Adrien se tumbó sobre el césped de forma desganada. Poco le importó el frío de la noche que congelaba su aliento ni las gotas de sereno que le mojaban la ropa. Él solo quería mirar el cielo despejado de la noche, tan cuajado de estrellas.

Le recordaba a ella. Salir a dormir bajo el manto de la noche era un consuelo absurdo ante la idea de no poder verla, pero ahí estaba, cada noche, sepultado por los millones de estrellas que brillaban igual que su cabello.

Quizás su padre tenía razón. Quizás si era una bruja malvada capaz de arrebatar lo que quisiera. Desde luego, su corazón ya no estaba en su pecho, estaba junto a ella.

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Fecha original: 8 de marzo de 2020