11. Primer cambio de pañal
Durante los días que Gun visitó a Win en el hospital, estuve al borde del colapso, primero porque me daba mucho miedo cuidar de Chimon —tan pequeñito y desvalido— yo solo, y segundo porque no podía acompañar a Gun, que religiosamente iba al hospital cada dos horas para alimentar a Win.
Yo debía cuidar a nuestro otro bebé.
No podía entender como Gun sacaba tanta energía para ir y venir y no desatender a ninguno de los bebés, casi no tenía tiempo para descansar, porque incluso en las madrugadas él iba al hospital, no estaba dispuesto a extraer su leche y dejarla para que alimentaran a Win, cuando se despertaba en la madrugada, y obviamente pasaba lo mismo con Chimon, incluso manejaba la camioneta, como si nada, y yo vivía con el Jesús en la boca, pensando que podría ocurrirle algo.
Aun así, los días iban transcurriendo de manera muy rápida y pronto por fin estaríamos juntos.
Debo decir que Mamá y Papá, fueron de muchísima ayuda. Los primeros días yo no sabía ni que hacer, recuerdo el primer cambio de Pañal de Chimon, Dios, fue un completo desastre.
"Llamé por teléfono a Mamá, para que pudiera correr a casa y ayudarme, pero al parecer no tenía pensado contestar. Así que tomé el moisés, metí a Chimon, envuelto en sus mantitas, pero con el trasero desnudo, y atravesé corriendo el jardín, cargando en un brazo el moisés y en el otro el bolso con implementos de mi bebé."
Era fin de semana y obviamente Godji y compañía estaban ahí.
—¡Mamá! —Pegué un grito— Ohhh, ahora entiendo porque no respondiste mis llamadas.
Todas las miradas recayeron sobre mi persona. Un hombre como yo, siempre impecable, luciendo como un completo loco, con la ropa sucia, con talco por todos lados, el pelo parado y tieso, y-
—¡Diablos Off! ¿Qué es ese olor? —Sí, obviamente apestaba— no me digas que el bebé te bautizó —Concluyó Singto. Tratando de contener una carcajada.
—Es... es... Ohhh mamá. —Como si fuera un niño me eché a llorar en los brazos de Lawan, mientras Krist tomaba el moisés de mis manos y Singto sostenía la maleta— Era tan fácil cuando lo hacía con el muñeco, pero Chimon. Dios mamá, él no se queda quieto. —sollozaba...
«El bebé empezó a llorar y sabía que no era por hambre, era porque había ensuciado el pañal. Me lavé las manos y me acerqué a la cuna, lo levanté en mis brazos y besé su frente delicadamente.
Chimon era todo rellenito, pero suave, tan suave y tan delicado. Parecía un bollito dulce, era demasiado hermoso y tierno.
Estaba enfurruñado y fruncía los labios, ¡Dios, se parecía a Gun! Lo coloqué sobre el cambiador, a mano tenía el pañal limpio, las toallitas húmedas, el talco y la cremita, para las rozaduras. Estaba listo para cambiar el pañal, era la primera vez que lo haría —los días previos, lo habían hecho Lawan, Gun, e incluso New cuando estaba en casa, pero esta vez yo estaba solo—. Desabroché su enterizo, con cuidado retiré las rechonchitas piernas, una a cada lado. Él sabía que lo limpiaría y me miraba atento, pero movía los pies y yo tenía miedo de sujetar sus piernas, que tal si lo lastimaba, mis manos eran enormes al lado de sus tobillos, ¿y si se los rompía? Le hablaba... "Hermoso bollito, no te muevas tanto, deja que papito te limpie el potito rosado" Pero obviamente mi hijo, no obedecía.
Con sudor deslizándose por mi frente, logré quitar el pega-pega de ambos lados del pañal —como las manos me sudaban, usé un poco de talco en ellas— pasé el dorso de mi mano por mi frente para eliminar el sudor y acomodé un mechón de mi cabello detrás de la oreja, para que no me fastidiara, luego continué con mi tarea. Abrí un poco las piernecitas de Chimon, para bajar la parte delantera del pañal y... no es que sea el hombre más asquiento ni nada de eso, pero la macita acuosa entre amarillenta —como la mostaza— y con pequeños trozos blanquecinos —como semillas— que había en el pañal, me hicieron tener arcadas, traté de levantarlo un poco para poder retirar el pañal sucio, pero en cuanto lo hice el pequeño penecito de mi hijo se levantó y me orinó encima. ¡Dios, como puede ser posible que llegara tan alto! Mi camiseta, quedó con una gran mancha de orina en el pecho.
Como pude retiré el pañal, —pero no lo cerré, así que sin darme cuenta deje caer, parte del contenido— quería cambiarme, pero obviamente no podía dejar al bebé, así que proseguí. Tomé las toallitas húmedas y limpié bien. Recordaba que Gun me había dicho algo de una esponja humedecida con agua tibia, pero no sabía bien donde debía usarla, así que después de dejarlo limpio, a mi parecer, tomé el talco y la crema. ¿Cuál debía usar? ¡Dios que complicado! Chimon me veía fijamente, mientras tenía las manitos hechas puño y sus pies no dejaban de moverse.
Bien, puse el talco en las pompas y luego la cremita en sus diminutos testículos y el penecito, pero al parecer fue un error, él volvió a orinarse, y esta vez como yo, estaba agachado, todo fue a dar en mi hombro y mi cabello. Volví a limpiarlo, pero al parecer mi hijo ya estaba aburrido, porque empezó a hacer puchero, iba a llorar, y aún faltaba como media hora para que Gun volviera del hospital.
Llamé a mamá, pero no respondió, estaba frustrado.
¡Maldición, no había podido cambiar un pañal!
Salí corriendo.»
—Antes de que vayas a darte un baño, ven aquí hermano. Observa. —Habló Singto.
—Aun entre sollozos y frustración, me acerqué al mueble donde Krist había llevado al bebé.
Tomó con una misma mano a mi bebé, por los tobillos y tiró un poco hacia arriba, logrando que su colita estuviera al aire, deslizó el pañal abierto y dejó caer el trasero de Chimon.
—No está irritado, así que obviaremos la crema, solo usaremos talco esta vez, pero nunca debes ponérselo en la punta del penecito. ¿Está bien? —Asentí— Chimon es gordito, así que debemos mantener secos los pliegues que se forman en sus piernas, para evitar las rozaduras.
Mientras explicaba, acomodaba el pañal, lo cerró, cambió de ropa a Chimon, y lo envolvió en una manta delgada, lo cargó y meció un momento y el bebé se quedó dormido.
Quince minutos más tarde llegaron a casa Papá y Gun. Me había dado un baño rápido y tomado prestada la ropa de Khalan.
—¿Qué sucedió? ¿Por qué tienes a mi bebé? ¿Dónde está off? —Gun preguntó, mientras delicadamente tomaba a Chimon, de los brazos de Krist.
Godji, levantó la mirada señalando hacia la escalera, por donde yo iba llegando.
—Mi primera anécdota para recordar Gunnie, eso sucedió.
Le di un beso en la cabeza y lo abracé. Chimon empezó a moverse y no tuvimos tiempo de volver a casa, ahí mismo Gunnie tuvo que alimentarlo.
Lawan me miraba tiernamente y al parecer estaba conteniendo algunas lágrimas. Se acercó a mí...
—¿Recuerdas, cuando la navidad pasada me dijiste que vendrías a mí, para ayudarte a criar a tus gemelos?
—lo hago...
—Nunca dudes en hacerlo. Yo siempre estaré para ti, hijo.
—Lo sé mamá, gracias.
Besó mi sien, y me abrazó. Un abrazo cálido, el abrazo de una madre a su hijo, que me hizo sentir muy bien, amado.
Pasamos un rato juntos, antes de Gun volviera a salir rumbo al hospital, Singto y Krist se ofrecieron a acompañarlo. Y yo pasé el rato con Godji, Khalan y Lawan, mientras Chimon tomaba una siesta en la habitación de invitados de la primera planta.
—Creo que debemos hacer algunos arreglos en esa habitación —dijo de pronto Khalan— es tiempo de que mis nietos tengan su propia habitación en esta casa.
No hice más que asentir, mi corazón estaba lleno de calidez, Khalan y Lawan, nunca nos dejarían solos, aprenderíamos mucho de ellos y sobretodo siempre contaríamos con su amor.
A Win le dieron de alta el mismo día que a Gun le retiraron los puntos de la cesárea —con todo lo sucedido y lo despistado que es Gun, se nos había pasado por alto que solo eran diez días—. Pero Earth siempre pendiente de su paciente favorito, como lo llamaba, estaba ahí para recordárnoslo.
Muchas semanas han pasado desde entonces, los bebés llegaron a casa y hemos creado una rutina que nos permite estar pendientes, sin necesidad de perder el control.
Gun, no descuida a Win para nada y Chimon y yo, nos comprendemos de una manera increíble.
Es verdad que a veces sentimos miedo, después de todo es la primera vez que Gun y yo somos padres y por partida doble, pero sabemos que nunca estaremos solos y que nuestros hijos siempre tendrán cerca a los mejores abuelos, muy buenos tíos, —porque aunque no tengamos hermanos, tenemos muy buenos amigos— y a nosotros sus padres, que siempre estaremos dispuestos a todo, por mantenerlos a salvo, cuidarlos y amarlos sobre todas las cosas.
𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top