𝓟𝓪𝓻𝓪́𝓵𝓲𝓼𝓲𝓼 𝓭𝓮𝓵 𝓼𝓾𝓮𝓷̃𝓸
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Cuando despertó de repente fue para retomar la respiración, que extrañamente perdía.

Estaba oscuro. Tan oscuro que le era imposible mirarse las manos, pero no le sorprendió. Desde que murió Dina su habitación siempre había estado en tinieblas recordandole cada mañana lo infeliz que era sin ella y lo vacío que estaba.

Sintió un frío escalofriante recorrerle las costillas y el estomago le gruñó, como si se quejara del mal tiempo.

¿Así se sentiría su hija dentro de la tumba? ¿Con el frío recorriendole hasta el alma?

Se dio una amonestación mental cortando el pensamiento e intentó extender la mano a la mesa de noche que sabía, estaría a su derecha solo para buscar su inhalador.

Ya le dificultaba respirar, el asma le volvía a atacar.

No obstante, su actividad se vio interrumpida por una barrera sólida. Alzó la otra mano hacia arriba de él y otra pared le prohibió la pasada. Como medida inmediata y por mero instinto se levantó y su frente golpeó de nuevo el mismo obstáculo.

Entró en pánico palmeando todo a su alrededor, que solo le confirmó que estaba encerrado en una caja de madera. Intentó inhalar para gritar, pero el aire le faltó, y solo en ese preciso momento los recuerdos de las anteriores horas le estrujaron la mente, riéndose de él.

La última vez que vio a Dina fue llorando con el vestido negro de su madre frente a él y luego... el ataúd se cerró y toda luz desapareció, dictando su destino.

Creado en el 2017.