¡Renuncio!


Mientras Sophie estaba en el canal, Ian ponía todo su tiempo en la pizzería. Había mucho por hacer y quería empezar de inmediato. No tenía experiencia alguna en temas de administración, pero aprendía rápido y siempre había sido capaz de manejar cualquier situación haciendo uso del sentido común. Primero ordenó la oficina y sentado en el suelo comenzó a organizar los archivos; eso le ayudaría a tener un mejor panorama de la situación del negocio y tendría las cosas acomodadas a su gusto.

Tiago entró a la oficina con mala cara. En la mañana Ian le había pedido ir para otra reunión con el personal.

—Ya estoy aquí. Ahora qué —habló directamente sin siquiera saludarlo.

Ian acomodó el grupo de papeles que tenía entre las manos, se levantó y los puso sobre el escritorio.

—Ayúdame a recoger esto.

Volcando los ojos a modo de disgusto, Tiago obedeció y seguidamente salieron a la parte frontal de la pizzería.

—Voy a hacer algunos cambios con la decoración del lugar, el letrero exterior y los uniformes —le avisó a su amigo.

—¿Uniformes? No usamos uniformes.

—Ahora sí, da una buena imagen de la empresa. Te verás simpático con un sombrero de pizza.

—¡¿Qué estás loco?! ¡no voy a usar eso! —protestó.

—Vas a usar lo que yo diga. ¿Quieres que este lugar se mantenga o no?

—Sí y tenía algunas ideas, como usar a Sophie a modo de publicidad.

—Sí, he pensado en lo mismo. Sophie vendrá el fin de semana y les di a entender a sus fans que ella estaría aquí, con suerte viene algún canal de televisión también. Tú sabes, los periodistas de farándula tienen tan pocas cosas productivas que hacer en su trabajo que a lo mejor vienen corriendo a filmar a Sophie comiendo pizza.

—¿Eso era todo lo que querías decirme?—Cruzó los brazos, pensado que Ian le había hecho perder el tiempo.

La campañilla de la puerta sonó y Alan y Evan llegaron justo a tiempo.

—No, voy a probar como es el trato al cliente —le explicó saludando a sus amigos e indicándoles que tomaran una mesa.

—¿Qué hace este aquí? —Tiago señaló a Evan. Alan no le molestaba en absoluto, pero el otro chico sí, no pensaba servirle ni una gaseosa, ni siquiera una a la que le hubiese escupido antes.

—¿Así tratas a tus clientes? Yo creo que esto amerita dos puntos menos —Evan sacó un bolígrafo y un papel de su mochila y enseguida anotó algo.

—¿Qué es eso? —preguntó Tiago. Ian y Alan tenían papeles similares.

—Es un formulario, para calificar diferentes aspectos del lugar, cosas como la atención y la comida. Atiéndenos como si no nos conocieras. —Ian se sentó también a la mesa y esperó que Tiago iniciara.

—Bien... ¿qué les sirvo? —molesto y de mala gana Tiago les hizo la pregunta con las manos en los bolsillos.

—No puedes atender así. Ven desde el mostrador y saluda con cordialidad —le ordenó Ian. Alan y Evan disimulaban sus ganas de reír. Sería divertido fastidiar a Tiago un rato, de hecho Ian les había pedido que hicieran pasar a Tiago un mal rato, como venganza por haber abierto la boca frente Sophie.

Refunfuñando Tiago caminó al mostrador y sacando a relucir su sonrisa más hipócrita se acercó a ellos con tres menús.

—Bienvenidos a la pizzería "Il Coure" soy Tiago y estoy a su servicio. ¿Así?

—Mucho mejor. —Ian tomó el menú y los tres chicos lo revisaron una y otra vez, decidiendo qué ordenar.

—¿El peperoni de la pizza con peperoni viene el cubos o en rodajas? —le preguntó Alan.

—Yo que sé, ¿en rodajas? Como siempre.

—Cómo no vas a saber ¿qué no trabajas aquí? —le recriminó, haciendo una anotación en su formulario.

—Puedo preguntar —respondió apretando los dientes.

—¿Y tienen helado? —preguntó Evan con un brillo de maldad en sus pupilas.

—Sí —Tiago inhaló hondo antes de responder, aguantándose todo el odio que le tenía a Evan—. Tenemos helado, como dice en el menú.

—¿De qué sabores?

—Los que están en el menú. —Se le salió una respuesta con tono hostil. Evan lo amenazó sin palabras, solo acercando el lápiz al papel—. Tenemos frutilla, chocolate y vainilla. —Se enmendó de inmediato. En realidad no tenía ni la más mínima idea de qué sabores de helado tenían, así que dijo los principales.

—Entonces un helado de vainilla. —Evan le extendió el menú y lo recibió quitándoselo de las manos.

—Yo solo quiero una Coca-Cola. —Alan le entregó también el menú.

—Para mí nada. —Ian se cruzó de brazos y esperó la reacción de su amigo.

—¿Eso es todo? Tiago los miró sorprendido.

—Sí ¿por qué? —Ian preguntó indiferente.

—Pensé que pedirían pizza.

—¿Por qué pediríamos pizza? —Alan se hizo al tonto.

—¡Porque esto es una maldita pizzería!—le gritó y de inmediato los tres chicos hicieron una anotación en su papel—¡Vamos! ¡ya basta con eso! Solo quieren fastidiarme. Ni siquiera atiendo mesas, solo reparto en motocicleta.

—Pero vas a atender mesas cuando no estés en un pedido. Además te llegarán clientes así todo el tiempo, tienes que saber cómo tratarlos. Ofrécenos amablemente una pizza y convencemos de pedir una. —Ian le pidió el menú de vuelta con un gesto de la mano.

—Este lugar, por si no se dieron cuenta, vende pizzas, muy sabrosas pizzas y sería muy lindo de su parte ordenar una porque están riquísimas —Tiago forzó su tono.

—No exageres, hablando así solo me provocas darte un buen golpe —dijo Evan.

—Está bien, yo probaré una personal, pero quiero que una mitad sea hawaiana, la otra de peperoni, otra parte carnívora y la otra napolitana, pero que la mayor parte de la pizza sea de peperoni. Y quítale las aceitunas —pidió Alan.

—Las pizzas personales tienen cuatro porciones, ¿o sea que quieres una porción de cada sabor?

—No, quiero más de peperoni que de los otros sabores.

—¿No vas a anotar? —Ian los interrumpió.

—Puedo recordarlo. —Tiago se aguantaba las ganas de brincar sobre ellos y estrangularlos con sus propias manos, uno por uno, o agarrarlos a la fuerza y embutirles la masa cruda de las pizzas hasta asfixiarlos.

— Entonces yo quiero lo mismo que Alan, pero la mayor parte de la pizza napolitana.

—Genial ¿y tú? —se dirigió a Evan.

—Yo quiero un helado, ya te lo dije, eso te pasa por no anotar.

Tiago evitó responderle. Se retiró a la cocina y le dio las órdenes a Rafael, mientras tanto abrió una botella de Coca-Cola y sacó una porción de helado del congelador. Tuvo el impulso de escupirle al helado, pero cambió de opinión, de seguro se darían cuenta y lo seguirían torturando.

—Tu gaseosa, tu helado. Las pizzas ya están por salir —les dejó sus pedidos en la mesa.

De inmediato Evan clavó la cuchara y dio una pequeña probada. Tiago se dio la vuelta para irse, pero Evan lo llamó de regreso.

—Este helado está muy frío —lo apartó de él.

—¿Muy frío? —Tiago lo miró como si fuera estúpido—. Por supuesto que está frío, ¡es helado! Se supone que debe ser frio.

—Calma tu tono. Estoy pagando por este servicio así que espero que sea de calidad.

—Tiene razón —consideró Ian.

Tiago retiró el helado y enfadado como estaba abrió la puerta del microondas y lo puso treinta segundos. Rafael lo observaba curioso mientras hacia girar una masa de pizza en el aire, luego Alfredo se unió y ambos quedaron estupefactos al ver al joven escupir en el bol de un helado derretido.

—Aquí está, caliente como lo querías. —Se lo lanzó a Evan, ya le importaba poco el atenderlos correctamente.

—Está derretido —se quejó el chico.

—Por supuesto, eso pasa cuando el helado no está frío. Saben, ya se divirtieron a mi costa y no voy a seguir con esto. No voy a usar un estúpido gorro de pizza y no voy a trabajar por un sueldo miserable. Prefiero pedir dinero en la calle, o vender droga con Martha —determinó mirando fijamente a Ian.

—No exageres. Te estamos poniendo buenos puntos por la paciencia.

—Pues mi paciencia se acabó. O me vuelves a pagar lo que me pagaban antes o renuncio —amenazó a Ian.

—No soy a subirte el sueldo —determinó.

—Entonces adiós. —En un rápido movimiento de mano volcó el bote de helado sobre Evan y salió de la pizzería. Iba en serio, esa situación ya estaba al límite. Ya tenía suficiente aguantando a su padre en el colegio, quien se la pasaba lanzándole trozos de tiza cuando se distraía o exigiéndole más con las tareas. Lo peor era que no podía quejarse. Si le decía algo al director, no pasaría nada o él mandaría una queja a su padre, quien era el profesor.

Tanto su padre como su mejor amigo lo tenían comiendo de la mano, y si bien no podía arreglar la situación en el colegio, podía al menos escapar del yugo de Ian.

Parecía que había pasado mucho tiempo desde la última vez que había aprendido un guión y había dejado que la peinaran y maquillaran. Después de un receso forzado, volvían a filmar "La vida secreta de una espía".

Se notaban los ánimos caídos. Sophie se arrepentía de haber iniciado su amistad con el resto de chicos del elenco tan tarde, puesto que ahora tomarían caminos separados. Candela y Leonardo iban a postular a un par de papales en la nueva telenovela, Mariana iba a intentar ser presentadora de un noticiero y los actores Adultos, al tener una mayor trayectoria, tenían también un papel asegurado en la telenovela. Solo el futuro de Steve y Sophie era incierto.

Sophie estaba casi segura de su decisión, le hubiera gustado preguntarle a Steve qué haría, pero los peinaron por separado y empezaron a filmar de inmediato.

—¡Vamos! ¡Esos ánimos los quiero en alto! El programa terminaría en algún momento y esto no es un adiós definitivo. —El productor entró al set con mucho ánimo, cosa común en él, ya que Sophie no recordaba haberlo visto serio o preocupado nunca. Tal vez era la persona más optimista del mundo, o se mantenía drogado. Algunos técnicos del set sostenían que el productor de "La vida secreta de una espía" fumaba marihuana a escondidas en su oficina.

Intentando olvidar que filmaban el antepenúltimo capítulo del show, todos pusieron su mayor esfuerzo en hacer que esos últimos episodios fueran especialmente buenos.

Acabaron tarde en la noche. Las oficinas del canal ya estaban cerradas así que Sophie supuso que hablaría con Susan y el productor al día siguiente.

—Buen capítulo Sophie. Creo que el programa no será olvidado tan fácilmente. —Steve se acercó a ella—. ¿Quieres que te lleve a casa? ¿O tu novio va a molestarse?

—Ian no va a molestarse. —Sonrió colgándose su mochila a la espalda—. Somos amigos y no le molesta que esté con mis amigos. —Comenzaron a caminar juntos hacia la salida—. Oye ¿ya pensaste que vas a hacer? ¿Aceptarás le papel en la novela?

—Sí. Lo pensé mucho y tengo dos opciones: aceptar el papel y optar a mejores cosas cada vez, o regresar a Estados Unidos, donde trabajaré de mesero hasta conseguir un papel, como todos, tu sabes. La verdad tampoco quiero irme, aquí tengo amigos. ¿Tú vas a aceptar? Va a gustarme seguir filmando contigo, es una oportunidad estupenda.

—Solo si quieres ser actor de telenovelas de por vida —respondió.

—Chicos quiero hablar con ustedes. —El productor los interceptó en la puerta, seguía ahí, esperándolos para hablar.

Lo siguieron a su oficina. El hombre se sentó y les ofreció imitarlo en los dos mullidos asientos frente a su escritorio.

—Bien, ¿los contacto con la directora de casting? Mañana seguro pueden escapar un rato de la filmación para hablar con ella y hacer los acuerdos.

—Yo estoy adentro —dijo Steve, con mucha seguridad.

—Yo no. —Sophie lo pensó un rato y respondió, ganándose las miradas atentas de ambos.

—¿No? ¿No vas a aceptar? Sophie, es un excelente papel en una producción adulta. Estarás dando un gran salto en tu carrera.

—No es el salto que quiero. Cuando firmé contrato para el show les dije que quería ser cantante y ustedes me prometieron que estaría grabando un álbum a estas alturas. Nada ha pasado y no quiero ser actriz de telenovela.

—¡Pero de qué hablas! —Estalló con tono alegre—. Si ya grabaste dos álbumes con nosotros.

—El álbum del show, que de hecho es bastante malo y un especial de navidad que no tuvo muchas ventas. No es lo que quiero. Voy a enfocarme en el canto, así que a menos que pueda ofrecerme algo vinculado exclusivamente con eso, me despediré de la KTV después del último capítulo.

—¿Estás segura? Porque tengo que responder mañana para que busquen a otra persona para el papel.

—Estoy segura. Además necesito descansar un poco de todo esto y también enfocarme en la universidad, y estoy bastante segura de que si acepto el papel mi madre luego negará que soy su hija. —Calló un momento, si se retiraba significaba que su decisión estaba tomada y no había vuelta atrás.

—No puedo obligarte a nada. —El hombre estaba consternado, había dado por seguro que esa adolescente que había descubierto en un concurso de bandas dos años atrás, sería la estrella permanente de su canal, su actriz predilecta con quien contaría siempre en cualquier proyecto—. Si en algún momento quieres volver, las puertas de la KTV estarán abiertas.

—Usted y yo sabemos que eso no es cierto, cuando el público se olvide de mí, para el canal seré otra chica del montón buscando fama.

—No —contestó —. Si quieres participar en alguno de nuestros proyectos solo búscame, o si tú tienes uno también. —Le extendió la mano, bastante triste porque le había agarrado cariño a su pequeña estrella.


Tiago y Sophie ya renunciaron a sus trabajos, por suerte Sophie no lo necesita para comer XD

Ya veremos a Tiago vendiendo droga, o su cuerpo... con lo que gane más

Nos leemos  mañana! gracias por sus comentarios!!! 

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