El nuevo comienzo.


Ya había pasado cierto tiempo desde que Skye y Midas habían formado una linda y feliz familia, vivían en Arenas Ardientes, cerca del mar; claro, tenían una linda vista. Ya hacía un par de años que su última hija había nacido, una tierna nena a la que habían llamado Jules, Skyedas tenía ya 5 años, y la pequeña Jules tenía apenas 2. 

Parecían tan felices juntos, casi como una familia perfecta. Cierto por pequeños detalles, Midas no pasaba todo el tiempo en casa, se quedaba hasta tarde en el trabajo, y a veces, Skye hacía lo mismo, por lo que las nenas pasaban gran parte del día con el azabache o  con la ojiazul. O simplemente algunas veces con allegados a la pareja. Si bien a las nenas no les parecía importar, por dentro extrañaban demasiado a sus padres, y como no hacerlo si se la pasaban todo el día trabajando, cuidando de la isla junto con sus demás compañeros. 

Un día, la pareja de jóvenes decidió tomar un descanso, unas pequeñas vacaciones, las cuales invertirían para pasar algo de tiempo con sus dos hijas. 

Era un viernes por la tarde, la ojiazul preparaba la cena acompañada claro, del azabache, aquel chico que le robaba las mas sinceras sonrisas y cada suspiro de amor iba dedicado a el; aunque, notaba algo diferente en el, no podía descifrar que era aquello que era diferente , por lo que solo lo dejo como una suposición suya. Después de 1 hora, la cena ya estaba servida, algo sencillo, pero a la vez delicioso. Sentaron a las pequeñas en la mesa y comenzaron a comer, mientras la ojiazul le daba de comer a la pequeña pecosa, Jules. La mayor ya sabía comer por su cuenta, así que solo le sirvieron comenzó a comer. 

" Así que. . . ¿Cómo estuvo tu día, cielo? " Preguntó la ojiazul, esperando una respuesta por parte del azabache, pero este parecía no haberle escuchado, tenía un semblante distraído, como si estuviera pensando en algo, así que la ojiazul soltó un suspiro, y volvió a preguntar; " Cariño, ¿Cómo estuvo tu día? ". El azabache alzó su mirada hacia su chica, despejándose de aquel pensamiento, se pasó lo que estaba masticando y esbozó una sonrisa; " ¿Mi día? . . . estuvo. . . bien, si, ¿Qué tal el tuyo? " . La ojiazul respondió, " Muy lindo, ahora más ya que estoy junto a mi familia, y eso es lo que importa, ¿cierto? " . El azabache pareció no escucharla, por lo que la ya mencionada dudó más de qué era aquello que le pasaba a su marido, si meses atrás no era así, era más atento y cariñoso. " Skye, ¿conoces a Demi? Ella es la que a estado trabajando conmigo, es una excelente asistente, si te soy sincero, además, es muy linda. " . La ojiazul negó con la cabeza, alzando levemente una de sus cejas, ¿porqué hablaba de eso ahora? ¿acaso evitaba ese tema?. " No, no la conozco, entonces. . . ¿es muy linda?, seguro te llevas de maravilla con ella, ¿o me equivoco? " . " Si, lo es, es muy linda. Además, es la que me está ayudando con las investigaciones en estos momentos, aunque te había asignado ese cargo a ti, creo que a ella le va mejor ese puesto. "  , claro; aquello la había echo sentir celosa y furiosa a la vez, por lo que ni le respondió, sólo se levantó de la mesa y abandonó el lugar, de verdad que se sentía mal por aquellas palabras. 

" ¿Skye, a dónde vas? " . La ojiazul salió de casa, no iría muy lejos, fue hacia la costa del mar. Sus ojos se cristalizaban, justo después, pequeñas lágrimas comenzaban a salir de sus ojos, recorriendo sus mejillas para terminar en su mentón, cada que una salía, la trataba de limpiar, pero le era casi imposible, puesto que salían cada vez más lágrimas. No fue hasta que sintió una mano tocar uno de sus hombros, por lo que limpió rápidamente su rostro y volteó a ver a aquella persona. 

" Uhm, disculpe, ¿señorita? le he visto llorando, y me pareció buena idea traerle unos cuantos pañuelos. Tómelos, ¿si? " , la ojiazul los aceptó, aunque no podía apreciar del todo bien a aquel chico, o eso pensaba por el tono de su voz, cuando limpió sus lágrimas, le agradeció a aquel chico, apreciándolo mejor. Parecía alguien agradable, dulce, y muy simpático, traía también una caja llena de pastelillos, parecía que apenas los había horneado. 

" ¿Se podría saber el porqué estaba llorando, señorita? " , la ojiazul miró hacia el ocaso antes de responderle, claro, no quería contarle sus problemas a un completo desconocido, pero, por alguna razón, parecía de confianza, por lo que, soltando un suspiro, le a contado lo que le pasaba; después, aquel chico, triste por la situación por la que estaba pasando la ojiazul, se acercó de a poco a ella, sacando de interior de la caja un pastelillo, para luego entregárselo a la fémina. " Tome, se que no es mucho pero. . . la mantendrá distraída de aquel pensar que tiene, seguro y no es lo que usted piensa, ¿si?, talvez el sólo este cansado del trabajo, aunque si tanto le molesta, tendrá que hablarlo con él, nunca es bueno guardarse un sentimiento. "  , la azabache al principio lo miró por unos segundos, para después tomarlo y agradecerle, dándole un mordisco y esbozando una sonrisa dulce en su rostro. " ¡Mhm! Están deliciosos. . . ¿los ha echo usted " , " Si, los he horneado yo mismo, justo tengo una panadería a unos pocos kilómetros de aquí, si quiere, podríamos ir alguna vez, ya sabe, para distraerla un poco. . . " , la azabache negó con la cabeza; " N- No quisiera ser un estorbo para usted y sus clientes. . . " , " Oh, que va. . . claro que no lo es. " . 

Así se la pasaron charlando por un par de minutos más, el azabache miraba todo de lejos, aquel chico trataba de robarse a su mujer, pero claro, el tenía un secreto, rezaba para que no lo descubrieran, o terminaría muerto. Una vez que aquel chico se retiró, la ojiazul se levantó de la arena, limpió su ropa y comenzó a caminar hacia su casa, pero no sabía que el azabache había estado espiándolos, y claro, estaba más que celoso, ¿pero que aquello no compensaba lo que el ya mencionado había echo sentir a la ojiazul? en fin, cosas de hombres. Estaba a pocos metros de la casa, cuando el azabache se le cruzó en el camino, con una mirada enojada, celosa y. . . posesiva. 


" ¿Se podría saber que estabas haciendo con ese chico, ah? " , la azabache se desconcertó, ¿acaso el los estaba espiando?; se quedó mirándolo fijamente, con una mirada de enojo también.  " Tan sólo estábamos charlando ¿okay?. " , el azabache no respondió, tan sólo la tomó de la muñeca apretándola con cierta fuerza, y no le importaron los quejidos que soltaba la ojiazul, una vez llegaron a casa, este la soltó. La ojiazul estaba tan confundida, ¿Dónde había quedado aquel chico dulce, atento. . . cariñoso? 


No lo sabía. 

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