El peliblanco y la ojiazul.
Hoy volví . . .
A dormir en nuestra cama y todo sigue igual,
El aire y nuestros gatos, nada cambiará. . .
Habían pasado ya algunos días desde que la ojiazul había charlado con aquel chico, y claro, le daba curiosidad conocerlo más, tan solo lo había visto una vez, pero parecía tan agradable que quería pasar un poco más de tiempo con el, claro, iniciando una amistad. No parecía más joven que ella, claro, si apenas tenía 25, era muy joven para haberse casado y tener dos hijas.
Era un miércoles por la mañana, la ojiazul abrió sus ojos despertando de su sueño, claro, esperaba ver al azabache a lado de ella, pero no fue así, parecía que el ya se había levantado. Ella estaba algo triste, pero no le dio tanta importancia, se levantó de la cama y se dio una ducha, el azabache sólo había pasado 4 días con la ojiazul y las dos pequeñas, vaya vacaciones se había tomado. El agua recorría el cuerpo desnudo de la ojiazul, humedeciendo cada mínima parte del mismo. No tardó demasiado duchándose, salió del baño, se puso algo ligero, claro que no era la misma que traía cuando comenzó a trabajar, había cambiado y aquello se le hacía algo infantil y poco adecuado, aunque, pocas veces se le podía ver con aquella ropa que usaba cuando era un poco más joven en sus expediciones por la isla, claro, a ella le encantaba recorrer cada rincón de esta y sacar un sin fin de fotos con esa cámara rosada y blanca que traía colgada en el cuello; pero ahora, se limitaba a ir a su lugar de trabajo y cuidar a las pequeñas, quién diría que tener hijos sería tan desgastante, de haberlo sabido antes, se hubiera comprado condones.
Como sea, salió con las pequeñas de casa y se dispuso a ir a una panadería/cafetería a comprar algo para ella y las pequeñas, aquel local quedaba a pocos kilómetros de ahí, por lo que se subió a su auto, claro, subió a las pequeñas antes, y se dispuso a ir. No pasaron ni 5 minutos y la ojiazul ya había llegado a su lugar de destino, bajó del auto y ahí estaba él, no, no hablo del azabache, hablo del chico con el que había charlado. Un chico peliblanco, alto, su complexión física era delgada, tez pálida y ojos color rojo muy llamativos y abiertos, a la vista de la ojiazul, era lindo. Entró a local acompañada de sus dos hijas, y justo ella entró a la puerta, el peliblanco fijó sus orbes en ella, le parecía conocida; y no tardó más de dos minutos en recordar que era aquella chica a la que le había ofrecido unos pañuelos. Caminó entonces hacia ella, esbozando una dulce sonrisa, claro, aquella chica se le hacía más que linda, pero. . . parecía traer pequeñas con ella.
" ¡Hey! No pensé que vendría, señorita; es. . . agradable verle por aquí " , " Vaya, no pensé que usted trabajara aquí, se ve todo tan lindo. . . "; el peliblanco se acercó un poco más a ella, notando a una pequeña que se aferraba al pantalón de la ojiazul, mientras que en sus brazos yacía dormida una bebé pecosa. El peliblanco ladeó su cabeza, mirando de reojo a la pecosa, pues con su diestra tocaba un poco las mejillas de la pequeña bebé. " ¿Son ellas sus hermanitas, señorita? " , la ojiazul soltó una risita y negó con la cabeza; " No, no lo son, son mis hijas. . . difícil de creer considerando la edad que tengo. " , " Oh, ya veo. . . no quiero parecer grosero, ni mucho menos entrometido, pero, ¿Qué edad es la que tiene usted? " , " Oh, ¿mi edad? bueno, tengo 25 años. " , el peliblanco se sorprendió, vaya, si que era joven para haber formado una familia. " Justo tengo su misma edad. . . entonces, ¿puedo dejar de tratarla por usted? creía que era mayor que yo. . . " , la azabache asintió esbozando una dulce sonrisa en su rostro; asintiendo.
Difícil olvidarte estando aquí, oh. . .
Por otra parte, el azabache se encontraba en la oficina donde trabajaba, claro, acompañada de aquella mujer de la que le mencionó a la ojiazul. Ellos no se habían conocido recientemente, si no que ya se habían conocido tiempo atrás, más específicamente cuando eran apenas unos adolescentes, y claro, por cuestiones del destino volvieron a encontrarse, ahora siendo adultos y con un trabajo, se llevaban de maravilla, parecían una pareja y muchas veces los confundían con ser una pareja pues las risas, los dulces tratos, absolutamente todo, era como lo de una pareja. Aquella mujer era castaña, una altura promedio para una mujer, con algunos mechones color rojo brillante en su cabello, tez clara y ojos almendrados con un color rojo. Ella se caracterizaba por siempre arreglar su cabello con una sencilla dona, se veía genial, aunque, había algo curioso en ella; tenía parte de un brazo robótico, talvez lo habría perdido por una pelea, o talvez por un accidente, no se sabía, y ella no contaba el porqué tenía aquello. Bueno, regresando al tema, el azabache le tenía cierto cariño a la castaña, y esta igual, por lo que aquellos simples sentimientos se tornarían en algo más que solo simple amistad. Claro, aunque la castaña sabía que su amigo de la adolescencia estaba ya casado, tenía una familia, y por lo que el más alto le contaba, tenía una mujer hermosa y dos pequeñas hijas, pero eso no le impidió tener sentimientos por el contrario.
Claro, este también los tenía, y por ese motivo, decidieron mantener una relación secreta, en otros términos, una infidelidad por parte del azabache. Esto había ocurrido hace un par de meses, claro, nadie se había dado cuenta todavía, ni sospechaban de aquella infidelidad, pues ellos solo eran "amigos" a los ojos de los demás, pero, cuando estaban solos, eran más que solo eso.
" Cariño. . . ¿hoy iremos a cenar? justo como lo planeamos." , " No puedo, amor, sabes que hoy tengo que estar con mi familia, ¿te parece si vamos mañana? " . La castaña parecía algo molesta, no era la primera vez que el azabache cancelaba o posponía una salida juntos, no lo hacía con frecuencia, pero cada que ocurría, la castaña se molestaba con el azabache. " Vale, vale. . . mañana saldremos. " , el azabache apenas iba a responder y recibió un mensaje de la ojiazul, el mensaje diría:
" Espero regreses pronto, te extraño. Las pequeñas ya están dormidas, y yo haré lo mismo, te amo. "
El azabache respondió:
" Lo siento, linda, tengo demasiado trabajo hoy, llegaré un poco tarde, también te amo. "
La ojiazul leyó aquel mensaje y nada raro se le pasó por la mente en ese momento, pero aún así, sentía que algo no estaba bien.
La castaña terminó sus labores y se despidió del azabache, y este se quedó trabajando, aunque, en pequeños lapsos, pensaba en si lo que estaba haciendo era correcto o no, en esos momentos tenía aquella pregunta rondando por su mente, sin dejarlo trabajar correctamente, no se podía borrar aquel pensamiento, era como una nube negra nublando todo. Terminó de trabajar, y ni siquiera se dignó en regresar a su hogar con la ojiazul, si no que fue con la castaña, ella claramente lo aceptó en su hogar, vivía sola, por lo que no le incomodaba o molestaba en lo absoluto.
Pasaron 3 días, y la ojiazul no sabía nada del azabache, las pequeñas lo extrañaban, la mayor le preguntaba que dónde estaba su papá, a lo que ella contestaba que "pronto llegaría", claramente mentía, no sabía donde estaba. El peliblanco cada vez se acercaba más a la ojiazul, por lo que la ayudaba y apoyaba en el lapso de tiempo que el azabache no aparecía. La fémina preguntaba a sus amigos, a su mejor amiga, ¿Dónde estaba su esposo?, a lo que ellos contestaban con un "no lo e visto desde hace 3 días" , claramente ella estaba preocupada, ¿y si algo malo le había ocurrido?; pero. . . de nada valió preocuparse de su esposo, pues el aparecería en la puerta de su hogar ese día por la tarde. La azabache al verlo, más que molesta, estaba triste, preocupada, por lo que rompería en llanto, lanzándose a abrazar al más alto, por lo que él le correspondería aquel abrazo. Tenía tantas preguntas que hacerle.
" ¿¡Donde habías estado todo este tiempo!? ¡Las niñas te extrañaron, yo te extrañé, me preocupé por ti y ahora tan solo vuelves a aparecer!"
Un silencio hubo por parte del más alto, a lo que ella volvió a preguntar, sin respuesta alguna, sólo rodó sus ojos, la ojiazul notó aquello, pero decidió no tomarle importancia. Después, el azabache le explicó todo, claro, todo lo que salía de su boca eran mentiras, viles mentiras que la ojiazul, cegada por el azabache, creería. Antes de dormir, cuando los dos estaban recostados en su cama, el más alto voltearía su cabeza para ver a la más baja y preguntarle, " Me han dicho que últimamente sales con un chico, ¿se podría saber quién es? " , " Oh, es tan sólo un amigo que he echo, nada más. " Un silencio se escuchó, el azabache se moría de celos por dentro, era ella suya, de nadie más, y el creía que aquel completo desconocido para el tenía las intenciones de robarle a SU chica, ¿pero qué aquello era una completa estupidez? si el estaba haciendo algo mil veces peor que aquello que pensaba.
" No quiero que le hables. " , " ¿¡Eh?! ¿Porqué ya no le puedo hablar? Yo le hablo a quien quiera, te guste o no, son mis amigos, tu no decides en eso. " El azabache, más que molesto por aquella respuesta, se levantó de la cama, y sin decir nada se fue de la habitación, talvez a dormir a alguna otra habitación, o bien, en el sofá. La ojiazul no entendía nada, solo seguía sintiendo aquel presentimiento de que algo muy malo estaba pasando en su relación, por lo que, inconsciente, comenzó a llorar, dejando salir todas las lágrimas que pudo hasta quedarse dormida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top