082

En los cómics, los videojuegos y las películas, el reino de los superhéroes era la noche. No había que ser un siniestro como Batman para descubrir que gran parte de los delitos y los líos sucedían cuando la única luz provenía de las farolas.

Por eso no era infrecuente ver a los héroes de París hacer sus rondas en plena noche. Existía un reto en redes, tanto para locales como turistas, de fotografiar a los superhéroes en los lugares más inesperados.

Lo que sí era raro era tener a un policía mirándoles con mala cara y reteniéndoles en aquella calle.

—Pero es nuestro deber —le respondió Chat, inusitadamente serio.

—Eso no os da carta blanca para ir correteando por la calle a las tantas de la madrugada —dijo el policía.

Se había cruzado de brazos y los miraba con un gesto tan seco y severo que Chat Noir no pudo sino acordarse de su padre. La mera sensación le tenía la boca seca.

—Nunca sé sabe cuando puede atacar un Akuma, oficial —contestó Ladybug.

—Creo que sí un bichejo de esos andará suelto, nos entraríamos todos muy rápido, como siempre —siguió el policía—. Sois unos críos y los críos a esta hora deben estar en la cama.

El policía aprovechó que les sacaba dos cabezas de altura para enfatizar sus palabras.

Ese gesto solo consiguió molestar a Ladybug. Pero le sentó aún peor cuando vio cómo Chat Noir se removía, intercalando el peso entre sus pies, incómodo.

—Somos unos críos para patrullar por la noche, ¿pero no para jugarnos la vida contra los Akuma? —acusó Ladybug.

—Bastantes cosas tenemos que hacer en el cuerpo para encima ocuparnos de los líos que creáis vosotros —se jactó el policía con un dejé despectivo—. No me hagáis repetirlo. Volved a casa.

Ladybug estuvo a punto de contestarle, hirviendo por la hipocresía y la arrogancia de aquel hombre. Ella se estaba quemando hasta las pestañas por ayudar a su ciudad y no necesitaba el apoyo de nadie así. Pero se contuvo.

Tuvo que hacerlo al sentir el agarre de Chat en torno a su muñeca.

—Eso haremos oficial, buenas noches —se despidió Chat Noir con una voz fría y educada, una totalmente construida y antinatural que según Ladybug no le pegaba en lo más mínimo.

Pero suspiró y correspondió el gesto antes de regresar la mirada al policía.

—Dejamos la ciudad en sus manos, oficial —se despidió Ladybug con una sonrisa helada—. Y buena suerte con el atraco en la calle Gabriel.

Antes de que el policía pudiera contestar, el barullo finalmente llegó a sus oídos. Varios coches patrulla pasaron zumbando a su lado, con las sirenas a tope y las luces creando un caleidoscopio frenético en lo que para muchos había sido una noche tranquila.

—Buenas noches —repitió Ladybug antes de salir disparada hacia los tejados en compañía de Chat Noir.

—Tus sospechas eran las correctas —dijo Ladybug mientras observaban todo el panorama de coches de policía, ambulancias y luces paralizando la calle Gabriel.

Sus rondas les habían tomado algo más tiempo de lo normal porque a Chat le habían parecido sospechosos aquellos individuos.

Individuos que ahora estaban dentro de la tienda, arma en mano

—¿Deberíamos bajar a ayudar? —preguntó Chat.

Aún tenía la expresión congelada en la impotencia y la incomodidad. Ladybug no podía sino observarle preocupada.

—No, ahora no. Tienen rehenes dentro.

Ladybug no quería dejarse arrastrar en consecuencia de su ego herido, no cuando había tanto que perder

—Nos mantendremos aquí —dijo Chat—. Por si nos necesitan.

Ladybug asintió, conforme.

Tal y como había hecho antes Chat, Ladybug tomó la mano enguantada en cuero negro del gato y la apretó en un gesto amistoso.

Chat no la miró, centrado como estaba en la escena que sucedía con lentitud y frenesí en la calle, pero le correspondió el apretón de manos.

Y Ladybug contempló cómo su semblante al fin se relajaba y, fuera lo que fuera que lo había abducido y atormentado, se desprendía de él.

Publicación original:

https://twitter.com/MeimiCaro/status/1482002072040087552

Fecha original: 14 de enero de 2022

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top