Por alguna razón que no podía definir, él sabía que el conocer el nombre de la bruja estaba vetado. No era que no quisiera ni mucho menos, en realidad era desesperante no saberlo.

Pero sentía que en cuanto lo mencionara, algo entre los dos se rompería, quizás aquella ensoñación terminaría y volvería a las pesadillas.

Adrien regresó de ir a buscar las plantas que ella le había enseñado a recolectar con esa vorágine en la cabeza. Entonces escuchó aquel sonido hueco al otro lado de la cabaña.

Caminó a su alrededor con los sentidos alerta, pero solo se encontró con la bruja golpeando con un hacha un tronco de madera. Había dos pilas de leños arremolinadas a su alrededor mientras ella dividía el que estaba en el tocón con un golpe ágil.

Adrien luchó por controlar el suspiro que se le arremolinó en el pecho. Quizás era la viveza de sus ojos o era la forma en que su fuerza parecía ser capaz de atraerlo todo, pero Adrien no podía ni pestañear.

Adrien se preguntó si la bruja podría haber hecho todo eso con magia. Quizás evitaba usarla frente a él para no asustarle, pero tal vez había algo más allá. La única magia que veía nacer bajo sus manos era tan, tan sutil, que Adrien se preguntaba si estaba imaginando cosas.

Como que las zanahorias de su huerto, aunque no eran perfectas, siempre estaban tan sabrosas que parecían manjares. O que las telas de sus camas, pese a no costosas sedas, eran más suaves y de calidad que cualquiera que hubiera tocado jamás.

Ella le sonrió, agradeciéndole por el encargo e invitándole a acercarse, dejando el hacha junto al tocón. Quizás la mayor magia estaba en esa sonrisa.

Publicación original:

https://twitter.com/MeimiCaro/status/1237765598559514625

Fecha original: 11 de marzo de 2020