𝓛𝓪 𝓿𝓮𝓷𝓭𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓪𝓿𝓪𝓻𝓲𝓬𝓲𝓪 𝔂 𝓮𝓵 𝓸𝓻𝓰𝓾𝓵𝓵𝓸
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Todos a la vez comenzaron a destrozar el barco. Partiendo metal con las manos, quitando piezas y dejando filtrar el agua como si esta saliera de una gran herida. Todos ellos lo hacían sin importar los cortes, sin gritos ni llanto por el dolor; todo lo contrario, sonreían orgullosos de sí mismos.

Estaban a la deriva, hundiéndosen en su propia miseria, aquella que ellos mismos crearon por el simple deseo de querer más.

El querer, el desear lo son todo ¿cierto?

Las pinturas con rostros felices desconocidas caían una tras otra al suelo del barco para luego fundirse con la marea junto a un reloj desgastado aunciando que el tiempo del cambio se habia acabado. Muchos intentaron agarrarlos, porque a pesar de que pronto la vida dejaría sus cuerpos, la avaricia no lo haría y persistiría hasta que esta no encontrara a quién controlar con sus hilos blancos.

Pronto el agua les llegó hasta las rodillas, luego hasta la cintura y finalmente hasta el cuello. En ese preciso momento tuvieron conciencia de lo que hicieron.

¿Habían destruido su propio hogar? ¿Aquel que los mantenía con vida?

Comenzaron a pedir ayuda hasta que sus gargantas no cedieron y sus brazos se cansaron de aletear buscado una mano invisible que los salvara de su autodestrucción.

La miseria los ahogó, la avaricia y luego la propia muerte; quedando solo cuerpos grises que representaban las cenizas de una esperanza que nunca brilló más allá de la sombra del orgullo.

Creado en el 2018