Enterró la espada en el suelo, con una furia irracional tan fuerte que la espada vibró al impactar profundamente en la tierra. Un sentimiento horrible amenazó con devorarle el pecho y Adrien corrió y corrió y corrió.

Se adentró profundamente en el bosque con el deseo de que aquella pegajosa oscuridad que parecía querer bajar por su garganta hasta invadir su corazón, desapareciera. Esa pesadilla que lo ataba a un padre que no le había mirado a los ojos en años.

Se hundió en las sombras del bosque, más allá de donde cualquier mortal se atrevería a ir sin temer por su vida. No le importó. Quería huir, quería que todo se arreglará o que terminara de romperse de una maldita vez.

Entonces la luz lo cegó. El bosque lo abandonó a sus espaldas y lo recibieron unos ojos azules que pensó que jamás volvería a ver.

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Fecha original: 9 de marzo de 2020