Prólogo: Huérfana
En el orfanato Seamen'sInstitución, a mediados de agosto de 1890.
"Seamen's Institution" era un orfanato antiguo y corriente, situado en medio de una zona boscosa. Localizada en las afueras de Liverpool, justo al norte de Londres.
La mayoría de las personas que pasaban por la ruta del parque veían el orfanato desde lejos, debido a lo alto que era, y el tipo de estructura hecha de piedra y madera inspirada al estilo victoriano. El edificio por fuera se asemejaba a un castillo con un gran número de plantas, y con torres de distintas altitudes. Por dentro encontrabas una gran cantidad de habitaciones y dormitorios; una sala de estar, una cocina grande, una recepción justo al entrar al edificio, etc. Había todo lo que se necesitaba para un orfanato lleno de niños y niñas Muggles.
En uno de estos dormitorios, se encuentra Annabelle, una adolescente de catorce años que destacaba por ser inusual, o "Satán" como la apodaron los demás niños y niñas que apenas socializaban con ella. Algunos eran por temor, mientras que un grupo de cuatro chicas que antiguamente se hacían llamar sus "amigas", obtuvieron envidia al descubrir a escondidas que TN podía hacer cosas sin explicación ninguna, como, por ejemplo; comprender a los animales, desplazar objetos sin tocarlos, controlar los diferentes elementos de la naturaleza, y por último, ver restos de magia antigua desde que nació. Todos estos poderes los consideraba un don horrible porque se sentía mal no poder encajar con los demás.
Ellas sin remordimientos fueron rápidamente a explicar a sus educadores y cuidadoras sobre los sucesos extraños que Annabelle podía hacer. Pero, sin pruebas, los adultos no pudieron creer nada, y llegaron a la conclusión de que era un juego de niñas. Desde entonces, Annabelle empezó a desconfiar de cualquier persona convirtiéndose en una chica muy solitaria, y no conservar ninguna relación de amistad por su bienestar. Aunque, por desgracia para ella, esto no evitaba las burlas y discusiones que empezó a sufrir por estas cuatro examigas; Nina, Nancy, Lola y Danna.
Hasta que un día por la mañana, tumbada aún en la cama medio despierta, empieza a escuchar unas voces que se acercaban a su habitación. Ella rápidamente se levanta de la cama y se arregla un poco pensando que así demostraría una mejor imagen suya, por si se trataba de unos futuros padres que querían adoptarla y así acabar con el sufrimiento de estar encerrada años en el orfanato, y en concreto, en la habitación actual. Las voces cesaron al llegar a la habitación de Annabelle. Justo enfrente de ella, vio a Jim, uno de sus cuidadores, junto con una persona mayor desconocida. Estas dos personas se sitúan fuera de la entrada del dormitorio.
-Annabelle, este es el Profesor Fig y me ha pedido que quiere conocerte, así que compórtate como es debido -Jim comentó primero a Annabelle, ella responde asintiendo con la cabeza. El cuidador vuelve a dirigirse al Profesor Fig-. Aquí la tiene, esta es Annabelle.
-Necesito hablar con ella en privado, si me lo puede permitir... -Fig le pide amablemente al cuidador.
-Em... claro, pero si empieza a comportarse erróneamente, avíseme y vendré enseguida. -Jim observa de reojo por un segundo a Annabelle, luego vuelve su mirada a Fig para despedirse y volver a su puesto de trabajo en recepción.
Fig observó cada detalle de la habitación sin emitir ninguna sola palabra, solo mostraba expresiones en su rostro, desde curiosidad hasta un leve sentimiento de tristeza, eso confundió e hizo permanecer callada a Annabelle, porque no sabía qué decir.
-Veo que no tiene una habitación grande ni tampoco es compartida como los demás dormitorios, ¿por qué?
-Me mandaron aquí por unos sucesos que ocurrieron hace meses. -Sentada en el borde de la cama, Annabelle empezó a explicarle sin revelar detalles importantes al no tener la suficiente confianza con el hombre que tenía delante-. La ventaja es que no me desagrada no compartir habitación.
-He oído que esta habitación es la de aislamiento por castigo. Y si me permite preguntar, ¿qué tipo de sucesos hiciste para que te ingresen aquí?
-No son sucesos fáciles de contar, e igualmente si se lo llegase a contar no me creería en absoluto. Además, ¿quién es usted y por qué necesitaba verme?
-Oh si, perdona, olvidé presentarme. Soy Eleazar Fig, más conocido como el profesor Fig, y usted debe de ser Annabelle. Según dicen eres una chica un tanto peculiar y diferente a las demás, y dicen también que eres maleducada y satánica. -Annabelle quedó sorprendida al saber esos detalles ya que ni ella lo sabía-. Perfecto, entonces no me he equivocado de lugar. Aunque déjeme opinar que no comparto la expresión de maleducada, y mucho menos lo de "satánica". Están equivocados.
-¿Es profesor? -Fig asiente con la cabeza-. Es extraño que un profesor de escuela necesite hablar con una adolescente que vive en un orfanato. ¿Cómo me ha encontrado?
-Interesante... -añadió sorprendido-. Eres una chica con mucha curiosidad, eso me agrada. Son tantas preguntas que necesitan ser respondidas a su debido tiempo. Y en efecto, soy un profesor de escuela.
-No confío en nadie, así que perdone si hago demasiadas preguntas. -respondió Annabelle dejando de apoyarse en la cama. Ahora estaba de pie en frente del profesor.
-No te preocupes, es bastante entendible, sobre todo en la situación que te encuentras... Déjame comenzar, soy un profesor de una escuela llamada Hogwarts, ¿te suena el nombre?
-No, no me suena. ¿Por qué?
-Es una escuela de magia y hechicería, situada en Escocia, exactamente en...
Antes de que terminase la frase, Annabelle le interrumpe:
-Espera, ¿acaba de decir "escuela de magia"? -preguntó desconcertada-, La magia no existe y esa escuela tampoco podría existir.
-Claro que sí, ahí es donde vengo. Y usted señorita ha obtenido la oportunidad de ser una alumna de 5º año en Hogwarts. Normalmente a los alumnos son admitidos en el primer año con una carta enviada del director, pero en tu caso ha sido muy diferente y especial, ya que la admisión que has obtenido ha sido gracias al ministro de magia y sus ayudantes.
-Si lo que me está contando es cierto, ¿por qué no he recibido mi carta en el primer año de curso, o incluso ahora?
-Cierto, menos mal que lo has mencionado... -Fig saca de uno de sus bolsillos del abrigo, una pequeña carta con el sello en rojo de Hogwarts, y se la entrega a Annabelle-. No me había acordado hasta ahora. Aquí tienes tu carta, puedes abrirla y leerla ahora.
CARTA DE HOGWARTS
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería para que inicie el curso en quinto año.
El curso comienza el 1 de septiembre.
Hemos preparado el material que necesitará para comenzar las clases y le acompañaremos en su viaje al castillo.
Como ya sabrá, el Decreto para la Moderada Restricción de la Magia en menores de edad prohíbe el uso de la magia fuera del colegio a los alumnos menores de 17 años. No obstante, debido a las circunstancias únicas de su admisión, el Ministerio ha acordado cortésmente que el profesor Eleazar Fig le ayude aprender y perfeccionar sus técnicas de lanzamiento de hechizos antes de acompañarle desde Londres al castillo para que asista al banquete de principio de curso y a la Ceremonia de Selección.
Muy cordialmente,
Matilda Weasley.
Directora adjunta.
Al terminar de leer la carta en voz alta, Annabelle seguía un poco desconcertada, no podía creer que todo fuese verdad.
-No... No es posible. Si esto es una broma es de muy mal gusto. -respondió sin poder dejar de observar cada frase de la carta.
-Annabelle, no bromearía con algo tan serio como esto. Puedes confiar.
- ¿Yo... una bruja? Pero, ¿cómo? ¿Y por qué? -preguntó con la mente confundida y llena de nuevas dudas sin poder quitar su atención de la carta-. Ni siquiera conozco a mis padres y no tengo apellidos, ¿cómo puedo confiar en usted? -Guardó la carta en el cajón de su mesita de noche para fijar su mirada al profesor Fig.
-Recuerdas esos sucesos que me comentabas antes, que hicieron que te encerrasen en esta habitación. Ahora es un buen momento para contarme, ¿no crees?
-Está bien... Solo prométeme que no me tomará como una loca. -Expresa Annabelle con inseguridad.
-Lo prometo. -contestó Fig con voz calmada y sincera.
Ella dudaba de si realmente podía confiarle sus secretos, pero ya no tenía otra opción si quería salir del orfanato. Suspira antes de empezar a explicar.
-Desde que tengo uso de razón me suceden cosas muy extrañas, Por ejemplo, sé comunicarme con los animales, es decir, yo les entiendo y ellos a mí también, como si fuese nuestra conversación ahora mismo. También puedo mover y utilizar objetos sin la necesidad de tocarlos. Y a veces puedo controlar elementos naturales como el fuego, el agua, el aire, el hielo...
-Interesante... Ese último poder que acabas de contar se hace llamar "poder elemental", y son aquellos que sirven para controlar o crear ciertos elementos de la naturaleza, como usted acaba de explicar.
-Pero, hay algo más. Es el poder más extraño que tengo, y no tengo ni idea del significado ni qué puedo hacer exactamente.
-Explíquese, tal vez pueda ayudarla a entender.
-Puedo ver cosas como restos de luz o de partículas de polvo, en realidad no sé qué son exactamente, simplemente sé que puedo verlo y a veces interactuar con ello.
-Oh entiendo... entiendo... -Por unos segundos, Fig se quedó pensativo-. Creo que sé a lo que se refiere, y ya consigo entender el por qué el ministro de magia me pidió de máxima importancia que entrases al quinto año en Hogwarts. Pero, aún hay bastante incertidumbre en tu caso, debemos de averiguar más cosas.
-Sinceramente no sé qué opinar de todo esto, o qué responder... -Annabelle respondió, pensativa.
-¿Qué prefiere, quedarse en el orfanato hasta cumplir los 18 años, o venir conmigo para aprender magia en la mejor escuela del mundo, y poder descubrir tus orígenes mágicos y reales? -Fig le pregunta con seguridad para poder animarla.
-¿En Hogwarts estaré encerrada como aquí? -preguntó atemorizada, no deseaba volver a estar encerrada.
-No, todo lo contrario. Los alumnos pueden recorrer cualquier parte del castillo y en los terrenos. A partir del cuarto año, los alumnos tienen total libertad para poder caminar y utilizar la escoba para volar más allá de las afueras de Hogwarts, siempre y cuando sepan volver a la escuela, sanos y salvos. - Fig sonríe orgullosamente por sus conocimientos de Hogwarts.
-¿Qué quiere decir con "sanos y salvos"?
-Es mucha información para digerir así que se lo explicaré más detenidamente cuando vayamos allí.
Annabelle empezó a procesar toda la información que había recibido en tan poco tiempo, sin saber realmente si podía creer que era algo verídico, pero, sin embargo, aceptó la oportunidad.
-Está bien, cualquier otro sitio es mejor que este -acepta sonriendo y el profesor Fig se alegra de ello-. ¿Cuándo nos iremos?
-¡Qué maravilla! -El profesor mostró su felicidad con un abrazo repentino que a Annabelle sorprende, pero aceptó sin rechistar. Al final pensó que en algún momento dado le cogería afecto al profesor por su actitud-. En tres días te recogeré aquí y mientras tanto hasta que empiece Hogwarts puede quedarse a dormir en mi hogar, tengo una habitación disponible. Claro, si está de acuerdo.
-Muchas gracias, profesor. Pero hay un problema, no puedo abandonar el orfanato a menos que una persona adulta firme unos papeles de adopción, y después de eso empieza el protocolo que dura unos 3 meses de visitas de los cuidadores al nuevo hogar para averiguar si sigue todo correcto. Creo que no hay ninguna otra manera.
-Eso déjemelo a mí, puedo solucionar perfectamente ese problema para los Muggles. - después de terminar la frase, Fig observa su reloj de bolsillo-. Oh vaya, ha pasado casi una hora y media desde que estoy aquí. -Guarda el reloj-. He de irme a hacer unos cuantos recados más que me faltan, pero volveré, recuérdalo.
-Estaré pendiente cuando usted vuelva, profesor. Ha sido un placer en conocerle.
-Igualmente, señorita. Hasta dentro de tres días.
Fig y Annabelle se despidieron con un apretón de manos. Fig vuelve a la recepción y agradeció al educador por haber aceptado la visita sin ningún problema, y se marcha desapareciendo del lugar mágicamente sin que nadie pueda observarle. Mientras tanto, Annabelle se queda dentro de su dormitorio ya que aún no le habían dado la orden de ir con los demás a desayunar.
-Si todo es cierto podré irme de este misero lugar en tres días, ¡qué bien! -expresa con emoción para sí misma, mientras caminaba y saltaba por toda la habitación de felicidad.
Nunca antes había sentido la emoción ni obtenido una gran noticia. Y sin haberlo pedido y mucho menos imaginado, la vida de Annabelle cambiaría drásticamente.
Un par de horas después de la afortunada visita del profesor Fig, el resto del día volvió a ser normal. Annabelle desayunó y comió ignorando los comentarios y las charlas de sus compañeros como siempre hacía. Luego, sus educadores le dejaron estar un tiempo en la sala de estar para que hiciese lo que quisiera, en este caso fue dibujar. Adoraba dibujar, era uno de sus pasatiempos favoritos, en realidad era el único pasatiempo, porque no había muchas otras cosas que hacer dentro del orfanato, y por suerte esa tarde ninguna compañera quiso molestarla por diversión.
Durante esa misma noche, no conseguía apenas dormir bien por los nervios. No podía dejar de pensar en que se iría muy pronto del orfanato y por fin poder averiguar sus orígenes, y, sobre todo, conocer y experimentar la magia que vivía dentro de su alma.
Los siguientes dos días fueron normales como de costumbre, Annabelle solo tenía en mente que mañana sería su último día en el orfanato, y así poder dar bienvenida a su libertad alejada de sus compañeros y de sus maleducados educadores. Pero hasta entonces, ella debía de fingir para que ninguna persona sospechase del plan. Hubo momentos en que las cuatro examigas sospechaban algo cuando veían a Annabelle sonreír ya que ninguna otra vez la habían visto hacerlo, eso causó que la molestasen bastante, incluso con insultos, pero nada ni nadie podía borrar la felicidad que tenía en su interior.
Ya todo le daba exactamente igual porque en lo único que pensaba a cada rato eran las horas que quedaban para llegar el día de mañana, el gran día. Con muchas dudas y pensamientos de cómo sería su nueva vida, Annabelle se quedó dormida. Y así fue como llegó a un día nuevo y especial. El día en el que muchísimas cosas cambiarían; la amistad, el amor y las oportunidades grandes e importantes, llegarían a su vida. Pero por desgracia, también aparecerán conflictos y amenazas desconocidas, que poco a poco, con el transcurso del tiempo, conocerá en su futuro.
- Fin del prólogo -
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