Tamara lo sabe todo


Mientras Camila intentaba dormir a su lado, enredó los dedos en su sedoso cabello rubio. Se deslizaba suave, como agua entre sus manos. Se entretuvo en eso un momento, metiendo los dedos entre mechones y observando cómo se escabullían.

—¿Pasa algo? —preguntó Camila, abriendo los ojos y notándolo pensativo.

—No, nada. —Dejó su acción y miró la hora en su reloj. Ya casi era de noche.

Se incorporó en la cama y buscó con la vista cada una de sus prendas dispersas por la gran habitación, que en situaciones normales, Camila compartía con su marido.

—Quédate un rato más. Adrián está otra vez de viaje —le pidió con voz ronca, aún adormilada.

—No puedo quedarme, tengo mucha tarea. —Se sintió estúpido al decirlo. Camila le hablaba de quedarse con ella después de hacer el amor, aprovechando que su esposo no estaba y él pensaba en su tarea del colegio.

Las palabras de Tamara se le vinieron a la mente y fue imposible no considerarlas: tal vez estaban en etapas diferentes de la vida. Tal vez no solo eran etapas, sino que vivían y querían cosas diferentes. Respiró profundo, luego le preguntó.

—¿A dónde vamos con todo esto?

La chica abrió los ojos y se acomodó contra la almohada.

—¿De qué hablas?

—De nosotros. ¿Ésta va a ser nuestra vida siempre? ¿yo escabulléndome para estar contigo? ¿Por cuánto tiempo?

—Yo qué sé Alan. No pienso en eso, me gusta vivir el presente. Y en este momento me agrada estar contigo. —Se arrastró hacia él y cerró sus brazos alrededor de su pecho desnudo.

—Estar conmigo a escondidas cuando no está tu esposo. No sé si me agrada éste presente.

—Tú estuviste de acuerdo en esto. ¿Me quieres? Porque si me quieres sabes que es el precio a pagar. Tampoco creas que esta situación me encanta, pero es lo que me toca vivir. Si para ti soy importante, esto debería ser lo de menos, no es una situación permanente.

—Si no es permanente ¿hasta cuándo va a ser? —Se dio la vuelta para mirarla, soltándose de su abrazo.

—Ya veremos en el momento —respondió volviendo a cubrir su cuerpo desnudo con la sábana.

—Sí, ya veremos... —masculló Alan, levantándose para ir hacia su pantalón.

Camila parecía haber dado la conversación por concluida. Cuando le preguntaba siempre le daba una respuesta esquiva como esa, y él prefería aceptarla y pretender que no le importaba. La realidad era diferente; sí le importaba, cada vez más. ¿Qué estaba haciendo con su vida? Tenía dieciséis años y era el amante de una mujer casada, lo peor era que no estaba seguro de por qué seguía aguantando esa situación. ¿De verdad quería tanto a Camila? ¿ella lo quería a él? Seguramente sí se querían, con diferentes conceptos de amar. Alan era capaz de dejarlo todo por ella, sin embargo, ella no iba a hacer los mismos sacrificios por él.

Mientras recogía su mochila y ponía la mano sobre el picaporte, la contempló unos segundos. Camila era hermosa, demasiado hermosa, y hasta ese entonces le costaba creer que ella en algún momento hubiese aceptado que estuviesen juntos.

Camila le gustaba desde que había entrado a la secundaria en Saint Abel ¿y cómo no iba a gustarle? era sin duda la chica más hermosa del colegio, a todos les gustaba. Y como la mayoría, se conformaba con observarla de lejos. Al final, no tenía ni la más mínima posibilidad con ella. Él estaba dos cursos inferiores, si al menos hubiesen estado en el mismo grado, la cosa habría cambiado. No se ilusionó demasiado, eso hasta que un año más tarde su mejor amigo logró arreglarse con ella. Ian fue un héroe en el colegio gracias a ese hecho, y aunque él lo felicitaba como la mayoría hacía, por dentro lo corroían los celos.

Años más tarde, cuando equívocamente pensó que sus sentimientos hacia su prima Sophie eran algo más que un cariño de hermanos, olvidó a la inalcanzable Camila por completo. Todo habría ido bien, de no haber sido porque Ian estaba arrebatándole a Sophie. El día en que su prima lo rechazó para ir a la fiesta anual de la familia Daza por ir con Ian, los celos lo corroyeron de nuevo y en su mente no se le ocurrió mayor venganza que invitar a la ex novia de Ian. Sonaba genial en su mente; en la realidad, sabía que eso no podría llevarse a cabo. De todas formas ya fuera por despecho o masoquismo, interceptó a Camila en el pasillo del colegio, en uno de los pocos momentos en que no andaba rodeada de amigas, y sin pensarlo demasiado la invitó. Ella calló un momento, él ya imaginaba un humillante rechazo. No obstante, Camila pronunció lo que él jamás hubiera imaginado escuchar:

—Claro, me encantaría. De hecho me invitó Esteban, le dije que sí, pero le diré que cambié de opinión.

Después de eso ella continuó su camino y él permaneció estático, sin creerse lo que acababa de ocurrir. No se confió del todo, tal vez era una broma, aunque no había motivo. En el colegio se llevaba bien con todos, incluso con Vicent, el hermano de Camila, y confirmó que la repuesta de la chica era real cuando fue a recogerla esa noche y la vio salir con un hermoso vestido azul, sonriéndole y colgándose inmediatamente de su brazo.

Ese día comenzó todo. Aunque todavía no estaba seguro de sus sentimientos hacia Sophie, Camila lo buscaba con frecuencia, y era él quien la esquivaba. Solo cuando tuvo en claro que Sophie nunca iba a ser más que una hermana postiza para él, que se animó a salir con Camila. Poco a poco se dio la relación, que comenzó con los más inocentes besos hasta experimentar juntos su primera relación sexual.

¿Cómo era que toda esa historia tan perfecta había acabado de esa manera? La vida de Camila había cambiado mucho con el exilio político de su familia, y sentía que no era su lugar el juzgarla, ¿pero eso significaba hacerle caso a todos sus caprichos? Un par de semanas antes hubiera dicho que sí; no obstante, con una nueva chica apareciendo en escena, ya no estaba seguro en absoluto.

Tiago regresó nervioso a su vivienda. Tenía el presentimiento de que Sophie estaría ahí. Era posible que ya supiera acerca de la canción y esperase para matarlo, o posiblemente aún no lo sabía y lo recibiría con un inocente y dulce beso, haciéndolo sentirse como la mayor basura del mundo.

Como casi siempre que abría la puerta, lo primero que se encontraba era a su hermana y a su compañero de departamento besándose sin pudor sobre el sillón. Al menos conservaban la ropa.

—Hola —los saludó tras carraspear, haciendo notar su presencia.

Al escuchar la voz de su hermano, Sophie empujó con fuerza a Ian, olvidado lo dulce y apasionada que era antes y sacando al demonio que llevaba adentro. Tiago imaginaba llamas de fuego brotando de los ojos azules de su hermana y con eso se dio cuenta de que ella ya lo sabía. Sophie no le dejó soltar toda la sarta de excusas y disculpas que estaba dispuesto a escupir. Lo cortó hablando más fuerte.

—Eres... una maldita basura.

—Lo sé, Sophie, lo siento te juro que voy a arreglarlo... —se apresuró a decir antes de ser interrumpido de nuevo.

—¿Arreglarlo? ¿Cómo piensas arreglarlo? La canción ya no es nueva y todos piensan que la escribiste tú. La KTV quiere comprártela, incluso quieren que tú la interpretes. Literalmente robaste mi sueño, y mi trabajo. ¿Sabes? Cuando me enteré estaba tan enojada que pensé un montón cosas para gritarte y torturas varias. Incluso estuve pensando cómo conseguir una caja de madera, hacerle un agujero para tu cabeza, meter una rata y prenderle fuego para que buscara escapar por tu boca y se comiera tus entrañas. Luego cuando pensé todo con más calma me di cuenta de que no podía hacer eso, porque eso se lo habría hecho a cualquier persona, menos a mi hermano, porque un hermano jamás haría algo como lo que me hiciste. Voy a olvidarme de las torturas porque no lo mereces. A partir de ahora ya no eres mi hermano, ya no eres nada —declaró con una seriedad que ni Tiago ni Ian le habían conocido nunca. Sophie sacó su llavero del bolsillo y retiró una llave de la anilla—. Toma Ian, no la necesito, mientras éste viva aquí, no pienso volver nunca. —Le entregó la llave a su novio y caminó hacia la salida—. Qué bueno que ya no vivas en casa —le dijo a Tiago con todo el desprecio que le fue posible y salió del lugar.

—Luego hablamos —Ian lo amenazó, apresurándose a alcanzar a Sophie.

Tiago bajó la cabeza y se tumbó en el sillón. No lo hubiera imaginado, pero eso de que Sophie dejara de considerarlo su hermano y deseara no volver a verlo lo había lastimado. Hubiera preferido gritos, golpes, venganzas, hasta sermones de sus padres, todo menos perder a su hermana.

El desánimo de Sophie era notorio. No quería hablar con nadie así que fue Ian quien le explicó a los padres de su novia la situación. Esa tarde ya había quedado de acuerdo con sus amigas para aprovechar sus cupones del SPA. No tenía ganas de nada, sin embargo, ya se había comprometido con Tamara y Camila. Si al menos Claudia fuera habría sentido que tenía a alguien con quien desahogarse, que de paso le daría algún consejo razonable. No era que no confiara en las otras dos chichas, solamente no era lo mismo. A Camila posiblemente no le importarían demasiado sus problemas, le diría que exageraba y a Tamara la conocía recién, no tenía tanta confianza. De todas maneras alistó su bolso y una chaqueta. Olvidarse de todo unas horas parecía un buen paliativo contra la depresión.

La alegría de Tamara contrastaba enormemente con el semblante triste de Sophie. Ambas habían llegado unos minutos antes de su reservación. Entraron a una espaciosa sala de espera de diseño minimalista. Tanto las paredes como los muebles eran de un blanco impoluto armonizados con accesorios y mesas de metal plateado. Solo estar ahí ya creaba una sensación relajante. Se sentaron en unos cómodos sillones y recibieron un vaso de agua por parte de una de las asistentes.

—¿Y ahora qué pasó en tu emocionante vida? —preguntó Tamara, curiosa por saber qué acontecía esta vez en la vida de la actriz. Era gracioso como Sophie cada día tenía un problema surrealista que contar.

—¿Sabes que tu amigo es el más grande idiota de la tierra? Robó mi canción. La que escribí cuando perdí a Ian. Robó mi letra, mi música, mis sentimientos, la oportunidad de presentarla al mundo...—le contó, aunque más que contrale parecía una meditación personal. La otra chica intentó atar cabos para entender a qué se refería Sophie, y enseguida todo cobró sentido: Tiago tocando en la calle una canción de Sophie y ella enterándose—. No quiero hablar de eso. —Aunque Tamara no tenía ni intenciones de abrir la boca, Sophie repuso molesta y bebió todo el vaso de agua de un trago.

—Bueno, podemos hablar de otra cosa. No sé, creo que tu madre es genial. —Buscó cambiar el tema con algo que a Sophie pareciera no incordiarla.

—No me hables de Thaly. Ella y mi padre siguen sin hablarse y la verdad creo que mi padre tiene razón, pero si le digo eso a Thaly es capaz de dejar de hablarme a mí también. ¿Sabes por qué están peleados? Porque Thaly hizo desaparecer en el aire mucho dinero y se anda con secretismos. —De nuevo no le dio pie a Tamara para siquiera abrir la boca—.Entiendo que mi padre se preocupe. ¿Qué tal si la están chantajeando? Ya sucedió en el pasado. No conoces al padre de Thaly, es capaz de cualquier cosa.

—Yo ya sabía lo del dinero, la tensión entre tus padres es evidente, pero no creo que tu madre esté en problemas. ¿Sabes que pienso?—Se inclinó hacia ella para hablare en secreto—. Escuché en mi colegio que la novia de Tiago le debía dinero a los Dragons, mucho dinero, y que de la noche a la mañana les pagó la deuda. Escuché decir a uno que fue Tiago quien le dio el dinero. Yo creo que tu madre le dio el dinero a tu hermano para pagar la deuda de su novia y por eso no quiere decírselo a tu padre —le contó orgullosa su deducción.

—¿Cómo te enteras de todas esas cosas?

—Prestando atención a lo que sucede, atando cabos y sacando deducciones. Creo que sería una excelente espía. Tamara cero, cero siete. Al final, sé más de la vida de tu familia que tú misma.

—De eso me estoy dando cuenta y es un poco escalofriante. De verdad espero que no tengas razón, porque si Tiago es el causante de la pelea de mis padres es un mayor imbécil de lo que creía. Si no le voy a perdonar nunca lo de la canción, esto menos.

Dejaron de hablar cuando llegó Camila. Era la primera vez que Tamara la veía de frente y se sintió intimidada. Esa mujer era tan hermosa y perfecta que supo enseguida por qué Alan estaba tras ella como perro faldero. Parada frente a ella, la chica rubia la examinó de pies a cabeza y a Tamara le dio la mala impresión de que podía leerle los pensamientos, absorbiendo de su cabeza el momento en que su novio la había besado.

—¿Quién es ella? ¿Y Claudia? —preguntó antes de saludar.

—Hola a ti también, un gusto verte después de tanto tiempo —respondió Sophie con sarcasmo—. Ella es Tamara, es una amiga. Claudia no pudo venir, sus padres no le dieron permiso —explicó con pena.

—Pufff, como siempre. Esa chica necesita emanciparse urgentemente, o conseguirse una vida.

"Mira quién habla de emanciparse o conseguirse una vida. La que pasó de depender se sus a padres a buscarse un marido que la mantuviera" pensó Sophie, mas no lo dijo. Eso hubiera creado un conflicto y esa tarde estaba ahí para aislarse del mundo por un par de horas antes de regresar al campo de batalla que era su vida.

Las llamaron para su turno y al reconocer a Sophie, las dependientas recibieron los cupones de buen agrado. Camila no pudo evitar hacer un comentario sobre como ella podía pagarlo por sí misma y de nuevo Sophie se guardó una hostil respuesta.

Iniciaron con una sesión de masajes. Para Sophie, y en especial para Camila, aquella no era una experiencia especialmente novedosa. Tamara se sentía parte de una glamorosa película americana. Tumbadas de estómago semi desnudas sobre las camillas, Sophie y Camila conversaban de rato en rato sobre acontecimientos o personas que Tamara no conocía. Ella no se sentía excluida, recién estaba conociendo a las dos chicas, así que hizo lo que mejor sabía hacer: escuchar y enterarse de cosas, mientras inundaba sus pulmones con el delicioso aroma a vainilla que salía de un incienciario y disfrutaba de las manos de la masajista amasando su espalda.

—¿Así que por fin perdiste tu virginidad? Ya era hora —comentó Camila con voz relajada.

—Quería esperar a la persona y al momento correcto, que fuera con quien voy a pasar el resto de mi vida —respondió Sophie, poniendo pereza al pronunciar cada palabra.

—Eso es estúpido ¿Qué piensas que solo lo harás con Ian toda la vida? Sí es así, creo que perdiste el tiempo. Yo solo lo he hecho con dos hombres en toda mi vida y me arrepiento. Creo que debí experimentar más.

"Pues divórciate y acuéstate con otros además de tu esposo y mi primo" pensó Sophie, conteniéndose nuevamente de decirlo en voz alta.

—No voy a arrepentirme. Sé que voy a estar con Ian siempre y creo que una relación va más allá que solo el sexo. Digo, ¿no te hubiera gustado estar con Alan toda tu vida? —Sophie intentó que su pregunta sonara ingenua. Tamara dejó de inhalar el incienso e intentó prestar la mayor atención posible, dándose cuenta de las verdaderas intenciones tras la pregunta de Sophie.

—El único defecto de Alan es ser tan joven. Si hubiera tenido unos años más, quién sabe. Pero como bien dices, hay cosas más importantes en una relación que solo el sexo. Está la estabilidad económica por ejemplo. La mayoría de parejas se divorcian por eso.

—¿O sea que mientras tu esposo te dé estabilidad no vas a divorciarte, pese a que no lo ames?

Camila calló. La hora del masaje terminaba. Comenzaron a levantarse taciturnamente. Las masajistas las invitaron a ponerse unas cómodas y mullidas batas para ir a otra sala, donde les harían tratamiento facial, manicura y pedicura.

—No me has respondido Camila. —Sophie se amarró el cinturón de la bata con fuerza y volvió a inquirir con tono grave—. ¿Piensas estar con tu esposo por siempre mientras te mantenga?

—No lo sé. No todo depende de mí —Camila puso una expresión triste y se apresuró a la siguiente sala.

Sophie y Tamara le siguieron el ritmo. La primera para seguirla interrogando y Tamara para escuchar su respuesta. Quería saber cuál era exactamente la situación de Alan con Camila. Por una parte para ayudarlo, conociendo la opinión que cada uno tenía sobre su relación, tendría un panorama más general y objetivo para aconsejarle; y por otro lado, uno que se negaba a recocer, para saber cuáles eran sus posibilidades con el chico.

—¿A qué te refieres con eso? —Sophie insistió ni bien se sentaron en una silla y pusieron sus pies en agua tibia.

—A que es Adrián quien está pensando divorciarse de mí.

— ¿Y por qué haría eso? ¿Que no eras su esposa trofeo? Además no llevan casados ni un año. ¿Qué pasó?

—Lo mismo que pasó con su otra esposa. No puede tener hijos y quiere uno, sí o sí.

—¿Entonces quiere divorciarse de ti porque no quieres tener un hijo todavía? —concluyó, pues eso pensaba que Camila le estaba diciendo.

—No. Lo estamos intentando desde que nos casamos y no me ves embarazada ¿o sí?

—Espera. —Sophie sacó los pies del agua casi pateando en la cara a la pedicurista— ¿Me estás diciendo que en verdad estás intentando embarazarte? Eres muy joven para eso, además nunca te gustaron los niños.

—Ser madre ahora, ser madre después... da igual. Adrián se va de viaje, vuelve, me pregunta si me hice una prueba de embarazo, cuando le digo que sí y que salió negativa se enfada. Me echa la culpa y no se pone a pensar que es difícil logar un embarazo si está de viaje casi todo el tiempo y tenemos relaciones esporádicas; o que es mucha coincidencia que dos esposas suyas no hayan podido concebir y él sea quien tiene un problema. Además eso lleva tiempo, cree que debí embarazarme a la primera.

—¿Me estás hablando en serio? ¿No solo eres su esposa trofeo sino que te quiere como una especie de incubadora? ¿Tienes tan poca autoestima que buscas complacerlo? ¡Camila, reacciona! ¡Mándalo a la mierda!

—¡No es tan fácil! —gritó, moviéndose también. Las pedicuristas, con la excusa de cambiar el agua salieron de la sala y Tamara se encogió en su silla, en vista de no tener una excusa para escapar de la pelea—. Es mi vida. Yo tomo mis decisiones, si no te agradan no es mi problema. Voy a embarazarme, darle a mi esposo el hijo que quiere y viviré la vida cómoda y tranquila que quise siempre. Cueste lo que cueste. Yo también creo que estás echando a perder tu vida al aferrarte a Ian sin saber qué te podrá ofrecer en el futuro, pero no te insisto para que cambies de opinión. Voy a dejarte vivir tu jodida vida como te guste, así que tú déjame vivir la mía como yo quiero.

—Haz lo que quieras —gruñó, enfadada. ¿Cómo podía comparar su relación con Ian, con esa machista y manipuladora? Ian jamás le podría condiciones para estar con ella, menos le exigiría un hijo, y si lo hiciera no le daría el gusto.

Volcó hacia Tamara por no ver a Camila y notó a la chica pensativa. Tamara tenía una curiosa mueca de preocupación, como si en su cabeza atara cabos. De pronto, como si Sophie le leyera el pensamiento, cayó también en cuenta de lo que Tamara estaba deduciendo. Ambas se miraron, abriendo los ojos, rogando que el "cueste lo que cueste" de Camila, no significara lo que estaban pensado.

Muchas gracias por todo el apoyo a la novela!!! gracias por sus comentarios, votos y por compartirla con sus amigos.

Wattpad como siempre anda mal, ayer cayó y no le mostró a varios que había actualizado... pero igual hoy subo otro capi si llegamos a 500 comentarios.

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