04
Mia
El maldito móvil no paraba de vibrar del otro lado de la casa, repicaba con insistencia, y yo intentaba ignorarlo hasta que fue tan molesto que decidí contestar. Haciendo las sábanas a un lado, salí del dormitorio y me dirigí a la sala. Lo encontré sobre la pequeña mesita, frente al televisor. Mis ojos continuaban cerrados, por lo que no vi el número que llamaba en la pantalla, todavía estaba medio dormida cuando descolgué.
-¿Sí?- respondí con voz perezosa, sin saber siquiera quién me llamaba.
-Buenos días, dormilona- dijeron con voz descarada del otro lado de la línea. Ante un saludo así mis ojos se abrieron inmediatamente de par en par, y busqué con la mirada el reloj de pared colgado sobre el sofá.
-¿Dormilona? ¿Tienes una idea de la hora que es? ¡Son las malditas cuatro de la mañana!- geuñí. Él soltó una carcajada con su voz de apuesto galán insoportable- ¿Te da gracia, idiota?- chillé. Reamente estaba muy irritada ¿Consejo de amigos? No me despiertes.
-Amaneces de muy mal humor… ¿Siempre es así?
-No- le resté importancia, sonando amable- ¡Solo cuando me despiertan a las cuatro de la madrugada!
-Dejarás de ser tan gruñona cuando te penetre- mencionó con paciencia- No comprendo cómo has llegado tan lejos en la vida siendo tan holgazana- suspiró. Fue un suspiro de esos falsos que ni el aliento que sueltas se cree que es verdadero. Volteé los ojos, hastiada- En fin, ¿me abres la puerta?
Mi boca se abrió formando una gran “o” ¿En serio estaba en la puerta de mi casa?¿A las cuatro de la mañana? Muy guapo y todo, pero este hombre debía tener problemas psicológicos.
Regresé de mis pensamientos cuando tocaron a mi puerta y Paul habló nuevamente en mi oído.
-¿Me abres o tiro la puerta abajo?- colgué el móvil y fui a abrir lo más rápido que pude. No quería despertar a Sky.
Abrí la puerta realmente cansada y allí estaba él, tan tranquilo y fresco como una lechuga, como si fuesen las tres de la tarde. Llevaba puesto un mono deportivo negro y una sudadera gris que se veía un poco sudada y de la cual colgaban unos auriculares. Su cabello oscuro también se veía algo sudado y despeinado. Se veía guapo en la misma proporción que el día anterior pero de una forma más casual, más natural. Bostecé.
-En cuanto termines de admirar el paisaje- se autoseñaló con el pulgar- puedes dejarme pasar que parezco idiota aquí parado, me van a salir raíces- se quejó.
¡Menudo autosuficiente! ¿Qué se cree? ¿Que solo porque es atractivo y sexy y tiene una sonrisa diabólica de los mil demonios puede ir por la vida creyéndoselo? Pues sí, sí puede, pero ni en un millón de años lo admitiría en voz alta.
Me hice a un lado y lo dejé entrar. Bostecé nuevamente y mis ojos se nublaron.
Llevaba consigo unas bolsas de supermercado que dejó sobre la isla de la cocina y se dedicó a echarle una ojeada a la casa. Escudriñaba cada centímetro con ojos audaces y metódicos, como si estuviera a punto de recomendarme algunas que otras modificaciones en la decoración, pero no lo hizo. Tenía un ápice de educación después de todo. Su mirada se detuvo en mí.
Por un segundo volví a sentirme desnudada por su penetrante mirada azul. Sus ojos evaluaron cada parte de mi anatomía y yo lo miraba extrañada, esperando a que se percatara de lo incómodo de la situación solo que no lo hizo; o quizás sí se daba cuenta pero le daba igual. Por fin abrió la boca para romper el silencio pero lo que salió de ella no fue nada agradable…
-Se te marcan los pezones- mis ojos se abrieron como platos y mi primera reacción fue cubrirme con las manos. Seguramente estaba ruborizada por la vergüenza… ¿o era por la rabia? No lo sé, con el sueño se me hacía difícil discernir. Aun así me defendí.
-Lo siento mucho, señor Chief- ironicé- Si me hubiera avisado que venía entonces me hubiese puesto brassier, pero como usualmente no recibo visitas a las cuatro de la madrugada, no lo tuve en cuenta.
-Oh no, tranquila, si no me molesta- y esa sonrisa arrogante que tanto odiaba apareció en su rostro.
-¿Qué estás haciendo aquí? ¿Y cómo sabes mi dirección? - le pregunté, cruzando los brazos, para aliviar un poco la tensión que se había creado, al menos por mi parte.
-Estaba haciendo footing por la zona, vivo muy cerca de aquí. Es curioso que casi seamos vecinos y nunca nos hayamos visto. En fin, fue Dave, él me dio tu dirección. Y también me dijo que…- alargó la frase y caminó hasta la isla para alcanzar las bolsas que había dejado allí y sacó de ella unos gofres- adoras los gofres para desayunar.
-¿Me has traído desayuno y esperas que así olvide que me has tirado de la cama?- asintió-¿Sabes que te puedo denunciar por acoso?- le dije cruzándome de brazos.
-No te pongas a la defensiva, solo traje desayuno para ambos, nada más ¿Desayunamos? Prometo no fijarme en que vas marcando pezón.
-¡Ya deja de decir que se me marcan los pezones! - le reprendí -¡Vaya mierda tu intento de comprarme con gofres! ¿Puedo volver a la cama, por favor?
-Por supuesto que no. Vine para saber si tienes algo novedoso sobre mi caso ¿o crees que vendría a tu casa en la madrugada solo para verte? Siéntate, anda.
Rodé los ojos y preferí ignorar el hecho de que me mandó a sentarme en mi propia casa:
-¿Tomas café?- le brindé, sacando a relucir mi lado más cordial.
-Si le añades dos tragos de tequila, con gusto.- a la mierda la cordialidad.
-Alcohólico- murmuré entre dientes.
-Mojigata- creí escuchar de él.
-¿Eh?- pregunté.
-¿Eh?- inquirió. Por un momento fue graciosa nuestra manera de disimular.
Me dediqué a preparar el café y a bostezar en varias ocasiones. Él se mantuvo en silencio todo el tiempo. De vez en cuando preguntaba cosas tontas para intentar entablar conversación pero siempre lo cortaba. He de admitir que soy un poco insoportable con hombres como él y si son hombres como él que me obligan a madrugar entonces ya estamos hechos.
-El café está listo- anuncié- Solo que olvidé donde está el azucarero- comenté en voz baja, hablando conmigo misma. Me di la vuelta, quedando de espaldas a él y me incliné para buscar debajo del fregadero de la cocina. Sentí unas risitas por lo bajo y me giré para encarar a Paul-¿De qué te ríes?- cuestioné enfadada.
-¿Yo? De nada. No me estoy riendo- respondió con sorna- Continúa buscando el azucarero, por favor, me gustaría desayunar hoy, de ser posible.
Ignorándolo me puse en cuclillas para facilitar mi búsqueda, cuando lo sentí reír de nuevo.
-¿Qué? Quiero saber qué es tan gracioso...- le pregunté, molesta.
-Hilo dental negro. Lo sabía.- se encogió de hombros- Me encanta cuando tengo la razón- lo miré con cara de pocos amigos y él se enserió- Ya, tranquila, deja de buscarlo y siéntate aquí conmigo.
Me senté a su lado en uno de los bancos que había junto a la isla
Solo tomaba zumo de naranja del que él había traído cuando sentí el peso de su mirada sobre mí.
Otra vez la misma mirada ¿Acaso no conocía otra forma de mirar? Era como si con una de esas miradas te quitara hasta la última capa de la piel y del alma.
Poco a poco se fue acercando a mí, sus movimientos eran lentos y cautelosos. Estuvo tan cerca hasta que incluso su respiración chocó con la mía. Su brazo pasó por detrás de mí
¿Va a besarme?- pensé- ¡Ay, Dios! ¿Qué hago si intenta besarme?
Inclinó su rostro y cerré mis ojos a la espera de lo que sea que fuese a suceder. Lo siguiente que pasó, he de admitir que no me lo esperaba.
-Aquí está- mencionó a escasos centímetros de mi cara, agitando el azucarero en su mano- Allí, detrás de ti estaba- indicó. Al ver la confusión clara en mi rostro, apuntó: - Lo siento, ¿pensabas que iba a besarte?- soltó una carcajada- Estás loca, te huele el aliento.
¿Podía ser más humillante este día?
-¿Estás consciente de que yo puedo meterte en la cárcel, verdad?¿Sabes que estás en mis manos?- le dejé en claro.
-Si me metes a la cárcel, tendrías que compensármelo con algunos vis a vis ¿Estás dispuesta a eso?
-¿No venías a que hablásemos sobre el caso?-cambié de tema, carraspeando la garganta y tomando un sorbo de zumo de naranja. Él asintió- Pasé la tarde de ayer analizándolo. Necesitaremos los comprobantes y las facturas de los materiales que utilizaron para la construcción del edificio ¿Los tienes?
-Sí, se los pediré a mi secretaria.
-Excelente. También sería de ayuda el testimonio de algunos de los trabajadores de la constructora, alguien que nos refuerce en la defensa y que hable sobre las condiciones de trabajo que ofrecen en la empresa, las comodidades laborales, los seguros de vida, esas cosas. El jurado seguramente se lo pensará dos veces antes de meterte en prisión si ven que eres un jefe benévolo y humano- dramaticé en la última parte de la frase.
-Muy bien. Tendré todo eso hoy en la tarde - se puso de pie- ¿Cuándo nos vemos otra vez?
-Te llamaré cuando necesitemos reunirnos nuevamente. De preferencia en mi oficina y en un horario más normal.- hice énfasis en la última parte.
-Bien- sonrió- Tú asegúrate de llevar sostén, de lo contrario, te follaré allí mismo- hice un gesto de desprecio, levantando el labio superior- A propósito, date prisa si quieres llegar a tiempo al trabajo: el tráfico está de los mil demonios, porque hay manifestación contra el racismo.
-¿Otro negro asesinado?- quise saber.
-Sí. Un tal John Floyd, o algo así. Asesinado por un policía en Carolina del Norte, pero las olas de protestas han llegado a todo el país, y ya sabes cuán delicado es ese tema aquí.- contestó cabizbajo.
-¿Cómo podemos estar tranquilos, sabiendo que quienes se supone que deben protegernos son unos putos racistas que aniquilan a personas sin escrúpulo alguno solo basándose en su color de piel? – negué con la cabeza- Este país cada día se vuelve más inhumano.
-Es cierto, pero a estas alturas ya nadie puede cambiar eso- se acercó a mí y sostuvo mi mentón con delicadeza. Era gracioso cómo podía pasar en segundos de ser un cerdo a ser todo un caballero, y viceversa- No estés triste que se empañan esos ojos hermosos, ¿sí?- la mano con la que no sostenía mi rostro bajó hasta mi trasero e hizo presión- Adiós- dijo cerca de mis labios y se alejó, lanzándome un guiño.
¿Qué carajos ha sido eso? Intentaré no pensar en ello. Con un poco de suerte si vuelvo a la cama ahora, podré dormir media hora más.
Hola hola, pecadores. Como lo prometido es deuda, y les prometí doble actualización por el montón de días que llevaba ausente de acá, aquí tienen su doble actualización, continúen leyendo.
Oh, antes de eso:
Sé que también les prometí unas cuantas de escenas +18 en este libro, y juro que las habrá. Como pueden apreciar ya hay una cierta tensión sexual palpable entre nuestros protagonistas, peeeeero aún no es el momento. No es crueldad, es que quiero hacerlo todo bien con este libro ¿Ok? Sin embrago les adelanto que ya tengo algunas de esas escenas preparadas con antelación para cuando llegue la hora indicada. Gracias por seguir leyendo. Los amo.
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