087
Adrien observó perplejo las capas y capas de nieve que inundaban el cielo como un tejido de encaje lleno de nudos y enredos. Era una imagen violenta, incombatible y desoladora.
Incluso protegido entre los muros de aquella casa, se sentía embrujado por aquella estampa gélida e irreconcilable. Su piel no estaba expuesta a los elementos, pero tenía la piel helada como un témpano y sus latidos taladraban sus oídos con la agonía del viento.
La ventisca le aterraba, le aislaba y, de alguna forma extraña, le producía una soledad familiar.
—¿Ya hablaste con tu padre?
La pregunta de Marinette lo sobresaltó. Como si su mente regresará al ambiente cálido de la habitación, lejos del desamparo taciturno de la tormenta.
—No —le contestó Adrien—, pero sí he hablado con Nathalie. Hasta ella ha estado de acuerdo.
Marinette asintió y se dejó caer en la silla.
—Es que no tenía sentido que te fueras a casa con el tiempo como está, sería una locura —aseguró Marinette—. Tengo que decírselo a mis padres, el cuarto de invitados está lleno de cajas y trastos, no creo que de tiempo de cotejarlo...
—Marinette, no hace falta que...
—Pero podemos traer el colchón hinchable a este cuarto y montarte la cama, ¿te gustan las sábanas de franela? ¿Y eres más de mantas o del nórdico? Ay, para la cena tenemos sopa de zanahoria y empanadas de verduras, pero no sé si te gustan.
—Mari...
—Podemos improvisar otra cosa si prefieres, en casa no tenemos problema para cambiar de plan, ya sabes, cualquier cosa solo tienes que decirlo, y tenemos que buscarte algo, ya sabes, quizás necesites...
—¡Marinette! —la llamó elevando un poco la voz.
—Respira, por favor —le pidió con una sonrisa conciliadora—. Todo está perfecto, de verdad, no hace falta que cambien los planes por mí.
Marinette le sonrió, un poco avergonzada y más nerviosa de lo que le gustaría admitir ante la realidad de Adrien pasando la noche en su casa.
—Te hará falta un pijama —continuó Marinette después de un par de inspiraciones profundas—, pero no creo que la ropa de mi padre te sirva... ¡YA SÉ!
Marinette salió corriendo hasta su armario, revolviendo cajones, hasta sacar lo que parecía un saco enorme y amarillo.
—¡Toma! Estoy segura de que te tiene que servir.
Marinette lo miró con tal emoción que Adrien no pudo hacer otra cosa que coger el pijama e ir a cambiarse en el baño. Cuando terminó, era un Pikachu enorme, con orejitas y todo. Por alguna razón la imagen lo hizo reír.
Al salir se encontró con el agradable aroma del chocolate caliente y la adorable imagen de Marinette con su pijama de psyduck invitándole a acercarse.
—Te queda que ni hecho a medida —bromeó Marinette con las mejillas sonrojadas.
Marinette se guardó para sí que se veía lindo.
—Algo hecho por ti es imposible que me quede mal —contestó Adrien, guardándose el pensamiento de lo mona que se veía Marinette con aquel pijama. Aunque tuvo que hacer un esfuerzo tremendo para que esas palabras no escaparan de sus labios.
—Quién me iba a decir que tendría la oportunidad de vestir un auténtico DuPain-Cheng en mi primera pijamada. Es todo un honor.
—¿Es tu primera pijamada? —repitió Marinette, sorprendida.
Adrien se encogió de hombros y no necesito decir más.
Marinette lo observó conmovida antes de ofrecerle una taza de chocolate y brindar.
—Bueno, entonces hagámosla como es debido. Con muchas chuches, videojuegos y cero horas de sueño. ¿Listo?
Adrien rio por lo bajo, emocionado y conmovido por la expresión revoltosa de Marinette.
—¿Y a qué esperamos?
Y brindó por ello.
Publicación original:
https://twitter.com/MeimiCaro/status/1486102808050950147
Fecha original: 25 de enero de 2022
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