Capítulo 13

"En el infierno es donde moran mis más profundos deseos".

Bea entró al laboratorio de su padre y lo vio concentrado en lo que fuera que estuviera realizando. Se acercó y se paró a su lado.

Él no se distrajo, ni siquiera la miró, pero sí sonrió y ella hizo lo mismo al verla. Sin embargo, se detuvo al ver una de las vitrinas. Ahí estaban los dibujos que sus hijos le hicieron, sobre todo los de Raven.

La mayor de ellos fue la más creativa con él, quizás fue Raven, quien vio en su padre al primer amor de su vida. Bea también lo amaba y alguna vez pensó que quería un hombre en su historia que fuera como él; no obstante, fue su mismo padre quien le contó lo que había hecho en el pasado.

Se sintió un poco decepcionada al saber que no tomó en cuenta los deseos de su madre, que cuando Brianna pidió que no la resucitaran, a él no le importó y lo hizo, que borró sus recuerdos. Bea dejó de verlo como el hombre perfecto, aun así lo amaba.

Quizás ella no podía ver las cosas a través de los ojos científicos que sus hermanos, tal vez por eso ni León ni Raven vieron en los actos de su progenitor, la crueldad.

En aquel momento, ella se desencantó un poco de Bastian, lo vio cuál padre ordinario, no como el hombre perfecto que creyó antes. Sin embargo, la vida se encargó de darle a ella el peso de las decisiones con respecto a su relación con Zaid y tal vez por eso comprendió un poco al biólogo.

—¿Qué tanto me miras? —inquirió su padre mientras veía a través del microscopio.

—Pensaba en ti y en mamá —respondió sincera—. En cómo te vi después de que me contaste lo que pasó entre ustedes. Yo... me desencanté un poco de ti.

Bastian dejó lo que estaba haciendo. Se quitó los guantes y miró a su hija con atención, quien por primera vez se sinceraba con ese tema.

—Lo lamento —dijo avergonzada—. Has sido un buen padre.

—No, continua —pidió el biólogo—. ¿Qué es lo que te molesta? No voy a negar que me di cuenta de que te alejaste un poco, pero esperaba que me lo dijeras, me alegra que lo hagas.

—Yo te amo, papá —aseguró y él asintió—. Es solo que, para mí, eras el hombre perfecto, pero de pronto me contaste todo lo que hiciste y... dejé de verte como el ser insuperable que creía. —Él sonrió—. Mamá dice que eres lo mejor de su vida a pesar de todo y yo estoy segura de que así es, pero en ese instante yo no lo veía de esa forma.

—¿Ahora si lo haces? —inquirió su papá.

—Digamos que en este momento entiendo que a veces toca ser el villano —respondió con un puchero—. No sé por qué estoy diciéndote esto, solo quería que lo supieras. Después de tantos años, entendí que no siempre se puede ser el bueno de la historia.

—De todos mis hijos eres quien más se parece a Brianna, no solo en el físico, también en el carácter. —Hizo un gesto de diversión—. Yo amo que seas tan ella. Creo que la razón por la que amo tanto a tu mamá es porque me hace salir de mi caja. Brianna y yo continuamos juntos a pesar de todo debido a que vemos las cosas desde diferente ángulo. Decidimos contarles lo que pasó entre nosotros tal y como sucedió porque no queríamos que alguien les diera una versión distinta, deseábamos que conocieran lo bueno y malo de nosotros. El desencanto que sentiste fue normal, al final, eres como Brianna.

—Ya no te veo así —añadió y él sonrió.

—¿De qué forma me ves ahora? —cuestionó su padre.

—Supongo que te entiendo un poco. Comprendí que a veces se toman decisiones en nombre de otro, porque así debe ser —concordó al tiempo que Bastian se acercó a abrazarla mientras pensaba en lo que pudo pasar a su hija—. Eres mi padre y te amo por encima de todo, aunque no siempre esté de acuerdo contigo. Tampoco lo estoy con mamá a veces, si sirve de algo.

Su padre soltó una risa divertida y asintió.

—Sé que me amas, preciosa —dijo el biólogo—. No es malo que te cuestiones las acciones de tu padre o de tu madre. No somos perfectos, ni tenemos la verdad absoluta.

—Gracias por entender —musitó y se recostó en su pecho.

De pronto miró el microscopio.

—¿Qué es lo que haces? —cuestionó mientras señalaba el tubo puesto sobre la mesa y los demás que mostraban distintos colores.

—Warfarina —respondió mientras la guiaba para que pudiera ver lo que pasaba—. Estoy haciendo cambios a su composición.

—¿Qué es eso? —inquirió un poco contrariada.

—La Warfarina es un medicamento anticoagulante —respondió Bastian—. Sirve para evitar la formación de trombos, coágulos —aseguró al ver que su hija seguía sin entender—. Yo estoy haciéndola aún más rápida.

—¿Qué tan veloz? —cuestionó Bea.

—Segundos de efectividad —añadió el biólogo—. Sin embargo, aunque eso es trabajo de un químico y pasará por la revisión del personal calificado, yo he hecho modificaciones para que se convierta en algo letal.

—¿Cuál es el fin? —insistió Bea.

—Es un arma —declaró el hombre, sin tapujos—. Fabrico armas de todo tipo, incluyendo las biológicas.

—Creí que Naciones Unidas lo había prohibido —mencionó la joven.

—También las drogas son ilícitas y siguen a la vista de todos. —Bastian la observó—. Mi trabajo tiene un lado bueno y uno malo. Muchas de las cosas que ahora posees se han logrado por la ciencia y, puedo asegurarte que, no ha sido por científicos sentados nada más esperando la respuesta. La naturaleza habla, pero es la constante búsqueda de supremacía del ser humano, con lo que se ha logrado mucho. Hay cosas desagradables hechas en nombre de la ciencia, tantas como atrocidades realizadas usando el estandarte de Dios. Así es la vida.

—¿Qué es lo que esa cosa hará? —preguntó su hija.

—Provocará hemorragia masiva interna en cuestión de segundos. El medicamento diluye la sangre, por decirlo de alguna forma; sin embargo, cada organismo debido a su composición genética, puede o no reaccionar grave —aclaró el biólogo—. Mi trabajo es encontrar un común denominador en los genes y hacer una especie de catalizador que ayude a la Warfarina a actuar en segundos, tres o cuatro, máximo.

Bea se quedó callada y luego miró a su padre de una forma que llamó la atención del biólogo.

»¿Ocurre algo? —inquirió el hombre.

—No, solo tengo que irme. —Su rostro sombrío no pasó desapercibido a su padre, quien se acercó a abrazarla—. Lo que sea que suceda, dime.

—Papá —dijo su hija y él la observó—. Deshazte de la Warfarina.

—¿Disculpa? —inquirió.

—Por favor, abandona este proyecto —suplicó con los ojos llorosos—. Haz otra cosa, lo que sea que quieras, pero renuncia a continuar el experimento, hazlo por mí. Por favor.

Su padre le miró con curiosidad y al darse cuenta de lo que dijo, Bea, reformuló.

—¿Por qué lo haría? —pidió el científico.

—Es solo que me da un poco de miedo —declaró Bea y sonrió—. Jamás me ha gustado involucrarme en tus asuntos; sin embargo, oír lo que pretendes hacer, es... aterrador.

—Bueno, te aseguro que no soy tonto, nunca haría algo que pueda herir a mi familia, ustedes, desde luego, son inmunes —manifestó y le dio un beso—. No te preocupes por nada. Como sea, dime qué te trajo por aquí.

—¿No puedo venir a ver a mi padre? —Bastian sonrió al escucharla—. Vine a visitarte antes de ir a la mansión de mis tíos, ya que estaba de paso. Summer se casará y me pidió que sea su dama de honor junto con Raven —dijo Bea y arrugó la nariz—. Los veré en la cena del día de hoy. La tía no puede más y el tío va a dejar viuda a su hija antes de la boda. Winter se divierte viendo cómo su hermana menor se casa y él continúa soltero, siendo el único que falta de los cuatro.

—Winter necesita a alguien que pueda con ese genio del infierno —añadió su padre—. En fin, te veré en la noche, yo estoy por irme a la casa. Por cierto, tendremos una cena con los Walsh, espero que no suponga un problema para ti, ya sabes, Feriha, se esfuerza para que toda su familia esté unida, pero...

—Perséfone no disfruta la compañía de su cuñado, pero sabe comportarse —señaló la joven—. En cuanto a Zaid, lo más seguro es que no aparezca. No te preocupes, todo estará bien.

—Odio estas malditas cenas sin provecho —mencionó su padre—. La aristocracia tiene una vida tan aburrida.

Bea soltó una risa y le dio un beso antes de decirle que se reuniría con sus tíos.

Al salir de ahí fue a su hogar, solo para recoger un portafolios antes de reunirse con sus tíos. Arribó a su casa y tomó un minuto al ver que su marido saliendo de la residencia.

—Mi vida, ¿qué haces aquí? —dijo Lenox mientras subía unas cajas a su auto—. Yo no acabo con todo lo que tengo que llevar a la oficina, pero mañana por fin se presenta la nueva empleada.

—Vine por un portafolios y luego iré a casa de mis tíos —susurró mientras le daba un beso en los labios—. Te veré más tarde.

—De acuerdo —agregó su esposo—. Por cierto, te dejaron un paquete, me dijo el ama de llaves. No trae remitente, pero lo puse en la habitación.

—Lenox, ¿tienes unos minutos antes de que vuelvas al trabajo? —preguntó y él no dudó un segundo en señalar la entrada para que hablaran.

—¿De qué se trata? —increpó su marido.

—La cena a la que nos invitaron tus padres en su casa en la ciudad —aseguró y Lennox enarcó una ceja.

—¿Qué hay con eso? ¿Desde cuándo no te agrada pasar tiempo con ellos? —cuestionó de nuevo.

—No es eso —dijo Bea y sonrió—. Hablo de que seguro tus tíos estarán ahí y es posible que Zaid también. Tu madre se esfuerza por hacerlos parecer una familia de verdad.

—¿Te preocupa mi primo? —inquirió y ella no tuvo que responder—. No te atormentes por él, seguro no irá para evitar un encuentro poco agradable. —Guardó silencio por unos segundos—. ¿Es eso o no quieres verlo?

—Las dos cosas —confesó y él asintió.

—¿Por qué te casaste conmigo? —cuestionó Lennox y ella levantó la vista hacia él y frunció el ceño—. No me mires así, parezco estúpido, pero te aseguro que no lo soy. Yo... yo sabía que tú seguías amándolo; no obstante, me fingí ciego porque te amaba.

Bea le observó con los ojos llorosos.

—Lennox... —Él la interrumpió levantando la mano.

—Me casé esperando que algún día te enamoraras de mí —continuó diciendo el hombre y esbozó una sonrisa irónica—, pero no sé si un día lo logre.

—Yo te quiero —manifestó Bea y le acarició el rostro—. Has sido el mejor esposo.

—Aun así, no me amas como a Zaid —replicó con seguridad.

—¿Por qué habría de quererte igual? —rebatió Bea y tomó su mano—. Son dos personas diferentes con historias a mi lado distintas. No puedo amarlos de la misma forma. Zaid ya pasó y tú eres mi presente y futuro. No quiero que te compares con él, nunca. Todo lo que deseo es una vida feliz a tu lado. ¿Es mucho pedir?

—Creo que al menos podrías decirme por qué yo —insistió Lennox—. ¿Por qué me elegiste para ser tu esposo?

—¿Eso va a cambiar algo? —cuestionó y él negó.

—Voy a seguir enamorado de ti —prometió con sinceridad—. Solo quiero entender lo que ocurrió hace cuatro años.

Bea quiso decirle que en realidad transcurrieron casi cinco años, pero ella logró que creyeran que en nueve meses pasaron solo dos semanas. Sin embargo, se acercó a él y se sentó en sus piernas.

—Quería que me odiara —añadió con la mirada sobre él, avergonzada—. Zaid no se atrevería a tocarte, ama a su padre y no haría nada que lo comprometa con su hermano. No importa qué, él respeta a su papá y tú eras la única razón por la que él me aborrecería. Te elegí porque así protegería a mi marido y también a él, al lograr que me odiara. No puedo decirte más.

—Antes que tu esposo soy tu amigo y no iré a decirle nada —declaró él—, pero ya no eres la Bea de antaño, la que se divertía y sonreía por todo, además de ser coqueta y alegre. Te convertiste en una Bea opaca. Solo espero entenderte. Sé que eres tu papá en muchos aspectos, entre ellos que quieres cargar el mundo en tu espalda, no tiene que ser así.

Bea hizo un puchero mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Intentó contenerse; en verdad se esforzó por lograrlo, pero al final, ya no pudo más. Guardar el secreto le estaba consumiendo.

—Lo dejé porque mi padre mataría a Zaid —confesó en medio del llanto—. Lo hice por mí. No podría odiar al hombre que me dio vida, tampoco dejar morir al que amaba. No podía elegir entre ninguno de los dos. Renuncié a uno de ellos.

—No lo entiendo —confesó Lennox.

—Un día, de la nada, besé a Zaid y tuve una especie de visión. —Hizo una pausa—. Mi padre lo mataría. Al principio creí que solo fue algo producto de mi imaginación, pero pasó de nuevo y luego otra vez y otra y otra y nunca se detenía. En cada ocasión se revelaba un dato distinto que me obligaba a reformular la historia.

—¿Quizás no era real? —sugirió Lennox.

—Eso pensé, pero entonces un día, una de las cosas que vi, pasó tal cual tenía la escena en mi mente —prosiguió y su esposo agachó la vista—. La siguiente vez traté de cambiar el curso, pero fue imposible, de alguna manera, siempre encontraba la forma de ocurrir. —Hizo una pausa—. Me cansé de pelear con eso, me rendí porque pensar día y noche en que un día mi padre mataría al hombre que amaba, me estaba destrozando. Yo jamás podría elegir entre uno y otro. No quería que Zaid estuviera cerca. Si eso pasara yo nunca perdonaría a mi padre y tampoco podría vivir con eso, ni excusarme a mí misma. Ese encuentro no debe ocurrir.

________

No te olvides de votar y comentar, gracias. Si te gusta sígueme en redes para enterarse de todo.

Facebook: LucyLanda autora

Instagram y Threads: Landa.lucy

X: lucylanda4

Tiktok: lucylanda5

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top