Chat estaba seguro de que la felicidad se sirve en tazas con las asas rotas pegadas con mimo, en vasos con dibujitos de algún dibujo animado, en copas arañadas por el paso de tiempo y en tazones con el interior casi desdibujado por el batir de la cuchara.

Igual que el taza de un gato negro con la que en ese momento estaba tomándose un chocolate. La misma que Marinette había comprado hacía años para que siempre tuviera un lugar al que volver, una amiga a la que visitar.

La misma que habían roto por accidente mientras jugaban a la consola. La misma que Marinette había pegado de nuevo con tanto cariño porque aquella era su taza y de nadie más, y las cosas de los amigos se cuidan.

Tomó un trago de chocolate antes de retomar la partida y miró a Marinette por el rabillo del ojo. Ella lo observaba con una sonrisa socarrona, retándole a empezar el juego de nuevo.

Aquello era la felicidad.

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Fecha original: 20 de diciembre de 2020