Capítulo 1: Amarillo


Es increíble los giros que da la vida, un día estas feliz sintiéndote el rey del mundo donde no existen imposibles y crees que todos tus sueños se harán realidad... pero de un momento a otro, sin anestesia y advertencia todo da un giro radical donde ahora a duras penas encuentras una razón para sonreír o sentirte alegre... bien dice que la mayor felicidad es vivir en la ignorancia y la verdad que eso es muy cierto pero gracias a la naturaleza curiosa de los humanos vamos descubriendo cosas de la cuales deseamos no haber tenido conocimiento alguno... algo así me paso y ahora a mi corta edad de 16 años siento que ya no existe razón alguna para esforzarme o existir.

Mi vida era algo normal, era... soy hijo único me llamo: Sawada Giotto, soy un rubio algo corto alborotado el cual siempre parece desafiar la gravedad, de tes clara, compleción delgada y algo bajo de estatura para mi edad; hasta la fecha vivo con mis padres... aunque hace ya 4 años que deje de llamarlos así, aunque es algo normal ya que cuando descubren que les has fallado como hijo te premian tratándote como basura, gritándote, golpeándote y si... hasta han intentado matarme... ¿lindo, verdad?.

La razón de su odio se debe a que no soy lo que esperaban... a cierto me estoy adelantando, aun no se los presento, mis padres se llaman: Sawada Iemitsu y mi actual madrastra se llama Nana... si digo madrastra porque mi verdadera madre falleció cuando dio a luz pero desconozco su nombre, bueno eso dice Iemitsu pero en realidad el la mato en la sala de parto disparándole en la cabeza ya que el deseaba estar con su amante pero el abuelo se lo prohibió... cuando era pequeño ignoraba todo eso mas porque ella me trataba bien, pero todo cambio cuando cumplí 12 años, donde se descubrió que yo era un doncel... ese mismo día Iemitsu me golpeo con todas sus fuerzas diciendo que era una vergüenza e igual entre sus gritos y quejas me revelo la verdad de mi origen...

Desde ese día, prefiero estar mas en la calle que en "casa" aunque ya ni los veo ya que se la pasan viajando por el mundo y si regresan a casa es solo para golpearme y decirme lo mucho que me aborrecen... es verdad que finjo tener una actitud positiva pero al mismo tiempo soy distante con todo el mundo, aunque me acople con todo mi entorno prefiero de mi soledad... o eso pensaba hasta que le conocí, o mas bien hasta que el me encontró.

Era un sábado normal y ordinario para estar en primavera: el cielo despejado con pocas nubes en el cielo, se podía sentir una brisa fresca en el ambiente... estaba de camino a la biblioteca, ya que tras aislarme de la sociedad empecé a desarrollar una gran pasión por los libros. Tras tomar un nuevo libro prestado fui a mi lugar favorito en el parque a leerlo, era una zona algo alejada de la zona de juegos y picnic, adentrándote por varios metros había un gran árbol en el lugar y junto a el había un pequeño jardín de rosales... la verdad desconozco quien los planto, pero se lo agradezco ya que su aroma me calma y me relaja.

Era extraño, me sentía observado... lo cual no era lógico ya que debía estar solo, nadie conocía ese lugar o eso pensaba por lo cual aparte mi vista de mi libro y empecé a mirar a los alrededores y entonces mi mirada se topo con un par de ojos color miel los cuales me miraban de forma atenta...

- Hola – me saludo con una amplia sonrisa mientras se colocaba de pie y empezaba a caminar hacia mi dirección... en ese momento no sabía qué hacer, una parte de mi quería escapar pero igual me sentía intimidado provocando que me quedara congelado en el sitio donde estaba sentado – perdón por asustarte – ya estaba parado enfrente mío, en eso note que era un chico alto de cabello corto y alborotado de color marrón, ojos color miel, ligeramente fornido, en es momento llevaba una playera blanca con una camisa amarilla encima, pantalón de mezclilla y tenis, en su espalda portaba una mochila color azul y en sus manos un cuaderno de dibujo.

- No... bueno si, no pensé que alguien mas supiera de este lugar – dijo algo apenado sin mirarle a los ojos.

- Entonces bienes a menudo – escuche que me decía mientras notaba que se sentaba a mi lado – ¿y de que trata tu libro? – me pregunto observando el libro que tenía en mis manos.

- Sobre el estudio que algunos psicólogos han hecho para asociar los colores a los estados de ánimo – explique mirando nuevamente mi libro y esbozando una sonrisa.

- Eh... es decir ¿qué te gusta la psicología? – opino con un tono de diversión en su voz.

- Algo... aunque aun no estoy seguro de pensar tomarlo como una carrera – dijo algo triste.

- Azul – dijo de repente.

- ¿Eh? – pregunte mirándole a ver a los ojos ya que no entendía su comentario.

- Azul se asocia a la tristeza, la cual estas reflejando en estos momentos – indico con calma sorprendiéndome un poco ya que siempre había usado ocultar mis emociones.

- ¡Como...! - pregunte algo sorprendido.

- Por que tu mirada lo refleja y no me refiero al color de tus ojos – dijo con calma mientras tomaba su mochila, la abría y sacaba un estuche de acuarelas y pinceles – además recuerda que los ojos son las ventanas de nuestras almas – me dijo guiñándome el ojo provocando que me sonrojara un poco – pero sabes, ese significado es relativo ya que el azul también la calma, confianza y tranquilidad – opino mientras me sonreía.

- Tu también has leído el libro – le pregunte emocionado.

- Jajaja, no de hecho soy muy malo para los libros y el estudio – comento divertido – por eso mi padre dice que soy un "dame" – dijo entre risas – yo soy un pintor... bueno lo seré cuando termine la escuela, por eso igual debo saber el significado de los colores, aunque realmente cada persona pone su propia interpretación de ellos.

- No lo había visto de ese modo – confesé con sinceridad.

- Yo ya opiné, ahora te toca.

- ¿Me toca de que...?

- Dime que color piensas que me representa – me dijo mientras humedecía su pincel y empezaba a colorear la página.

- Amarillo – dije rápidamente.

- No vale decir el color que estoy usando – indico divertido, mientras volvía a poner de ese color en su pincel para volver a pintar.

- No lo digo por eso, lo digo porque siento que ese es tu color – dije con seguridad.

- ¿Ah sí? – pregunto mirándome a los ojos – ¿por qué?

- Por que ese color representa la inteligencia, alegría y creatividad.

- Eh, te parezco esa clase de persona – me pregunto divertido mientras su mirada se concentraba en su cuaderno.

- Cierto tal vez nos acabamos de conocer, pero esa impresión me das – indique sonriéndole.

- Sabes ahora tu azul cambio y me gusta – opino notando que lo miraba a ver sorprendido – ya no pareces alguien triste y solitario – indico sonriéndome al mismo tiempo que su mano soltaba el pincel y me revolvía mis cabellos.

- Gracias... - le dije apenado.

- Al contrario, gracias por regalarme tan linda imagen para plasmar – indico divertido revelándome su dibujo donde pude ver que había hecho un retrato mío, uno donde yo estaba sonriendo – cierto me llamo Tsunayoshi di Vogola, mucho gusto – indicó sonriéndole al mismo tiempo que me tendía la mano.

- Sawada Giotto – le contesto al mismo tiempo que estrechaba su mano, mientras mis pensamientos se perdían esa brillante sonrisa que me brindaba... realmente no me equivoque la decir que el amarillo era su color ya que su sonrisa parecía iluminar mi cielo haciéndolo soleado y cálido.

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