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Adrien había visto a la Bruja en más de una ocasión hacer uso de la fuerza. Ya fuera con el hacha y la leña como arando el pequeño huerto que tenía detrás de la casa.

Pero jamás la había visto golpeando algo con tantas ganas como cuando amasaba el pan. Al verla llenar de puñetazos la masa, Adrien retrocedió lentamente de vuelta a la salida. Si estaba enfadada y él se lo había causado, definitivamente no quería acabar igual.

Tropezó y, con el corazón en la garganta, escuchó el ruido que generó su descuido. La Bruja también, por supuesto.

Giró su rostro hacia él, mirándole con curiosidad.

—¡Oh, Adrien! No te escuché entrar.

—No, sí, perdón, solo que ya terminé de regar el huerto y, perdón.

La Bruja ignoró su verborrea con una ligera risa.

—Gracias, Adrien. ¿Por qué no me ayudas a amasar el pan?

Adrien la miró con duda, temiendo qué podía pasar si él se metía en medio.

—Acércate, vamos, te enseñaré.

La Bruja se había acostumbrado a enseñarle antes de proponerle cualquier tarea.

No quería pararse a pensar en lo ridículo que era no saber siquiera cómo tostar bien el pan sin que acabara siendo un pedrusco para alimentar malolientemente el fuego.

Adrien se acercó y la Bruja empezó su explicación. Cuando empezó de nuevo a golpear la masa, Adrien se sobresaltó. ¿Le parecía a él o ahora era más violenta que antes? ¿Realmente la había hecho enfadar?

—¿Por qué lo amasas así? —preguntó Adrien en voz baja y trémula.

La Bruja lo observó sin entender antes de sonreír.

—Para que se esponje bien. Parezco fuerte, pero es la única forma que tengo de aplicarle la suficiente fuerza sin sentir que voy a perder los brazos.

Tenía la mirada clara, sincera y definitivamente no estaba enfadada.

Adrien suspiró, aliviado.

—Bien, ¿qué debo hacer?

La Bruja sonrió y siguió con las indicaciones. Justo cuando Adrien iba a golpear la masa de la misma forma que ella hacía, ejerció más fuerza de la necesaria y el golpe hizo vacilar el saco de harina que había sobre la mesa.

Adrien se vio completamente cubierto de harina. La Bruja había logrado librarse, Adrien no sabía si se debía a sus poderes o a que había sido lo suficientemente ágil para esquivar aquella avalancha. Había tanta, que apenas podía abrir los ojos para verla riéndose a su costa.

Publicación original:

https://twitter.com/MeimiCaro/status/1238493540419883009

Fecha original: 13 de marzo de 2020

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