La TV es mi enemiga
Sin darse cuenta Sophie pasó toda noche durmiendo en el suelo de su habitación. Se despertó por falta de aire cuando algo muy grande y peludo se echó sobre ella. Moviendo la mano apenas palpó al intruso y se quedó tranquila al darse cuenta que era su perro pastor alemán.
Lo hubiera retirado de encima, pero tal vez había llegado su hora. Qué final más perfecto para esa patética semana que con un titular en el periódico: Sophie Cohen muere asfixiada por su propio perro.
— ¡Sophie, hablan de ti en las noticias! —Su trágica posible muerte fue interrumpida por su hermano Daniel; al entrar a la habitación el perro se levantó y corrió al piso de abajo.
— ¿De verdad? ¿Yo en las noticias? ¡Wow! ¿Hace cuánto que no aparezco? ¿Dos, tres días? —dijo sarcástica. Poco le importaba lo que la televisión tuviera que decir de ella. Hacía noticia siempre porque aparentemente no había ninguna otra persona medianamente famosa para molestar en todo el país—. Seguro siguen con el tema de Zack, o lo de la discoteca.
—Es sobre lo que pasó anoche.
Sophie se levantó y encendió la televisión, era extraño, ¿qué tendría que decir la prensa sobre la pasada noche? No había actuado y nadie más que ella y los chicos de la banda sabían sobre su expulsión.
En la pantalla la primera escena que apareció fue la larga fila de fans fuera del pub, con el titular: "Sophie Cohen decepciona a sus fans".
«Tras una larga espera de más de cuatro horas, la estrella juvenil cerró las puertas del pub local donde tocaría y no se presentó. Más de quinientas personas que esperaron en la calle por la presentación regresaron frustradas con la actriz, quien escapó de la prensa y no dio explicaciones para cancelar la presentación»
Sophie apretó con rabia el control de la televisión, ahora la hacían verse como la villana de la película. Las cámaras enfocaban a los rostros decepcionados de varios niños y adolescentes, algunos acompañados de sus padres, que furiosos le decían al reportero lo que pensaban de la actriz y sus aires de diva.
— ¡Esa presentación no era para fans, nadie debió ir y yo no cancelé nada, me cancelaron! —gritó a la televisión.
«— ¿Cuantas horas estás aquí? —preguntó una periodista a una niña de diez años agarrada del brazo de su madre, con la foto de Sophie estampada en su camiseta.
–Tres horas —respondió casi entre sollozos.
— ¿Qué le dirías a Sophie? ¿Estás decepcionada de tu ídola?
—Sí. Estoy cansada de esperar y mañana regreso a mi ciudad. Viajé esta mañana cinco horas para verla.
—No solo esta niña vino desde lejos para ver a su artista favorita. La cadena KTV se niega a responder al respecto, aseguran que esta presentación no estaba organizada por la cadena. El presidente dice estar decepcionado de la estrella del programa emitido por su canal y asegura una disculpa pública por parte de ella.»
— ¡Yo no voy a disculparme! —estalló. Generalmente le daba igual lo que dijeran de ella, pero había cierto límite en el que detestaba que todos buscaran estropear su imagen a base de tergiversaciones.
«—Seguro Sophie tuvo algún motivo. —En ese momento, Sherry apareció en pantalla, la entrevistaban en vivo desde un local donde solía tomar desayuno los fines de semana—. Bueno, es mi amiga y no hablé con ella, solo sé que organizó esta presentación a espaldas de la cadena, no quiero hablar mal de ella ni sacar conjeturas, pero últimamente busca bajo todos los medios ser el centro de atención de la prensa. Al contrario, yo quiero ser una chica normal viviendo en sus ratos libres su sueño de cantar y actuar, prefiero mantenerme alejada de las cámaras, por eso no podría hablar a nombre de Sophie, somos muy diferentes —comentó con una dulce y falsa sonrisa. »
— ¡Maldita perra! ¡Tú eres la que busca atención siempre, pero no te la dan! ¡Voy a matarte por hipócrita!
Daniel miró con susto a su hermana y se alejó un par de pasos, en cualquier momento Sophie explotaría y le lanzaría algún objeto contundente.
«—Mientras la popularidad de la adolescente baja entre los niños y padres de familia quienes comienzan a verla como un ejemplo negativo para sus hijos; ésta crece entre los jóvenes. Aparentemente la rebeldía y aire de superioridad de la estrella resulta atractiva entre universitarios...»
Antes de seguir escuchando entrevistas al azar a chicos que la alababan con comentarios entre obscenos y de admiración, apagó el aparato.
—Bueno... te gustan los universitarios, ¡es algo! —dijo Daniel, quien encontraba divertido todo. Si Sophie no hubiera sido su hermana y no habría estado consiente que todo lo que decían sobre ella eran verdades a medias o exageraciones, que la habría detestado. Sophie había arrastrado con ese karma toda su vida. Si no la odiaban en el colegio por sus intentos de caerle bien a todo el mundo, ahora era por ser famosa y esa falsa imagen creada de ella.
A Sophie recién se le ocurrió revisar el celular que había dejado en silencio desde la noche anterior. Tenía cientos de llamadas perdidas, la mayoría de la cadena de televisión, revistas, diarios y gente del canal.
—Rayos —dijo en un suspiro, ya sabía lo que en ese momento debían estar pensado de ella: que no quería dar comentarios al respecto y se negaba a contestar a nadie. De seguro hasta se la imaginaban en una habitación de hotel con resaca y varios amigos dispersos por la suite, inconscientes tras una loca noche en la que había preferido tener una fiesta descontrolada en lugar de cumplir con sus seguidores—.¿Por qué no pueden dejarme tranquila? No hay fin de semana que pueda salir sin cámaras siguiéndome y preguntándome por lo ocurrido la noche anterior. Hay más actores en mi programa, incluso hay otras cinco series juveniles, pero solo publican lo que yo hago: cómo me visto, cómo no me visto, con quien salgo, si estudio... Eso sin contar redes sociales.
—Qué importa. ¡Ganas dinero!
—No gano tanto, y qué importa, me estoy quedando sin vida, una cosa no compensa la otra.
— ¡Ya sé! —exclamó—. Qué tal si te creas una doble identidad, puedes disfrazarte y nadie te reconocería.
Sophie entornó los ojos. ¿Cómo se le ocurría contarle sus problemas a un niño de once años? Por eso necesitaba a Tiago, Daniel aún no comprendía los trágicos percances de su vida.
— ¡Genial! ¡Me pongo una peluca rubia para el show y listo! Todo estará solucionado.
— ¿Una peluca? Eso es estúpido, todos van a reconocerte. Pensaba en unas gafas como Clark Kent, o una máscara. ¿De dónde sacas la idea de la peluca?
—Sabes qué, mejor vete, me das migraña. —Como si no quisiera tocarlo lo empujó con la punta del pie y le cerró la puerta en la cara. Como cada sábado en los que no tenía filmación, se encerraría en su habitación hasta que el mundo se olvidara de ella. Cosa que ocurría rápido, hasta que un nuevo acontecimiento atrajera de nuevo la atención hacia ella.
Con ansiedad abrió su correo y entre toda la basura encontró el nuevo mail de Aaron. Él era el único que no la decepcionaba, cumplía puntualmente con el comic, aunque le hubiese gustado que esas páginas dibujadas con tinta negra fuesen acompañadas de algún mensaje personal. Después de leer el capítulo le escribió largamente, dándole sus opiniones respecto a la historia y a los dibujos. Incluso se desvió del tema y terminó contándole sobre cómo se sentía últimamente. Parecía que hablaba sola, tal vez Aaron ni leería sus palabras, pero era un desahogo, como escribir en un diario personal o hablar con un amigo de años.
Como era el plan de Thaly, al medio día Tiago regresó vencido por el hambre. Además necesitaba ropa y dormir en su propia cama. Debía aprovechar cuanto pudiese de su habitación antes de que mudaran a Daniel ahí y se acabara la paz para él.
Tomó aire antes de saludar a su madre, quien veía muestras de pintura sobre la mesa de la cocina.
—Bien, ya volví, acabemos rápido con el sermón —dijo sentándose junto a ella con los brazos cruzados.
Por un momento se mantuvieron en silencio, Thaly no le dirigió la mirada, la mantenía clavada una paleta de colores, pensativa. Tiago comenzó a columpiarse en la silla, esperando que su madre ordenara sus ideas antes de decirle lo que tuviera que decirle.
— ¿Cuál color te gusta más? —le preguntó finalmente, haciendo que dejara de columpiarse y la mirara extrañado—. Este rosa me gusta, pero es un color muy típico para el cuarto de una niña, además llega a empalagar. Me gusta este violeta, aunque es algo frío para un bebé. ¿Qué opinas? —Le acercó ambas muestras y antes de recibir una respuesta las retiró de su vista y cambió de paleta—. Mejor este verde, lo combino con el rosa y así no vomitamos corazones cada vez que entremos a la habitación. —Decidió señalando el color que quería y levantándose de la mesa.
— ¿Eso es todo? —preguntó Tiago—. ¿Nada de sermones ni conversaciones sensibles sobre lo mucho que te entristece que mi padre y yo peleemos siempre?
—No —dijo tranquila, sacando del refrigerador un par de jugos para sus hijos más pequeños—. Tu castigo ya está dado y no sirve de nada cuánto hable con ustedes; son iguales. Por eso no van a entenderse nunca.
—No soy igual a mi padre —respondió molesto, buscando algo de comer.
—Eres idéntico a él; y él era idéntico a tu abuelo, por eso discutían siempre y dejaron de hablarse por varios años. Luego maduraron. Espero que tú no llegues a ese extremo.
—Vamos a llegar si él sigue controlando mi vida y diciéndome qué hacer como si tuviera cinco años. Para eso tiene a otros cuatro hijos en quienes distribuir su neurosis. Parece que Sophie se lo hubiera sacado de encima y me lo hubiese lanzado.
—Exagerado. Sabemos todo lo que haces porque nos avisan en el colegio.
— ¿Exageración? ¿Que hay sobre compartir mi habitación?, lo hace para tener al mocoso como espía.
—Lo del habitación fue mi idea. Necesitamos el cuarto de Daniel para el nuevo bebé. Además solo será un año. Sophie se irá a la universidad y tú podrás quedarte con su habitación, y si eso no sucede construiremos una habitación nueva. Hay espacio.
— ¿De verdad? —Se calmó, si solo era por un año podría aceptarlo, además la habitación de Sophie era mucho más amplia y mejor iluminada. Incluso era más fácil escapar por su ventana hacia el jardín. Sería como tener una salida propia.
—De verdad —le despeinó el cabello como si fuera un niño pequeño y se fue tranquilamente.
La pasividad de su madre a veces lo asustaba. Thaly era impredecible, o ignoraba las situaciones problemáticas o buscaba drásticas soluciones que generalmente incluían prenderle fuego a algo o hacerlo pasar vergüenzas en público. No se confiaba del todo, menos con eso de que su castigo ya estaba dado. Como había hecho en una ocasión anterior, ella era capaz de humillarlo públicamente como venganza, haciéndolo llamar por megáfono en el colegio para decirle que se había olvidado de llevar ropa interior limpia al colegio. O aparecerse en medio de una cita con su jarabe para la tos.
Desconfiado y esperando no toparse con su padre subió a su habitación, al principio creyó que la habían asegurado, pero tras varios empujones finalmente pudo abrirla y casi no reconoció el lugar. Toda la basura de la fiesta estaba ahí. Furioso, pero sin ganas de darle el gusto a sus padres, retiró la basura de la cama y tomó una siesta, tal vez en sueños encontraría una forma de vengarse.
El capi de hoy porque el anterior era el de ayer y en la noche otro si comentan mucho. Estoy respondiendo preguntas de los libros en mi Instagram. Me encuentran como Hittofictions
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