Epílogo
—Hola cariño.
Off entra a la cocina, luciendo tan atractivo como siempre.
—¿Cómo te fue? —le pregunto y él me responde con un corto beso en los labios.
—Bien, sigo odiando estas reuniones, creo que nunca debí encargarme del tema de la graduación de Nirin.
—Bueno, Chimon y yo te lo advertimos.
Voy sirviendo la cena, y él decide ayudarme, poniendo la mesa y pasando los platos al comedor.
—Sería grandioso poder salir y hacer un campamento de verdad, con los niños, este fin de semana. —me dice y siento un cosquilleo en la boca del estómago— Ojalá Papá y Mamá ya hubieran regresado de sus vacaciones.
—¿Qué sucede cariño, porque lloras? —No me di cuenta en que momento, pero las lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas.
—Es que volveremos a estar juntos, los cinco, después de mucho tiempo. Será un reencuentro familiar hermoso, antes de que Nirin también se vaya de nuestro lado.
—No llores Gunnie, habrán muchas más reuniones con nuestros hijos, y no seas tan dramático que no ha pasado tanto tiempo, desde que Win y Chimon estuvieron en casa.
—¡Dices que no ha pasado tanto tiempo! —Le dedico una mirada furiosa y el solo retrocede, levantando las manos en señal de paz.
—Lo siento —me dice y sonríe de lado.
—E-es que me emociona enormemente saber que mis bebés estarán aquí, en casa otra vez, pero no lloraré más, lo prometo.
—En realidad prefiero eso a que te pases el día gri-
—¡Nirin, a cenar! —Grito hacia las escaleras— ¿Dime, que estabas diciendo mi amor?
—Nada cariño, olvídalo. Dejaré mi saco en el closet de la entrada. Enseguida regreso.
Off sale de la cocina y no tardo en escuchar un portazo en la planta superior de la casa.
—No olvides lavar tus manos~ —le digo a mi hija, levantando solo un poco la voz.
—No lo haré~ —me responde ella en tono burlón. Y seguidamente escucho, el sonido de sus pesadas botas rechinar contra las escaleras.
No entiendo su look. Usa vestidos de lindos colores, unas mallas debajo y siempre, siempre esas enormes botas que parecen de camionero. Creo que nunca la vi usando tenis o zapatos de tacón, al menos no desde los siete años, antes, la vestíamos como si fuese una linda muñequita.
—¡Papiiiii, estas en casa! —Me asomo para ver su reacción y sí, no me la pierdo. Su sonrisa se ilumina cuando ve a Off.
—Así es princesa. —De pronto los pasos se convierten prácticamente en galopes.
Off apenas puede plantarse bien en el suelo, cuando mi hija de diecisiete años salta, aun faltándole tres escalones, y se prende del cuello de su padre y envuelve sus piernas alrededor de su cintura como un koala. Nirin es muy hermosa, bajita, como yo, y delgada por lo que cuando va junto a Off, aun parece una niña pequeña, y es muy agradable verlos siempre tomados de la mano, cuando salen a cualquier lugar, ellos se llevan muy bien, algo que no ocurre conmigo, mi hija, es demasiado posesiva con su padre, y como dice Chimon, siempre andamos compitiendo por su atención, cosa que no es para nada cierta... nunca lo hacemos, y de igual manera, si lo hiciéramos, sé que Nirin ganaría, así que ni para que intentarlo. Nunca dejan de saludarse con emoción, como si no se hubieran visto en años, y yo espero que eso nunca cambie.
El sonido del timbre, desvía mi atención hacia la puerta de entrada. No estamos esperando a nadie, así que es extraño que justo en ese momento alguien esté llamando.
—¡Sorpresa!
—Oh- por Diossss
«No sé cómo es que Gun no se desmayó de la impresión, al ver a nuestros hijos, parados frente a la puerta de la casa. Llevamos exactamente dos años y tres meses sin verlos, sin abrazarlos o besarlos. Desde que Chimon nos sorprendió con la noticia de que se iría a seguir estudios en Europa, hace tres años, nuestros momentos en familia, se hicieron nulos, lo vimos más que dos veces durante los primeros seis meses, pero después las cosas se complicaron, debido a que las exposiciones de Gun se hicieron más continuas y el trabajo para mí se complicó, puesto que convertimos el gimnasio en una cadena, y aunque Lee y yo contratamos mucho personal, para cada una de las sedes, no podíamos dejar de lado la administración y manejo de todo. Sumado a eso, estaba el hecho de que, desde que Khalan se jubiló, no dejó de consentir a Lawan, con viajes alrededor del mundo. Ellos estaban viviendo una eterna luna de miel. Se lo merecían, después de tantos años entre médicos y hospitales, y nosotros, no podíamos hacer otra cosa que apoyarlos, pero no podíamos dejar a Nirin, para viajar tan lejos.
Pluem y Chimon, se comprometieron, antes de viajar, porque sí, se fueron juntos a seguir estudios en el exterior. No se han separado desde los once años, pero fue cuando cumplieron catorce, que hicieron formal su relación de enamorados, ante toda la familia. Así que desde entonces ganamos un hijo más.
Anunciaron su matrimonio por video llamada, hace unos meses y es por eso que planeamos este reencuentro familiar para el fin de semana. Porque sí, Win también avisó que vendría. Él y Bright, llevan poco más de dos años viviendo en Inglaterra y ha sido muy difícil coincidir con ellos, es con Win con quien menos hemos hablado, siempre tan ocupado con la carrera futbolística que comenzó. Gracias a Dios Bright esta junto a él y Gun, bueno, Gun nunca dejó de preocuparse por él, pero terminó aceptando que nuestro hijo siempre fue más fuerte que sus dos hermanos.»
—Papi.
—Oh por Dios, oh por Dios, están aquí, no lo puedo creer, llegaron tres días antes. Por Dios no puedo creerlo...
Gun está llorando, emocionado y alegre a la vez. No deja de besar a Chimon, mi bollito, esta tan hermoso. Muero por apachurrarlo, tanto, tanto, tan fuerte como me sea posible. Pero es el momento de Gun, tengo que esperar un poco, hasta que logre sacar todos esos sentimientos que lo están embargando o hasta que vea que justo detrás esta-
—Conejitooo —sip, ya lo vio. Dejo a Nirin en el piso y ambos corremos a abrazar a Chimon, claro ella ganó, mientras Gun esta trepado —como antes Nirin, de mi— del cuello de Win.
—Que linda te has puesto hermanita. Eres toda una señorita —Chimon, hace girar en una vuelta entera su hermana.
Levanta la mirada y por fin sus ojos se encuentran directamente con los míos. Justo en ese momento, mis ojos comienzan a picar, siento que el corazón se me quiere escapar del pecho. Mi bollito, mi pequeño niño hermoso, está parado frente a mí.
—Papito —me dice y el sonido de su voz es tan dulce— No sabes cuánto te he extrañado.
Mi hijo corre a mis brazos, sollozando, restriega su rostro contra mi pecho, humedeciendo mi camisa. Me llena de besos y yo a él, mi bollito dulce y esponjocito. No ha cambiado nada, sigue siendo varonil y delicado a la vez, como Gun, es que se parecen tanto, pero ahora puedo ver en su mirada la madurez de un joven de ya veintitrés años. Yo estoy llorando también. Es tan emocionante tenerlo de vuelta, a ambos. Es como decía Gun, nuestro reencuentro, los cinco nuevamente en el mismo lugar.
Miro hacia la puerta, Win continua llenando de besos a Gun y él hace lo mismo. Mi hijo, es tan alto como yo, está lleno de músculos, aunque se le ve un poco cansado y delgado también. Los entrenamientos deben ser agotadores para él. Finalmente Gun lo suelta y puedo acercarme a abrazar a mi hijo. Nos abrazamos, beso sus mejillas, y toco su nariz con la mía.
Podrán tener más de veintitrés años, podrán tener parejas, vivir en otro país, pero para Gun y para mí, siempre serán nuestros niños, esos pequeños que llenaron de alegría nuestros días, con sus ocurrencias y sus travesuras, esos niños que amamos tanto como el primer día que supimos que llegarían a nuestras vidas.
Las muestras de afecto, las lágrimas y las risas, continuaron en la sala y nos olvidamos por completo de la cena, cuando nuestros hijos anunciaron que hacía un año, nos habíamos convertido en abuelos de una hermosa niña y que en unos meses, llegarían a la familia dos niños más.
Esta vez Gun si se desmayó, Nirin gritaba y saltaba como loca sobre los muebles porque ya era tía y, yo, yo quedé en completo shock. Pero eso pasó, minutos después, cuando un grupo de personas ingresaron a la casa y una de ellas llevaba en sus brazos a una hermosa nenita de cabello negro ondeado, grandes ojos del mismo color, con los labios color cereza y las mejillas regordetas y sonrojadas, sonriendo y estirando las manitas hacia uno de mis hijos.
Mi corazón se llenó de calidez, Gun apretó mi mano fuertemente, giré a mirarlo, pensé que se podía desmayar nuevamente, pero él estaba sonriendo y con la emoción claramente reflejada en su mirada. Supe que él estaba sintiendo lo mismo que yo, quería acercarse, tomar esa bebé en sus brazos y comérsela a besos.
Ya habría tiempo de aclarar algunos temas importantes, pero por el momento, lo único que importaba era que estábamos felices de poder conocer a nuestra primera nieta.
Era un momento sumamente feliz.
𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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Espero disfrutaran la historia, hecha con cariño para ustedes... La continuación de este epílogo, la leeremos en "Por un beso" que es la tercera y última parte.
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