¿Y si tomamos un café?

847 palabras

La música llena sus oídos, el resto de las personas en la cafetería parecen aburridas del loop monótono que ha mantenido por la última hora, pero para él hay algo único en aquella melodía, como si al detenerla la magia fuese a desaparecer.

Da un sorbo a su café y continúa simulando leer el libro que tiene entre sus manos, incluso si distraídamente llega a leer alguna ocasional frase, su labor en ese lugar es un tanto diferente. El anuncio colgado en la puerta y la decoración en tonos de rosa no mienten: es 14 de febrero, día del Amor y para este chico el día más molesto del año.

Desde que se convirtió en Cupido, Fede apenas ha tenido tiempo para el amor; claro, disparar flechas a las parejas en el parque o distraídamente empujar a alguien a los brazos de su enamorado forma parte de su día a día, pero hay una gran diferencia entre brindar amor y ser amado.

Suelta un suspiro frustrado mientras se pone de pie y se dirige a la caja, una joven mujer esta a dos segundos de romperse el cuello de lo mucho que esta intentando captar la atención del joven frente a ella en la fila. "Clásico" piensa Fede, sacando disimuladamente de su vieja mochila un celular y abre la única aplicación instalada, un alegre querubín le da la bienvenida y le pide seleccionar su flecha; observa a los chicos por el rabillo del ojo y, compadeciendo a la pobre chica, toca la pantalla, eligiendo una simple flecha de "crush".

Sin pensarlo dos veces dispara. Tan simple como deslizar su dedo por la pantalla de un teléfono, el joven distraído vuelve la vista a la mujer y ambos inician una conversación que Fede sabe terminará en una primera cita.

Sonriendo, desvía la mirada y observa con curiosidad su labor en aquella pequeña cafetería: un par de chicos que finalmente confesaron sus sentimientos, de nada; una mujer anciana que al fin se animó a decir te amo a su anciano príncipe, no es gran cosa; o tal vez la bella escena de un pequeño niño que invito a una niña más grande a compartir su libro para leer juntos, si ese definitivamente le gusto. 

—El que sigue. 

La voz molesta y aburrida de la cajera le hace recordar que aun queda un largo día por delante. Avanza y deja su vaso de café en el mostrador, buscando rápidamente las monedas que dejó en la bolsa de su chamarra.

—Lo siento, -dice Fede nervioso —estaba seguro que había apartado el dinero.

—Esta bien, ¿solo consumió esto? —pregunta sin ánimos la chica.

Fede finalmente encuentra las monedas y levanta la mirada, encontrándose con unos ojos color miel mirándole fijamente. El mundo se detuvo a su alrededor, la música al fondo parece que había esperado a que este momento sucediera para envolverle y obligarlo a perderse en aquellos ojos y aparece, por primera vez en años, la fascinante y molesta sensación de mariposas revoloteando en su estómago.

—Si yo, —comenta nervioso —solo sería eso y un permiso.

Aun sin comprender del todo lo que ocurre, levanta el libro que ha estado sujetando, la chica sonríe un poco al ver el título.

—Interesante elección, —dice burlona —no todos los días alguien decide que hombres lobo sin camisa 2 es un buen libro para pasar el rato.

Sintiendo el calor en sus mejillas, Fede baja rápidamente el libro e intenta reunir toda la confianza y dignidad que puede antes de hablar.

—Si yo, —Cupido deja de hablar por un momento, volteando a ver el libro en sus manos —espera, ¿Cómo sabes que se trata de eso?

Con esas palabras, la chica aparta la mirada y comienza a murmurar algunas excusas, Fede solo sonríe tímidamente y le entrega el dinero a la chica.

—Quédate con el cambio. —dice alegremente Cupido

La chica le mira sorprendida, con demasiado dinero en sus manos como para pagar los pedidos de todos en la cafetería.

—No puedo aceptar tanto...—dice nerviosa

—Tómalo cómo un regalo de Cupido, eh...—mira el gafete en el uniforme de la chica —Beatrice

—Bea, —responde sorprendida —en realidad detesto este día —Fede jamás se había enamorado más que ahora—oye salgo a las 6 y...

—¿Y si tomamos un café? —interrumpe Fede emocionado —Me encantaría.

La magia del momento se interrumpe con el sonar de la alarma del teléfono del chico, el texto brillante anunciando que va tarde para esparcir el amor.

Cómo odia este día, aunque viendo a Beatrice ahí tal vez no sea tan terrible.

—Creo que tengo que irme, el amor no se esparce solo. —dice el chico alejándose del mostrador, sin poder apartar la vista de aquella chica de ojos apagados.

—Te veo en la tarde, Cupido. —responde animada antes de seguir con su labor.

—No me lo perdería por nada. —es lo último que dice antes de salir de la cafetería.

Incluso si el resto del día estaría ocupado enamorando a todo aquel que se cruce por su camino, la tarde será solo entre él, ella y un café.

Un agradecimiento a Books_Kai por los banners de este reto

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