En sueños / Dreams - @GabyCabezut

Siento la adrenalina correr por mis venas mientras sostengo el cuchillo en mis manos. No necesito ver su cara, pero sé que está sonriendo. Siento mis labios curvarse. Levanto el arma y la dejo caer... una y otra vez. La sangre comienza a brotar, y la percibo sobre mi piel, aún caliente.

Me levanto de la cama, completamente empapada en sudor frío. Mis extremidades tiemblan y me abrazo por instinto.

—No de nuevo —murmuro en un aliento, antes de tocarme la frente y cerrar los ojos.

Aprieto los labios, y siento como si mi pecho se estruja. Quisiera que fuera un sueño, una pesadilla horrible, pero sé bien que no lo es.

Solo he tenido estas visiones un par de veces en la vida, y fueron reales. Demasiado reales.

Me mojo los labios antes de tomar mi celular. Son las dos de la mañana, pero sé que mi tía Lilly me va a contestar. Me prometió estar ahí para mí si lo necesitaba. Y la necesito en este momento.

La línea suena un par de veces antes de que escuche su voz.

—¿Clara?, ¿estás bien?

—Está sucediendo de nuevo —susurro, apretando la manta hacia mí porque sigo temblando.

—¿Los sueños?

—Sí.

—¿Le has dicho a alguien más?

—No aún.

—Muy bien, no lo hagas. No vayas con la policía, ya sabemos cómo se ponen. Ven a casa. Yo hablo con tus papás.

Mis ojos se llenan de lágrimas.

—¿Por qué me pasa esto, tía? Lo veo todo tan claro, y eso no es lo peor, lo siento. Siento el poder, la euforia, y la felicidad cuando clavó el cuchillo. —Dejo salir un sollozo—. Estoy enferma.

—Tranquila, Clara. Ven a casa y platicamos, ¿ok?

—Ok.

Nos despedimos y dejo mi celular para empezar a hacer una maleta. Mis padres y mi tía viven a unas cuatro horas de distancia, en un pueblito a la mitad de la nada. Un pueblo en teoría tranquilo. O por lo menos antes de que mis compañeros comenzaran a desaparecer. Aparecimos en el mapa como un pueblo maldito donde pasan cosas horribles. En las noticias dijeron que un asesino serial nos acechaba, pero nunca se encontraron pruebas.

Un escalofrío me recorre la espalda. Mis sueños empezaron esa vez. Traté de ir con la policía, pero no le creyeron a una niña de doce años. No sé si mis padres me creyeron también. La única que me creyó fue mi tía, pero supongo que tiene algo que ver con que es psiquiatra. Me dio un tratamiento que me tenía como zombi; aun así las visiones, como me gustaba llamarles, desaparecieron.

Aunque supongo que no para siempre, porque estaban de regreso.

Cuando estaba saliendo de mi dormitorio, recibí la llamada de mi madre.

—Clara, hermosa, ¿vienes en camino?

—Sí, mamá.

—Ok, tu padre irá a recogerte a la estación del autobús. Ten cuidado, por favor.

Trago fuerte.

—Sí mamá. Nos vemos pronto.

La estación de autobuses está cerca de la universidad, así que decido irme caminando. No me asusta la oscuridad de la noche, aun sabiendo que hay un asesino suelto. No sé cómo explicarlo, pero siento que no me va a atacar a mí.

Cuando llego a la estación, están puestas las noticias en una de las televisiones. Encontraron otro cuerpo. Cerca, de hecho. Piensan que el asesino acecha la universidad. Nadie lo ha relacionado con lo que pasó en mi pueblo, pero yo sé que es la misma persona. Estoy segura porque se siente igual en todos los sueños. Idéntico que hace algunos años. Solo que ahora es más violento. Las acuchilla más veces, el doble de veces, de hecho, como si estuviera compensando por todos esos años que desapareció.

No sé si es hombre o mujer. Solo sé que es un psicópata. Que lo disfruta.

Siento la bilis, encaramarse en mi garganta, y me trago las ganas de vomitar. Espero un rato, y me subo al camión. Me tiemblan las manos durante todo el viaje, pero en algún momento, logro dormitar. Esta vez, la visión sucede cerca de un lago. Siempre las mata al aire libre, como si fuera parte de su enfermizo ritual. En algún lugar leí que era mucho más difícil encontrar huellas en el bosque, y supongo que esa persona leyó lo mismo que yo y por eso lo hace ahí. También siempre eran chicas. No sé por qué. Solo sueño con los asesinatos, ni siquiera sé cómo se ve la persona que los hace. Por eso la policía se burló de mí, y les pidió a mis padres que no me dejaran ver las noticias. Uno hasta me dijo que podría ser buena escritora por lo detallista que fui.

En mi sueño, lo vi acechando a la chica. Ella estaba corriendo, con un par de audífonos en los oídos. Tenía el cabello café claro y rizado amarrado a una coleta que bailaba con el movimiento. Paró un momento y recargó sus brazos en sus rodillas, jadeando por el esfuerzo del ejercicio. Vestía leggings y sudadera blanca, y el asesino sonrió.

‹‹Se vería mucho más linda en rojo carmesí››.

El destello se desvaneció antes de regresar. Ahora la chica estaba en el suelo, tenía algo en la boca que le impedía hablar o gritar. A pesar de eso, la podía escuchar gemir, como si se estuviera ahogando o sofocándose. Tenía las manos y los pies atados con esas cintas de plástico como las que mi padre ocupa para amarrar los cables. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y todo su cuerpo temblaba.

Sentí la euforia, la adrenalina que siempre corría por sus venas antes de matar. Se sentía pleno, feliz, impaciente por sentir el calor de su sangre en sus manos. Era lo que más le gustaba.

Sacó el cuchillo, y la chica comenzó a agitarse, a moverse, a hacer algo. Pero estaba perdida. No había escapatoria. Nunca sobrevivían.

Desperté por el ajetreo del camión al llegar a la estación de autobuses. Habíamos llegado. Y no supe qué había pasado al final, pero era obvio. La mató, como a las demás. Y a esta chica no la habían encontrado aún, porque no se le mencionaba en los noticieros.

Con el peso de todo lo que vi sobre mis hombros, bajo del camión y veo a mi padre esperándome. Nos saludamos, y después de meter la maleta en la cajuela del auto, emprendimos el camino a casa. Él no habla mucho, pero era mejor, yo tampoco tenía ganas de hablar. Sabía que mi tía me haría contárselo todo. Ahí hablaría. Y la vería en un tormento, como siempre. Tristeza, preocupación, culpa. Todo eso pasaban por sus ojos antes de darme el tratamiento que me hiciera olvidar los sueños.

Cuando llegamos a casa, mi madre salió a recibirnos, mi tía estaba detrás de ella. Nos saludamos, y mientras papá subió mi maleta a mi cuarto, me pidieron que me sentara en la sala, y les contara todo.

Lo hice, pero intenté no verlas mientras lo hacía. Les dije que desde hace un par de semanas empezaron los sueños, y las noticias unos días después. No pensaba ir a la policía. Como mi tía lo había dicho, no tenía caso.

—Solo quiero que termine todo —les dije, cuando acabé mi relato.

Mi madre y mi tía cruzaron una mirada.

—Vamos a cenar, hija —dice mi madre—. Hice lasaña, tu platillo favorito.

Asiento con la cabeza, y sigo a mi madre al comedor. La mesa está puesta con su mejor vajilla, como si estuviéramos celebrando Navidad.

Mi tía me acerca unas pastillas, y mi madre un vaso con agua. No pregunto qué son. No me importa. Solo quiero que todo termine. Las tomo y me las trago.

—Te prometo que te vamos a ayudar —agrega mi tía acercándose a mí y dándome unas palmadas en el hombro.

—¿Celebramos algo? —pregunto con un tono cansado. Las pastillas están haciendo efecto, me siento mucho más pesada.

—Que estás en casa —dice mamá.

La noto rara, no sé. Como que quiere sonreír, pero no está sonriendo de verdad. No me deja ayudarle a servir, y trae todos los platos. Sus manos tiemblan cuando pone el mío enfrente de mí.

—¿Mamá?, ¿está todo bien? —arrastro las palabras.

Diablos, las medicinas están fuertes.

La veo tragar, y asiente moviendo la cabeza de arriba abajo.

Papá entra al comedor. Trae unos cintillos en la mano. Voltea hacia mi madre.

—Es hora —dice, y mi madre se agarra de una silla, y se tapa la boca.

Tiene los ojos llenos de lágrimas. No entiendo qué pasa.

—Lo encontré —agrega mi padre—. Tiene sangre.

Se acerca hacia mí, y no sé cómo ni porqué, pero tomo el tenedor y lo levanto, bueno, lo intento levantar, no llego muy alto. Está pesado, como si fuera de plomo.

—¿Qué está pasando? —logro soltar.

Mi papá y mi tía se miran y ella camina hacia mí.

—No tengas miedo, Clara. Te vamos a ayudar.

Dejo caer el tenedor, y mi padre se acerca con rapidez. Me amarra los brazos a la silla con los cintillos. Mi madre está llorando al fondo. Y yo no me puedo mover, siento todo mi cuerpo inmóvil, como si ya no fuera mío.

Y entonces la escucho.

La risa. Se arrastra. Con la poca energía que tengo, me intento mover, sin mucho éxito.

—¿Me tienen miedo? —me escucho decir con un tono de voz distinto al mío.

No sé quién está hablando. Las palabras salen de mi boca, pero yo no las estoy diciendo.

Mi madre deja de llorar, y sus ojos marrones están abiertos completamente. Veo el susto en su rostro.

Me tiene miedo a mí.

—¿Mamá?

Mi papá y mi tía se alejan de mí. Los dos están tensos.

—¿Con lo que le diste es suficiente? —pregunta mi padre.

—Sí —dice mi tía con pesadez—. Solo es cuestión de tiempo.

—Los dejé vivir —me escuché de nuevo con esa voz fuerte, poderosa, una que no era mía—. ¿Y así me pagan?

—No debimos protegerte —dice mi tía—. No después de la primera vez.

Miro a mi madre, pero mi visión está nublada con lágrimas, que no siento caer. No entiendo qué está pasando. Ni por qué les estoy diciendo esas cosas. Comienzo a temblar, despacio al principio, pero más fuerte después. Hasta que todo mi cuerpo comenzó a convulsionar.

Antes de que me trague la oscuridad, entiendo.

Yo sabía dónde habían sucedido los asesinatos. Veía la cara de las chicas. La sorpresa, el miedo, el terror. Y había sentido el poder de tener sus vidas en mis manos, el calor de su sangre en mi piel, la euforia de clavar el cuchillo, una y otra vez.

No fueron sueños.

—Lo siento —susurré con un hilo de voz. Esta vez sí soné como yo.

Escuché a mi madre sollozar, pero ya no la pude ver.

Cumplieron lo que me habían prometido. Todo terminó.

I feel the adrenaline coursing through my veins as I hold the knife in my hands. I don't need to see his face, but I know he's smiling. I feel my lips curl. I raise the weapon and drop it... again and again. Blood begins to gush and I feel it on my skin, still warm.

I rise from the bed, drenched in cold sweat. My limbs tremble and I instinctively hug myself.

"Not again" I mutter under my breath before touching my forehead and closing my eyes.

I press my lips together and my chest feels like it's being squeezed. I wish it was a dream, a horrible nightmare, but I know it's not.

I've only had visions like this a few times in my life, and they were real. Too real.

I lick my lips before reaching for my phone. It's two in the morning, but I know my Aunt Lilly will answer me. She promised to be there if I needed her. And I need her now.

The phone rings a few times before I hear her voice.

"Clara, are you okay?"

"It's happening again," I whisper, pulling the blanket tighter around me because I'm still shaking.

"The dreams?"

"Yes."

"Have you told anyone else?"

"Not yet."

"Good, don't. Don't go to the police, we know how they act. Come home. I'll talk to your parents."

Tears cloud my visión. "Why is this happening to me, Auntie? I see everything so clearly, and that's not the worst of it, I feel it. I feel the power, the euphoria and the happiness when I stick the knife in." I let out a sob. I'm sick.

"Calm down, Clara. Come home and we'll talk about it, okay?"

"Okay."

We say goodbye and I leave my cell phone to start packing a suitcase. My parents and my aunt live about four hours away, in a small town in the middle of nowhere. A theoretically quiet town. At least it was before my classmates started disappearing. We appeared on the map as a cursed town where terrible things happened. The news said a serial killer was stalking us, but no evidence was ever found.

A chill runs down my spine. That was when my dreams started. I tried to go to the police, but they didn't believe a twelve-year-old girl. I don't know if my parents believed me either at the time. The only one who believed me was my aunt, but I think it had something to do with the fact that she is a psychiatrist. She gave me a treatment that turned me into a zombie, but the visions, as I liked to call them, disappeared.

Although I guess not forever, because they came back.

As I was leaving my bedroom, I got a call from my mother. "Clara, beautiful, are you on your way?"

"Yes, Mom."

"Okay, your father will pick you up at the bus station. Please be careful."

I swallow hard. "Yes, Mom. See you soon."

The bus station is near the university, so I decided to walk. I'm not afraid of the dark, even though I know there's a killer on the loose. I don't know how to explain it, but I have a feeling that he won't attack me.

When I get to the station, the news is on one of the televisions. They found another body. Nearby, actually. They think the killer is stalking the university. No one has connected it to what happened in my town, but I know it's the same person. I'm sure because it feels the same in every dream. Identical to a few years ago. Only now he is more violent. He stabs more times, twice in fact, as if he's making up for all the years he's been gone.

I don't know if he's male or female. I just know that he's a psychopath. That he enjoys it.

I feel the bile in my throat and I swallow the urge to vomit. I wait a while and get into the bus. My hands shake all the way, but eventually I manage to fall asleep. This time the vision takes place near a lake. He always kills them outdoors, as if it were part of his sick ritual. I read somewhere that it's much harder to find tracks in the woods, and I guess this person read the same thing I did, and that's why he does it there. They were always girls, too. I don't know why. I just dream about the murders, I don't even know what the person who does them looks like. That's why the police made fun of me and asked my parents not to let me watch the news. One even told me that I could be a good writer because I was so detailed.

In my dream, I see him stalking a girl. She was running with headphones in her ears. She has light brown curly hair tied up in a ponytail that dances with the movement. She stops for a moment and rests her arms on her knees, panting from the exertion of the exercise. She is wearing leggings and a white sweatshirt, and the assassin smiles.

She'll look much cuter in crimson.

The flash faded before returning. Now the girl is on the ground, there's something in her mouth preventing her from speaking or screaming. I can hear her moaning, as if she is choking or suffocating. Her hands and feet are bound with plastic straps like the ones my dad uses to tie up wires. Her eyes are full of tears and her whole body is shaking.

I feel the euphoria, the adrenaline that always runs through his veins before he kills. He feels powerful, happy, and is impatient to feel the warmth of his blood in his hands. It is what he likes best.

He draws the knife, and the girl begins to stir, to move, to do something. But she is doomed. There is no escape. She would never survive.

I wake up due to the bustle of the bus as we arrive at the bus station. I'm home. And I didn't know what had happened at the end, but it was obvious. He had killed her, just like the others. And this girl hadn't been found yet, because there was no mention of her on the news.

Feeling heavy with the weight of everything I had just dreamed about, I step out of the bus and see my father waiting for me. We greet each other, and after putting the suitcase in the trunk of the car, he drives me home. He doesn't talk much, but I don't mind. I don't feel like talking either. I know my aunt would make me tell her everything. Then I'd talk. And I would see different emotions going through her, as always. Sadness, worry, guilt. All that to get the treatment that would make the dreams go away.

When we get home, my mother comes out to greet us, with my aunt behind her. We greet each other, and while my father takes my suitcase up to my room, my mom asks me to sit in the living room and tell them everything.

I do, but I don't look at them. I tell them that the dreams started a few weeks ago, and the news related to them a few days later. I didn't want to go to the police. As my aunt had said, there was no point.

"I just want it all to end," I tell them before I stay quiet.

My mother and aunt exchange glances.

"Let's go to dinner, honey," my mom says. "I made lasagna, your favorite".

I nod and follow my mother into the dining room. The table is set with her best china, as if we were celebrating Christmas.

My aunt brings me some pills and my mother a glass of water. I don't ask what they are. I don't care. I just want it to be over. I swallow them.

"I promise we're going to help you," my aunt adds, coming over and patting me on the shoulder.

"Are we celebrating something?" I ask in a tired tone. The pills are working, I feel much heavier.

"Only that you're home," Mom says.

She seems strange, I don't know. Like she wants to smile, but she can't. She doesn't let me help her serve, and she brings all the dishes. Her hands are shaking when she puts mine in front of me.

"Mom, is everything okay?" I slurr the words out.

Damn, the meds are strong.

I watch her swallow and she nods, shaking her head up and down.

Dad walks into the dining room. He's holding the plastic things he uses for the cables. He turns to my mother.

"It's time," he says, and my mother holds on to a chair and covers her mouth. I notice her eyes are filled with tears. I don't understand what's going on.

"I found the knife," my father adds, "and it has blood on it."

He comes towards me, and I don't know how or why, but I take the fork and I lift it. Well, I try to lift it, but I can't reach very high. It's heavy, like it's made of lead.

"What is going on?" I manage to blurt out.

My father and my aunt look at each other and she comes towards me.

"Don't be afraid, Clara. We're going to help you."

I drop the fork and my father rushes over. He ties my arms to the chair. My mother cries in the background. And I can't move, I feel my whole body is still, like it's not mine anymore.

And then I hear it.

The laughter. It's loud and powerful. I try to move with what little energy I have, without much success.

"Are you afraid of me?" I hear myself say in a different tone of voice. I don't know who is speaking. The words come out of my mouth, but I do not say them.

My mother stops crying, and her brown eyes are wide open. I see the fear on her face.

She is afraid of me.

"Mom?"

My father and my aunt turn away from me. They're both tense. "Is what you gave her enough?" he asks.

"Yes" my aunt says heavily. "It's just a matter of time."

"I let you live," I hear myself say in that strong, powerful voice that isn't mine. "And this is how you repay me?"

"We shouldn't have protected you," my aunt says. "Not after the first time."

I look at my mother, but my vision is blurred with tears that I don't feel falling. I don't understand what's happening. I don't know why I'm telling them these things. I begin to tremble, slowly at first, then more violently. Until my whole body begins to shake.

Before the darkness consumes me, I do understand.

I knew where the murders had taken place. I saw the faces of the girls. The surprise, the fear, the terror. And I had felt the power of holding their lives in my hands, the warmth of their blood on my skin, the euphoria of plunging the knife in again and again.

They were not dreams.

"I'm sorry," I whisper. This time it sounds like me.

I hear my mother sobbing, but I can't see her.

They did it. It was all over.

Welcome to the truly wonderful gabycabezut, our hostess with the mostest (and the reason Sin is a Chapters game!)! Gaby put this little creepshow together, and I have to thank her for including me in its illustrious pages!

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