Estamos en crisis

Si llegamos a 400 comentarios, subo otro capi hoy :D

Tiago tenía algo urgente que resolver, estaba en una crisis. Ian y Sophie se acercaban más a cada momento y Steve... ese no hacía nada ¿Qué tenía que hacerlo todo por él? Lo llamó para asegurarse que estuviera en su departamento y lo fue a buscar.

El joven actor lo recibió muy enfadado y con el brazo vendado.

— ¿Qué pasó? —Tiago le preguntó al verlo.

—El estúpido perro que me trajiste, no le bastó con destruir y ensuciarlo todo, hoy llegué temprano y al abrir la puerta me mordió y se escapó.

— ¿Cómo que se escapó? ¿Se lo presentaste a Sophie antes?

—No, no tuve tiempo. Hoy iba a invitarla a salir conmigo y los chicos del programa. Eso está saliendo bastante bien, nos estamos haciendo amigos, así que podré incluirla en el grupo. Luego quería traerla aquí, pero la filmación se canceló  y cuando le avise a Sophie gritó y me colgó.

— ¿Y sabes porque te colgó? —preguntó retóricamente— ¿Tienes idea de dónde estuvo?

—No —respondió confundido.

— ¡Ese es el problema! ¿Tengo que hacerlo todo yo? estamos en problemas, serios problemas. Estuvo todo el día con Ian, a solas en nuestro departamento y sé que estuvieron haciendo más que solo besarse.

— ¿Más? —preguntó entre celoso, curioso y enojado.

—En términos que entiendas llegaron a segunda base.

Steve se sentó en el sillón, no podía creerlo, no quería ni imaginarlo ¿de verdad Sophie lo había rechazado tan fácilmente por el otro chico?

— ¿Estás seguro? —preguntó consternado.

—Sí, créeme, si hay algo sobre lo que sé, es esto. Pero no está todo perdido, Ian sabe cómo manipularla, pero yo también. Así que iremos directo al plan b. Este es infalible.

— ¿Cuál? —Las ideas de Tiago no le llegaban a agradar por completo, pero si era verdad lo ocurrido esa tarde entre Sophie e Ian, no tenía más recurso que aferrarse a lo que Tiago le indicara.

—Celos. Sophie es la persona más celosa del mundo, y siempre anda queriendo defender su territorio. Recuerda que te dije que mientras más inalcanzable seas para ella, más va a quererte. Así que tú vas a invitarla a salir, con tus amigos, pero llevarás a una chica como compañía.

Steve lo pensó, no le agradaba ¿era capaz de mentir a Sophie para recuperarla? No eran el tipo de cosas que hacía, aunque ya había estado por mentirle con lo del perro, eso no era tan diferente.

—O sea, ¿me propones que salga con otra chica para salir con Sophie luego?

—Sí, exacto. Si sales con una chica te vuelves deseable para cualquiera. Solo necesitamos asegurarnos de que no sea una fan loca, sino alguien diferente, alguien creíble y normal.

—No me convence, pero si aceptara ¿a quién invito? Si es a una chica del programa Sophie va a enfadarse mucho conmigo.

—Ya lo sé, por eso nadie del show. No te preocupes, yo ya tengo a alguien, es perfecta. Lo mejor es que Sophie ya la conoce así que no podrá ni creer que es alguien a quien le pagaste.

— ¿Por qué yo le pagaría a alguien? —Se ofendió. Estaba claro que tenía muy poca experiencia en cuanto a chicas se refería, porque había destinado toda su vida a la actuación, pero era muy atractivo y podía elegir prácticamente a la chica que quisiera.

—Para ponerla celosa. Sophie es muy egocéntrica, difícilmente se va a creer que la cambiaste por otra y se dará cuenta del verdadero motivo. Tú hazme caso, ya lo echaste a perder hoy. Mañana a la hora del almuerzo te presentaré a una amiga, conócela lo más posible y a la tarde después de la filmación invita a Sophie y al resto a salir, que ella aparezca contigo y le dices: es una amiga con la que estoy saliendo ¿no te importa verdad? Y es todo —le indicó. Su plan tenía que funcionar, si explotaba las debilidades de Sophie, Steve se volvería irresistible para ella, y si lograba mantener la relación hasta fin de año, tenía su preciado auto asegurado.

—Te odio —le dijo Ian mientras miraba su nuevo corte de pelo en el espejo de su moto.

—No es cierto...

—Bueno, no te odio a ti, odio lo que me hiciste. Y voy a vengarme. —Enredó los dedos en su cabello e intentó deshacer un poco el peinado que le había hecho el peluquero. No podía estar más incómodo, parte de él se había ido y hasta sentía más frío que antes.

—Pues deberías tomar esto como una pequeña paga por todo lo que me hiciste. Yo sí tengo verdaderos motivos para odiarte, pero no lo hago.

— ¿Porque me amas? —le preguntó sardónico.

—No. —Le empujó la cara —. Porque no soy rencorosa. Además deberías agradecerme, te libré de un problema. Mañana podrás ir a al colegio como el aburrido y santurrón Aaron Hyde de siempre. De verdad espero que el colegio acabe rápido y en la universidad dejes de ser tan... bueno.

Dado que ya tenía siete llamadas perdidas de su padre y que de seguro sería castigada por no avisar donde estaba, Ian la llevó a su casa.

—Fue genial, como en los viejos tiempos —dijo Sophie a modo de despedida—. Y el corte no está mal, te queda bien, enserio —habló con sinceridad, aunque en el fondo hubiera deseado que Ian quedase fatal y por primera vez no se viera tan perfecto como siempre. Pero aquello parecía imposible, Ian se veía bien de cualquier forma... y cómo odiaba eso de él.

Estar tan enfocado en el problema de Sophie le hizo olvidar por completo que a partir de ese día tenía a su primera novia oficial; o algo parecido, al parecer Martha tenía algún problema con la palabra novios, pero básicamente eso era lo que eran.

Esa chica lo estaba cambiando de muchas maneras, una era esa, ya que jamás había considerado el tener una relación formalizada y monógama con alguien. Siempre salía con varias chicas a la vez, y no le importaba que se enterasen ya que no tenía que rendirle cuentas a ninguna.

En el trabajo todos estaban reunidos. Los dos cocineros: Rafael y Antonio; Marcos, el chico que atendía el mostrador y la mesera del turno de la tarde, con quien coincidía a la hora de su llegada. El administrador le pidió sentarse, hablaba seriamente con todos y puso a Tiago al día.

—Tuve una reunión con los dueños de la pizzería. Están muy molestos porque las ganancias han bajado en estos últimos meses y hay demasiadas quejas respecto al servicio. Si no mejoramos la atención hasta fin de mes, puede que cierren la pizzería, o algunas cabezas vuelen —habló nervioso—. Así que vendré todo el día de mañana a vigilar, a dar sugerencias y a calificar al personal. Más les vale mejorar la atención al cliente y no solo conservarla mientras yo esté mirando, porque les aseguro que vendré horas extras para vigilarlos. —Recogió sus cosas y se despidió, no sin antes hacerles recuerdo que estaría al día siguiente.

—Yo atiendo bien a la gente, demasiado bien —consideró Tiago, en poco tiempo los pedidos habían aumentado debido a las mujeres que pedían más pizza de la que podían devorar solo por verlo.

—El problema real es con él —dijo Antonio—. Escuché mientras hablaban. El señor Gilbert es peor administrador que yo, y cuando está aquí en las tardes espanta a los clientes. Su cabeza es la que va a rodar si no hay más ganancias. Estoy bastante seguro de que el dueño está conforme con el local y no piensa cerrarlo —intentó alentarlos, ya que el resto de empleados lucían nerviosos.

Tiago trabajó como siempre. Sería una pena si cerraban la pizzería, en especial porque era el único lugar donde había conseguido trabajo. Pero se mantenía positivo al respecto, ya pensaría en algo para atraer más gente. Hasta podría usar a Sophie para hacer publicidad. Si la convencía de ir un día a cantar ahí o al menos a firmar autógrafos, la pizzería estaría tan llena que los dueños hasta pensarían en hacer una ampliación.

Martha, Peka y Rafa lo esperaban a la salida, como en las pasadas noches. Esta vez Martha puso un brazo alrededor del cuello de Tiago y lo jaló para besarlo. Por su aliento a alcohol pudo deducir su estado de embriaguez. No le desagradaba, más bien al contrario, sentir el licor en los suaves labios de la chica era hasta excitante.

— ¿Nueva víctima? —se mofó Rafa. Martha le respondió enseñándole el dedo del medio.

— ¿Qué vamos a hacer? —quiso saber Tiago aunque ya deducía que como siempre irían a pintar "obras de arte" por la ciudad.

—Tenemos mercancía que vender en una rave —explicó Martha, mostrándole una bolsa plástica con varias píldoras.

—No la andes mostrando así. Vas a perderla o alguien más puede verlo y estarás en problemas con Wills como la última vez —la regañó el Peka.

—Wills puede besarme el trasero. No pasa nada. ¡Vamos a divertirnos! —exclamó alegremente haciendo girar la bolsa en el aire.

Le divertía verla así, era tan alocada y hermosa que no se arrepentía de ser su novio, pareja exclusiva, o lo que fuera.

El local estaba lleno y había gente esperando afuera, pero a ellos los dejaron entrar sin problemas, al parecer los guardias ya los conocían y no pusieron contemplaciones en abrirles la puerta.

Nunca había ido a una fiesta rave, al menos no a una como esa. Ni bien entró, la música pareció envolverlo y sentía la marcha hacer vibrar cada célula de su cuerpo. Las luces lo marearon al principio hasta que se fue adecuando a ellas.

Adentro la gente también reconocía a Martha y a sus amigos de inmediato, y se acercaban a comprarles éxtasis. Tiago intentaba hacerse el de la vista gorda; como le había dicho a Tamara, no se involucraba con los negocios de Martha.

Avanzaban entre la gente y de rato en rato se detenían para hacer negocios. Perdió la cuenta de cuántas píldoras habían ya distribuido, algunas ventas eran tan inadvertidas y expertas que de un momento a otro Martha aparecía con un billete en la mano que le pasaba a él para que lo guardara.

— ¡Las últimas dos! —le gritó Martha al oído después de vender la antepenúltima—. Son todas nuestras. Inmediatamente ingirió puso una en su lengua, invitándolo a conseguirla.

Dudó al principio, pera ya estaba ahí y quería vivir la experiencia, tampoco podía negarse a ella, así que la besó apasionadamente, dejando que le pasara la píldora con su lengua.

El resto de la noche pasó entre una moderada ingesta de alcohol, las luces estroboscópicas distorsionando la realidad y la energía más alta que había sentido nunca activando su cuerpo como combustible; todo eso sumado a la agradable compañía de Martha.

Al día siguiente despertó en una cama que no era la suya, recordó que en la madrugada Martha se lo había llevado a su casa, aunque no recordaba cómo habían entrado. La chica dormía su lado, echada de estómago.

Buscó su ropa entre el desorden de la habitación, encontró su celular en el bolsillo del pantalón, tenía como diez llamadas perdidas de Ian y varios mensajes preguntándole dónde estaba. La hora lo sorprendió más, era casi medio día.

—Martha, ya me voy —le dijo sacudiéndola. No sabía si quedarse o solo decirle que se iba, para que no se enfadara al no encontrarlo cuando despertara.

—Sí... adiós —dijo con voz ronca. Aún dormida.

Se vistió rápido, mirando la habitación. Era amplia, con un gran equipo de sonido. Las paredes pintadas de negro y grafiteadas con pintura metalizada. En el armario había varios afiches de grupos de música y en el suelo acomodadas varias muñecas. Algunas desnudas y envueltas con vendas negras. Otras tenían los ojos pintados con marcador negro y los brazos atados a la espalda. Prefirió no saber, ni pensar en ellas siquiera.

Al salir se encontró en un pasillo de lo más normal. Estaba en una casa, pequeña, pero como cualquier otra de clase media que conocía.

Bajó las escaleras con sigilo, por si alguien se encontraba en casa. La sala era bastante normal también: muebles con tapiz blanco, paredes decoradas con cuadros de paisajes, estantes con fotografías familiares donde Martha resaltaba entre un par de chicas vestidas modernamente.

Antes pensaba que Martha venía de una familia disfuncional, padres alcohólicos o a quienes no les importaba, pero examinando alrededor, llegó a la conclusión de que ella simplemente era la oveja negra de la familia.

Entró en pánico cuando en la entrada se topó con un hombre.

— ¿Tú quién eres?, ¡voy a llamar a la policía! —lo amenazó.

—No, yo... ya me iba —intentó esquivarlo, pero el sujeto le tapó la entrada.

— ¡Oh demonios, Bianca! —gritó avanzando por el pasillo hacia la cocina —. ¡Tu hija trajo a otro chico aquí anoche!

— ¿Qué? —respondió una voz femenina—. No lo sé, no sé ni a qué hora llegó esa chica.

— ¡Nunca sabes nada de ella, por eso es así como es!

— ¡No me eches a mí la culpa! ¡Tú eres quien la sacó del centro de rehabilitación! —le gritó de vuelta.

Tiago no quería verse involucrado en medio de la discusión de esas personas. Aprovechó que tenía el camino libre y salió de esa casa lo más rápido que pudo.

Le costó un poco descubrir dónde estaba. El barrio era bastante lejos del colegio, así que supuso que Martha, como él, había terminado en la escuela número cincuenta y cuatro por haber sido expulsada de numerosos colegios anteriormente.

Bueno, Tiago empezó un nuevo mundo. Espero que les guste saber de él y de los otros, de quién creen que tratará el próximo capi??

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top