031
Aunque el hogar de la bruja era un remanso de paz, tardaron un tiempo en llevarse realmente bien. Adrien nunca sabía cómo interpretar sus silencios y ella, aunque siempre amable, parecía un ente distante.
Había sido así desde que llegó a aquel lugar, así que lo había naturalizado sin darse cuenta. No fue consciente de ello hasta que la escuchó reír por primera vez. No una risita encubierta como las que estaba acostumbrado a escuchar en la corte por nobles de sonrisas falsas.
No, una risa de verdad. De esas erráticas y desiguales por la falta de aire, la que te sacan los colores y te roban un par de lágrimas. Una risa como la de ella cuando le vio caer malamente en el lago y quedar envuelto en juncos y musgo.
Aún empapado y embarrado, no pudo evitar reírse él también. Era estúpidamente contagiosa aquella risa.
Sin importarle mancharse, ella le tendió la mano y de un fuerte impulso lo ayudó a levantarse. En ese instante, con las manos unidas y el eco de sus risas aún en el aire, Adrien se dio cuenta de que la distancia entre ellos quizás no era tan infranqueable como pensaba.
Publicación original:
https://twitter.com/MeimiCaro/status/1238041955164131328
Fecha original: 12 de marzo de 2020
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