Adrien nunca había ido a una cómic-con, para sorpresa de absolutamente nadie. Y aunque no le sorprendió saberlo, a Marinette le entristeció escuchárselo decir. Adrien tenía acceso a algunos de los eventos más prestigiosos del mundo.

No había año en que no acudiera a la Semana de la Moda de París bajo la firma de su padre. Pero aquello era trabajo. Aquello era una obligación. Adrien no podía ir a esos sitios meramente a pasarlo bien. Ir a eventos donde el público general podía acceder estaban descartados.

—¿Y si le decimos a tu padre que vamos a estudiar en la biblioteca? —le soltó Marinette de pronto.

Aquella era una apuesta peligrosa y lo sabía. Gabriel había comenzado a confiar un poco más en su hijo, o al menos eso pensaba Adrien, y le dejaba salir más a menudo.

Aunque casi le exigía un justificante al regresar a casa. O Nathalie, que era casi lo mismo.

A Adrien le asustaba la idea de ser descubierto y perder la poca libertad que había ganado, pero la idea de pasar el día con Marinette, explorando el evento, cantando vergonzosamente en un karaoke, jugando a juegos de mesa que no conocía de nada y haciendo talleres que demostraría lo torpe que era con las manualidades le entusiasmó. Quería ir. Muchísimo.

—Pero me reconocerán —suspiró Adrien.

No era una cuestión de ego, era la realidad. Gracias a la publicidad la ciudad había estado empapelada con su cara durante semanas. Por no hablar de las redes sociales.

—Eso déjamelo a mí —le aseguró Marinette.

Le guiñó un ojo con actitud segura. Adrien se preguntó qué demonios tenía en mente Marinette, que le sonreía confiada, pero se vio confiando en ella por instinto y devolviéndole la sonrisa.

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Fecha original: 18 de enero de 2022