Capitulo 17: Sangre

—¿La comida estará lista pronto? —mordí mi labio inferior con poca fuerza, sintiendo la tibieza de la suave carne apretujada por mis dientes.

—Por supuesto, joven —menciono el ama de llaves, sonreí ante sus palabras, mi corazón estaba como loco, palpitando en desenfreno por la agitación provocada por mis pequeñas carreras de un lado a otro por toda la casa.

Hangil me había enviado una carta hace ya dos semanas, en la misma mencionaba el día de su regreso, al parecer su viaje no sería largo, y planeaba volver lo más pronto posible para pasar el tiempo conmigo, sé que él no ha querido compartir su presencia con la mía desde hace mucho, también estoy consciente de que posiblemente él ha pasado varios días y noches entre las piernas de prostitutas, pero no me importa, en realidad mi felicidad se debía a su regreso, estar solo en casa me agobia a más no poder, quiero verlo, quiero que me hable, que me dedique miradas, quiero a mi esposo de regreso, nada podía hacer que la sonrisa en mi rostro desapareciera.

Inclusive la llegada de Hangil me hizo olvidarme por completo de todo lo que me había estado pasando en su ausencia, me olvide de las pequeñas lecturas que hacía día con día a los diversos poemas de diversos autores japoneses, me olvide de la hora del té que me gustaba tomar a las afueras, en los jardines para disfrutar de la calidez abrazadora de la luz del sol, me olvide pro completo de mi familia, y me olvide de ellos... ahora que lo pensaba mejor, ni siquiera había escuchado de ellos en estos días, después de aquella repentina visita que me habían hecho ese par de hombres para pedirme que por favor aceptase irme con ellos... ya no he sabido más, no he recibido extrañas visitas, no he tenido esos extraños sueños en los que sentía que no podía dormir porque alguien me miraba, nada, absolutamente nada.

No me sentía del todo mal por eso, pues sus palabras quizás solamente eran motivo de burla, pues saben bien que me encontraba triste por Hangil, quizás se había tratado siempre de eso, yo era el mal chiste que podías platicarle a otro y que se reiría a carcajadas de mi desgracia, de un pobre e inocente doncel que había caído en el encanto de diversos hombres atractivos de los cuales ahora no sabía tan siquiera su paradero, pero no importaba, pues nadie más que yo sabía de esto y esperaba que todo se mantuviera en secreto.

Los escándalos son para los donceles lo que el clima seco para una flor, una desgracia, mi perfil debía permanecer lo más discreto posible, no podía permitirme hacer ver mi matrimonio como algo sin importancia, no podía permitir que Hangil se avergonzará de salir a la calle solamente por el hecho de que su esposo cometido adulterio, no podía permitirlo. Tener amantes no es lo acostumbrado en donceles, y si acaso los tenían era por el hecho de practicar el arte de los lobos, prestadores de servicios encargados de darles algún tipo de cariño a todos esos hombres que lo buscaban y no lo encontraban en sus propios hogares, por supuesto yo no era esa clase de persona, y jamás lo sería.

Lo que paso en la casa Kim, se quedaba allí, debajo de las paredes, las palabras se escondían detrás de todos los muebles, el toque de las pieles debajo de las sabanas, y los gemidos quedaban enclaustrados dentro de la habitación sin eco que rememorase lo acontecido allí dentro, nada paso, era un desliz, uno pequeño, uno que se disfruto en el momento y eso era todo, nada más.

—Por favor, no dejen ni un solo lugar con polvo, Hangil no tardará en llegar —mencione mientras las puntas de mis pies bajaban cada peldaño de la escalera para ir hacia la planta baja—, el polvo no es digno de una mansión.

—Sí, joven —me respondieron las diversas sirvientas que se encontraban limpiando con plumeros de finas plumas de diversas aves los muebles de maderas finas.

En cuanto mis pies tocaron el ultimo peldaño y quería disponerme a ir de nuevo arriba, pues recordé que quizás la habitación que compartíamos estaba desordenada, la puerta fue tocada, gire mi rostro hacia la gran entrada de la casa, y mire como el ama de llaves se disponía a ir, pero no pude evitar detenerla.

—Yo abriré, no se preocupe —mencione con tono de voz animado, inclusive sorprendiendo a los otros sirvientes allí presentes.

—¿Está seguro, joven? —di un asentimiento.

—Por favor, yo lo haré —dije mientras me aproximaba a paso apresurado hacia la entrada, el ama de llaves no dejaba de mirar mi prisa en los pies por aproximarme—, quizás sea Hangil —mencione—, dijo que no llegaría tarde a casa, puede ser él y...

El ama de llaves soltó una suave risa sin mostrarme sus blancos dientes, ella parecía comprenderme muy bien.

—Entiendo, no son necesarias las explicaciones, por favor dele la bienvenida a su esposo, estoy segura de que espera con ansias verlo así como usted lo hace.

Di un asentimiento, y ella se retiro, escuche como le pedía amablemente a los demás que se retiraran para darnos espacio y que pudiéramos disfrutar de la soledad para abrazarnos, jugué con los dedos de mis manos sintiéndome nervioso por sus palabras, por supuesto que quería privacidad, porque seguramente no iba a contener mi emoción al verlo, en cuanto abriera la puerta le daría la bienvenida y no dudaría en abrazarlo para hacerlo sentir en casa.

Puede que él no me haya tratado bien durante este tiempo, pero eso no quitaba el hecho de que yo lo quería y en verdad estaba dispuesto a demostrárselo, no me interesaba si recibía una mala mirada de su parte o si se mostraba reacio a seguirme el abrazo, eso no me importaba, yo estaba dispuesto a demostrarle mi afecto sin importar que.

Tome aire por la boca antes de soltarlo y mis manos levemente temblorosas fueron hacia la manija de la puerta, cerré mis ojos por breves instantes y prepare mi mejor sonrisa para que él pudiera verla, no era falsa, en verdad estaba feliz, muy feliz.

Y abrí la puerta, causando que esta se deslizará hacia dentro de la casa, camine un par de pasos para alejarme y permitir que la puerta continuara su camino, pero no tarde en acercarme de nuevo para mirar a Hangil, la luz me hizo querer cerrar un poco los ojos debido al deslumbrante paisaje de afuera, pero no permití que ni eso me hiciera perder la sonrisa.

—Bienveni... —la emoción en mi voz se corto y mis ojos se abrieron en grande, mi sonrisa poco a poco desapareció, no era Hangil... ni siquiera una persona conocida para mí—, buenas tardes... —dije en un hilo de voz.

—Buenas tardes. ¿Usted es Min Yoongi? —el hombre frente a mí era alto, tenía un pequeño bigote debajo de su nariz, las arrugas en su cara eran levemente pronunciadas y las leves sombras debajo de sus ojos me indicaban que no dormía del todo bien, su semblante era serio, vestía el uniforme negro que siempre utilizaban los oficiales de policía de la ciudad, portaba guantes de color blanco y su placa estaba colocada en el pecho del lado izquierdo, pude ver su nombre bordado en su uniforme, del lado contrario a la placa, Kim Minki.

—Sí, soy yo —respondí, el hombre dio un asentimiento antes de apartar la mirada y antes de que pudiera decirle algo, el hombre frente a mí llevo su mano derecha hacia el sombrero que portaba, aquel que era parte de su uniforme, cosa que se me hizo extraña—, ¿pasa algo?

—Me disculpo de antemano por venir a molestarle, pero nos han informado esta mañana que han encontrado a su esposo, el señor Hangil, muerto en una de las carreteras cerca de la avenida principal que lleva al centro de la ciudad.

¿Qué?

No, eso no podía ser cierto, debía ser un sueño, un mal sueño, una mentira, él no podía estar muerto.

—¿D-de qué habla? —trate de sonreír, pero no pude—. Él... él —relamí mis labios ligeramente, las palabras eran difíciles de pronunciar en ese momento—, m-me dijo que vendría hoy y...

—Lo lamento —no era una mentira, sentí como la sangre bajaba hasta mis pies, dejándome una espantosa sensación de frialdad por todo el cuerpo—, necesitamos que usted venga para reconocer el cuerpo, y para que nos autorice iniciar una investigación.

—¿Investigación? —apenas y mi voz era audible, pero el oficial frente a mí dio un asentimiento—. Entonces... lo asesinaron.

—No estamos seguros —menciono el oficial—, pero es posible que eso haya pasado, aunque el médico forense no ha encontrado alguna herida particular, pero hay algo que nos desconcierta y es que a su esposo... —hizo una pequeña pausa mientras su ceño se fruncía ligeramente—, al parecer ha quedado sin sangre.

—¿Sin sangre? —de pronto la tristeza, la incertidumbre, se había convertido totalmente en confusión por aquellas palabras—. ¿Q-qué significa eso?

—No lo sabemos con exactitud, solo se hizo un pequeño análisis por el momento, el médico forense ha dicho que la sangre parece haber sido drenada totalmente del cuerpo de su esposo, necesitamos que venga de inmediato y...

No pude escuchar nada más, fue como si poco a poco las palabras de aquel oficial se hicieran más y más lejanas a mí, como si se perdieran en la llanura, no entendía, ¿muerto? Hangil esta muerto... pero ¿cómo? ¿Por qué él? Y sangre...

Su sangre... Hangil se había quedado sin ella, porque alguien se la había quitado, pero... ni siquiera yo podía explicarme nada de eso.

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