—¿Sabías que tu club de fans no para de crecer, Adrien?

Había un cierto retintín, un regusto burlón en las palabras, que hizo que Adrien sonreirá, instintivamente a la defensiva.

—Es por la nueva campaña de mi padre —contestó Adrien.

Toda la ciudad estaba empapelada con fotos suyas por la nueva colección de la marca y eso se había visto directamente reflejado en el número de sus seguidores en redes sociales.

—No por quitarle méritos a tu padre, pero creo que tus fans te siguen no sólo por tu ropa bonita.

Adrien mantuvo la sonrisa tranquila, aquella que no dejaba entrever lo avergonzado y cansado que se sentía. Sabía que Alya no lo hacía con malicia, pero eran las mismas preguntas que le habían hecho sin parar en cada programa del corazón en el que se había visto envuelto.

—Mira, como eres mi amigo, te voy a enseñar algo muy especial —le dijo Alya, entendiéndole su móvil—. Pero no puedes decir palabra. Aún.

Adrien contempló la fotografía que le enseñaba. Era una de las vallas publicitarias más grandes que había contratado su padre en la ciudad.

Estuvo a punto de interrogar a Alya, sin comprender qué había de especial en una de sus vallas en medio de la noche, por muy vistosa que fuera, cuando la vio. Ladybug.

Estaba de pie en el pasillo metálico frente a la valla.

Estaba apoyada con una mano en el soporte mientras miraba fijamente su rostro fotografiado.

—Y estuvo ahí un buen rato —apuntó Alya—. Por eso conseguí sacarle tan buena foto.

Alya se rio, pero Adrien no podía hacer otra cosa que observar patidifuso la imagen, sin asumirla.

—Alya... —susurró Adrien con voz trémula.

Alya lo observó con interés, puesto que no era una expresión habitual en él. Temió que se hubiera enfadado o que le pidiera que no lo publicado. En su lugar, abochornado y en voz baja le preguntó.

—¿Podrías pasarme la foto?

Publicación original:

https://twitter.com/MeimiCaro/status/1484294719895216128

Fecha original: 20 de enero de 2022