Capítulo 20: Respuestas
–Tranquila, Helen. Celine es un dolor en el culo, no se va a rendir tan fácilmente. –dijo Ingrid en un intento de animarme, y consiguió que sonriera por primera vez en todo este tiempo.
El doctor Gómez salió de la habitación media hora después con un rostro bastante inexpresivo, algo que me asustó pero rápidamente nos dedicó una cálida sonrisa. Nos explicó que Celine estaba bien y que no tenía ningún riesgo de que sucediera algo más grave.
–Su condición es estable, los huesos fracturados se están regenerando lentamente. Pero todavía desconocemos cuando despertará. –nos explicó con tranquilidad. –No hay nada de qué preocuparse.
–Muchas gracias, doctor. –agradeció Derek más aliviado.
–Se pueden quedar hasta las dos, a esa hora vendrán a limpiar la habitación.
–Gracias por avisarnos.
El doctor se marchó revisando unos papeles y entramos de nuevo en la habitación, notamos que le había cambiado la bolsa por donde le daban de comer. El tiempo en el hospital parecia pasar más lento, y el día se hacía eterno, al menos para mí. Cuando fueron las dos una enfermera nos avisó de que cambiarían las sábanas de la cama y limpiarían la habitación, por lo que tendríamos que marcharnos hasta la tarde, que era cuando volvían a abrir los horarios de visita.
–¿Qué hacéis aquí fuera? –preguntó Selena cuando nos encontramos fuera del hospital.
–Están limpiando la habitación de Celine, así que tenemos que esperar hasta la tarde para volver a verla. –explicó Zac llevándose una mano al estómago. –Tengo hambre.
–Tú siempre tienes hambre. –dijo Carly con una sonrisa haciendo que Zac también sonriera.
–¿Qué hacemos? –preguntó mi padre viendo al grupo. –¿Esperamos?
–Mejor vayamos a comer, y recordad que esta tarde nos toca a nosotros quedarnos con Celine. –avisó Selena señalando al resto que se había marchado. –Vosotros aprovechad para distraeros.
–Yo prefiero dar caza al cebolleta que le ha hecho esto a mi pobre Celine. –dijo Ingrid cruzada de brazos.
Para no perder tiempo decidimos ir a un restaurante que había en la calle paralela al hospital, era un restaurante pequeño pero acogedor. Nos sentamos en una mesa cerca de las ventanas y pedimos la comida, la mayoría pidió pizzas pero por mi parte preferí un filete con sus patatas fritas, y su verdura.
Estuvimos hablando sobre como haríamos para estar en Escocia mientras Celine se recuperaba, solo teníamos el hotel gratis una semana, después tendríamos que buscar alguna forma de quedarnos para esperar a nuestra amiga. Derek comentó que tal vez podría mirar algún piso que estuviera cerca del hospital y a buen precio para alquilarlo, al menos un tiempo hasta que su hija despertara del coma.
–Ingrid, ¿adónde crees que vas? –preguntó Selena cruzándose de brazos. –Nos toca a nosotros estar con ella.
–Pero no puedo divertirme estando la mocosa ingresada en el hospital. –dijo Ingrid algo frustrada.
–Sabemos que queréis estar con ella, pero no creo que mejore aunque estemos todos allí. –comentó Teresa.
–Lo mejor es que os despejéis, mañana venid y cambiamos. –continuó Abigail con una sonrisa.
–De acuerdo. Pero eso no quiere decir que esté de acuerdo. –dije frustrada de no estar con mi novia en este momento.
Selena y los demás se despidieron de nosotros y entraron al hospital. Nos quedamos en silencio sin saber a dónde ir hasta que a Ingrid se le ocurrió la idea de ir a visitar el castillo que había cerca de donde estábamos.
Junto con más personas hicimos un recorrido turístico por todo el castillo, desde sus partes más antiguas hasta las zonas que habían restaurado para que la visitaran las personas. La verdad es que fue una tarde bastante entretenida y me divertí, pero no era lo mismo sin Celine, y creo que el resto se sintió igual.
–Me lo he pasado genial, pero no es lo mismo sin Celine. –admitió Zac mirando fijamente su helado de menta con chocolate. –Siento que falta algo.
–Yo también lo pienso, chico. –respondió Ingrid tomando su helado de vainilla.
–Siendo sincera, pensé que era la única que la extrañaba. No quería sonar egoísta. –admití algo nerviosa.
–No te preocupes, Helen. Celine se ha convertido en una parte importante de vuestras vidas, es normal que la extrañéis. –dijo Derek viéndome con una sonrisa cariñosa. –Estoy seguro de que cuando despierte se quejará de que hayamos ido a todos estos sitios sin ella.
–Eso suena a algo que diría ella. –mi padre le dio la razón y todos sonreímos más animados.
Después de visitar el castillo decidimos tomar un helado en el parque que había al lado, nos sentamos en un banco y disfrutábamos del helado en silencio, y viendo a las personas pasar mientras hablaban, reían o parecían tener una discusión.
Un coche negro con las ventanas tintadas se paró a unos metros de nosotros, no le dimos importancia hasta que vimos a un hombre bajar del coche y acercarse a nosotros. Pensé que era alguien que estaba detrás nuestra pero me equivoqué al ver que se paraba frente a nosotros.
–¿Joe Casterville? –preguntó con voz grave.
–Así es, ¿Quién pregunta? –respondió mi padre levantándose del banco.
–Soy Raúl Medina, trabajo con Antonio en la policía. Me ha informado del caso de Celine Blackvour y he estado investigando estos días. –explicó y todos suspiramos más tranquilos, creo que todos pensamos que era el mismo que había atropellado a Celine.
–¿Ha encontrado algo? –preguntó Derek interesado.
–Será mejor que vengan conmigo a mi despacho, aquí estamos al descubierto.
Seguimos a Raúl hasta su coche; Zac, Ingrid, Derek y yo fuimos en la parte de atrás mientras que mi padre iba de copiloto con él. Durante todo el trayecto no nos contó nada, se mantuvo en silencio y ninguno de nosotros se atrevió a preguntarle. Ingrid sí que quería pero la mirada de mi padre la hizo guardar silencio.
Llegamos a las oficinas principales de la policía y Raúl aparcó en el parking privado que tenían. Nos guio por los pasillos del edificio hasta llegar a su oficina, que era la más alejada del resto de compañeros que tenía. Algo que se me hizo curioso.
–Bien. ¿Qué le dijo mi compañero? –le preguntó a mi padre.
–Me comentó que habían identificado al sospechoso. Roberto Ríos, sino recuerdo mal.
–No lo hace. Ese hombre salió hace unos meses de la cárcel por robar en bancos y asesinar a su novia. –nos explicó Raúl sentándose en su silla de cuero negro. –Hemos pinchado su móvil y hemos visto su registro de llamadas, así como sus mensajes.
–¿Qué averiguaron? –pregunté ansiosa por saber la verdad.
–Al parecer, Roberto Ríos fue contratado por Margaret Llopis. ¿La conocen? –preguntó Raúl interesado, y observando nuestras reacciones.
No conocía a ninguna Margaret Llopis pero al parecer mi padre y Derek sí. Sus reacciones pasaron de sorpresa a rabia, al menos la de Derek. Él se levantó de la silla y caminó por el despacho mientras estaba algo pensativo, Ingrid por su parte también pareció conocer a Margaret, su rostro rojo y tenso era una gran prueba de ello.
–¿Quién es Margaret Llopis? –le pregunté a Zac pero él se encogió de hombros sin saber.
–Es la madre de Celine. –respondió Ingrid con rabia. –Mejor dicho, su madrastra.
–Sabía que se vengaría de lo que ocurrió pero no pensé que tomaría esas medidas. –susurró Derek angustiado.
–¿Me puede lo puede explicar, señor Blackvour? –pidió Raúl irguiéndose en su silla.
–Por supuesto.
Derek le contó todo lo ocurrido con la madrastra de Celine y de como los amenazó con vengarse de ellos. Todo eso me sorprendió, no sabía nada, claro que fue porque mi madre me trajo a Escocia para casarme a la fuerza. Zac me susurró algunas cosas que también sucedieron en mi ausencia y no pude evitar sentirme orgullosa de como Celine defendió lo nuestro de todos.
–Lo primero será arrestar a Roberto, una vez preso lo interrogaremos para saber el paradero de Margaret. Seguramente esté en Edimburgo y no lo sepamos. –explicó Raúl. –No sería lógico que él estuviera haciendo su trabajo mientras su jefa está en otro país, seguramente ella esté aquí para controlar que su peón lo hace correctamente.
–¿Cómo lo detenemos? –preguntó mi padre.
–Ustedes no harán nada. Déjenme el caso a mí, he tratado con otros casos parecidos al suyo, sé como piensa esa señora. Mientras tanto, estén pendientes de la señorita Blackvour, aunque esté en coma eso no detendrá a su agresor.
Raúl nos aconsejó que lo mejor sería que no nos separásemos de Celine en ningún momento por su seguridad. Derek comentó que se quedarían dos personas esta noche para más seguridad, hablaría con el dueño del hospital para permitir que se quedaran. Antes de que pudiéramos seguir andando, un policía irrumpió en el despacho, y por su respiración agitada parecía ser algo serio.
–Han intentado asesinar a la señorita Blackvour. –avisó cuando recuperó la respiración. –Algunos compañeros están de camino.
–Gracias, Hopkins. –agradeció Raúl levantándose, y nosotros igual. –Andando, parece que Margaret ha movido ficha.
Todos nos levantamos sobresaltados al escuchar que habían intentado asesinar a Celine, nos montamos de nuevo en el coche con Raúl y nos marchamos al hospital. Varios coches patrullas nos siguieron con las sirenas puestas para que así nos dejaran pasar y llegar lo más rápido posible.
Llegamos al hospital en un tiempo récord y pudimos observar como todos nuestros amigos estaban en la puerta hablando con los doctores, ellos al vernos sonrieron más aliviados y un policía se acercó para interrogar a unas enfermeras.
–¿Qué ha ocurrido? –preguntó Derek nada más acercarse.
–Díganme que ha ocurrido. –dijo Raúl viendo a Selena, sacó una pequeña libreta junto con un bolígrafo para anotar lo más importante. –Y que sea lo más detallado posible, por favor.
–Estaba con Celine en la habitación mientras que el resto se había ido a la cafetería, estaba leyendo un artículo en el móvil cuando la puerta se abrió. –explicó Selena sujetándose una bolsa de hielo en la zona posterior de la cabeza. –Pensé que era algún médico y no le tomé importancia, hasta que me golpeó en la cabeza. Se acercó a la camilla para agredir a Celine pero por suerte el doctor Gómez entró en la habitación y pudo alejarlo.
–¿Quién es el doctor Gómez?
–Es el encargado de cuidar a Celine. –Raúl asintió escribiendo en la libreta. –Él golpeó al hombre pero consiguió escapar, varios guardias de seguridad intentaron detenerlo pero los amenazó con dispararles y huyó. –terminó de explicar Selena.
–¿Tú estás bien, hermana? –preguntó Ingrid preocupada.
–Sí. Solo ha sido un golpe, se me pasará.
–¿Pudiste verle el rostro? O algo que lo identifique. –preguntó Raúl con interés.
–Tenía un tatuaje en su mano derecha, era como un triskel.
–De acuerdo. Será mejor que se vayan a descansar, enviaré a unos de mis compañeros para que vigilen la habitación de la señorita Blackvour. –nos avisó Raúl, guardando la libreta y el bolígrafo.
–Yo me quedaré con mi hija, no voy a dejarla sola. –reclamó Derek a Raúl.
–Entiendo su preocupación, pero lo mejor será que nos deje trabajar. Debemos analizar la habitación por si ha dejado alguna huella que podamos usar para identificarlo. Puede ser o no Roberto Ríos, pero es mejor asegurarnos.
–De acuerdo. –aceptó Derek a regañadientes.
Abandonamos la zona del hospital para irnos de nuevo al hotel, mi padre nos avisó de que había conseguido contactar con una señora que nos podía dejar su piso a buen precio el tiempo que lo necesitáramos. Pero por ahora estaríamos alojándonos en el hotel, al menos durante cuatro días más, que era el tiempo que nos quedaba en Escocia por el viaje.
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