Capitulo 02: Diamantes

La recepción en el gran salón dentro de lo que sería muy pronto mi antiguo hogar estaba repleta, las mesas redondas cubiertas por manteles largos de color blanco estaban rodeando todo lo que sería el lugar exclusivo para el baile, las voces a mi alrededor eran amistosas, llenas de alegría y egocentrismo, las damas ocultaban sus rostros con abanicos innecesarios, mientras que los caballeros se dedicaban a beber del buen vino que estaba servido en sus copas, Hangil era uno de ellos, mi ahora esposo mantenía una conversación con sus más fieles allegados mientras que yo me dedicaba a quedarme parado cerca de una alargada mesa en la cual se encontraban variedad de postres.

Tartaletas pequeñas de manzana decoradas con flores hechas de masa de hojaldre, porciones de pastel mil hojas de zarzamora y queso crema a las cuales parecía haberles nevado encima por la azúcar pulverizada, gelatinas de un color rojo que estaban rellenas de frutos salvajes del bosque como los arándanos azules y las frambuesas rojas, y por supuesto el inmenso pastel de cinco pisos que se encontraba justo en medio de la mesa, las decoraciones eran flores de azúcar bien detalladas, racimos de hortensias blancas justo encima del piso más pequeño del pastel, y en los demás había rosas de azúcar, todas blancas, y pequeños querubines plasmados sobre la cubierta del pastel, todo era de color blanco, de ese insípido color, verlo tanto me estaba provocando desagrado, las ganas de vomitar iban y venían de vez en cuando haciéndome sentir asqueado, mareado y con ganas de largarme de allí.

—Asqueroso —me permití murmurar mientras admiraba el pastel.

—Jamás creí que escucharía al novio decir que su pastel de bodas es asqueroso —los pequeños cabellos de mi nuca se erizaron al escuchar aquella voz, no era profunda, pero su tono era distinto, parecía ser tan suave como la tela de seda, pero a la vez levemente áspera como un madero recién cortado, gire mi rostro del lado izquierdo y de nuevo, ante mí, esos ojos de color miel aparecieron—, si pensaba que su pastel de bodas es asqueroso, hubiera elegido mejor el diseño.

En su mano izquierda sostenía una copa de vino, trague saliva para tratar de calmar mi ser, recordar la ceremonia nupcial solamente me hacía recordarlo a él y a esa brillante mirada suya sobre mí.

—Lo hubiese hecho de no ser porque no participe mucho en los preparativos de mi... —solté un resoplido, ¿por qué le hablaba? No tenía sentido—, perdone, no debería de enterarse de mis asuntos privados, y mucho menos de lo que paso en los preparativos para mi compromiso.

—Descuide —mire hacia sus ojos, ese brillo incomparable en sus ojos miel hacía que parecieran dos lingotes de oro brillantes bajo la luz del sol, y algo me hacía no querer dejar de mirarlo a los ojos, jamás en mi vida había visto a alguien con tal color de ojos, si me parecían sumamente atrayentes los ojos azules, este hombre con semejantes orbes ámbar, hacía que los ojos azules quedasen relegados de mis cosas favoritas en el mundo—, no me molesta escuchar las quejas de alguien infeliz.

¿Infeliz?

Fruncí el ceño levemente.

—Sí ha venido hasta aquí solamente para insultarme, será mejor que se retire de mi vista —no iba a permitir que alguien me insultará, una suave y poco disimulada risa escapo por su garganta.

—No lo dije con mala intención —me recalco, en sus labios se dibujaba una diminuta curvatura, sus belfos eran levemente prominentes, y de un rosa pastel similar al de los pétalos de las rosas que mi madre gustaba plantar en el jardín en primavera, un rosa suave y delicado—, perdón si le ofendí, joven Yoongi.

—¿Cómo sabe mi nombre? —pregunte, intrigado por escuchar mi nombre salir por sus labios.

Su ceño se frunció levemente mientras que giraba su rostro levemente, sus ojos me decían con claridad que estaba levemente confundido por mi pregunta.

—Pensé que tu esposo te había hablado de mí —sonrió ladino, mostrando parte de su dentadura, y algo me llamo un poco la atención, en ese pequeño momento que alcancé a ver sus blancas perlas, logré distinguir una que parecía estar un poco más alargada y afilada de lo normal, quizás era mi imaginación—, mi nombre es Seokjin, Kim Seokjin —me extendió su mano con la intención de saludarme.

Accedí a dársela, pero en lugar de estrecharla, él la tomo con delicadeza, la frialdad de su toque hacía que mis manos se sintieran sumamente calientes, no comprendía como alguien como él podía sentirse tan frio, era como tocar con tus dedos la nieve en el suelo, llevo mi mano hacia arriba, justo hacia su rostro, y planto sus belfos sobre mis desnudos nudillos, sus labios eran igual de fríos, un pequeño chasquido se escucho cuando separo sus labios de mi mano, sentí que mi piel se erizaba con aquel contacto tan cercano y una pequeña corriente me recorrió de mi mano a mi cuerpo entero al sentir sus labios en aquella zona, era extraño, pero sumamente placentero, y no sabía cómo explicarlo con claridad.

—Soy amigo de su esposo —comento mientras dejaba mi mano libre, la sensación fría seguía plasmada en mi mano, era como si me hubiera marcado—, desde hace casi tres años para ser exactos.

—¡Seokjin! —la voz de Hangil me hizo mirar detrás de mí, y allí venía él, con una sonrisa de oreja a oreja y con los brazos extendidos, dispuesto a recibir a su amigo con un gran abrazo—. El viento te trajo aquí justo a tiempo —Hangil no dudo en abalanzarse contra Seokjin para apretujarlo entre sus brazos y darle un par de fuertes palmadas sobre la espalda, Seokjin hizo lo mismo—. Me alegra que hayas venido.

—Jamás me perdería la boda de un gran amigo —menciono Seokjin, Hangil no tardo en separarse de su amigo para después colocarse a mi lado, centímetros de separación, eso era lo que había entre nosotros, no me preocupaba la distancia, no éramos cercanos, el cortejo duro los meses considerables, pero no fue como si nos viéramos diario, quizás todos los días apenas y juntaban dos meses de que nos veíamos, y si contábamos las horas, todo se reducía a un mes completo—, tus gustos por donceles son esplendidos —comento Seokjin llamando mi atención de nuevo—, espero que puedas elegirme pareja un día de estos.

Hangil no tardo en soltar una risa ante las palabras de Seokjin.

—Por supuesto, amigo mío —Hangil paso su brazo por mi cintura, rodeándola, pero no con la intención de pegarme a su cuerpo—, cuando gustes lo haré —las ganas de rodar los ojos estaban por salir, pero me abstuve de mis acciones, y me dediqué a forzar una media sonrisa—, Yoongi, él es Seokjin.

—Lo sé —dije para que Hangil no se sintiera la única persona que podía hacerme conocer a otros—, él me lo dijo, y también menciono que es amigo tuyo.

—Lo es —dio un asentimiento—, Seokjin es dueño de una importante cadena de joyerías en la ciudad de Seúl, además de poseer una mina de diamantes a las afueras del país —no puedo evitar levantar mis cejas al escuchar aquello.

—¿De verdad? —miro hacia el mencionado.

—Así es —dio un asentimiento y no tardo en mirar hacia mi mano que traía puesto el anillo de compromiso—, de hecho, los diamantes pequeños que tienes incrustados en tu anillo de compromiso son algunos de los ejemplares que encontramos en la mina —comento y no evite levantar mi mano para ver el anillo, las pequeños diamante que lo adornaban llamaron mi atención por unos momentos—, tu esposo menciono que quería el anillo con los mejores diamantes que pudiera conseguirle, y esos —señalo mi mano—, son de los mejores.

Deje de ver mi mano.

—¡Vaya que lo son! —comento Hangil—. Siempre puedo confiar en ti cuando se trata de buscar joyas preciosas y no diamantes en bruto.

Seokjin soltó una suave risa y su mirada volvió a recaer en mí.

—Tengo un buen gusto, jamás escogería a un diamante en bruto, sólo escojo lo mejor para mí colección —dejo de mirarme después de decir aquello, ¿qué es lo que trataba de decir? No lo entendía, pero había sentido como si el aire me faltase después de escucharlo decir esas palabras—, los dejaré solos —comento Seokjin—, disfruten de su velada, es su noche —volvió a mirarme—, un gusto conocerte, Yoongi.

—Fue un placer, Seokjin —dije apenas en un susurro y entonces miro a Hangil para despedirse de él.

Mire cuando se alejó, pensé por unos momentos que voltearía a mirarnos de nuevo, pero no fue así, mantuvo su postura firme, decidida y camino a pasos seguros alejándose de nosotros, dándonos la espalda y bebiendo un trago de su copa llena de vino, ese hombre era demasiado enigmático, no entendía como los demás no lo miraban, no entendía como era posible que Hangil atrajese muchas más miradas que ese tal Seokjin. Era un hecho que quizás jamás pueda explicar.

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