Recorria los pasillos y me sentía como un neoyorkino en la gran manzana, solo que a mí me rodeaban grandes libreros, y el dulce aroma de las hojas atravesaba mi nariz hasta el fondo de mi alma, la ansiedad se apoderaba de mí al no saber cuál libro elegir, quería sumergirme en un mar de letras y palabras y bucear en un mundo distinto, que me saque de todo lo conocido entre tantas manzanas, avenidas, cálles y criaturas, no vi ninguna que me hiciera pensar qué gran filósofo Hume lanzaría a las llamas , decidí pues  cerrar los ojos y caminar sin pensar en el rumbo hasta que un libro me atropellara, ese sería mi mundo, el que el destino me enviará,  así pues cuando sentí el impacto, abrí los ojos y grande fue mi emoción al leer el título, porque sabía que iniciaría una gran aventura y ya no sería el mismo