Reto#3: Corazón de hielo

El día en que tomé consciencia de vida, admiré por primera vez el universo y lo amé. Yo era a penas una pequeña hojuela fría flotando sin cauce ni razón. Pero esto no duraría mucho porque, mi cuerpo absorbía la escarcha de manera magnética y me di cuenta de que mi corazón estaba hecho de un grueso hielo que nunca se derretía, a pesar de estar tan cerca del astro más respetable de todos: el majestuoso Sol.

El rumbo de mi vida siempre había sido el mismo desde ese entonces, lo averigüé dejando pequeñas esporas de luz, combinadas con escarcha en ciertos puntos del camino, para luego ver cómo quedaba siempre algo de mí en donde ya había pasado. Así comencé a pensar que, mi propósito era pintar el espacio con mi presencia luminosa.

Durante mi trayectoria me encantaba charlar con los demás seres que, de vez en cuando me topaba en el camino, los cuales eran en estructura diferente a mí, pero muy amables. Me dijeron llamarse Asteroides y que me doblaban la edad, ya que me vieron crecer en toda mi estadía en órbita.

De ellos aprendí muchas cosas, por ejemplo la existencia de más seres iguales a mí, los cuales nunca había visto de frente. También supe que los de mi especie se dicen llamar Comentas, aunque los Asteroides me nombraron Estela de cariño, debido a mi habilidad de dejar marca por donde me desplazo. Con el transitar de la órbita adopté por completo dicho nombre, era mi identidad.

Di tantas vueltas alrededor de una misma dirección, que pronto sentí que mi propósito era una pérdida. Necesitaba hacer algo más de mi vida y aunque los asteroides me advirtieron lo peor con una inmensa preocupación en sus semblantes, yo tomé la decisión de hacer una locura descabellada: saldría de mi órbita para conocer nuevos horizontes.

Así pues, comencé a mirar más allá de lo que me rodeara y fijé la atención en un planeta cercano; ese sería mi destino de aterrizaje. Moví todo mi cuerpo estelar en aquella dirección y quedé exhausta, hasta que por fin me desprendí del lazo que me unía a estar en un mismo lugar y por primera vez sentí lo que era el miedo. Por más que quería controlar la situación la gravedad tan mencionada por los asteroides, me arrastró a lo inevitable.

Solo pude sentir que mi cuerpo colisionó con fuerza contra aquel planeta que no tenía la culpa de nada y mi corazón se fragmentó, dando inicio a la mencionada Era de hielo, nombrada así milenios después, por el ahora conocido Hombre. Desde ese entonces habito los polos más fríos de la tierra, en alma y corazón.

Palabras: 447

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Este es el siguiente desafío, en respuesta a la tercera Idea loca. Espero que sea de tu agrado :3

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