Capitulo 03: Fingir
La fiesta culmino en cuanto Hangil y yo nos desaparecimos, aunque por supuesto, mi madre no dejaría que nadie se fuera hasta que la comida se terminase por completo, Hangil no dudo en llevarme a sus aposentos, su casa no era como la mía, mientras que la mía parecía ser un palacio digno de reyes, la de él era solamente una mansión pequeña, sus jardines eran inclusive más grandes que la propia extensión de aquella mansión de tres pisos exactos.
Mi madre siempre creyó que había atrapado un pez gordo, después de todo Hangil es millonario, casi no tuvo mucho que hacer para serlo, y más a su edad, usualmente los hombres trabajan para conseguir todo lo que tienen y sentirse afortunados de haber podido lograr conseguir una fortuna a una avanzada edad, pero Hangil ni siquiera tuvo que mover ni un solo dedo para conseguir todo lo que tiene en su posesión, el dinero venía principalmente de un fondo de ahorros hecho tanto por su abuelo como por su padre, los cuales lamentablemente ya habían dejado este mundo por causas de enfermedades terminales, Hangil a pesar de decir sentirse "desbastado" por la muerte de sus familiares, yo podía ver que fingía muy bien, detectar a los mentirosos se vuelve mucho más fácil cuando tu también te tratas de un experto en decir mentiras, y podía saber exactamente que Hangil estaba más que feliz de poder perder tanto a su abuelo como a su progenitor.
La tristeza no es cosa de valientes para él, y en cambio la satisfacción lo era mucho más. Hangil no dudo mucho en llevarme justo a su habitación para que pudiera reclamarme como suyo de una manera mucho más carnal, siempre pensé que la primera vez sería como la describían en tantos libros de romance poco sincero que encontraba, algunos decían que la primera vez era dolorosa, que el dolor era sumamente insoportable pero que poco a poco se convertía en placer, un placer que te hacía olvidar por completo todo acerca del mundo exterior, uno que te volvía totalmente sumiso y que hacía que quisieras cada vez más y más hasta que sintieras que estabas a punto de estallar en miles de sensaciones que jamás experimentarías de otra forma. Mi hermana no llegó virgen al matrimonio, y con mis hermanos fue lo mismo.
Mi hermana no dudo en hablarme de su experiencia sexual con el hijo de uno de los amigos de nuestra madre, quien se trataba de un hombre de casi los treinta años, en esa época ella tenía dieciséis, pero estaba intrigada por saber lo que se sentía, y no dudo en seducir un poco a aquel hombre para que la hiciera suya en un dos por tres, ella apenas y podía sentirse con ganas de caminar un poco, dijo que él había sabido donde y como tocarla en el momento preciso, la había hecho suspirar a los cielos y gemir en alto como nunca lo había hecho, inclusive dijo que quería repetirlo una y otra vez mientras fuera con él. Ella me había dicho que no dolió, que fue todo lo contrario, solamente quería obtener más y más placer.
Aquellas anécdotas parecían fascinantes y lograron llenar por completo el frasco de mis expectativas hasta derramarlo por completo, y pensé que inclusive lo que sentiría sería igual a lo que mi hermana sintió en su primera vez, aunque no fue así.
Pensé que sentiría dolor, pensé inclusive que la posibilidad de querer más aumentase en cuanto él me comenzará a penetrar, pero, no sentí absolutamente nada, Hangil siempre había presumido ser bueno en la cama, él siempre ha sido sincero, y no tardo en decirme que se trataba de alguien que disfrutaba del sexo y que no me sentiría decepcionado, sus muchos encuentros siempre lo alababan por ser un experto en la cama, pero debo admitir que me sentí sumamente decepcionado en cuanto estuvo conmigo. El pene de Hangil entraba y salía de mí una y otra vez, pegando en aquel punto que alguna vez me atreví a tocar por mí mismo para saber lo que se sentía, me gustaba aquel lugar, hacía que sintiera un cosquilleo, pero en ese momento, cuando su pene lograba darme en aquel punto, no logré sentir nada, era como si mi cuerpo no quisiese responder a sus embestidas duras, porque sí, él no era delicado, sus caderas de movían de adelante hacia atrás de forma frenética, penetrando de ese modo mi sensible entrada que era arremetida por su dura hombría, pero no sentía nada, y eso no me estaba gustando en lo absoluto, se suponía que debía de tener placer, solté un suspiro mientras cerraba los ojos, él no veía mi rostro, me mantenía dándole la espalda mientras me penetraba, aprete la tela de las sabanas entre mis dedos con fuerza.
¿Por qué no se sentía bien?
Era extraño, y no comprendía del todo, ¿por qué no podía sentirme nublado por el placer? ¿Qué estaba mal?
—Gime para mí, Yoongi —su ronca voz se deslizo por mis oídos, ¿gemir? Ni siquiera estoy sintiendo placer con todo esto.
Trague saliva, gemir daba indicativo de que te gustaba lo que pasaba, chillar de placer era algo que hacías cuando en verdad te gustaba lo que pasaba, pero con cada una de sus embestidas recias lo único que podía sentir era su maldita hombría entrar y salir una y otra vez sin provocarme algo en realidad, sentí pena por él, Hangil no merecía a alguien que no tuviera placer, había contraído matrimonio con él, y prácticamente no me había tocado hasta ahora, pero definitivamente sentía más placer al tocarme yo mismo a que él tuviera su hombría dentro de mí.
—Vamos, Yoongi —soltó un gruñido—, no me hagas penetrarte más duro para escucharte.
Aunque lo hicieras, ni siquiera me complacerías. Pensé, rodé los ojos, si debía fingir, debía hacerlo bien.
—Aaah —solté en un gemido—, H-hangil, dame más, p-por favor —moví mis caderas de un lado a otro.
—Eso es, Yoongi —casi podía verlo sonreír ladino por mi falsa suplica, sentí sus manos tomar mis caderas para que dejará de moverlas—, quédate quieto, pequeño, deja que me encargue de ti.
—S-sí... —solté en un suspiro—, más, dame m-más... aaah...
Y él continuo con sus acciones, gemí su nombre más veces, las necesarias para que dejará de fastidiarme con lo mismo, pero en realidad no sentía nada de placer con lo que estaba haciéndome, mientras me dedicaba a fingir estar disfrutando de cada una de sus embestidas, me preguntaba a mí mismo qué era lo que pasaba conmigo.
¿Por qué no podía disfrutar de sus caricias, de sus estocadas, de sus palabras? ¿Por qué no podía simplemente sentir ese preciado placer inundar mi cuerpo por completo? ¿Qué era lo que pasaba conmigo? No entendía nada, siempre había sido muy sensible a los toques que llevaban la intensión de hacerme sentir placer, por esa razón me gustaba jugar de vez en cuando a escondidas de todos en mi habitación, meter los dedos en mi entrada, sentirme aliviado mientras me masturbaba, ese placer corto que hacía que me sintiera sumamente apacible y necesitado, ¿por qué no estaba pasando lo mismo con Hangil?
Sentí cuando su esencia se disperso dentro de mí, me obligue a curvar mi espalda y gemir en lo alto, fingiendo que me había corrido gracias a él, quería que se sintiera satisfecho, quería que pensará que había disfrutado mucho tener sexo con él, pero todo era una mentira, una enorme y cruel mentira.
Salió de mí y me permití sentarme sobre la cama, doblando las rodillas y sentándome sobre mis piernas, cubrí con mis manos mi hombría y relamí mis labios levemente, ¿esto en verdad era tener sexo? Sí hubiera sabido desde un principio que esto sería, ni siquiera lo hubiera hecho, pero no importaba ahora.
—¿Te ha gustado? —me pregunto, mire detrás de mi hombro, se estaba colocando los pantalones de nuevo, su torso estaba desnudo dejándome ver su cuerpo marcado por sus músculos.
—Fue maravilloso —comente y me removí un poco—, me encantaría que lo hicieras de nuevo —no, no me encantaría que lo hicieras.
—Después —comento y yo solté un resoplido aliviado por escucharlo—, iré a darme un baño, ¿quieres venir?
—Iré después —comente y él camino hacia la salida de la habitación—, cambiaré las sábanas sucias.
—Sí, esta bien —dijo, sin prestarme mucha atención.
En cuanto abrió la puerta para salir de la habitación y volvió a cerrarla, pude dejar de sentir la opresión sobre mis hombros, deje salir por mis labios un largo suspiro antes de colocarme de pie y hacer lo que mencione, debía evitar que él viera las sábanas, las cuales ni siquiera tenían ni una sola gota de semen que fuera mío, ni nada en particular, estaban limpias, muy limpias, aprete los labios levemente.
Solté un nuevo suspiro, uno más corto y no pude evitar que en mis pensamientos estuviera aquel hombre que había conocido en la recepción de la fiesta de bodas, esos ojos miel aparecieron en mi mente, y no pude evitar pensarlo a él, me removí un poco en mi sitio, relamí mis labios levemente y mis dedos comenzaron a tocar mi hombría, un poco.
Solté un leve suspiro, y lleve una de mis manos hacia mi trasero, apretando levemente uno de mis glúteos y bajándola un poco hasta dar con mi entrada, la cual seguía dilatada por lo que había pasado entre Hangil y yo, cerré mis ojos y trate de verlo a él, a Seokjin, imagine que él era quien me tocaba en estos momentos, quien se daba el lujo de que sus frías manos tocaran aquellas zonas tan privadas, me deje llevar un poco, creyendo que era él quien me tocaba, quien me estaba provocando ese leve cosquilleo, gemí con suavidad, y mis manos siguieron con lo suyo.
Hice mi cabeza hacia atrás cuando comencé a introducir dos de mis dedos dentro de mí, mientras que me dedicaba a acariciar la punta de mi hombría con mucha suavidad, sentí mi rostro ir calentándose poco a poco, mientras que mis caricias seguían y mis dedos se dedicaban a penetrar mi entrada.
—Aa-aah, S-seokjin —gemí por lo bajo y me detuve, abrí mis ojos en grande.
Trague saliva, mi respiración era entre cortada, deje de darme placer, la sola idea de pensar en otro hombre que no sea mi esposo me había abrumado por completo, pero había algo que me atemorizaba y que a la vez me hacía sentir confundido y era que me gusto pensar que Kim Seokjin era quien me tocaba y no mi propio esposo.
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