Nueva Vida (parte 1)

-Portorosso, Septiembre 28- -1969-
-Domingo, 6 am-



Una luz atravesaba por la ventana abierta de aquella pequeña habitación de un tercer piso, algo desordenada, ropa tirada en el suelo, así como envolturas de dulces, que daba signos de que por primera vez en muchos años, esa habitación estaba llena de vida en esa estación del año.

Sobre la mesita de noche habían papeles revueltos, lápices tirados, y una carta a medio escribir al lado de unas cuantas galletas que en la madrugada anterior fueron sacadas a media noche de la cocina, en completa oscuridad, pues se supone que a esa hora ese pecoso de ojos verdes ya debería de haber estado dormido en su habitación.

Pero en lugar de eso andaba por ahí vagando, descubriendo un poco mas de este nuevo y fascinante lugar al que después de tanto tiempo soñando con un espacio que lo acogiera, podía llamar hogar.

En la improvisada casa del árbol que estaba en aquel olivo, yacía plácida y cómodamente dormido Alberto.

Esto ya se había hecho costumbre, ya que aunque amaba tener una cama calentita y cómoda, a veces extrañaba demasiado recostarse a mirar las estrellas con el fresco viento tocando su piel, al lado del fuego, aunque nunca se lo mencionó a sus mejores amigos, a él también le fascinaban esas “pequeñas anchoas” en el cielo, que por mucho tiempo fueron su única compañía en sus noches tristes, y después de tanto observarlas ya las reconocía fácilmente, aunque no supiera exactamente que eran.

De a poco sus hermosos ojos comenzaban a abrirse, pues la luz ya iluminaba al derredor, a demás que en una hora tenia que salir a repartir los pedidos de ese día .

Con un gran y pesado bostezo, se estiraba aún acostado, pues tenia mucho sueño, y como no, si esa noche solo durmió 5 horas, definitivamente, sí quería acoplarse a su nueva vida, tenia que comenzar a cambiar esos hábitos, “pero… hoy no, ya será otra noche”, era su pensamiento, cada que eso de nuevo le sucedía, sonrío al recordar esto mismo y se levantó de aquel lugar adentrándose en su habitación.

Comenzó a comerse las galletas de la noche anterior, y se fue a dar un baño, a arreglarse para ese día, quizás eso le quitaría un poco el sueño… o se quedaría dormido en el agua, lo que sucediera primero.

<…>


-Buongiorno Grandulon! Huele delicioso, no hay duda de que eres un gran cocinero -dijo esto con su característico entusiasmo y una sonrisa que dejaba ver sus dientes

-Alberto… porque me digas esas cosas no lograras que pase por alto que pasaste toda la noche fuera de casa... otra vez -decía seriamente ese gran e imponente pescador, mientras que levantaba solo una ceja, por mas severo que tratara de verse en realidad tenia un corazón aún mas grande que su estatura,
Solo se preocupaba por la seguridad de ese ragazzo que comenzaba a querer como a un hijo.

-Lo se, lo se Massimo, lo siento -decía el pecoso, con una cara acongojada y moviendo rápidamente sus manos

-Te prometo que dejare de hacerlo, solo que, no tenia sueño y estaba un tanto aburrido -el gran pescador no dijo nada, y sin ninguna expresión en su rostro volteo para servir el desayuno.

Alberto suspiró, y se sentó en una silla, mientras tomaba de la mesa un pedazo de focaccia y le untaba marmellata

-Alberto, haz pensado sobre el asunto de la escuela, los ragazzi con los que te juntas asisten ahí...

-lo se, papá, es solo.. que... -el ragazzo pecoso, solo puso una cara de preocupación, y se limito a contestar sin voltear a mirarlo para que su semblante no lo delatara, pues tenia algo de… ¿miedo?, acción que fue en vano ya que Massimo al escuchar ese tono de voz en el pecoso le resultó extraño, ya que el nunca actuaba así

-¿Sucede algo Alberto? -pregunto algo extrañado su papá

-En realidad si.. No es que no quiera hacerlo, si me gustaría ir con todos, pero… y si no soy bueno en eso, y si solo te decepciono? -decía el pequeño poniendo la cara de cachorro mas tierna que tenia, aunque hace un par de días acabara de cumplir 15 y siempre trataba de aparentar ser valiente ante todos, no dejaba de ser un niño tierno en su interior, era su naturaleza.

Además de que la experiencia de la escuela, ya la había tenido antes, en esa horrible vida que llevo con su “papá”.
Aunque por un corto periodo de tiempo, había asistido a un lugar asi, antes de que ese mal hombre, lo llevara a la torre escapando de sus deudas de juego, ya sabía un poco lo que “escuela” significaba.

También era por eso que sabía leer y escribir.
Y esa parte de su vida solo la sabia Massimo.

-Alberto -dijo el pescador sentándose en la silla de frente a él -Se que es una experiencia algo intimidante, esta bien sentir miedo de vez en cuando, pero no puedes dejar que eso te impida hacer las cosas. -El pecoso sonrió, en su interior le llenaba de alegría ver que a parte de Luca, a alguien mas sobre la tierra de verdad le interesaba.

-No es eso papá, sabes, antes lo hubiera hecho sin pensar, es solo que, no quiero crear expectativas en ti y no poder cumplirlas.

-Alberto, no te preocupes por eso, si en verdad quieres hacerlo, se que podrás… ragazzo, eres muy inteligente, mas de lo que tú crees, pero si no te arriesgas a descubrir de lo que eres capaz nunca lo sabrás -Le dijo en un tono relajado, trasmitiendo seguridad al menor, pues todo lo que le dijo era verdad.

Aunque algunas veces pareciera que el pecoso vivía en las nubes, en realidad era muy consciente de su entorno, aprendiendo por cuenta propia algunas cosas que la mayoría pediría ayuda, este comportamiento, al igual que lo temerario y la gran confianza del chico, era algo que llenaba de orgullo a Massimo, aunque no se lo dijera.

Alberto solo se levantó y le dio un fuerte abrazo al pescador, quien también lo abrazo con su único brazo, y le dio las gracias. Alberto realmente podía ser un chico cariñoso, y atento, algo que lo hacia muy tierno.

-Ya me tengo que ir, ya es tarde!, -dijo el ragazzo viendo el reloj que marcaban las 6:58am, ya que el primer pedido lo tenia que entregar a las 7am, ese día solo entregaría pedidos programados, a horas específicas.

Solo salió corriendo a toda velocidad tomando la lista y la bicicleta que ya previamente había acomodado con las entregas de ese día.

-Buona giornata, regreso para la comida!! -gritaba el pecoso y Massimo solo se limitaba a verlo casi volar a toda velocidad

-Buona giornata anche a te


-12pm-

Ya casi terminaba todos los pedidos, solo le faltaba uno, y era ese fastidioso pedido de las hermanas Aragosta.

No porque tuviera algo contra aquellas viejitas, siendo que siempre consentía al pecoso y le regalaban gelato, sino porque vivían en la cima del monte Portorosso, y era un verdadero fastidio llevar la bicicleta cargada hasta haya, ya hacía días que antes de dirigirse a la casa de la ancianas, primero descargaba la bicicleta del peso extra en su casa y solo en una cubeta se dirigía hacia tal lugar, y así lo hizo también ese día.

Llegando apenas a esa odiosa colina, cansado y jadeando por aire, dirigió sus pasos a la puerta de aquellas viejecitas topándose a su amigo Fabrizio.

-Hey Ciao! Alberto! Cosa stai facendo q…. -antes de que el chico de los gelatos terminara de hablar, un balón lo golpeo en la nuca, embarrando su gelato de fresa en su rostro pues estaba comiendo de el en ese justo momento, y haciendo que este cayera de su mano, y dando, aunque una divertida escena, Alberto rápidamente antes de reírse reaccionó y grito moviendo de un lado a otro su mano derecha

-Stupido!!!, fijate por donde lanzas tus cosas, le pegaste a mi amig… -Antes que el pecoso terminara de hablar ahora una mochila morada y vieja golpeo fuertemente su cabeza, lo que lo tiro al piso

-¡¡Oh no!!... ¡Hahahshshayy! Spiacente!, en serio, no fue mi intención!! -Se escucho una voz muy dulce de una chica, saliendo de la casa de las viejitas, corrió y ayudo a Alberto a levantarse

-Pues deberías de fijarte, pareciera que tienes piedras en esa mochila -Dijo el chico de ojos esmeralda sobando su nuca, mientras se reincorporaba, y la verdad Alberto no se equivocaba, ya que en esa vieja mochila la ragazza tenía conchas de mar, algunas perlas blancas, negras, e incluso unas rosadas, que por el impacto de la mochila con el pecoso algunas salieron de esta.

-Ehhh… Esas son...
-Antes que terminara de hablar la chica rápidamente levantaba sus pertenencias, como si no quisiera que la vieran.

-Perlas… ¿rosas? -Pensó el pecoso,

-¿De donde sacaste eso? -pregunto extrañado el chico, señalando la fea mochila ya que recordó que antes de la partida de sus mejores amigos, Luca y él intentaron regalarle a Giulia una perla roja, que para su desgracia su precio era excesivamente elevado, y si esa era cara, las perlas rosadas costaban el doble, por ser mas solicitadas, y la chica mínimo tenia 5…

-Esas perlas solo se consiguen en el mercado de corales…

-Mamama.. Maaarlena!! -Exclamo torpe y tontamente Fabrizio con sus mejillas como tomate.

-No sabia que ya habías restituito de Nápoles, ¿Cuándo regresaste hermosa? -Dijo emocionado el chico de los helados y la chica le regalo una sonrisa que mostraba sus dientes y lo abrazo fuertemente
-Fabi, siempre tan lindo, apenas Matteo y yo llegamos esta madrugada.

Hasta ese momento Alberto salió de sus pensamientos y volteo a ver a aquella chica que literalmente lo había impactado, ella era una chica alta, delgada, un poco mas alta que Giulia, de cabello largo, negro intenso, y algo ondulado que sujetaba con una coleta mal hecha, piel cetrina clara, nariz algo baja y en forma de botón, con pocas pecas en el rostro, labios carnosos, ojos algo pequeños, rasgados y…

¿Color lila?

Era un poco difícil describirlos, ya que eran demasiado fuera de este mundo siendo entre color lila intensamente claro, purpura, azul cielo, y algunos destellos amarillos, lo que hace la sensación de que brillaran, aún en el día.


Alberto se quedó sin palabras al mirar sus ojos, y lo mismo hizo la chica al ver los ojos tan intensa e hipnotizantemente verdes del pecoso, pues que sus ojos fueran tan… hermosos, solo significaba algo…

-Ciao Alberto, ¿ya traes el pescado? Ahora tardaste mas de 30 minutos; ¡¡oh!!, veo que ya conociste a mi sobrina, ¡¡Marlena!! ¿Que no tienes modales? ¡Saluda!
-Le ordeno la viejita de mala manera

-Marlena Scatola, piacere di conoscerti -exclamo la chica, mientras le extendía su mano, aún con cara de sorprendida

-Alberto Scorfano-Marcovaldo, piacere...

-¿Marcovaldo? -susurro para ella misma algo sorprendida la chica


-Bene… -Decía la anciana, tratando de no parecer grosera



-Alberto! Me darás el pescado ¿si o no?

-Oh si, spiacente!, aquí esta, son 5 liras -rápidamente la anciana le pago lo acordado, le agradeció y se metió a su casa

-Prego! -contesto el pecoso.

Volteo a ver a su amigo y a esa chica, parecía que tenía hechizado al ragazzo de los gelatos, acción que le causo algo de gracia a Alberto, ya que por lo que comenzaba a conocer al chico, era alguien a quien las cosas no parecían salirle nunca bien.

Cálido, ocurrente y noble, si bien, no era tímido, todos sus intentos de socializar salían mal.

-Mar, ¿Qué te parece si el sábado me acompañas al cine? -le decía Fabrizio con una cara boba a lo que la chica con una sonrisa lo tomaba por las mejillas y las acariciaba tiernamente.

-Fabi, sabes que te voy a decir que si, pero también sabemos que no resultara, ya una vez lo intentamos y no nos dejaron, sabes bien que para tu madre soy una patada en los…

-¡¡Fabrizio Parisi!! ¿Dónde estabas? Llevo 10 minutos buscándote! -Gritaba una mujer regordeta de pelo corto y negro en lo que se aproximaba a ellos, y jalaba bruscamente a su “pequeño retoño” del brazo, mientras le dirigía una mirada fulminante a la chica de ojos Amatista… Y de paso a Alberto, si las miradas mataran…

La ragazza de ojos lila por su parte tenía una cara burlona cual felino, tratando con todas las fuerzas de su ser, no soltar una carcajada ante esta escena.

Lo mismo hacia Alberto, quien solo se quedo expectante ante todo lo que estaba pasando.

Apenas los Parisi se fueron, Alberto y la chica no tardaron en soltar una risa fuerte que se habían tenido que tragar.

Pobre de su amigo, su madre le hacia pasar unos momentos muy incómodos cuando salía con ella

-¡¡Hahahshahsnkaaaaa~!!

-Vaya, enserio esa mujer te odia -le dijo Alberto a esa extraña chica después de unos minutos que porfin pudieron controlarse, pues ambos se reían a carcajadas porque ademas sus risas eran raras.

-Y que lo digas, una vez Adrienna me saco con la escoba de su casa, aún recuerdo ese día -decía orgullosa la chica.

-¿Pues que le hiciste a Fabrizio?

-Nada.. nada, yo nada… -dijo en un tono burlón moviendo su mano, restándole importancia

-Solo que, una vez que salimos al cine, hace como, medio año, tuve la mala suerte de golpear la vespa de la oficial Rinaldi, con la vespa de mi hermano y…

Puede que le quebrara el espejo del vidrio retrovisor junto con la luz direccional, me dijo algunas cosas, yo le conteste otras tantas.. y nos llevaron a la oficina de policía…
Te imaginarás la cara de la signora al ir a sacar a Fabi de ese lugar, él solo lloraba pues creía que nos iban a encarcelar, solo nos tuvieron por unas horas ahí.

-En.. serio? Si paso eso? -le dijo el chico de ojos de esmeralda, mas sorprendido porque dijo que tenía una vespa, que de la historia en sí.
Ella se rio, y se encogió de hombros

-Hey!!, ragazza!!, tú!!!, la de la mochila horrible!!, ven acá, me debes mi collar de perla... -La de ojos Amatista sintió que el alma abandonaba su cuerpo, tomo posesivamente su mochila y solo jalo a Alberto del brazo, y se dirigía a su bicicleta.

Una vieja y oxidada bici en tonos rosa, al menos donde aun conservaba pintura.

-¡Sube!

-¿Que?

-¡Andiamo, solo sube, nos van a atrapar!
-Aspeta! Aspeta aspeta! Yo, ni siquiera te conozco, ¿y esperas que vaya contigo? -En realidad conocerla o no era algo que a Alberto realmente no le impedía subirse con ella a esa bicicleta, fue mas bien esa confianza que mostro ella al tomarlo como si ya lo conociera de siempre lo que lo incomodo un poco.

-Pues, eso a ellos no les importa.. ni a mi tampoco, ahora sube, ¿o te da miedo que te muerda? -le dijo la chica burlándose en un modo retador.
A lo que el pecoso solo volteo atrás a ver que dos hombres, de aproximadamente 19~23 años montados sobre una vespa blanca en malas condiciones, se dirigía hacia ellos.

Solo movió la cabeza, sin decir nada subió detrás de ella, y comenzaron a bajar por esa pendiente a toda velocidad dejando la bicicleta de Giulia en la casa de las Aragosta.


<Si bien, bajar una vez por aquella cima fue espantoso, y solo lo hizo por que estaba geloso.

Bajarla una segunda vez fue aterrador, sin mencionar que un Imbecile lo quería matar, pero no importo tanto porque iba con Luca, y para él, eso era lo único que le importaba en ese momento.

Pero bajar una tercera vez, abrazado de una perfecta desconocida que parecía una loca, solo porque.. le cayo bien que fuera tan...

descarada>


-Impulso de idiotez.. otra vez no -pensó el pecoso antes de ver que su viaje en bicicleta terminaba su recorrido de la misma manera en que acabo el primer recorrido que dio aquí..

Y en el mismo punto..

Un gran grito salió de ambos, y salieron volando por el barandal de aquel pequeño callejón directo al mar.

La chica abrazaba fuertemente su vieja mochila, hecha bolita y Alberto con ambos brazos y piernas extendidos daba una vuelta en el aire como si fuera una vuelta de carro.

Cayeron ambos, rápidamente las hermosas escamas purpuras y violetas del pecoso se mostraban asi como su larga y fuerte cola

-Maldición, ella no sabe que soy un Marino, la voy a espaaa…..-no pudo terminar la oración cuando vio a una criatura marina, justo frente a él, solo que ella era de colores muy claros, entre rosas, lilas, turquesas, y purpuras.

Sus escamas destellaban en tonos dorados, tal como sí fuera una llamativa y venenosa medusa.

Decía un viejo refrán del mar, “meduse, più belle più velenose”

Su cola era pequeña, delicada y frágil, sus aletas eran rosas transparentosas, largas, y se deslizaban que parecían un lienzo meciéndose suavemente con los lentos movimientos del agua.

-¡¡¡Lo sabía!!!!
¡¡Sabia que eras igual a mi, Tus ojos te delataron!! -le grito la chica con una exagerada emoción mientras lo apuntaba con el dedo.

-¡¡¡¡No lo puedo creer!!!!, todos estos años nunca había conocido fuera del mar a alguien como yo, y menos en el pueblo, a parte de mis tías, Matteo no me lo creerá!!! -Alberto solo la miraba extrañado

-¿Qué le pasa? Ni que fuera un animal raro que acaba de encontrar para que se comportara así... -Pensó el pecoso, mientras la miraba con cierto desagrado.

-Entonces.. tiene mucho tiempo que vives aquí -dijo el de ojos esmeralda, aún sin quitar la expresión de su rostro.

-Masomenos, mi hermano y yo llegamos cuando yo tenia 5, en realidad no tengo muchos recuerdos antes de eso, así que este es mi hogar.

-¿Y porque nunca te había visto?

-Lo que pasa es que en verano mi hermano y yo decimos que vamos de vacaciones a algún pueblo vecino, o al sur de Italia, pero en realidad visitamos a algunos conocidos en las costas del sur, o solo nos vamos a explorar.
Es la única fecha que estamos libres de nuestros deberes..
Y cuando llegaste aquí? -le decía la chica con interés mientras comenzaban a nadar hacia la playa rocosa, para salir del agua.

-Hace un mes, llegamos mi amigo Luca y yo… Ahora solo estoy aquí yo… -Decía el chico sobando detrás de su nuca -Él se fue a Génova, junto con nuestra amiga Giulia -dijo el pecoso y en su cara se mostro la tristeza que eso le causaba, pues a Luca lo extrañaba como pensaba que no pondría extrañar de nuevo a alguien, desde que su papá lo dejo, y a la “molesta” de Giulia...

Aunque le molestaba que se llevara a su único amigo, a su pesar también le había tomado algo de cariño, e igual la extrañaba.
Era sorprendente para él, que mejor por medio de cartas en lugar que en persona, comenzara a conocer mejor a la pelirroja.
Se escribían muy seguido, y siempre ella le mencionaba que había escrito la carta con la pluma que él le regalo antes de irse, eso a él le parecía tierno.
En realidad era una chica muy divertida, comenzaban a jugar con que eran “Fratellos”, cosa que en realidad hacia feliz al pecoso, porque significa que ahora tenía a una familia: su papá y su hermana, y claro su mejor amigo Luca, ahora, por fin era importante para alguien.


-¿Y ellos también son como nosotros? -le preguntaba la chica, mientras miraba que su rostro parecía triste, ella trato de tomarlo por el hombro, pero algo dentro de ella no la dejo, apenas lo acababa de conocer, -seria raro ir a abrazar a un desconocido, ¿no? -Pensó ella.

-Solo Luca, Giulia es humana...
¿y tú?, ¿desde cuando conoces a Fabrizio? Parece que te tiene mucho cariño.

-Fabi.. yo también lo quiero mucho a él…
Fue el primero que conocí cuando llegamos aquí, prácticamente hemos crecido juntos, además de que es mi único amigo, el único que me soporta.

-Pero si hay muchos chicos, y todos son muy amables, al menos conmigo.

-Eso parece ¿verdad? -Contesto ella sin verlo...

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🎶-Underdog -Imagine Dragons-


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