Errores.

Un pequeño aviso, le voy a cambiar el nombre a una de las niñas, (la mayor) ahora se va a llamar Jade. Sin más que decir, babai.

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Poco había pasado después de aquello, la ojiazul seguía desconcertada, buscaba y buscaba una respuesta que le diera solución a aquella pregunta que cada día se hacía, claro, no era sencillo, pues no podía mostrar tristeza o angustia delante de sus hijas o de su nuevo amigo, pues no quería que se preocuparan por ella. Había días en lo que el azabache era tan atento con ella, tan cariñoso, que le hacía creer que todo lo malo era tan solo una simple alucinación de ella, pues de tanto estarlo esperando por las noches, poco dormía, y se notaba en su rendimiento en el trabajo. Por otra parte, el azabache no sentía alguna culpa sobre lo que estaba haciendo, de echo, le gustaba, aunque una parte de él seguía insistiendo "algo está mal, ella está sufriendo"; pero poco le importaba en ese momento. Tampoco le importaban tanto sus hijas, es más, ni pasaba ya tiempo con ellas. Estaba tan "ocupado" en su trabajo que siempre ponía excusas para no ir a su hogar e ir a con la castaña.

Te quiero ver, 

Aún te amo y, creo que hasta más que ayer. . . 

El peliblanco pasaba todo el tiempo posible ayudando a la ojiazul a cuidar de sus pequeñas, aunque no era muy bueno cuidado niños, lo intentaba, y rápidamente se ganó el cariño de las niñas. La ojiazul estaba bien con eso, además de agradecida, veía el afecto que ellas le tenían hacia el peliblanco. " Parece que me quieren, Skye " , dijo el peliblanco con cierta sonrisa dulce en su rostro, estaba arrodillado jugando con Jules, ella sólo balbuceaba palabras que no distinguían, pues la pequeña aún no sabía hablar, pero, lo intentaba. La ojiazul se acercó al peliblanco y se sentó a un lado de el, tomando entre sus brazos a la pequeña pecosa. El peliblanco, tal vez dejándose llevar por aquel momento, apoyó su cabeza en el hombro más cercano de la ya mencionada, sintiéndose cómodo y relajado a la vez, no sería unas cuantas risitas y unas leves caricias en sus cabellos lo hicieron despertar de aquella relajación, alejándose un poco de la chica, dejando notar un leve rubor en sus mejillas, seguramente por la vergüenza que sentía en aquel momento. 

La ojiazul también dejó notar un leve rubor en sus mejillas, tiñéndolas de un color rosa suave, casi nada.  Aquella ojiazul sentía un calor recorrer todo su cuerpo cada que pasaba tiempo con él, pero, no tenía una respuesta clara a aquello que sentía, sólo se dedicaba a sentirlo, al igual que el peliblanco, cada que estaba junto a ella, sentía una extraña sensación en su estómago, ¿han oído hablar de las mariposas en el estómago? ¿si?, bueno, algo parecido a aquel dicho le pasaba al peliblanco. En fin, poco faltaba para la cena, había sido un día largo y agotador, así que la ojiazul se levantó del suelo, y este hizo lo mismo, para comenzar a hacer la cena, la ya mencionada había invitado a cenar al chico, claro, para que alguien la acompañara a cenar, pues, suponía que el azabache no estaría para la cena, seguro y se quedaría hasta tarde el el trabajo, o seguramente ni siquiera se dignaría en pararse en su hogar. Aunque a la ojiazul aquello le afectaba, trataba de no hacerlo notar, pues, no le gustaba mostrarse débil ante los demás.  Pasaron poco menos de dos horas y la cena ya estaba servida, el peliblanco puso los platos y la ojiazul sirvió una porción adecuada de comida en estos; se sentaron y comenzaron a comer, claro, el peliblanco cada que podía le lanzaba uno que otro cumplido, haciendo sonrojar y ruborizar a la ojiazul más de una vez. Todo era felicidad hasta que un sonido interrumpió todo, la ojiazul limpió algunos restos de comida que quedaban en sus labios y se levantó de su asiento, caminando hacia la puerta para luego abrirla y encontrarse con la "agradable" sorpresa de que el azabache se encontraba parado frente a esta, por lo que rápidamente esta se lanzó a abrazarlo, a lo que el la separó rápidamente de el, mostrando una mueca de asco en su rostro, claro, no venía solo, estaba en compañía de la castaña que semanas atrás el mismo azabache le había contado, elogiándola y haciéndola sentir inferior. Pero eso no importaba ahora, la azabache, aún confundida por la repentina acción del ya mencionado, los hizo pasar; la castaña traía un bolso de mano, que, amablemente le dio a la ojiazul, haciendo una seña para que lo dejara en algún lado. 

Una vez sentados, el azabache pudo notar a aquel peliblanco sentado en la mesa, por lo que rodó sus ojos. La ojiazul fue la última en sentarse, y, al hacer aquello, el peliblanco rápidamente se levantó de su asiento, tomando su plato; " Creo que yo me iré, no quiero incomodar o algo. . . "  , apenas se iba a retirar cuando sintió como alguien lo tomaba por su diestra, y no era nadie más que la ojiazul, haciéndole saber con la mirada que no quería que se fuera, " Lex, no te vayas, por favor. . . " , y como no decirle que no a aquella mirada que le derretía el corazón, por lo que decidió quedarse. Por otro lado, el azabache se moría de los celos, vaya estúpido, por lo que interrumpió aquel momento; 

" Skye, linda, te presento a Demi, ella es la que me ayuda en la oficina con asuntos de suma importancia. " 

" Un gusto, Skye. " 

" El gusto es mío, Midas me ha hablado tanto de ti. . . "

" ¿De verdad? Ay, que lindo eres Midas. El también me ha contado todo sobre ti, sobre sus pequeñas también. "

La ojiazul y la castaña estuvieron un buen rato hablando, mientras tanto, el peliblanco notaba algo fuera de lo normal, cuando las dos chicas hablaban, el azabache tenía fija su mirada en la castaña, ¿Qué no debería ser en la ojiazul? Muchas ideas se vinieron a su mente con tal solo ver las acciones que hacía el azabache cada que la castaña hablaba, entre ellas, infidelidad. Claro que, pensó hacerle saber aquello a la ojiazul, pero si se equivocaba, podría hacerla sentir insegura y triste, cosas que el no quería, por lo que simplemente dejó ir aquella idea. Ya era casi hora de que la castaña se fuera, y con ella, el azabache, por lo que antes de irse, el azabache se acercó a la ojiazul. Los ojos de la fémina se iluminaron, no había recibido ninguna muestra de afecto por parte de él en todo el día, por lo que pensó que a es iba hacia ella, pero no fue así, la tomó de la muñeca y exclamó; " Skye, necesitamos hablar. . . "  , la ojiazul aceptó, caminaron hacia las escaleras y subieron, con cada escalón que subían, más fuerte era la presión que este hacía sobre la muñeca de la ojiazul, así que no tardaría mucho en soltar uno que otro quejido. Una vez llegaron, entraron su habitación, y una vez dentro, el azabache la empujó haciendo que esta cayera sobre el suelo, golpeándose. 

Después, caminó hacia ella, tomándola del mentón, con una mirada posesiva y enojada le preguntó; " ¿Porqué pasas tanto tiempo con el? " , " Tan sólo es un amigo, ya habíamos hablado de eso, además, no debería siquiera importarte. En ese caso, quién es aquella chica? "; el azabache, en un ataque de celos e ira, y sin pensarlo, le dio una cachetada, haciendo que en el rostro de la ojiazul se notara miedo, ese no era su esposo, ella no lo conocía de esa manera. " Es tan solo una amiga, mujer. ¿Qué mierda te importa? "  , la azabache quitó la mano del adverso de su mentón, y se disponía a levantarse cuando el ya mencionado le dio una patada en el rostro, dejándola en el piso para luego poner uno de su pies sobre ella, aplastando de poco su pequeña caja toráxica. Por otra parte, la ojiazul estaba asustada, no lo pudo evitar por lo que varias lágrimas salieron de sus orbes, mientras que su nariz sangraba por aquella patada que había recibido, el azabache aún insatisfecho, decidió dejar otra patada en la ojiazul, ahora localizada en el brazo de la misma. Ella quería pedir ayuda, pero nada salía de su boca, tan sólo podía llorar; era como si le hubieran quitado la voz en aquellos momentos. Un crujido de la puerta sonó, alguien estaba espiando, y era la mayor de las dos pequeñas, ella había presenciado todo aquello que su padre le había echo a su madre. En su pequeño y delicado rostro podía notarse terror y miedo, ella había escuchado algunos golpes por lo que decidió investigar, pero no se imaginaba que se encontraría con aquella escena de violencia. 

El azabache se acercó a la pequeña y la tomó del hombro, y después de algunas palabras pudo hacer que la pequeña callara y no dijera nada acerca de lo que había visto. Por otra parte, ya para retirarse, volteó a mirar a la ojiazul, rio de una manera algo maliciosa y se fue de allí. La pequeña niña corrió hacia su madre para abrazarla, esta solo comenzó a llorar de nuevo, abrazando a su pequeña hija, todavía sangraba y varias partes de su cuerpo dolían. ¿Qué le había pasado a aquel chico con el que ella se casó? , ¿En dónde quedó el esposo atento, cariñoso y perfecto al que todas envidiaban? No lo sabía. 

Por otra parte, la niña quedó con aquel trauma y la imagen en su cabeza de su padre enojado golpeando a su madre. 

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