Empezaba a hacer sol y las mariposas cubrían París, ¡pero eran de las buenas! Mariposas normales que solo querían ir de flor en flor.

Sin embargo, era extraño ver a todos los parisinos nerviosos, como si se trataran de avispas furiosas.

Las observaban de soslayo, en tensión, tratando de autoconvencerse de que no iba a pasar nada malo.

En esa mesa de picnic, la única que estaba completamente tranquila era Marinette. El resto de sus compañeros lanzaban miradas de susto cada vez que veían a una mariposa.

El privilegio de ser Ladybug, podía diferenciarlas de las de Hawk Moth aún con los ojos cerrados.

Todos emitieron un jadeó cuando una pequeña y encantadora mariposa se posó sobre los cabellos de Adrien.

Ante el sobresalto general, Adrien alzó la mirada. Instintivamente frunció el ceño en un intento de ver bien lo que tenía en el pelo, mostrando una expresión de lo más graciosa.

Marinette rió en voz baja y, con un gesto delicado, hizo que la mariposa se posara en su mano. Bajo su piel notó el suave cabello de Adrien, que estaba cálido al estar tanto tiempo expuesto al sol.

La alzó en el aire y la ayudó a volar.

—Adiós, pequeña mariposa —susurró Marinette.

Los suspiros aliviados de sus compañeros fueron tan fuertes que taparon su voz, pero hubo una persona que sí la escuchó.

Adrien la observó atónito y maravillado. Marinette se limitó a sonreír.

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Fecha original: 8 de abril de 2021