Tulip, to live


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Al final del capítulo les dejo unas fotos de las primeras ediciones impresas de Los sueños secretos de Sophie que vendí en las ferias :D  

Frank y Otis no podían desprender la mirada a su ex compañero de habitación, quien había regresado dos semanas atrás, saludando como si nada, lanzando su maleta sobre la cama que había permanecido vacía esos meses y actuando como si se hubiera ido un fin de semana.

Había vuelto tan reservado como siempre, esta vez con más misterios que no les daba el gusto de develar. Parecía estar cubierto por un velo trasparente a tiempo que jugaba en la consola, bebiendo de una lata de refresco de tanto en tanto.

Otis no lo soportó más. Desenchufó el televisor y acorraló a Ian.

—¡Ya es demasiado! ¡Son dos semanas y no dices nada!, ¡por qué volviste y qué mierda hiciste para estar con Sophie Cohen! ¡Te vimos en internet, eras más que solo su acosador! —gritó alterado. Frank se unió al desesperado interrogatorio, si Otis no estallaba lo habría hecho él.

—¿Qué les pasa? —frunciendo el ceño Ian los apartó y corrió a conectar el televisor, rogando no haber perdido su partida—. Antes de irme les conté todo, que no me creyeran no es mi culpa. Sophie es mi novia de hace años y volví con ella. Mi nombre original es Ian Key y lo cambié por una inútil y mal desarrollada protección de testigos y ahora tengo la oportunidad de declarar contra mi padre nuevamente, recuperar mi identidad y limpiar mis antecedentes. Vine aquí porque no quiero poner en peligro a gente que conozco. —Se levantó del suelo y regresó a la silla, dispuesto a retomar su juego, hasta que Frank agarró el control remoto y apagó el televisor. Ian intentó quitárselo, Frank lo sostuvo poniéndole los brazos en la espalda, no por mucho tiempo. Al soltarse le arrebató el control a Otis de mala manera.

—¿Entonces por qué vienes con nosotros? ¿no nos estás poniendo en peligro también?

—Eso qué importa, a ustedes nadie querría hacerles nada. Nadie aparte de mí. —Frustrado se dirigió a la entrada y cogió su abrigo.

—¿A dónde vas? —Lo detuvo Frank, su interrogatorio no había terminado. Ian seguía siendo hermético, querían saber detalles de lo ocurrido, emocionarse con el peligro latente del que les hablaba y quejarse porque en todo ese tiempo no les había escrito ni un mensaje, solo enviado algún meme de gatos.

Ian caminó por el extenso jardín del edificio de estudiantes. Era fin de semana y tenían un par de horas antes de que las puertas se cerraran. Mantenía las manos en los bolsillos y la cabeza semi escondida en el cuello de la chaqueta, ignorando a sus compañeros que daban vueltas a su alrededor con preguntas fastidiosas. Era como tener a un par de perros hiperactivos brincándole por subirse a sus brazos.

—¡Ya habla Aaron! ¿Qué hiciste? ¿Dormiste en la puerta de su casa hasta que se dio por vencida? ¿La secuestraste y amenazaste de muerte y por eso ahora huyes de la policía? —preguntaba Otis.

—Me llamo Ian —masculló intentando mantenerse sereno y no alejarlos a golpes.

Cerca de la reja de salida un par de estudiantes del dormitorio hablaban con una joven, al parecer le daban indicaciones. Debido a la oscuridad del lugar no la distinguió al principio y al acercarse con la luz amarillenta de las farolas le pareció un juego de su imaginación; y lo habría tomado como tal de no haber sido porque Frank y Otis gritaron al reconocerla.

—¡Es Sophie! —gritaron casi al mismo tiempo.

El sonido de su nombre llamó su atención y corrió directo a los brazos de Ian, quien ya iba hacia ella.

—¡Ian! —gritó siendo levantada en el aire. Desesperada por no haberlo visto en semanas tomó su rostro con ambas manos y le estampó un beso en los labios.

Frank carraspeó para hacerse notar y que los dos enamorados dejaran su apasionado reencuentro.

—¿Qué haces aquí? —preguntó tomando esta vez él el pequeño rostro de su novia entre sus manos.

—Terminé mis asuntos en Francia y Londres estaba de pasada. No vas a librarte de mí. Mi tío Santiago me dijo dónde encontrarte.

—¡Oh por Dios, de verdad es Sophie Cohen! —exclamó Frank buscando su teléfono para hacerle una fotografía.

Ian y Sophie hablaban en español, ignorando el alboroto que los compañeros de Ian hacían a su alrededor.

—No quería meterte en todo esto. Al menos hasta decidir qué voy a hacer.

—¿Qué tienes que decidir? Solo declara lo que sabes, mete a tu padre preso y regresa conmigo.

—No es tan fácil —dijo, dándose la vuelta y descubriendo a Otis posando disimuladamente juntos a Sophie mientras Frank tomaba la fotografía—. Mejor hablemos adentro.

Los tres chicos se escabulleron en el edificio, metiendo a la chica a ocultas por la cocina con complicidad el cocinero. Nadie ingresaba de noche y las mujeres estaban prohibidas en el lugar.

Sophie recorrió rápidamente la habitación de los chicos. Le parecía un lugar mil veces superior a donde Ian vivía con Tiago. Tenían una pequeña sala de estar decorada de forma sencilla y atrás un dormitorio con tres camas, cada una ocupando un lugar en la pared. Se lanzó contra una, estaba agotada, recién llegada del aeropuerto y sin estar segura de la diferencia horaria.

—Mi cama es esa otra —Ian le señaló la del costado derecho y Sophie se movió pidiendo disculpas a los otros chicos.

—¡Oh por dios! ¡Sophie estuvo en mi cama! —gritó Frank, lanzándose encima mientras el cobertor aún estuviese tibio.

—¿Saben quién soy? —le preguntó Sophie a Ian, esta vez en inglés para que todos pudieran entenderla.

—Sí, veíamos tu programa en internet. No es muy popular aquí, pero tiene un fanclub de frikis inadaptados.

—¡No digas eso! —lo regañó Otis mordiéndose el labio inferior, muerto de los celos porque Sophie no había tomado su cama—. Muchos amamos tu programa y te amamos a ti, eres como la novia de Londres.

—¿Qué? —preguntó asustada, pidiéndole explicaciones a Ian con la mirada.

—Bueno no tanto, pero Frank y yo lo creemos así. —El aludido asintió de inmediato, abrazando su cobertor.

—Son fans dementes, lo siento. Ya veré como sacarte de aquí —intervino Ian, arrebatándole el cobertor a Frank para que dejara de hacer el ridículo.

—No creo que pueda salir. Qué tal si me ocultas esta noche, será divertido.

Los chicos británicos brincaron al escucharla y casi se ponen de rodillas pidiéndole a Ian que aceptara. Resignando y considerando que sus compañeros eran locos inofensivos salió de la habitación rumbo a la cocina, esperando encontrar algo para alimentar a Sophie.

La chica se sentó de piernas cruzadas sobre la cama, sonriendo nerviosa ante los dos chicos con quien su novio la había dejado a solas.

—Sophie Cohen... —Frank no perdió el tiempo y comenzó a hablarle—. Qué bonito nombre. ¿Eres judía?

—No, mi bisabuelo lo era, salió de Alemania durante la guerra y se convirtió al catolicismo cuando se casó. Parte de mi familia materna es de aquí de Inglaterra, mi abuela paterna era francesa y mi padre nació en Francia también, así que tengo una mezcla de todo, solo que conservo el apellido de origen judío —les explicó con amabilidad, acostumbrada a ser acosada por fans todo el tiempo.

—Con razón tienes una belleza tan exótica. Aunque eres más baja y menos curvilínea de lo que imaginaba— observó.

Sophie quiso darle una respuesta, ofendida, pero Frank siguió hablando sin darse cuenta de que había enfadado a la chica.

—Seguro eres inteligente también, así que no me explico cómo terminaste con Aaron. Dinos la verdad ¿Te está extorsionando? —preguntó serio, queriendo develar el misterio.

—No es Aaron, es Ian, y por supuesto que no. Éramos novios desde hace dos años, pero un trágico suceso nos separó.

Los chicos se decepcionaron un poco cuando la historia de Ian fue corroborada por la misma Sophie.

Ian no tardó en regresar con un pato de macarrones con queso recién sacado del microondas. De la mesa de la sala tomó una gaseosa y se los extendió a la chica, quien comenzó a comer como poseída bajo la mirada inquisitoria de los muchachos.

—¿Cómo te fue en Francia? —preguntó Ian, dándose cuenta de que si quería hablar de cosas más privadas con Sophie tendría que esperar a encontrase a solas.

—¡Estupendo! Fue como vivir mi sueño. Bueno no como, fue vivir mi sueño. ¡Todos fueron tan profesionales y me trataron tan bien! Grabé la canción en inglés y en francés y si crees que en inglés era buena deberías escucharla en francés. Es mil veces mejor. Además estuve en un estudio real con artistas y directores y me regalaron un montón de productos e hice un par de entrevistas ¡y también estoy en vallas publicitarias! —contó sin poder contener el entusiasmo. Había vivido una de las mejores experiencias de su vida y le daba un poco de pena no haberla podido compartir con Ian, así que pensaba contarle todos los detalles—. Tengo el comercial, se estrenó ayer en Francia, vine después de eso —sacó su celular y Frank y Otis se lo quitaron para pasar la transmisión al televisor.

Ian no decía nada, se limitaba a sonreír. Sophie con esa actitud de niña pequeña y esa alegría que la desbordaba le hacía recordar porqué el sacrificio valía la pena y dudar sobre cómo actuar frente a la situación de su padre. Todo podría salir bien, él podría testificar contra su padre, devolverlo a prisión y recuperar su verdadero nombre, pero eso no le garantizaba una vida tranquila. Bruno no necesitaba estar libre para hacerle la vida miserable o dañar a quienes quería. También tenía la opción de agachar la cabeza y no presentarse al juicio, seguir bajo la identidad de Aaron Hyde e intentar mantener un perfil bajo, lo que tampoco era garantía de paz y seguridad. Despejó su cabeza de esos pensamientos cuando la música que ya conocía de memoria empezó a sonar. La canción de Sophie era reconocible, pero ahora era interpretada por una armoniosa combinación de violines, una guitarra, un bajo y una batería. Los productores realmente habían sabido llevar la canción a un siguiente nivel. La escena empezaba en negro, luego aparecía un campo extenso e iluminado que impregnaba el negro con una luz blanca enceguecedora. La voz de Sophie empezaba a sonar y ella se hacía visible entre tulipanes rojos. Su cabello negro parecía más largo trenzado de manera complicada, en una versión modernizada de un peinado victoriano con toques punk. Su piel se veía blanquecina y sus labios rojos resaltaban. Estaba descalza y vestida con un corto vestido blanco tipo corsé que se camuflaba con su piel.

Sophie caminaba al ritmo de la canción. A su paso los tulipanes se desprendían del suelo y comenzaban a levarse hacia el cielo. Sophie mantenía una expresión intrigante y melancólica, avanzando con gracia cada paso hasta que el estribillo de la canción entraba con impacto y Sophie daba un salto lento y suave, rompiendo lo que parecía una pared de agua, atravesando a un lugar distinto donde era de noche y ella flotaba entre las estrellas con su vestido ahora teñido de carmín. Los tulipanes se convertían en astros luminosos y Sophie atrapaba uno ocultándolo mientras giraba en espiral, para revelarlo de nuevo convertido en una botella de perfume. El final de la canción llegaba con el nombre del producto "Tulip, to live".

Ni bien acabó el video, Otis y Frank estallaron en aplausos. Ian la rodeó con un brazo dándole un beso en la mejilla, diciéndole al oído lo hermoso que había estado y preguntándole si conservaba el vestido.

—No. —Lo empujó haciéndose a la ofendida, intuyendo las intenciones pervertidas de Ian—. Quieren que el próximo año grabe un par más de canciones. Mi puerta al éxito es Francia, ¿puedes creerlo? Aunque al regresar estoy segura que las cosas van a cambian, aunque no siga apareciendo en televisión.

Después de conversar un par de horas más intentado no llamar la atención del resto de inquilinos, Ian le prestó a Sophie una camiseta y un short que tuvo que atarle a la cintura para no perderlo y se metieron juntos en la cama.

—¡No vayan a tener sexo! —les rogó Otis desde su cama, apagando la última lámpara encendida en la habitación.

—No, tu déjalos —lo reprendió Frank en un susurro audible para todos.

—Malditos enfermos —les dijo Ian acurrucándose en la estrecha cama con su novia. Se taparon con las sabanas hasta la cabeza con sus cuerpos muy pegados, agradeciendo el calor del otro.

—Ian ahora sí dime qué vamos a hacer. Cuál es el plan —susurró Sophie.

—No lo sé. No quiero meterte en esto...

—Escúchame —lo interrumpió—. He leído suficientes novelas de romance para saber que el "debo alejarte porque estar juntos es peligroso" no funciona. Estamos juntos en esto, en todo. Si al final debes cambiarte de nuevo el nombre y ocultarte en la China, yo me cambio el nombre y me voy contigo.

—Estás loca, no puedo pedirte que sacrifiques todo lo que estas logrando. Por fin cumples tus sueños, no puedes dejarlos por mí.

—Por supuesto que puedo, tú eres más importante para mí que la fama, grabar mil canciones y ganar premios. Además, no va a pasarme nada, es imposible.

—¿Cómo puedes asegurar eso? No sabes lo que mi padre puede hacer.

—Sí lo sé, pero soy famosa. Los medios de comunicación están sobre mí todo el tiempo, es como tener millones de guardaespaldas ¿crees que tu padre se arriesgaría a algo tan público?

La idea de Sophie la parecía entre ingenua y absurda y al mismo tiempo lógica, no sabía cómo rebatirlo. Era tan obvio y tan simple que podía ser verdad.

—Ya varemos qué pasa en el momento, ¿de acuerdo? y prometo tomar la decisión contigo. —Sin darle más vueltas y aceptando las condiciones de Sophie le hizo una promesa, que esperaba cumplir, a menos que en verdad viera en un futuro que no estaba tomando las decisiones adecuadas.

Pasada la media mañana, Sophie pudo escapar del edificio de estudiantes y en compañía de Ian fue a casa de su tío Santiago, quien la esperaba seguramente con una regañina, tomándose muy enserio su papel de padre postizo mientras Sophie estaba en Londres.

—Es peligroso que andes por ahí y pases la noche afuera. Tus padres llamaron, querían hablar contigo y tuve que mentirles diciendo que estabas muy cansada. Ahora vas a tomar ese teléfono y a llamarlos ahora mismo —le dijo con un intento de tono severo. No veía a su sobrina desde hacía un par de años y la dicha por tenerla se entremezclaba con su sentido de responsabilidad.

Extrañando a su tío Alan quien le había dado carta libre para hacer lo que quisiera en Francia, llamó a sus padres, ellos, al saber la situación de Ian le habían dado permiso de acompañarlo por un par de días, mientras se preparaba para el juicio.

Mientras tenía una larga conversación familiar, Ian se alejó para responder su propio celular. Salió del departamento hacia el pasillo al reconocer la voz de su padre.

—Tardaste mucho, ya esperaba tu llamada o a tus simios golpeadores. Seguro sabes que estoy aquí desde hace un par de semanas. ¿Por qué no estoy muerto? —preguntó con ironía.

—No te quiero muerto, hijo. Yo sé que al final vas a hacer lo correcto.

—¿Hablar en tu contra y ayudar a que esta vez no te liberen nunca?, sí.

—No, sé que no entregarás a tu padre, y no por ser un buen hijo, sino porque voy a ofrecerte un trato. Olvidamos todo esto, me dejas en paz, yo te dejo en paz y te doy información sobre algo que me preguntabas siempre.

—Debes estar muy desesperado para venir a ofrecerme tratos.

—Desesperado no, solo quiero hacer las paces. Puedo darte información sobre tu madre, eso quisiste saber siempre ¿no es así?

Ian sintió que le estaba metiendo el dedo en la llaga. Ese asunto había perdido importancia al crecer, aunque seguía siendo como una espina en el dedo.

—Ya me dijiste, se escapó de ti y murió al darme a luz —dijo intuyendo que la historia no acababa ahí y que su padre le saldría con algún giro impredecible.

—Te dije eso para mantenerte calmado, la verdad es que no está muerta, ni siquiera apellida Key, ese apellido te lo pusieron en el orfelinato.

Ian sintió que el mundo se le derrumbaba, todo lo que se sabía se caía a pedazos, pieza por pieza de manera pesada y con un ruido estruendoso. Lo peor era que no sabía si aquello era verdad o solo una mentira, como tantas otras que le había contado para manipularlo.

—¿Cómo sé que es cierto? —reaccionó poniendo seguridad en sus palabras, agradeciendo que su padre no podía verlo a través del teléfono.

—Te doy la información que necesitas y lo verificas por ti mismo. A cambio te regresas a tu bonita vida nueva y aquí no pasó nada. Llámame a este número cuando decidas. —Colgó.

Ian se mantuvo pensativo, de verdad su padre estaba desesperado para jugarle esa carta. No había amenazas de muerte, solo información que era importante para redescubrirse a sí mismo, conocer su pasado y realizar preguntas que se había imaginado preguntándole a su madre desde su infancia.

Sophie salió a buscarlo y al verla las promesas que le había hecho se le vinieron a la cabeza automáticamente. Estar con ella en esas circunstancias y no ocultarle nada. Buscando desahogarse y cumplir con sus promesas la hizo sentarse a su lado en las escaleras del edificio y de manera rápida le contó sobre la llamada recibida y el trato de su padre.

—¡Es una trampa! No puedes creer que eso es verdad, solo quiere utilizarte. —Fue la primera reacción de Sophie tras escucharlo—. Ian tu madre murió, te está engañando para que no hables.

—Sophie no sé si murió. Le dicen eso a todos los niños abandonados en las casas de acogida, yo mismo se lo decía a los más pequeños para hacerlos sentirse mejor. Y ya sospechaba de antes que Key era un apellido elegido de alguna lista y que realmente nunca supieron de dónde venía. Para ti puede no ser importante, sabes quienes son tus padres, yo necesito cerrar ese capítulo de mi vida, saber qué pasó con ella, por qué me dejó, sí me buscó o me abandonó y si fue así por qué.

—¿Entonces vas a aceptar?

—Si mi padre cumple, también va a dejarnos tranquilos.

—Pero no vas a recuperar tu nombre.

—¿Eso importa? —encogió los hombros —.¿Hay diferencia entre que tenga un nombre escogido al azar o uno que inventé yo?

—No. —Sophie lo abrazó, queriendo demostrarle que tomara la decisión que tomara iba a apoyarlo.

Ian no perdió el tiempo. Marcó el número de su padre y aceptó el trato.

Faltan creo que 4 o 5 caps, y en este dí un par de datos que creo que no sabía, como que Nicolás nació en Francia, me di cuenta ahora que ando corrigiendo todas las novelas que no lo había mencionado eso ni el por qué tienen un apellido judío. Creo que haré una especie de árbol genealógico pero de nacionalidades para Sophie y sus hermanos, porque ne realidad son una mezcla de todo lado.

Acá las fotos de la edición anterior del libro, ahora saldrán conlas nuevas portadas. el interior es en papel reciclado y las tapas tienen plastificado de fantasía, así que se ven muy lindas. Esta versión es para Bolivia. Para otros países lo pueden comprar por amazon en un solo tomo.

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