofrendas para obtener la atención de nuestros padres, tuve que pelear con Clarisse para que mi padre admitiera que es mi padre, no debería funcionar así. La familia no debería tratarse de esa manera.
Compartí miradas con Annabeth, teníamos heridas similares que intentábamos decorar.
── ¿Quieres saber cómo quedamos en la calle? Yo nací como regalo para mi padre, así funciona con Atenea, nacemos de sus pensamientos y nos regala a alguien con quien se sienta cercana, y durante un tiempo yo fui tratada como un regalo... Mi padre me cuidaba, me quería, lo sabía ─comenzó a acariciar el anillo que mantenía en su collar, suspiré dándole cariño en su brazo─ Luego conoció a una mujer, tuvieron sus propios hijos y para ella yo no era un regalo, era un problema... Así que me fui, tenía siete...
── No sólo son los dioses que piensan de esa forma, es todo el mundo ─aclaré suspirando, volteando a ver el techo, recordando aquella noche en la que me quedé sola en la carretera─ No importa que tanto te esfuerces: si eres la hermana mayor perfecta o la única hija reconocida de la diosa que le lleva infelicidad a la gente con buena suerte... Jamás es suficiente... Al menos tu tienes una madre que estuvo presente en tu vida y no te dejó en la calle cuando tenías ocho.
Annabeth puso más fuerza sobre mi espalda, intentando contenerme── Al menos con los dioses ya sabes las reglas, les muestras respeto y te apoyarán pase lo que pase.
Fueron dos días relativamente tranquilos, ningún monstruo o Dios nos ha intentado atacar. Lo único malo era nuestro olor, tres días desde nuestra última ducha. Lavarse en el lavabo del tren no era lo mismo, ayudaba pero no cubría todo.
Ocho días antes del solsticio de verano, cruzamos unas colinas doradas y el río Mississippi hasta San Luis. Estábamos en el vagón/comedor desayunando de forma calmada, hablando sobre el futuro de la misión.
── Dos días antes de llegar a los Ángeles ─le decía el sátiro a su amigo, que estaba a mi lado, con optimismo─ Tiempo de sobra para llegar al inframundo.
── ¿Puedo preguntar algo tonto? ─ay, no me lo dejes así de fácil.
── ¿No lo estabas haciendo ya? ─no me resistí, miré extrañada mi taza de café al sentir de repente que estaba más dulce.
Percy rodó los ojos fingiendo reírse─ Que graciosa... Lo que les quería decir era que nunca he estado en Los Ángeles y asumo que ustedes tampoco... Así que ¿Cómo sabremos a dónde ir?
── No tenemos ni idea ─contestó Grover con una tranquilidad que demostraba lo normal que era aquello en las misiones─ Pero ese es el paso número treinta y siete, y seguimos en el cuarto, cada cosa a su tiempo.
── Siguiendo con las preguntas tontas ─junto a Annabeth soltamos un suspiro intentando ahogar todos los comentarios burlescos─ "Y al final no podrás salvar lo más importante" En Nueva Jersey les conté como el Oráculo dijo que la misión fracasaría y nadie ha dicho nada, parece ser algo que debería tomarse más enserio...
Se calló mientras dirigía su mirada al ventanal, giré mi vista con curiosidad, había una familia de centauros corriendo libremente tan cerca nuestro.
── Antes habían miles de ellos, pero hace miles de años, el dios de la naturaleza, Pan... desapareció. Desde entonces sin alguien protegiendo la naturaleza, los humanos se han esforzado en destruirla ─le explicó Grover triste─ Los Sátiros más valientes se ofrecen como buscadores para encontrar a Pan... Ninguno ha regresado.
── El oráculo no dijo que la misión fallaría ─aclaró Annabeth para intentar retomar la conversación inicial─ "No podrás salvar lo más importante" puede significar muchas cosas, así funcionan las profecías, así el destino funciona. Cuanto más te esfuerces por comprenderlo, más te costará comprenderlo, a veces solamente hay que esperar a que las cosas ocurran.
── Es como en los relatos, en dónde los mortales buscan evadir su destino pero de un modo u otro ocurre ─añadí suspirando, mirando extrañada mi taza─ El destino es casi lo único que está por encima de los dioses.
Grover asintió reforzando lo que decíamos, de repente un hombre de unos cincuenta años se acercó hacia nosotros para pedir nuestros boletos, Annabeth se los entregó rápidamente. Nos obligó a seguirlo hasta nuestra cabina, la cual estaba completamente destruida, con los vidrios de la ventana por todo el piso.
¿Realmente pensaba que habíamos sido nosotros? ¿Cómo era tan idiota y tan viejo a la vez?
── Cuando fuimos a desayunar todo estaba intacto ─nos defendió Grover.
── Tenemos una testigo que dice haber oído la ventana romperse y voces de niños ─a unos metros de nosotros había una mujer probablemente de cuarenta años hablando con otra policía, al lado suyo en el piso había un bolso para transportar mascotas─ ¿A qué hora se fueron?
── ¿Estamos bajo arresto? ─cuestionó mi mejor amiga analizando nuestra cabina.
── Cambia el tono, niña.
── Te preguntó algo, soplón¹ ─me interpuse enojada ¿Qué se creía este vejestorio para hablarle así?─ ¿Estamos bajo arresto?
El estúpido me agarró del brazo para obligarnos a regresar hacia el vagón–comedor, por suerte el bueno de Grover me detuvo cuando estaba pensando que golpear al policía. Nos sentamos en silencio, me obligaron a permanecer en el lado de la pared para evitar que saltara y me vengara del sujeto.
── ¿Entonces estamos matando tiempo antes de que él se convierta en hombre lobo o algo? ─susurró Percy, obligándonos a voltear para ver al viejo.
── No creo que sea un monstruo... ─respondió de la misma forma Annabeth.
── No sé, es difícil decir ─sonreí al oír al sátiro.
── Si no es un monstruo ¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué iban a destrozar todo? ─miré a ricitos por unos segundos cuando habló, intentando imaginar que pudo haber pasado.
── Tal vez estaban buscando algo.
── Si no tenemos nada.
── Los que creen que robaste el rayo maestro de Zeus estarían en desacuerdo ─interpuso Betty, suspiré mirando hacia la testigo, había dicho que escuchó voces de niños y obviamente estaba mintiendo─ Da igual, no vamos a perder un día entero respondiendo preguntas en la comisaría de San Luis, debemos resolver esto antes de que sea tarde.
La vieja mentirosa le tocó el hombro a mi amiga, la miré detenidamente mientras se colocaba en la cabecera de nuestra mesa.
── Pobrecitos, sus padres no están acá ¿no? ¿Se asustan los niños cuando se quedan solos? ─le preguntó a su perro que ladraba desde el bolso, por el tamaño y la agudeza parecía ser un chihuahua─ Tranquilos, soy madre, sé lo asustados que deben estar ─se giró a ver a la mujer policía que nos escoltaba─ Disculpa ¿Le importaría alejarse un poquito? Creo... Creo que los pone nerviosos.
Se fue dejándonos solos con esta mujer sonriente y desconocida ¿Está de moda en los adultos ser negligentes con los niños?
── Quiero que sepan que realmente no creo que ustedes hayan hecho ese desastre, solamente quería un momento a solas con ustedes ─miré de reojo a Annabeth, tenía un mal presentimiento sobre esta señora espeluznante─ Hay ciertas cosas que necesito que comprendan...
── Hay algo en su chaqueta... ─notó Grover, rápidamente me asomé para buscar a lo que se refería─ Parece... Parece cristal. No rompieron las ventanas desde adentro de nuestra cabina, alguien lo rompió desde afuera.
La sonrisa de la mujer se desvaneció, tomé rápidamente mi espada mientras escuchaba como el perro rabioso se movía con ferocidad en el pequeño bolso. Se agachó frente al chihuahua para susurrarle algo que no alcancé a oír, luego regresó a enfocarse en nosotros, apoyándose en la mesa continúa.
── Esto no es su culpa pero, por desgracia, hoy van a tener que pagar por los errores de sus padres.
No otra vez, ya suéltennos por favor.
── Escuche, señora ─la voz de Percy sonaba desafiante, lo miré concentrándome en cada palabra que le decía a la mujer─ No sé quién es pero creo saber qué es, ya nos hemos cruzado con monstruos como usted y los regresamos empacados.
── ¿Monstruos como yo? ─su sonrisa terrorífica regresó, golpeé la pierna de ricitos para que estuviera alerta─ Bueno, claro que son como yo, ellos eran mis hijos.
La vieja mentirosa era Equidna, mi cuerpo se tensó con rapidez tras oír como lo que antes pensaba que era un perro se sacudía dentro del bolso con violencia, estábamos encerrados en una jaula de metal listos para ser asesinados por la madre de monstruos.
── Monstruo ─repitió como si fuera extraño─ Curiosa palabra, teniendo en cuenta que mi abuela es tu bisabuela y esta siempre ha sido una historia familiar, pero... en mi opinión, el semidiós es la criatura más peligrosa; rebelde, violenta ─claro, porque un niño de doce años es mucho más peligroso que una criatura hecha para matar─ Si existo para algo es para interponerme en el camino de monstruos como ustedes.
Miré asustada el bolso, me había parecido escuchar un rugido de león...
── Mi pequeñita aún es un cachorro, mi cosita bonita ─le susurró Equidna a su creación─ Hoy... ─lentamente regresó la mirada hacia nosotros─ Ustedes serán su presa ¿Tienen miedo? Tranquilos, el miedo es natural y también es esencial para la cacería... El miedo, sus dudas, su confusión. Necesito que comprendan lo que está pasando para que ella pueda rastrear sus olores, para que pueda aprender y desarrollarse, porque... ─mi cuerpo estaba paralizado mientras veía como lentamente el cierre del bolso se abría─ Porque eso es lo que una buena madre hace por sus hijos, nada que ustedes sepan ─finalmente el cierre del bolso se abrió por completo, íbamos a morir─ Ahora deberían correr.
Una cola gigante de escorpión era lo único que alcancé a ver, enterró rápidamente su aguijón en el pecho de Percy, petrificada por el pánico sujeté al rubio cuando chocó conmigo. Annabeth fue la primera en actuar sujetando con su brazo la cola para apuñalarla, permitiéndonos huir.
Corrimos entre vagones para alejarnos lo máximo posible, permitiéndonos respirar mientras Annabeth cerraba el paso al bloquear la puerta con unas cadenas.
── ¿Qué clase de monstruo tiene eso? ─pregunté preocupada quitando el aguijón que Jackson tenía clavado en el pecho.
── No lo sé ─respondió Grover igual de asustado─ Nada bueno probablemente.
── ¿Te sientes bien? ─consulté tras notar como se agarraba la herida y su respiración se volvía agitada, como si se estuviera esforzando por respirar.
── Eso creo ¿Creen que era venenoso?
── No estoy segura ─los cuatro estábamos en pánico total, había un monstruo desconocido deseando asesinarnos y dos policías mortales siguiéndonos.
Tomé el brazo de Grover cuando el tren se detuvo repentinamente, las luces comenzaban a fallar y los vagones que pasamos parecían temblar, alcanzando a ver vagamente como la criatura era tan alta que su espalda tocaba el techo.
Sin pensarlo dos veces volvimos a correr, buscando una salida de emergencias.
── ¿Por qué no nos persigue? ─cuestionó el de ojos azules al detenernos en las vías del ferrocarril.
── Equidna ha dicho que era joven, no se va a alejar mucho de su madre ─aclaró Annabeth mientras yo colocaba detrás al sátiro─ Está aprendiendo a cazar y esto parece la parte de caza.
Comenzamos a caminar de forma rápida lejos de la estación, hablando de que deberíamos hacer para no morir, la menor de todos nos rebeló que había un templo de Atenea cerca. El arco Gateway se encontraba a un kilómetro y medio de dónde estábamos, allí íbamos a estar seguros.
── Mide 192 metros de ancho y de largo, medido al milímetro ─contó Annabeth mientras entrábamos al templo dedicado a su madre─ No tiene soporte interior, ambas partes están perfectamente equilibradas entre sí, su característica es la simetría, son matemáticas ─el lugar estaba lleno de turistas y escuelas que estaban de excursión─ Y aguanta terremotos, así que Poseidón no puede echarlo abajo.
Nos abrimos paso por el museo subterráneo que estaba lleno de antigüedades del mil ochocientos, en verdad era un poco interesante pero no emocionante sin embargo Chase continuó hablando de cosas interesantes sobre la construcción del arco.
── Así le muestras tu amor a Atenea, con un monumento al poder de la perfección. Ningún monstruo puede entrar, ni siquiera Equidna. Estamos a salvo.
── Genial, bueno, ya que nuestro tren explotó voy a ver si puedo comprar billetes para otro, no podemos quedarnos aquí para siempre ─avisó Grover mirando con resentimiento las decoraciones del lugar, historia de matanza animal─ Que seamos presas no significa estar indefensos.
El sátiro se retiró con mal humor, volteé a ver a ricitos brevemente, seguía preocupada por el pinchazo que sufrió minutos antes, fruncí el ceño al notar como su piel se veía levemente más blanca, los colores de su rostro habían desaparecido y sus ojeras tenían una nueva tonalidad gris, que le daba una apariencia demacrada, nada de eso lo tenía antes.
Creo que él y Annabeth conversaban de como nosotros tres hemos estado más presentes en su vida durante estas dos semanas que su padre en toda su vida. En verdad escuché por encima, estaba demasiado atenta sobre los efectos que exponía sin darse cuenta.
── ¿Percy? ¿Estás bien? ─interrumpí justo a tiempo, el chico pareció debilitarse de golpe, por lo que rápidamente lo atrapé antes de que cayera.
Pasé uno de su brazo izquierdo sobre mis hombros para darle soporte, mientras Grover se acercaba asustado, Chase ideó un plan para ayudar a ricitos, con ayuda del sátiro lo llevamos hasta la fuente que se encontraba afuera del templo, comenzando a tirarle agua para que se curara.
── ¿Por qué no funciona? ─cuestioné preocupada, cada vez se veía más pálido.
── Funcionó en el campamento, también debería curar el veneno ¿No? ─intentó razonar la de chaqueta morada─ Tal vez debe ser agua natural para que Poseidón lo sane.
Asentí sin dejar de lanzar agua a ricitos, todos volteamos a ver la calle, porque nos pareció escuchar un accidente. Equidna nos había encontrado, por lo que decidimos regresar al templo e ir al altar, el cual se encontraba en el punto más alto del arco. Lo que me sorprendió del plan de Annabeth fue que ella aceptó pedirle ayuda a su madre.
Agarramos nuevamente a Percy para ir a los vagones, mientras las puertas se cerraban nos dimos cuenta como se encontraban adentro... Estaban dentro del único lugar seguro que teníamos, me costaba respirar, con mis manos temblando saqué mi espada, probablemente debía retrasar a la Quimera.
── ¿Era un Quimera? Creo que era un Quimera, pero ¿Cómo ha podido entrar aquí? ─comencé a jugar con mi pulsera a medida que oía a Grover hacer las preguntas que yo también pensaba─ Ningún monstruo puede entrar aquí, es un santuario, Atenea tuvo que dejarla entrar pero ¿Por qué lo haría?
── Equidna me dijo que mi impertinencia ha herido el orgullo de mi madre ─¿Impertinencia? ¿Qué? Oh... mi niña, apreté con fuerza mi espada, permitiendo que comenzara a brillar─ Y que esa será mi perdición... He avergonzado a mi madre.
── Pero yo fui quién mandó la cabeza al Olimpo, yo firmé la nota ─recordó ricitos totalmente perdido.
── Y yo lo permití, la he avergonzado y ahora está enojada ─bajé mi cabeza mirando mi espada, lo mío con Atenea era personal─ Ella no nos va a ayudar a salvar a Percy.
── ¡¿Qué vamos a hacer con Equidna y Quimera?! ─preguntó estresado Grover, ya se me había olvidado ese detalle─ Están pisandonos los talones.
Vi hacia mi pulsera, era la única prueba que tenía de que después de todo había gente que me quería. Estaba dispuesta a sacrificarme para que ellos vivieran cinco minutos más.
Al salir del vagón nos dimos cuenta de toda la gente que se encontraba en el lugar, estaban todos en peligro. Afirmé con fuerza a ricitos mientras Annabeth pensaba como hacer que las personas evacuaran, activó la alarma para incendios, con cuidado le pasé Percy a Grover.
── Vayan con los demás ─les ordené moviendo mi espada, preparándome mentalmente para luchar con una Quimera de tres metros.
── No, no, saldremos todos juntos de aquí ─ninguno de los tres parecía estar de acuerdo con mi orden, Annabeth me abrazó.
── No lo lograremos, la voy a entretener para darles ventaja ─dije empujandolos por el pasillo, para poder echarlos─ Curen a Percy cuando salgan de acá.
Jackson estaba pálido como un papel, apenas se podía mantener de pie aún cuando Annabeth y Grover lo estaban ayudando a caminar. Era obvio que nadie era capaz de vencer a la Quimera, al menos iba a hacer el intento para que ellos pudieran terminar la misión a salvo.
Los llevé hasta las escaleras de emergencia para poder despedirme antes de que los monstruos llegaran, cosa que faltaban un par de segundos. Agarré con fuerza mi espada, no había brillo.
── ¡Espera! ─me interrumpió Percy, entregándome su espada, asentí pensando que podría luchar con dos espadas─ Toma esto.
Justo cuando tomé el mango de Anaklusmos con mi mano izquierda, él me agarró de la muñeca para tirarme hacia ellos y utilizando la fuerza de mi caída para regresar al altar, cerrando rápidamente la puerta detrás de él. No me había dado tiempo de detenerlo, no podía dejar que enfrentara el Quimera sólo, pero me había engañado.
── ¡Percy! ¡No lo hagas! ─gritábamos los tres mientras golpeabamos la puerta desesperadamente, incluso intenté enterrar mi espada pero lo ignoró─ ¡Percy, por favor! ¡Abre la puerta!
── Poseidón no me ayudó antes... no va a comenzar ahora ─aún desde el otro lado pude escuchar su respiración agitada, él estaba muriendo y solamente podía asumir que le dolía cada segundo─ Nunca hubiera llegado hasta Hades, pero ustedes si, sé que lo harán.
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¹Soplón: Es una forma de insulto
hacia los policías en USA, se les
llama "narcs" haciendo referencia
a los agentes de narcotráfico, también
se ocupa para referirse a los informantes.
(AUTHOR'S NOTES): Holaa
Ada es la definición de
"Teenagers scares the living
shit of me" kdndk
[3.314 palabras]
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