Gossip Guy
Lentamente el ventilador de techo de la sala de las ancianas hermanas Aragosta daba vueltas.
Los tres chicos con calor estaban recostados en el piso mirando el techo.
... 10 minutos después ...
-Heyyy, ¿una de dos? -Grito Alberto
-Mejor dos de tres -Contesto Mar
-Chicos no creo que sea muy segu... -Las palabras de Fabrizio fueron interrumpidas por un leve golpe en la cabeza con una sartén.
-Esoo.. esooo no significa nada dijeron dos de tree.. -Otro golpe le dio en una cien.
Mar y Alberto morían de risa.
Alberto dio un paso al frente y también la sartén lo golpeo a él en la nuca y cayó al suelo.
Mar se dejo caer, ya le dolía el estomago de tanto reír, dándose de frente ella misma con la sartén voladora en todo el rostro.
Alberto intento levantarse, y de nuevo lo volvió a golpear en la nuca.
Habían colgado una sartén al ventilador con la agujeta del tenis de Alberto.
Los tres chicos se pusieron suéteres con gorros al revés, se colocaron todos frente al la sartén a ver a quien lo golpeaba primero...
Si me lo preguntan.
El juego no tenia ganador, ni que ganar, solo estaban aburridos.
-Génova-
-Lunes, 20 de Octubre-
-12:54 pm-
-Giulia, ricordame... ¿Por qué Alessandra y tú no eran amigas si ambas son de Portorosso?
-Porque yo no tengo unos enormes ojos cafés de cachorrito, mejillas rosaditas y soy tan tierna como tú.
-¡¡Giulia!! Hablo en serio -comenzó a reír avergonzado Luca.
-¿¡Que!?, Luca...
Si esa chica es tan amable contigo es porque le gustas, y realmente no hay ninguna razón por la que no éramos amigas, solo no nos hablamos y ya, a veces así somos las chicas, eso y que yo no soy tan nerd como ella.
-Buongiorno Luca!... Ciao Giulia.
-Ciao Alessandra -ambos chicos contestaron al mismo tiempo.
-Mira Luca, fui a la cafetería, vi este panecillo y me acordé de ti -Dijo la rubia un poco sonrojada entregándole el panecillo a Luca.
-¿Por qué ambos son tiernos y esponjosos? -Rápidamente Giulia respondía a la chica de manera burlona, haciéndola poner completamente roja.
-¡¡¡Aaauuuuchhh!!! -Luca con una gran sonrisa nerviosa, igual que sonrojado, solo se limito a darle un zape disimulado a su amiga.
-Grazie Alessandra.
-Bien, si me necesitan, iré a vomitar por allá -Palabras de Giulia que fueron majestuosamente ignoradas por ambos chicos.
Si algo sabemos, es que Luca cuando pone su atención en "algo mas" ignora todo lo que tiene a su lado.
Alessandra Gatti era una chica rubia, delgada, alta y de ojos verdes, facciones lindas, de 13 años y al igual que Luca, muy soñadora.
También iba a Portorosso algunos veranos, al igual que Giulia.
Ella, junto a los demás chicos en el pueblo había visto a Luca entrenar en la vieja bicicleta de Giulia para la copa Portorosso y a simple vista le había encantado, por lo cual ya sabia que era una persona Marina, desde antes que él lo dijera en la clase.
Todos los días se juntaba con otros chicos a verlo subir en la bicicleta, y darle ánimos, pero eso Luca no lo sabía.
Tierna y cálida, una chica sentimental y romántica, cuyo primer amor a primera vista fue nuestro niño de ojos chocolates.
A Luca le agradaban mucho sus ojos verdes, le encantaban, pues en cierta medida, inconscientemente le recordaban a Alberto, aunque unos ojos como los de Alberto, jamás encontraría en alguien más.
-Martes 28 de Octubre-
-8:45am-
-Adopción...
Massimo, que significa... Que significa adopción -Alberto en visible confusión, sentado en la mesa de la cocina, con una tazza de espresso al lado y un pedazo de focaccia a medio comer, sostenía entre sus manos una carta que acababa de llegar en el correo, con extrañas cosas escritas, que no había visto jamás, pero llamaba su atención que el papel, tenía en cierto punto su nombre,
Alberto Scorfano-Marcovaldo, pues, aunque ya hacía tiempo así lo escribía para demostrar que Massimo era su "padre", no entendía porque un papel de alguien que nunca había visto, lo llamaba así.
-Ragazzo, en el mundo humano, se tienen que cumplir ciertos requisitos para... -El pescador tomo asiento frente al menor, pensando en como explicarle, que legalmente, ya era su hijo.
-¿Ricordati che te l'ho detto, aquel día que comenzaste a usar mi apellido, si te gustaría ser mi hijo?
-Si, si lo recuerdo, y claro que me gustaría... papá, ¿Por qué?.
-Pues, hace un tiempo, comencé a buscar información sobre como...
Alberto el mundo humano, tiene registro sobre todas las personas, sus nombres y sus familias, y esos papeles los necesitas para hacer trámites importantes, como la escuela, licencia de conducir, o... algunas cosas más, así que, te registre digamos que a mi nombre, y ahora en el mundo de los humanos, llevas el apellido Marcovaldo, ya eres mi hijo.
-Pero, ¿Qué no ya lo era? -Dijo el pecoso con una cara de cachorrito tierno.
-Ragazzo, claro, para mi ya lo eres, desde hace tiempo, pero a lo que me refiero es que legalmente, para todos ya llevas mi apellido.
Alberto... digamos que no lo entendió al 100%, pero eso no quito la emoción que sintió, se levantó rápidamente de su silla, corrió hasta su padre y lo abrazo, Massimo igual lo abrazo con su único brazo, alegre de haber tomado esa decisión.
-Grazie papà.
-¿Qué rayos es esto?... ¿Qué se supone que tengo que hacer?
En confusión total, Alberto miraba esas dos hojas que estaban sobre un viejo pupitre, con lápiz en mano, en un pequeño salón de clases, movía sus piernas en desespero pensando en que debía responder.
En aquel salón se encontraba solo él, en una de las bancas casi del final, y al frente estaba una vieja maestra, quien vigilaba al chico.
-Disculpe, Buongiorno professore, me mandaron a dejarle estas cajas con libros.
Dijeron que los había pedido.
Fabrizio era quien interrumpió a la profesora, con la escusa perfecta para dejar que Mar se colara tras de él, y le entregara las hojas ya contestadas a Alberto.
-¡¡Heyy, oyee!! -Grito moderadamente el pecoso.
-Shhhh~ Cállate, nos van a escuchar -Dijo Mar en voz baja después de con su mano poner las hojas literalmente sobre el rostro del pecoso, agachada escondiéndose detrás del pupitre.
-Ahh, eres tú... ¿Qué haces aquí?
-Salvándote las aletas, ahora, dame tus hojas, espera 30 minutos y entrégale estas hojas a la insegnante.
A!! y ponles tu nombre, te espero afuera.
Sin decir mas, Mar salió del salón, sin que la profesora quien estaba fuera del salón discutiendo con Fabrizio, la viera, pues claramente no estaba poniendo atención a lo que sucedía dentro del aula.
-Señor Parisi, ya le dije que yo no mandé pedir ninguna caja de libros, y además ¿para que?, si el año escolar ya tiene mas de 2 meses que comenzó.
-Insegnante, a mi solo me mandaron a entregar esto, no sabría a quien devolverlo...
-¿Quién te mando ragazzo?
En eso Fabrizio vio a su amiga salir del salón, quien con sus pulgares arriba le sonreía.
-Oh, de.. la oficina de vinculación, pero supongo que la devolveré ahí, lamento hacerla perder su tiempo ya me voy..
El chico de los helados se disponía a irse rápidamente con el carrito lleno de libros que encontró en la oficina, cuando él y Mar entraron a robar... digo.. a tomar prestado uno de los exámenes que contestaría Alberto.
-Signore Parisi, aspetta, Signore Scorfano-Marcovaldo, venga por favor.
-A Fabrizio se le quiso salir el corazón al imaginar que los habían descubierto, pues temía que lo suspendieran.
Él era un buen estudiante que solía caerle bien a todos los profesores, nada que ver con Marlena, aunque una chica muy inteligente, de buenas calificaciones, se la pasaba mas seguido en la oficina de la decana, que en clase, así que a ella le valía que la vieran.
-Si, diga. -Contesto el pecoso ya frente a la maestra y frente a Fabrizio, quien se veía muy nervioso.
-Supongo, que aprobará el examen de nivelación, así que aprovechare para entregarle sus útiles, señor Parisi, saque un juego completo de los libros de este año, y entréguelos al señor Scorfano-Marcovaldo.
El examen era para evaluar en qué nivel debía entrar el chico, si no lo aprobaba lo mandarían a niveles mas bajos.
Mar y Fabi quienes escuchaban tras de la puerta, cuando Alberto y Massimo hablaban con el director, sobre el ingreso del chico, decidieron que harían lo que fuera, por tal de que el pecoso se quedara con ellos en tercero de secundaria.
...
-Bien, y ¿Cómo te fue? -Preguntaba emocionada e impaciente Mar, quien al ser ella quien contesto el examen claramente sabía que había aprobado.
-Realmente, no lo se, solo me puso esto, no me dijo nada. -El pecoso levanto el papel, con un 8 marcado en rojo.
-¡¡Siiiii!!! ¡¡Ya estas dentro!! -grito emocionado Fabi.
-Pero, ¿No se supone que para pasar debe ser un 10? -Pregunto el chico de ojos esmeralda.
-No realmente, con eso es suficiente. -Le dijo Mar, quien sabía la calificación que sacaría, pues si sacaba algo mas alto, provocaría sospechas.
<...>
Y así pasaron tres días, entre papeleos, idas y vueltas a Vernaza, y probarse ropa ridícula que a fuerza tendría que usar todos los días.
Por fin llego el lunes próximo, fecha en la cual oficialmente seria su primer día de clases.
-Te dije, purpura no es igual que violeta.
-Yo que se, solo dijiste Morado.
-Matti no dije morado, dije purpura.
-Y para el caso da igual, si ni siquiera asistirás este año, ¿O si?
Matteo y Mar discutían de un vestido que ella había visto en el aparador de una tienda, y quería comprar para la fiesta de ese año, que sería en poco tiempo, aunque ni siquiera sabía si asistiría.
Matt solo la miraba, comiendo un pedazo de pan duro que había comprado una de sus tías, realmente no sabia que le gustaba a las ancianas de ese pan, si ni siquiera buen sabor tenía.
Se escucho que tocaban a la puerta y rápidamente fue Matt a abrir.
-Buongiorno guapo, vengo por tu hermana.
Matteo con el pan en la boca solo miro raro al chico de ojos verdes que vestido con el uniforme escolar, con una pose fanfarrona y una sonrisa confiada toco su puerta.
Solo le volvió a cerrar la puerta en la cara sin decir nada.
-¿Pero... que? -Alberto solo quedo ahí parado pensando.
-¿Abra sido la frase? Pero si la vi ayer en una película...
Así saludan los humanos...
De nuevo se abrió la puerta, y ahora fue Mar quien lo recibía entre risas.
-¡Entra Beto! -La chica de los ojos amatista, sin dejar que el pecoso le contestara, solo jalo del brazo a Alberto.
-Matt él es mi amigo Alberto, es hijo del signore Marcovaldo.
-¿No es él con quien te encerraron en la policía hace como un mes?
Alberto solo los miraba.
-Si, es él -Dijo la chica como si fuera la cosa mas normal del mundo -Ahora asistirá conmigo a clases y vino a llevarme a la escuela en su vespa, pero...
-¿Esa que esta estacionada ahí?
-Buongiorno, si esa es mi Vespa -dijo orgulloso el pecoso, haciendo énfasis en <Mi Vespa>.
-Pero si esa cosa no creo que aguante ni la salida de la ciudad. -dijo Matt viendo las malas condiciones de la motocicleta.
-Matt, podrías arreglarla, y hoy llevarnos tú, anda, se que el Signore Massimo es tu amigo.
Matt lo considero unos segundos, para luego solo asentir con su rostro serio, pues era verdad, le debía tanto a Massimo que no se negaría a hacer esto.
...
Aquel día fue genial, extraño, pero genial, al llegar saludaron a Fabi, quien ya tenia rato ahí, ya que era de los que llegaba muy temprano pues su mamá lo llevaba.
Habían rostros conocidos, mismos chicos de Portorosso, al igual que chicos de Vernaza, el idiota de Guido también estaba ahí, rodeado de otras chicas quienes lo seguían como como si de alguien famoso se tratara.
Sin dudas, era otro mundo totalmente distinto.
Al regreso, Matteo los invito a quedarse a ayudar a arreglar la vespa, cosa que los tres chicos aceptaron con gusto.
Alberto rápidamente se gano la simpatía del hermano mayor de Marlena, pues la divertida forma de ser, al igual que sus ocurrencias al momento de utilizar herramienta, hacia que se ganara el cariño de las personas.
Pasaron los días, Alberto ponía atención a todo lo que decían en clase, aunque para matemáticas no era muy bueno, sus amigos, cumplieron su palabra y lo ayudaban con todo lo que se le hacía difícil, pero el pecoso rápidamente se adapto al lugar.
Algunas veces después de clases, antes de regresar a Portorosso en la vespa de Alberto, que ya estaba arreglada, se iban a pasear por la ciudad de Vernaza, habían mas cosas que en Portorosso, pues era una ciudad casi de turistas.
Casi siempre eran solo Alberto y Marlena, quienes se iban a explorar, pues a Fabrizio su madre lo asfixiaba demasiado, ya el pobre chico se empezaba a hartar un poco, pues quería andar junto a sus amigos, pero no podía hacerlo libremente.
-Mar, ¿Qué haces?
La chica se quedo por unos instantes viendo a través del vidrio de una tienda el vestido purpura del cual le platicaba a su hermano la vez pasada.
El vestido le recordaba a aquel vestido que usaba cuando conoció a Guido, hace un año.
-Nada, solo.. solo pensaba, cada año en Portorosso hacen una cena baile, y me hubiera gustado ir, pero...
No tengo muy buenos recuerdos.
-Oh, ¿la fiesta que es en dos días?, Unas chicas me dijeron que si quería ir y les dije que si, aunque no se porque me pidieron ir vestido diferente.
-Ciao chicos, que sorpresa encontrarlos aquí, ¿vienen a comprar su ropa para la fiesta? -Una raggaza alta demasiado flaca, y de cabellos casataños, les sonreía falsamente, bueno, solo a Mar, porque a Alberto tal pareciera que quería abrazarlo de tanta cercanía con el pecoso, que claramente comenzaba a incomodar a Alberto, quien opto por irse al lado de Mar.
-Ciao, no, realmente solo estamos viendo.
-Marlena, si vas puedo prestarte un vestido que se que se vera perfecto en ti, y así nos acompañas a Alberto y a mí.
Mar solo volteo a ver al pecoso, quienes compartieron miradas cómplices, pues ellos se entendían así.
-Mmmh... Grazie Carmina, supongo, después paso a tu casa a ver el vestido... -Dijo Mar, solo para quitarse a la chica de encima, pues aunque la conocía de años, nunca le dio buena espina la ragazza, quien se creía una Barbie con el dinero de sus padres.
-Ciao Alberto, Ciao Marlena -Dijo la arrogante chica, dándole una mirada despectiva a Mar, y se marcho de ahí.
-¿Cómo diablos es que vas a ir con ella a la fiesta? -Rápidamente Mar interrogó al pecoso.
-Pues, realmente no lo se, solo se acercó y me dijo que si iba con ella y le dije que si, aunque nunca la había escuchado hablar, se escucha taaan...
Hueca -Dijeron ambos chicos, mientras se acercaban a la vespa del pecoso, acomodaron las mochilas, y se subieron a la moto.
<...>
-Sábado, 15 de Noviembre.-
-5:00pm-
Los colores en el cielo ya comenzaban a tornar a rosas y morados, el clima estaba un poco fresco, ya pronto caería la noche.
Mar estaba sentada en la misma barda de piedras que hace un año, con su ropa normal, pues no iría a esa fiesta, no tenia con quien ir, a demás que solo le traía malos recuerdos, sin mencionar que ahí estaría Guido con su idiota novia quien solo aprovechaba cada instante para burlarse de ella.
-Mar, sabes que iría contigo, pero justo hoy tengo que ir a esa fastidiosa cena en casa de mi abuela. -Decía Fabrizio, sentado a un lado de su amiga.
-Lo se, gracias Fabi, aunque, creo que eso es lo mejor...
Porque sino me abandonas a mitad de la fiesta. -Rieron ambos, tiempo después de que le pasara ese accidente a Fabi el año pasado, le platicó todo a Mar, quienes lo tomaron como una anécdota divertida.
-Ciao chicos -Dijo el pecoso alegre quien acababa de llegar.
-Hola Beto. -Contestaron ambos.
-Bien, creo que ya tengo que irme Mar, mañana los veo, adiós Beto, diviértete. -corrió Fabrizio, ahora que veía que Mar no se quedaría sola, pues sabia, que ella estaba triste.
-¡Addio Fabi!, ¡diviértete tu también en casa de tu abuela! -Grito de forma burlona Alberto, pues sabia que el chico de los helados odiaba ir, a lo que Fabrizio riendo le contesto mostrándole el dedo medio de ambas manos.
-¿Segura que no quieres ir? -Dijo el pecoso, sentándose al lado de la chica de ojos amatista y pelo corto. -La verdad, ya me estoy arrepintiendo de ir con esa loca...
No es, que... tú no estés loca también.
-¡Oyee! -A lo que la chica de pelo corto solo le dio un empujón jugando, y ambos comenzaron a reír.
-Pero al menos la paso bien contigo. -Termino de hablar Alberto.
-Creo que aunque quiera ir, ya no puedo, no compre nada para ponerme, y...
-¡Querida, yo te dije que te presto un vestido!
-Ambos chicos, saltaron de la barda espantados, pues no sabían que la chica rara estaba detrás de ellos, ya con un vestido elegante, y peinada de una forma... Llamativa.
Alberto con su carita de cachorro le suplicaba a Mar en silencio que no lo dejara ir solo con ella, a lo que Mar termino accediendo, al no ver otra salida.
-Bien. Pero necesito ir a avisarle a Matt primero que iré contigo. -Termino por responder rendida Marlena.
-Ok -dijo Carmina y la jalo del brazo llevándola a su casa.
Alberto solo miraba como jalaban a su amiga.
...
-¿Segura que esto se me mira bien?
-Claro querida, te miras heeeer-mo-sa.
Mar se miraba al espejo, no le gustaba NADA el vestido que le había dado.
Era rosa bebé, con un grande cuello blanco con holanes a los lados, si bien, el vestido no era feo del todo, parecía el vestido de una niña pequeña, realmente no se miraba bien, la hacían ver demasiado infantil, pero Carmina insistía que Mar tenia que usarlo.
Marlena, con su corto cabello suelto, unas botas negras tipo militar, algo desgastadas, y el vestido de niña de 3 años, lejos se veía a esa Mar de hace un año, con su vestido purpura, tacones y cabello extra largo.
-Merda, ya que -dijo tristemente en bajo Mar, y así se dirigieron ambas a casa de Alberto.
...
¡Alberto, tocan! -Grito Massimo desde la cocina.
-¡Siiiii, ya voy! -Rápidamente salto el pecoso del sillón, y soltó sobre la mesita de centro una manzana que se estaba comiendo.
Bajo el pecoso y abrió la puerta quedando sin palabras.
-Mar... Que te pa...
-No digas nada, no tengo otra cosa que ponerme... -Dijo triste la chica de ojos amatista, y mas al ver a Alberto, el llevaba pantalones de mezclilla, unos converse rojos, una camisa a cuadros roja, y una chaqueta de cuero, peinado hacia atrás, con gel, todo un graser.
Marlena, ya mentalizada a que seria la burla de todos, sin decir nada, se metió hasta la sala, y se sentó en el viejo sofá, tomo la manzana <a medio comer> que se estaba comiendo Alberto y se la comenzó a comer ella.
Alberto se sintió mal, pues él era él que le había rogado que lo acompañara.
Apenas iba a cerrar la puerta, en lo que escucho a las chicas quienes lo habían invitado, hablar en el patio de la casa.
-¿Enserio?, ¿Le diste ese horrendo vestido?
-Si, no puedo creer como la idiota acepto, yo que ella me meto a mi habitación y no salgo jamás.
Tu vas con tu guapísimo Guido y yo con mi guapísimo Alberto, y de paso llevamos a la payasa a que nos divierta un rato.
Alberto al escuchar esto abrió la puerta por completo y vio a las chicas.
Había otra chica con Carmina, de hermosas facciones, vestido rojo, tacones bajos, cabello rubio y suelto, ojos azules.
Carmina se quedo como boba al ver al pecoso ya listo para irse.
-Alberto, ¡Que guapo te vez!, ella es...
El pecoso molesto, les cerro la puerta en la cara a ambas y fue directo con Mar, quien triste seguía comiendo su manzana, pues quizá uno de los mejores aspectos de Alberto es que es leal con sus amigos.
-Mar, acompáñame -La tomo de la mano y antes que ella preguntara algo la jalo y subieron juntos las escaleras.
-Dentro del cuarto, frente a mi cama hay un baúl, el otro día lo abrí, solo para ver que era, y vi que Giulia tiene ropa, entra y busca algo que ponerte, creo que te quedaran.. yo ahorita vuelvo.
-Pero... y el vestido, ¿Qué le digo a Carmina?
-Tíralo a la basura.
-¿Y que con Carmina?
-Ella ya no ira con nosotros, solo somos tu y yo.
Dijo el pecoso y bajo las escaleras corriendo, dejando a Mar con mas dudas que respuestas.
Entro ella a la habitación de Alberto, había cosas acomodadas por montones pegadas a las paredes, cosas que se veía que había sacado del océano, algunos dibujos sobre la mesita de noche, al igual que algunas galletas esparcidas, ropa acomodada "estratégicamente" y cartas pegadas en la pared de la habitación.
Por curiosidad leyó algunas.
"Querido Alberto" y "Ciao figlio" era lo que mas se repetía, pero mas "Querido Alberto".
Mar sonrió, quien sea que fuera quien le escribiera de verdad quería al pecoso, le pareció muy lindo.
Abrió el cofre, sacando algo de ropa, encontró un vestido negro, con cinturón, una playera negra también, con un estampado de un gatito al frente, y un moño grande negro.
Se lo probó, gustándole mil veces mas que ese espantoso vestido rosa, esa ropa al ser toda del mismo color hasta se miraba bien con sus botas.
-Grazie Giulia -Dijo para si, y comenzó a guardar la ropa que había sacado.
-Mar, ¿ya estas lista? -Grito Alberto detrás de la puerta.
-Si, ya voy.
Rápidamente Mar se miro una última vez al espejo, y salió del pequeño cuarto.
-Lista... Beto no es justo, yo tengo que ir con vestido mientras que tu vas cómodo -Reclamo la chica al ver que Alberto también se cambió, se quito su chaqueta de cuero y se puso una camisa blanca, parecida a la amarilla que siempre usaba, se coloco la camisa roja que traía puesta desabotonada sobre esta, usaba unos shorts de mezclilla color cafés y sus converse rojos.
Su cabello eran sus aletas moradas, pues se había quitado el gel, y su pelo estaba húmedo.
-Cállate, te miras bien. -Le contesto el pecoso sacudiendo su cabeza para que sus aletas desaparecieran.
-Tu también te miras bien.
...
La Trattoria se veía hermosa esa noche, había mas luces que el año anterior, comida, gente pasándola bien, al igual que bailando la música del gigante tocadiscos.
Alberto estaba fascinado, aún no llegaban y ya quería ver todo lo que había ahí, era la primer fiesta que veía, alegres los chicos caminaban al lugar.
Carmina y su amiga, ofendidas y enojadas, esperaban ver a Mar vestida como Carmina la había vestido.
Cual era su sorpresa, de mirar que Mar, aun y que no tenia un vestido de fiesta se miraba mas linda que ellas con su ropa cara y peinados ridículos, y además con el pecoso a su lado.
Carmina se moría de envidia, ya que ella estaba sola, su amiga Venecia, en cambio, se encontraba con Guido.
El sentimiento de Carmina de querer humillar a los demás, deriva de que a ella siempre la estaban humillando quienes se hacían llamar sus amigos, como Venecia, quien al ser de una familia "poderosa y rica", se daba el lujo de tratar a los demás con la punta del pie.
...
-Todo se mira genial -Decía Alberto, admirando todo lo que había a su al derredor, Marlena lo miraba con una sonrisa en su rostro, le parecía lindo mirar la emoción de su amigo, parecía un niño pequeño.
-Red -Taylor Swift-
-Y espera a ver los fuegos artificiales, te van a encantar -Le contesto Mar alegremente, sentimiento que desapareció por completo al voltear y ser lo primero que vio de aquella noche, a Guido abrazado de Venecia y besándola.
-¡Hey Vago! Veo que ya te creíste que eres humano, por lo menos hoy usas zapatos, pero sigues apestando peor que algo podrido.
Alberto cerro sus ojos, con el ceño fruncido y sus puños fuertemente cerrados.
-Otra vez este idiota... -Dijo el pecoso.
-Por lo menos yo no tuve que huir como un cobarde, porque nadie me quería en el pueblo.
Dime pez gato, ¿a alguien aquí le alegra tu presencia? -Contesto Alberto hábilmente, volteando a ver a Ercole a los ojos, con su pose altiva y sonrisa en los labios, no se dejaría intimidar por él.
-A Ercole Visconti TODOS lo aman en este pueblo -Los ojos de Ercole se posaron sobre Mar, quien estaba detrás de Alberto, y la miro de forma, "incomoda", Volteando a ver rápidamente a Alberto con despreció -Porque ¿sabes que?, idiota sin cerebro, este pueblo es mío, y sigo sin quererte aquí.
Guido! Tráeme un sándwich -Dijo el chico de ojos Ámbar, dando media vuelta elegantemente, y moviendo su mano, como si a un mesero le llamara.
A lo que Guido como perrito faldero obedeció sin decir nada a su dueño... digo, a su amigo, solo dedico una mirada a Mar, como queriendo ir con ella, pero su "dueño" no lo dejo, Mar no miro que el chico la observaba desde que llegaron Alberto y ella.
Después de lo ocurrido tras la copa, Ercole al estar solo, pues sus únicos amigos no le hablaban más y con todo el pueblo odiándolo, decidió irse de Portorosso a Verona, donde su padre vive, quien sí se puede decir que es rico y tiene un carácter de los mil demonios, por lo cual no soporto por mucho tiempo al chiflado de su hijo, al poco tiempo lo regreso con su despreciable madre a Portorosso.
Después de unas cuantas suplicas, Guido accedió a de nuevo ser "su amigo", volviendo a tratarlo mal pasados los días.
-Ercole me cae tan mal, ¿ya lo conocías? -Pregunto Mar al pecoso.
-Si, desgraciadamente, él junto a sus idiotas amigos, trataron de matarnos a mi amigo Luca y a mi.
Junto al imbecile de tu exnovio y al otro gordo que ya no he vuelto a ver trataron de golpearnos.
-Ciccio no es de aquí, solo viene los veranos, casi no lo conozco -le contesto Mar.
-Oye Mar, no me agrado nada la manera en que te miro.
-Lo se, desde que estaba con Guido me miraba de esa forma, de hecho él influyo mucho en que...-Mar hizo una pausa, pues era aún un tema que le seguía doliendo como si hubiera sido ayer.
-Influyo en que Guido me dejara por su hermana, quien trata como a un sirviente a Guido.
Alberto miro a su amiga, quien toda su felicidad, se había agotado solo con recordar eso.
-Hey... pero para que recuerdas cosas malas, mejor... vamos a bailar. -Dijo Alberto, tratando de animar a su amiga.
Mar asintió, con una sonrisa que apenas y se lograba ver, y fue con él a la pista de baile.
Ninguno de los dos sabia bailar, pero eso no impidió que se divirtieran.
Durante toda la fiesta, de lejos Guido abrazado de Venecia, <la hermana menor de Ercole> no perdía de vista a Mar, pues estaba celoso, no le gustaba verla feliz con otro que no era él.
Venecia Visconti, hija menor de la familia Visconti, al ser la "niña pequeña" de la familia, siempre ha sido la consentida de su mamá, y para su papá, la niña de sus ojos.
Los chicos de pequeños no recibían atención de sus padres, ni su presencia, solo regalos caros, siendo cuidados en gran medida más por las sirvientas que por su madre, quien trataba tan mal a la servidumbre, acción que sus hijos comenzaron a aprender de ella desde niños.
El padre de Ercole, al ser un empresario exitoso, suplía su presencia con sus cheques en blanco.
Un hombre medianamente alto, elegante y con un porte envidiable, de cabellos rubios como Venecia y ojos ámbar como los de Ercole, de no ser por el cabello se diría que es una versión de Ercole en adulto.
Su madre, una mujer mas alta que su padre, delgada, de un cuerpo hermoso, cabellos negros, y ojos azules, hermosa a la vista pero podrida por dentro, fue la causante del fin de su matrimonio, al poner los ojos sobre alguien mas, quien solo quería su dinero.
Junto a sus hijos, vivía en la única mansión del pueblo pesquero, viviendo de la jugosa manutenzione que recibía de su ex esposo.
Ercole al no recibir amor ni atención de sus padres, buscaba con desesperación la atención de los demás, de formas equivocadas, y al tener los peores aspectos de las personalidades de sus padres, terminaba causando que la gente lo despreciara.
Venecia absorbía toda la poca atención y afecto que les dieron sus padres, haciendo al chico al lado, pero aun así el amaba a su hermana pequeña, aún y cuando ella también lo trataba mal, pero también le tenia cariño.
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