Capítulo uno.

Abrió lentamente sus ojos y lo primero que percibió fue a su lindo rizado del otro lado de la cama. Lo tenía abrazado por la cintura y totalmente atraído hacia su cuerpo. Suspiró. Cada vez que lo veía era como si lo viera la primera vez; un amor a primera vista.

Una relación totalmente estable, ocho años donde se había logrado armar un vínculo totalmente único. El amor y el apoyo que sólo te da una pareja, la confianza que sólo te da un amigo y la protección que sólo te da una familia. Todavía recuerda lo duro que fue enfrentarse a su retrógrada familia, y el comentarles que su primer hijo había resultado un anormal había hecho que perdiera todo tipo de contacto con ellos, pero sólo estuvo ese lindo alto muchacho para sostenerlo entre sus brazos para sacarlo de aquel abismo al que alguna vez había entrado. 

Él, sólo él, se encargó de reparar ese pequeño corazón que alguna vez fue roto por una familia incompetente, fue pegado y sellado para que en algún momento volver a suceder. Y hoy, después de 8 años, estaba más que reparado.

Los mejores momentos han sido vividos con él, y aunque no fue su primer amor, está más que confiado en que va a ser el último.

O bueno, eso espera.

Empezó a estirarse entre los brazos de su novio, y el mayor al sentir los bruscos movimientos de Roger afianzó más su brazo sobre la anatomía del hombre de 31 años. El oji azul soltó una risita.

-Bri, vamos, son las 6:00.

-Sólo cinco minutos más. Te lo pido.

-Llevas diciéndome eso desde hace una hora y volvimos a quedarnos dormidos.- viró los ojos. Brian no contestó.- Amor, hey, vamos. Se nos hace tarde.- El mayor soltó un gruñido y empezó a desesperezarse. Roger lo veía con una gran sonrisa. Una vez abrió sus ojos atrajo a su rubio novio hacia sí y le dio un beso.

-Buenos días.

Eso era lo que más amaba de su relación, era totalmente pura, sin beneficios o sin egoísmos. Trabajan siempre para ellos, el uno por el otro. Tal vez eso había hecho que su relación tuviera una base de confianza increible. Y es que también todas las cosas que hoy vivían y habían tenido que vivir hacía que tuvieran que aprender a confiar fuertemente en el otro, pues ninguno estaba dispuesto a, por un acto de celos, perder al amor de su vida.

O bueno, eso les gustaba pensar.

Efectivamente es imposible no sentir celos por esa persona que es cercana a tu pareja que posiblemente no te trae sus mejores vibras. Sin embargo, también es normal a respetar sus espacios, cosa que no fue muy fácil para ninguno de los dos.

Y es que Roger muchas veces no toleraba que Brian aún hablar con se ex novia; Chrissie. Le parecía tan bonita y tan perfecta en su forma de ser que el temor a perderlo fue mayor. Las discusiones, los comentarios hirientes y las inseguridades hicieron de su relación en algún momento llegar a un punto de casi la total destrucción. Y es que ambos pueden recordar ese tiempo tan tétrico como una prueba de que su amor era mayor.

O esa vez que el rubio se volvió muy amigo de su antigua compañera de la escuela; Dominique. Era simplemente algo intolerable para el ruloso.

Sin embargo, toda pizca de inseguridad desapareció cuando consiguieron una de sus mayores metas como pareja.

Trabajar en la misma institución juntos.

Roger era un profesor de historia que había llegado a la misma institución en la que trabajaba su novio como maestro de física luego de que encontraran al antiguo profesor del ámbito social en una relación con un estudiante. Este rápidamente fue despedido y en cuestión de una semana el rubio ya estaba dentro.

Llevaban compartiendo lugar de trabajo a lo sumo unos 2 años. Y realmente habían sido los mejores dos años de sus vidas.

Se levantaban en los brazos del otro, se organizaban, iban juntos a la escuela, su jornada pasaba, almorzaban juntos y llegaban a casa a contar de sus experiencias. Una relación de ensueño.

Una vez ambos levantados de la cama, uno se dispuso a hacer el desayuno mientras el otro se organizaba.

Brian bajó unos minutos después ya duchado y vestido y se dirigió hacia donde estaba su novio, y robándole un tierno beso, se sentaron a desayunar.

-Oye, ¿has visto que Freddie se casó?- inició la conversación el rubio mientras tomaba su aromática.

-¡Llevas razón! No debes de olvidar escribir en el pizarrón el llamarlo a felicitarlo por eso.

-Estoy muy feliz, se le podía notar la alegría de casarse con Mary.

Brian miró fijamente a su novio unos segundos. Se había dado cuenta de algo, y es que últimamente siempre que se tocaba el tema del matrimonio al rubio se le iluminaban como dos faroles sus preciosas gemas azules. Y no lo podía negar, desde hacía un tiempo para acá tampoco se le hacía tan descabellada la idea de dar ese "siguiente" paso a una formalidad simbólica su relación. Le parecía que la estabilidad que llevaban y el amor que había entre ellos era algo imposible de cortar, se sentía feliz de sólo pensarlo. Se sentía preparado. 

Terminaron de desayunar y el ojiazul corrió a organizarse para ir juntos a la escuela. Ese tiempo de sobra el rizado se lo tomó para pensar en la vaga idea que se le pasó mientras desayunaban?

¿Dar el siguiente paso? ¿No era muy pronto?

Posiblemente lo era pues casi nunca se tocaba ese tema entre ellos. Sin embargo, mientras intentaba ver las cosas negativas que habían en este no encontraba ninguna.

Todo era positivo cuando se trataba de Roger.

Aprovechó a organizar las cosas que le faltaban por guardar para llevar a sus estudiantes mientras la encrucijada aún le pasaba por la cabeza.

Un matrimonio, dar ese lazo de seguridad a su relación.

El rubio bajó corriendo las escaleras y a tropezones se dirigieron a su auto y partieron rumbo a la escuela.

En el camino a su destino hablaron de cosas como qué iban a dar hoy en sus clases, de aquel chiquillo que comúnmente les sacaba canas y lo mucho que amaban ese día de la semana; el miércoles.

Pero realmente, cada día compartido con el otro era positivo para ellos.

Y es que justo desde esa mañana había pasado algo paradójico para aquella parejita.

El tema de que Freddie se había casado con el amor de su vida les había ayudado a dar un gran empujón a otra de sus grandes metas en sus vidas.

Un siguiente paso, una nueva experiencia.

Matrimonio... que bonito sonaba eso.

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