La noche era cada vez mas fría y mis piernas comenzaban a notar la fatiga por todo el tiempo que tuve que esperar y por todas las noches anteriores a esta.
No sabia que me hacia regresar, tal vez eras sus manos firmes sobre mis caderas, o quizás la forma seductora y lenta con la que me quitaba cada una  de mis prendas haciéndome sentir ansiosa y disfrutando de aquel control que yo le entregaba; o puede que tal vez eras las palabras que me susurraba al oído con aquel tono grave que tanto me gustaba las que me hacían regresar una y otra vez.

La puerta se abrió en aquel instante, un cálido aire me llego en las mejillas mientras que frente a mi aparecía aquel hombre que tanto anhelaba.

Fue entonces cuando me quedo claro, lo que me gustaba, lo que amaba, era ver esa sonrisa llena de amor en su cara cada vez que nos mirábamos a los ojos, una sonrisa por la cual era capaz de pasar todas las noches frías que fueran necesarias.