Capítulo 38

“Siempre se aprecia mucho el poder de hacer cualquier cosa con rapidez, y no se presta atención a la imperfección con la que se hace.”

-Jane Austen.

[Orgullo y prejuicio.]
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—¡Dios!  Siento que voy a colapsar en cualquier instante.—exclama Keira mientras se dedica a dar vueltas en círculos alrededor de todo el salón.

Hace media hora Kim y Min habían partido en busca de los chicos, a estas alturas todos teníamos los nervios de punta, sin recibir noticia alguna de su condición.

Las chicas habían abandonado el sueño minutos después de que todo iniciara. Al principio estaban muy confundidas por la repentina revuelta en la mansión, pero luego de una concisa explicación no han parado de lamentarse e inquietarse al igual que el resto.

—¿Crees que estén bien? —le pregunta Alice a Hye Kyung sorbiendo su nariz.

Porque sí, Alice al ver que no recibíamos señales de vida había comenzado a llorar imaginando los peores escenarios posibles.

—Estoy segura de que lo están. Nam y Yoongi nunca permitirían que algo malo les sucediese, esos chicos son su familia.

Familia. Eso me recuerda…

—Hye Kyung ¿Dónde están tu padre y el señor Jung? —inquiero poniéndome de pie.

—Deben de estar en el despacho. Alguien debía avisarle a la orden lo que sucede, imagino que están redactando la carta con lo acontecido, tal vez ayude a la investigación…

—¡¿Carta?! ¿Qué acaso por ese medio no demora más en llegar el mensaje? ¿No pueden enviar un simple correo o algo así? —entiendo la preocupación de Keira, cualquier persona en esta situación preferiría contactar con la ayuda cuanto antes.

—Las cartas son el medio más seguro y privado, al igual que la orden, es ley ser discretos y mantenernos ocultos. Por la demora no te preocupes, tenemos nuestro propio sistema corresponsal que se hace cargo de entregar con rapidez cada carta o paquete.

—Eso es interesante, la verdad….

No termino de escuchar aquella conversación y dirijo con velocidad mis pasos hacia el despacho.

No puedo quedarme de brazos cruzados ante la inminente amenaza, debo empezar a aportar algo y creo que el momento de contarlo todo ha llegado...

Ni siquiera me molesto en tocar la puerta, simplemente entro encontrándome con ambos hombres redactando con ahínco y desespero la supuesta carta. Mientras Seong Woo escribe, Jung se encarga de dictar las palabras correctas.

—¿Qué sucede? ¿Ya han vuelto? —pregunta Hyo Shin esperanzado. Niego ante sus palabras y este se limita a suspirar con decepción.

—Necesito contarles algo. No estoy segura de si sea realmente una cuestión de utilidad, pero no puedo retenerlo por mucho más y algo me dice que es importante.

Seong Woo detiene sus trazos para observar con confusión a Hyo Shin, y luego de un asentimiento de parte de ambos, prosigo.

—Seré concreta. Desde hace bastantes meses llevo teniendo ciertos sueños, que en un final llegaron a materializarse en la realidad.—relato refiriéndome a los primeros sueños que tuve con Jungkook hasta que nos conocimos. —Luego de eso cesaron, pero ahora han aparecido nuevamente y con un escenario para nada agradable. Lo cual me lleva a pensar, que si una vez fueron reales, tal vez esta no sea la excepción. Puede que sean un aviso.

—¿Qué fue lo que viste? —me incita Seong Woo a continuar.

—Estaba en un paisaje totalmente lúgubre, todos estaban ahí, Keira, Alice y los siete chicos. Al principio todo fue muy…normal, hasta que repentinamente la luz de la única estrella presente comenzó a parpadear. Por cada vez que se apagaba, una persona diferente desaparecía hasta quedarme sola y sumida en completa oscuridad. Luego de eso, solo podía escuchar gritos y más gritos, no podría decir siquiera de dónde provenían puesto que la oscuridad sobre mí era absoluta.

“De astra animam mortem”
—murmura Hyo Shin casi inaudiblemente, para luego despojar con brusquedad el papel de las manos de Seong Woo y comenzar a escribir por su cuenta.

—¿Qué? ¿Qué es eso?

—Significa en latín “La muerte de las estrellas del alma”—explica Seong Woo. —¿Sabes esa antigua leyenda? Cuando una estrella muere, también lo hace el alma de esa persona a la que pertenece. Pues eso mi niña, es muy real.

—No…¿Quiere decir que todas las personas en mi sueño morirán como esa estrella?—puedo sentir mis ojos cristalizarse, la angustia comienza a consumir lentamente todos mis sentidos.

—¡No nos precipitemos! Tiene que haber una explicación, esos sueños no son comunes. Tengo que informarlo a la orden y ellos enviarán una respuesta con rapidez. —espeta Hyo Shin mientras continúa escribiendo con desenfreno.

—Solo estoy seguro de algo, eso más que un sueño es un presagio. Es parte del don divino que te ha concedido la profecía. Y si es así como dices, si es cierto que solo quedabas tú en aquel sueño, es porque algo más profundo se esconde en esas visiones. Algo sucederá definitivamente, y caerá sobre tus hombros la repercusión de ese daño.—Seung Woo presiona sus labios en una fina línea luego de aquellas palabras, demostrando su clara inquietud.

No…no.

No puede ser.

¿Todas esas vidas sobre mí?

¿Cómo podría yo evitar la catástrofe en la realidad cuando ni siquiera en el sueño me es posible?

¿Cómo podría actuar cuando no tengo ni el más mínimo indicio de lo que sucederá?

—¿Sabes por qué ocurre esto, cierto?
—cuestiona Hyo Shin, colocando meticulosamente la carta conclusa en un sobre completamente rojo y con el emblema del mismo color.

Niego ante su pregunta, a decir verdad ni siquiera entiendo porqué me suceden este tipo de cosas.

—Es porque alguien está interfiriendo en los planes del destino para ti. Alguien está manipulando lo que debería suceder para evitar cumplir la profecía. Y creo que sabes lo que eso significa ¿Verdad?

—Sí, esta es la catástrofe. La consecuencia de no seguir las órdenes del universo. Y es la peor de todas, la muerte. —murmuro completamente desubicada de mi entorno, no puedo sentir siquiera mis piernas rozar el suelo.

Una lucha interna se está librando en mi interior y mis ojos comienzan a pesar lentamente.

—No te preocupes. No estarás sola, te ayudaremos y…

Mis piernas fallan, siento cómo me voy desvaneciendo poco a poco. No sé en qué momento mi vista se ha nublado de tal forma que al reaccionar un poco más solo puedo distinguir el rostro preocupado del señor Jung sosteniendo mi cuerpo y diciendo una variedad de frases, que a pesar de la cercanía, no soy capaz de entender.

Mis ojos se cierran por completo. Nuevamente todo es oscuro y estoy sola. Odio el vacío que trae consigo esta aterradora oscuridad.

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Un gesto de afecto.

Madre, solo dame un abrazo por última vez antes de atravesar esa puerta.
Padre, mírame por un instante y dime que estás orgulloso de mí.

Sí, me molesta estar sola, me molesta su ausencia ¿Por qué no lo notan?

¿Por qué solo se conforman con mis vagas palabras de “estoy bien” y no miran más allá en mis ojos donde el llanto se forma?

¿Por qué siempre debo ser yo la comprensiva?

Esta mañana la vi, a la niña de aquella casa iluminada en la esquina del vecindario. Estaba son su madre, jugando en el pequeño columpio de su patio. Ellas reían y luego su padre aparecía con dulces para besar su frente.
¿Por qué no juegas conmigo mamá?

¿Por qué papá no besa mi frente y revuelve mi cabello de esa forma?

Saben, la niña me invitó a jugar. Estaba muy feliz, pero cuando llegué y me vi reflejada en su mirada y en la de sus padres todo se hizo gris.

Me veían con lástima, y cuando ella me preguntó...

¿Dónde están tus padres?

Su madre la reprendió, ellos saben que estoy sola. No quiero su compasión, solo los quiero a ustedes.

¿Me verán alguna vez como su hija?

Eso no importa siempre y cuando pueda retener este momento, tu tacto mamá, tu tacto sobre mi cabello acariciándolo y la suave voz de mi padre diciendo lo mucho que me echó de menos...

¿Todavía está inconsciente?

Sí, me quedaré con ella hasta que despierte.

No logro identificar con claridad las voces, pero esa última… esa última voz es tan hermosa y reconfortante.

Ese timbre tan cálido destila todo el afecto y el cariño que tanto he anhelado en mi vida. Pero…no es la voz de mi madre, tampoco la de mi padre.

¿Entonces, quién eres?

¿Quién eres que con tu simple melodía puedes colmar de paz mi corazón y hacerme vivir tan hermosos y a la vez dolorosos recuerdos de mi vida?

No sé quién eres, pero me acabo de dar cuenta de que te amo mucho.

Despierta, princesa.

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Mis ojos se abren involuntariamente ante la voz aterciopelada que susurra y besa mis sienes…todo fue un sueño, un triste y doloroso sueño de una niña solitaria.

No tengo idea de por qué he revivido esos recuerdos…¿Es por esa voz?

Es tan hermosa y acogedora que me ha hecho volver a mis memorias para luego recibirme con todo lo que añoré en ellas.

No llores, no. Yo cuidaré de ti.

¿Quién eres?

Esa voz... la conozco. Y aunque mis ojos permanecen entreabiertos solo puedo concentrarme en la mano que acaricia con ternura desmesurada mi cabello.

¿Es un ángel?

Sí, tiene que serlo. Debe ser el ángel que tanto amor me profesa con sus simples palabras.

Reuniendo la mayor fuerza que mi estado de letargo me permite, intento aclarar mi vista y agudizar mis sentidos. Necesito verle de nuevo.

Coloco casi por inercia mi mano sobre la suya, como si quisiera comunicarle que no detuviese aquel mágico tacto. Parece entenderlo, puesto que no solo me acaricia, sino que ahora me sonríe y besa mi frente de forma pausada. Quizás había estado esperando mi calor tanto como yo anhelaba el suyo.

—Te he echado de menos. —me susurra sin detener sus caricias.

—Yo también te he echado de menos, Jungkook.

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