Adrien salió corriendo, incapaz de llorar y con la agonía arañandole la garganta como un collar de clavos oxidados.

Estaba cansado de sentirse olvidado, relevado y ninguneado.

Temía que si se quedaba mucho tiempo en un mismo lugar, acabaría siendo engullido por el entorno. Desapareciendo con la fuerza del viento.

Pero al final tuvo que parar. Todo era un borrón a su alrededor. Apenas pudo colocar su espalda contra un muro y dejar su cuerpo caer hasta el suelo.

En ese momento se dio cuenta de que estaba lloviendo, pero no sé movió.

No supo cuánto tiempo estuvo ahí, tratando de huir de su pesadilla, pero sí cuando se detuvo. Cuando un paraguas sobre su cabeza amortiguó la lluvia y creó una música reverberante. Alzó la cabeza, decaído, cuando se encontró con aquella mirada azul que tanto conocía.

Se quedaron en silencio, mirándose el uno al otro, sin saber bien qué decir.

Al final no necesitaron palabras. Marinette le tendió su mano y le ayudó a levantarse. Cuando recibió el choque caliente de la panadería al entrar, fue consciente de adónde había huido.

¿En qué momento Marinette se había convertido en su refugio?

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Fecha original: 31 de agosto de 2020