5. Margaret

Margaret

Me quedé a la espera de que algo malo sucediera, porque mi vida cubierta y hecha de desdichas no espera cosa más virtuosa que la desgracia. Una a la que mi cuerpo ya estaba acostumbrado.

La espera llegó a su fin cuando apareció a mi lado aquello tan desagradable que tenía como meta acabar con mi continuo y arduo sufrimiento. Esa dicha, una sola, aún siendo una ilusión momentánea, logró darme la fuerza suficiente para abrazarme a la vida sin que ésta me pinchara con su crueldad; aquel que tanto padecía. Me dio un minuto de paz, de felicidad que emergió entre mis angustias y las evaporó creando en mí una nueva expresión de alegría.

Aquella dicha tan preciada tenía nombre: Margaret.

Ella me devolvió mi vida, una que ya había dado por perdida. Sus cabellos castaños, sus ojos avellana y su gran sonrisa blanca me devolvió el aliento y revolvió tanto mi interior que mi corazón palpitó al compás de mil tambores.

Ojalá pudiera besarla, ojalá poder tomarla entre mis brazos, ojalá tocar su piel de porcelana y cruzar su camino de pecas, sumergirme en su lengua y apoderarme del brillo de sus ojos.

Ojalá el efecto de las pastillas fuera tan fuerte como para lograrlo.

Creado en el 2018

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