Capítulo 11

Y aquí está el regalo.

----------------------------------------

Me despido de Dante y Kiara cuando salimos de las oficinas. Gracias a todo el trabajo que hemos tenido he conseguido no pensar mucho en la llamada del notario. Pero no puedo negar que me ha estado rondando por la cabeza las últimas horas.

En cuanto me monto en el coche mi teléfono empieza a sonar. Miro la pantalla, es Delia.

-Hola Titín. - sujeto el teléfono con la oreja y el hombro mientras inserto la llave y doy el contacto.

-Hola Copito. ¿Qué tal estás?

-Bien, acabo de salir de trabajar. ¿Qué tal tú? - pongo el manos libres para poder conducir.

-Tengo los tobillos que me van a reventar y unos cambios de humor dignos de cualquier persona bipolar, pero bastante bien. - ríe.

-Tómatelo con calma, todavía te quedan cuatro meses.

-¿Alguna vez te han dicho que eres pésima animando a los demás? - pregunta entre carcajadas.

-Alguna vez... - sonrío porque tiene toda la razón.

-¿Qué vas a hacer ahora? Nery está con su padre, y Luca se ha tenido que ir a Salamanca por negocios. Me siento sola. - no la veo, pero juraría que está poniendo pucheros.

-Llego en cinco minutos.

-¡Espera! ¿Podemos quedar en el bar de debajo de tu casa? Me apetece salir.

-De acuerdo. - no es la primera vez que nos vemos allí.

-Hasta ahora.

-Hasta ahora, Titín. - nos despedimos y cuelga.

Quizá sea el momento de contarla todo lo que ha pasado en estos días, no la quiero preocupar en su estado, pero si no se entera por mi, se enfadará y de verdad. Mi lado egoísta me da la razón, necesito a mi amiga, la necesito y mucho.

Entro en el bar y Delia está sentada al fondo. La veo enseguida ya que la terraza está llena, pero el interior del bar está vacío a excepción de un señor leyendo el periódico en la barra. Está tan concentrada mirando su móvil que no se percata de mi presencia hasta que se lo arrebato de las manos.

-¡Devuélveme eso! - me grita enfadada.

-Perdona. - la devuelvo el teléfono y no entiendo por qué se ha enfadado tanto.

-Lo siento, Sam. Es que... me has asustado. - se disculpa titubeante.

-Tranquila, el embarazo altera las hormonas, ¿no? - me siento frente a ella y se acerca el camarero. - Una cerveza, por favor. - mientras pido creo oír a Delia susurrar algo. El camarero se va y la pregunto. - ¿Decías algo?

-No, no. - sé que me miente, su comportamiento es más raro de lo habitual. El caso es, ¿por qué?

-¿Estás bien? Te noto tensa, incluso nerviosa. - observo como enreda varias veces una servilleta entre sus dedos.

-Que va, estoy bien. - mira hacia todos lados, menos a mi.

-Delia, soy yo. - pongo una mano sobre las suyas. - Puedes contarme lo que quieras, ya lo sabes. - la miro directamente a los ojos y su postura cambia, se relaja.

-Dame un rato para pensar y te lo cuento. - mira su reloj y parece estar esperando a alguien. Lo dejo pasar.

-Mientras piensas, debería contarte unas cosas que han pasado estos días.

La cuento todo. Lo de Teo, lo de la herencia, la conversación con Gio, lo de Emma en mi casa... la cuento absolutamente todo. Se sorprende bastante cuando se entera de que Emma ha estado viviendo en mi casa.

-¡¿No hiciste nada?! - pregunta incrédula. - Deberías denunciarla.

-Estoy cansada de abogados y policía. Se ha ido y no va a volver. No te preocupes por eso.

-Lo que no me termino de creer es que la dejaras irse, así sin más. - bebe de su agua con limón.

-¿Qué querías que hiciera? - ¿por qué todo el mundo me pregunta lo mismo? Ni que fuera una asesina a sueldo o algo por el estilo.

-Darla algún puñetazo de esos tuyos, o una pequeña paliza. - eleva las dos cejas.

-Yo no soy un animal Delia, hace mucho de aquello. - me retuerzo en mi silla, me siento como cuando tenía dieciocho años y me tenía que defender de los demás, cada vez que me regañaban mentía para quitarle importancia. Ahora soy otra persona totalmente distinta, ¿no lo ve?

-¡Claro que no eres un animal! Sólo digo que, si por algún casual, se hubiese tropezado y caído contra tu puño, tampoco hubiera pasado nada. ¡Estaba en tu casa! - mueve las manos para enfatizar sus palabras.

-El embarazo te está volviendo un poco agresiva. - me burlo.

-Ni te lo imaginas. - rueda los ojos y se apoya en el respaldo. - Luca dice que me he vuelto una fiera en la cama. - se cruza de brazos y los apoya en su barriguita.

-Eres tremenda. - me río y cojo la jarra de cerveza.

Delia cambia su postura bruscamente y fija la mirada detrás de mi. Empieza a recoger las cosas que ha dejado encima de la mesa y lo mete todo en su bolso.

-¿Qué pasa? - pregunto mientras se bebe el agua de un solo trago.

-No te enfades conmigo, por favor. Pero necesitáis hablar. - se levanta a toda prisa y me pone una mano en el hombro. - De verdad que si hago esto es porque te quiero y creo que la única manera de que seas feliz es con él.

¿De qué está hablando? Un escalofrío me recorre la espalda. Creo que sé de quién habla, pero no quiero girarme para comprobarlo. ¡Menuda encerrona! Sabe que no montaré un escándalo en un bar. ¿Qué quiere que hable con él? Si ya está todo dicho. Me engaño, no le puedo perdonar y me marché, fin de la historia. No sé por que tanta insistencia. Mi corazón no podrá soportar verlo y hablar con él otra vez, se resquebrajará por completo y me hundiré tirando por la borda todo lo que había avanzado estos meses. ¿Había avanzado algo estos meses? Sí, por supuesto que sí.

-No me hagas esto, por favor. - la suplico cogiéndole de la mano. - No me dejes a solas con él. - me cuesta mucho contener las lágrimas.

-Habla con él y mantén la mente abierta. Yo le creo. - dicho esto me suelta y se marcha.

Vuelvo a mi posición y calculo mis posibilidades. Si cojo el bolso rápidamente y echo a correr, ¿me pillará? ¡No me dejará ni salir del bar! Otra opción es mantener la cabeza gacha todo el rato, que se desahogue, no le contestaré, al final se cansará y se irá. ¡Nunca se cansará! Creo que mi cabeza está echando humo en estos momentos.

Puedo escuchar sus pasos lentos mientras se acerca. Cojo una gran bocanada de aire y la suelto lentamente, como si me estuviera preparando para la batalla. Para mí, esto va a ser una batalla, entre el corazón y la razón. ¿Quién ganará?

Se sienta frente a mi y mi corazón lo sabe, ya que se encoje y se hincha con mucha rapidez. Puedo notar mis latidos hasta en los oídos. Esa mirada... echo muchísimo de menos despertarme con él y que sus preciosos ojos azul verdoso sean lo primero que vea. "Estás yendo por mal camino...", me recrimina mi subconsciente. Llevaba demasiado tiempo callado, y tiene que aparecer ahora. Tengo ganas de gritar, todo lo fuerte que me permitan los pulmones. En cambio, me quedo callada, con la mirada fija en sus ojos, intentando no hacerme añicos delante del amor de mi vida. No debe verme débil, me mostraré más fuerte que nunca, a pesar de estar deshecha por dentro.

El camarero se acerca cuando todavía no hemos dicho palabra alguna. Leo pide dos cervezas, una para cada uno. No pierde el contacto visual conmigo en ningún momento. Está guapo a rabiar, despeinado y con barba de dos días. ¿Cómo no voy a estar locamente enamorada de este hombre? Nunca ha tenido reparos en llorar delante de mi, en demostrar sus sentimientos. Siempre ha sido atento, detallista y amable. Trata a todo el mundo por igual, y ayuda a todo aquel que lo necesite y lo merezca. Es una excelente persona, pero ha tenido un fallo, un fallo que para mi es imperdonable. Me fue infiel. No puedo olvidar ese día, jamás lo olvidaré. Eso hace que nuestra relación sea imposible.

-Hola. - dice en un susurro.

-Hola. - respondo de la misma manera.

-Siento haber involucrado a Delia en esto, pero necesitaba hablar contigo y no sabía de que otra manera hacerlo. - como no sé qué contestar, me quedo en silencio. - ¿Cómo estás?

-Muy bien, genial. - sonrío a pesar de que no quiero y me escuece la garganta al mentir. Se queda callado, esperando que le pregunte que tal está él, pero no lo voy a hacer.

-De acuerdo. - suspira. - ¿En el trabajo todo bien? - insiste.

-Si me habéis tendido una trampa para hablar del trabajo, no insistas. Me voy. - cojo el bolso dispuesta a salir pitando de este bar.

-¡Espera! - me coge de la muñeca. Contacto directo, piel con piel, ¡oh, no! Para esto no estoy preparada. Esa sensación tan familiar viaja por todo mi cuerpo. Siento como todos y cada uno de los poros de mi piel lo anhelan. - Por favor, no te vayas. - suplica mirándome a los ojos. Tengo ganas de llorar, muchas ganas de llorar.

-Entonces, ¿qué quieres, Leo? Porque estoy cansada de esto. - agito la mano entre nosotros. - No quiero seguir jugando al gato y al ratón.

-Te quiero a ti. - acerca su silla a la mesa.

-Eso ya lo sé. Pero yo a ti, no. Ya no. - me pellizco el puente de la nariz e intento no derramar ni una lágrima.

-No te creo. - niega con la cabeza y parece no afectarle lo que acabo de decir. - Solo lo dices para que deje de insistir, pero eso no va a pasar.

-¡¿Por qué insistes tanto?! - me irrita y me enfada a partes iguales. Si no fuera tan insistente lo tendría mucho más fácil.

-Porque... porque... - busca las palabras adecuadas. - ¿Qué soy yo sin ti?

-Un hombre libre. - es cierto, aunque me duela admitirlo.

-Te confundes. - vuelve a negar con la cabeza. No titubea un ápice cuando pronuncia las siguientes palabras. - Un hombre sin alma.

Y así, sin más, rompe toda la fortaleza que había creado a mi alrededor y rompo a llorar delante de él. Sé que no debería hacerlo, pero mis sentimientos son más fuertes que mi autocontrol. Me cubro la cara con las manos para que no me vea nadie llorar, ni siquiera él.

-Ey... mírame. - dice dulcemente. Con suavidad me retira las manos de la cara. - No llores, por favor. Me rompe verte llorar. - con el pulgar recoge una de las lágrimas que viajan por mi mejilla.

-No puedes decirme esas cosas. - susurro para no tartamudear por el llanto.

-Es lo que siento.

-Leo... por favor. - me hundo en mi silla intentando desaparecer. Las lágrimas no cesan, hay demasiadas acumuladas.

-Sam, no te estoy pidiendo que salgamos de aquí juntos.

-Eso no va a pasar. - susurro sin saber si me ha escuchado.

-Lo sé. - cierra los ojos mientras coge aire y lo expulsa. Lo ha oído. - Lo único que te pido es que seamos amigos.

¿He escuchado bien? ¡¿Amigos?! Dejo de llorar en cuanto termina su petición. Es imposible que seamos amigos. ¡Es de locos!

-¿Amigos? Eso es imposible, Leo.

-¿Por qué?

-Pues... porque sí. Tengo que hacer una fuerza sobrehumana para verte o escucharte durante un segundo. ¿Cómo pretendes que seamos amigos?

-¿Tanto te duele verme? - solo se ha quedado con ese fragmento de todo lo que he dicho. Parece dolido.

-Sí, no... no lo sé. - mi autocontrol se va a la mierda en tres, dos, uno... - ¡Te echo tanto de menos que no puedo verte! Me da miedo volver a caer y pasar por lo mismo. - confieso y enseguida me arrepiento.

-Sabía que todavía me querías. - una sonrisa sincera brota de sus labios.

-Eso no significa que las cosas vuelvan a ser como antes. - todavía tengo dignidad, por alguna parte.

-Pero significa que no todo está perdido para nosotros.

-Deja de insistir, por favor. Nada va a cambiar lo que vi, lo que sentí. Tengo ese dolor y esa rabia acumulándose en mi pecho. Cada vez que me duermo, tengo pesadillas con esa imagen. No lo podrás cambiar.

-Descubriré la verdad y conseguiré que vuelvas a mi lado. Nunca, jamás, te he sido infiel, y voy a demostrarlo. - está muy seguro de conseguirlo. Me replanteo si de verdad me pude confundir. Pero sé lo que vi. No le vi la cara, pero reconozco su cuerpo entre millones.

-¿Por qué no lo dejas? Olvídate de mi, búscate a otra y sé feliz. - una punzada venenosa se clava en mi pecho solo de imaginármelo con otra.

-Nunca. - dice bruscamente.

-¿No ves que no podemos estar juntos? Si no es por una cosa es por otra, pero siempre terminamos igual. Hemos pasado más tiempo separados que juntos y no podremos tener una relación cuando existe desconfianza.

-Si te demuestro que no te he sido infiel, ¿cambiarían las cosas y confiarías en mi?

-No lo sé, Leo. Ha pasado mucho tiempo, han pasado muchas cosas. He cambiado, no sé si para bien o para mal, pero no soy la misma. Siento que me he vuelto fría, apática, y todo es debido a lo que vi. - hago una pausa para beber, tengo la garganta completamente seca. - No sé si te enamorarías de la Sam que soy ahora. - me enderezo un poco en la silla y tomo una postura más confiada. He cambiado, no tanto como he podido dar a entender, pero lo he hecho. Me tomo las cosas con más calma y desinterés, así espero que no me afecte tanto. A Dante no le gustó mi nueva postura, pero es una manera de protegerme.

-¿Y si lo descubrimos? Empecemos siendo amigos y conociéndonos de nuevo. Yo también he cambiado, pero sigo esperándote. Lo hago desde que tengo uso de razón. - su insistencia y mi debilidad me hacen caer en la tentación. En realidad no caigo del todo, no voy corriendo a sus brazos, simplemente acepto la opción de ser amigos. Sé que no va a salir bien, pero necesito tenerlo cerca. Así de autodestructiva soy.

-De acuerdo. - sonríe de oreja a oreja y se levanta para abrazarme. Hago acopio de toda mi fuerza voluntad y lo detengo. - Quieto ahí. Para eso hay que esperar. No podemos ir de la fase cero a la dos en cuestión de segundos.

-¿Fase dos? - pregunta confuso.

-Sí. - empiezo a enumerar con los dedos mientras vuelve a su asiento. - La fase cero es en la que estamos, nos acabamos de conocer, nada de contacto físico. La fase uno es en la que te das dos besos y quedas para salir, pero siempre con más gente. La fase dos es en la que puede haber abrazos y ya se puede quedar a solas. Y la última, la fase tres es en la que hay total confianza, se cuentan secretos y esas cosas, pero nunca se traspasan los límites de la amistad. - concluyo y me termino la poca cerveza que me queda.

-Estamos en la fase cero.

-Sí.

-¿Cuanto tiempo transcurre hasta llegar a la fase tres?

-Depende de las personas.

-¿Más o menos?

-Si hay intención por ambas partes, y la comunicación es buena, puede que... tres meses. - no tengo ni idea de por qué le he dicho tres meses, pero es un cálculo aproximado.

-Tres meses. - susurra y levanta ambas cejas. - Eso es mucho tiempo.

-Hemos estado nueve meses sin vernos, sin contar las otras veces que hemos estado separados. Creo que podrás soportarlo. - me burlo, aunque no tiene ninguna gracia. Cada vez que hemos estado separados ha sido un infierno. "Ríete de ti misma, verás que bien te va". Ignoro a mi subconsciente y sonrío.

El silencio inunda el lugar. No es incómodo, pero me pongo nerviosa. Pasan los minutos y seguimos sin decir palabra. Empezamos bien nuestra amistad, no sabemos ni de qué hablar. Tamborilea los dedos en la mesa de mármol, también está nervioso.

-Creo que me voy a ir. Mañana tengo trabajo y quiero descansar. - me levanto y recojo el bolso.

-Te acompaño. - también se levanta.

-No hace falta.

-Insisto.

Pago al camarero y salimos juntos del bar. El portal está a unos diez metros escasos, pero agradezco que se haya ofrecido a acompañarme. Caminamos en silencio, sin mirarnos. Esto está siendo demasiado raro. Nos detenemos cuando llegamos a la puerta.

-Así que vives aquí. - se está tomando muy enserio esto de hacer como si no nos conociéramos.

-Sí. Es una buena zona, tardo muy poco tiempo en llegar al trabajo en coche y es tranquilo. - le sigo la corriente. - Bueno, yo subo ya. Nos vemos.

-Espero verte pronto.

Ambos hacemos el amago de acercarnos para despedirnos, pero reculamos a la vez. Es demasiado pronto, estamos en la fase cero. Entro en el portal mientras me despido con la mano. Subo las escaleras de dos en dos y no puedo evitar sonreír. Nunca pensé que terminaría así mi día, un poco más feliz.

Entro en casa, cierro la puerta y apoyo la espalda en la madera fría. La sonrisa que tengo de oreja a oreja es sincera, me siento liberada, me siento... bien. El teléfono suena en el bolso, un mensaje. Es de Leo, lo abro.

Leo: "Me ha encantado conocerte, amiga. Espero que podamos volver a quedar pronto. Un beso, Leo."

Me quedo embobada mirando la pantalla. ¿Cómo hemos podido pasar de ni vernos a ser amigos? No lo sé, pero me encanta estar así con él. Tecleo una respuesta rápida.

Yo: "Igualmente. Yo también lo espero. Muak!"

Dejo el móvil en la mesa del salón y voy flotando a la ducha. Así me siento, como en un sueño. No olvido lo que pasó, pero mi necesidad de él, de tenerlo en mi vida, es mayor que el resentimiento por algo que pasó hace meses. Esta noche presiento que voy a dormir bien, y así es.


-¡Esto es un caos! - grita Kiara con las manos en las mejillas.

-Tranquila, lo solucionamos en un periquete. - intento calmarla. - Dante, ve corriendo a la tienda más cercana y compra pan tostado. - le entrego unos billetes y sale corriendo del museo. Me centro en mi socia y la cojo por los hombros. - Mírame, no es para tanto.

-¡¿Qué no es para tanto?! - vuelve a hiperventilar. - El queso, Sam. ¡El queso! - alza las manos al cielo.

No puedo evitar reírme. Está teniendo un ataque de ansiedad porque se nos ha olvidado en las oficinas el crujiente de queso curado. Lo necesitamos de base para el canapé de guacamole, pero todo tiene solución.

-Deja de reírte, no tiene ninguna gracia. - se cruza de brazos como una niña pequeña.

-¿En serio? - no puedo dejar de reírme.

Se me queda mirando unos segundos y no puede evitar unirse a mi. Nos reímos a carcajadas, de esas veces que se te saltan hasta las lágrimas. Es tan sumamente competente que a veces se la olvida ser humana. Pero para eso estamos nosotros, para recordarla que no es una máquina y puede equivocarse.

Vuelve Dante con el pan tostado y empezamos a montar todos los canapés. Los colocamos en los respectivos stands y servimos unas copas de vino tinto y blanco. Los invitados empiezan a entrar y, a pesar de no ser muchos, acaban con casi todos los canapés y la bebida en un tiempo récord.

Alguien me agarra por los hombros desde atrás, sobresaltándome. Me giro y me encuentro con un Luca sonriente.

-No sabía que te ibas a encargar del catering. - nos saludamos con dos besos.

-Yo tampoco sabía que estabas invitado. - le devuelvo la sonrisa.

-He oído hablar del pintor y quería echar un vistazo por si hubiera la posibilidad de ejecutar una buena compra. - se agacha un poco hasta quedar a mi altura y me susurra al oído. - Pero creo que me voy a ir con las manos vacías. - ríe.

-Intentaré echar un vistazo cuando terminemos con esto. - señalo la mesa de canapés con la cabeza.

Dante nos ve y se une a la conversación.

-¡Luca! Cuanto tiempo sin verte. ¿Qué tal te va la vida? - pregunta después de saludarse con la mano.

-Pues muy bien, la verdad. Delia cada día está más rara, pero son...

-Cosas de embarazada. - terminamos la frase Dante y yo a la vez, provocando la risa de los tres.

-Exactamente. - afirma Luca. Dante sale corriendo cuando Kiara lo llama. Una vez que volvemos a estar solos centra toda la atención en mi y toma una postura más privada. - ¿Qué tal ayer? Sé que no es de mi incumbencia, pero Delia no ha parado de hablar de la encerrona.

-¡Claro que es de tu incumbencia! ¿Somos amigos no? - para mi su amistad vale mucho, y es una de las personas que nunca me ha fallado, una de las personas en las que más confío.

-¿Entonces? - le puede la curiosidad.

-Entonces... somos amigos. - una risita tímida, muy poco típica de mi, rompe el silencio que se ha creado.

-¿Amigos? ¿Solo? - por su reacción esperaba algo más.

-Sí, solo. Y no creo que cambie. Hemos pasado demasiadas cosas y creo que, por mucho que nos queramos, no estamos hechos para estar juntos. Siempre ocurre algo o hacemos algo que termina por distanciarnos. Y de verdad Luca, no creo que pueda soportar otra ruptura u otra desilusión por su parte o por la mía. - respiro profundamente. - Parece que mi destino es morir sola. - sonrío por no llorar.

-¡No digas eso! - su ceño se ha fruncido como nunca. - Eres una mujer increíble Sam, el destino de nadie está escrito, y menos el tuyo. Tu vida será como decidas, como quieras que sea. Como amigo me niego a que pienses así. Puedes conseguir todo lo que te propongas, has salido de cosas peores. No veas el final aquí, no veas el final con Leo. - se relaja un poco. - Me niego a pensar que todo lo que has pasado con él, todo lo que habéis luchado, lo vais a perder por una cosa de la que ni siquiera estás segura.

Sus palabras me afectan más de lo que pensaba. Sé que hemos removido cielo y tierra y hemos luchado por nosotros contra mucha gente durante mucho tiempo, pero mis fuerzas se han debilitado. Siento que no lo entienda, pero solo me queda refugiarme en mí misma y pasar el resto de los días de mi vida lo mejor que pueda.

-Siento que lo veas así. Te agradezco todo, de verdad. Pero no me quedan ganas, las he perdido todas en las batallas que me ha tocado lidiar.

-Mira Sam. Sabes que Leo y yo hemos tenido nuestros más y nuestros menos, pero... no puedes negar que ha luchado por ti como nadie. No lo dejes escapar, sabes que no serás plenamente feliz sin él. - antes de contestar me abraza. - Ahora me tengo que ir, Delia está esperándome en casa. - me da un beso en la frente y nos despedimos con la mano.

Vuelvo a centrarme en el trabajo, o por lo menos lo intento. Si ya me resultaba difícil obviar mis sentimientos por Leo, ahora que parece que todos mis amigos están a su favor, me va a resultar imposible. Sé que llegará el día en que se canse de luchar por mi, poco a poco olvidará por qué me quería y será feliz. Por mucho sufrimiento que me haya hecho pasar, no le deseo nada malo, todo lo contrario, ojalá llegue el momento en que sea feliz sin mí.


Hemos terminado el servicio y ya tenemos todo guardado en la furgoneta del trabajo. Kiara y Dante hablan animadamente en la acera junto al aparcamiento. Se acercan a mi mientras guardo la carpeta en el salpicadero.

-Hemos tenido una idea. - me informa Kiara. -¡Nos vamos de fiesta!

-Nunca hemos salido los tres. - sonríe Dante para que mi respuesta sea afirmativa.

-Nunca hemos salido los tres... - digo con voz cansada, como sin ganas. - ¡Hasta ahora! - termino la frase alegre cuando me empezaban a poner ojos de cordero degollado.

-¡Genial! - Kiara está eufórica. - Sin parejas, solo nosotros. - dice señalando a Dan.

-Por supuesto. Un día al año no hace daño, ¿no? - se ríe.

-Vais a acabar conmigo. - no puedo hacer otra cosa que sonreír.

Hemos quedado a las nueve y media en un pequeño restaurante situado en el centro de Ciutadella para cenar, después saldremos de fiesta. En esta época del año ya hace calor, aprovecho para estrenar un vestido color vino ajustado hasta las rodillas que me compré en Murcia. El pelo me lo recojo con horquillas y me maquillo lo justo, nada de rímel, que siempre se me olvida desmaquillarme cuando llego a casa. Un pañuelo negro, mis tacones favoritos y el bolso de mano completan mi vestuario.

Llamo a un taxi para que me acerque hasta el restaurante. Diez minutos más tarde me está esperando abajo.

-¡No me puedo creer lo que hicisteis! - se carcajea Kiara. - ¿Los dos borrachos? - no podemos parar de reír.

-Totalmente. Ni siquiera podíamos hablar. - puntualizo.

-Sam se quitó las medias y las tiró en el primer contenedor que vimos. - Dante sigue contando la historia.

-No me puedo creer que os colaseis en una piscina privada para mear dentro del agua, pero lo que más me sorprende es que se te olvidase quitarte las medias Sam. - volvemos a reír atrayendo la atención de todo le restaurante.

-Te sorprendería más haberla visto quitarse el vestido.

-Ese día perdí uno de mis pendientes favoritos. - recuerdo que los compré en una excursión del instituto. - Lo peor fue cuando salieron los de seguridad y me tocó saltar la valla en sujetador y medias. - me tapo la cara recordándolo.

-Porque te empujé del culo, si no ahí te quedas.

Estamos terminando los postres y ha empezado a hacer efecto el vino de la cena. Dante y yo le contamos a Kiara alguna de nuestras historietas. No podemos parar de reír recordando aquellos tiempos. Hace años de aquello, pero lo recuerdo como si fuese ayer. Me gustaría volver a sentirme como me sentía entonces, sé que será imposible, pero esta noche lo intentaré. Seguro que los tres juntos terminaremos en una aventura digna de no contar, por vergüenza.

-¿Nos vamos? Yo tengo ganas de tomarme una copa. - Kiara se termina de un trago lo que la quedaba de vino.

-Y eso que te acabas de beber, ¿qué es? - bromea Dante.

-Era una copa de vino. "Era", pasado, ya no está. Así que necesito otra. - Kiara le sigue la corriente.

-Yo también tengo sed. Y no sé que llevará este vino, - cojo la botella y la analizo. - pero me ha dado ganas de bailar.

-A eso me apunto. - dice Dan levantando las dos manos.

Salimos del restaurante y los camareros parecen aliviados. Sé lo que es lidiar con unos comensales borrachos y chillones, pero hoy estamos en el otro bando. Nos toca disfrutar de la noche.

Entramos a la misma discoteca a la que fui con Dan la primera vez que salimos juntos de fiesta. Recuerdo que fue la discoteca en la que me choqué con Luca por primera vez. Aquel día intentaba olvidar a la misma persona que estoy intentando olvidar ahora. Pero basta de pensar en él, esta noche es para pasarlo bien.

En cuanto bajamos las escaleras nos dirigimos a la barra, pedimos tres chupitos de tequila y nos los bebemos después de chocar los pequeños vasos. Pedimos una cerveza cada uno y nos dirigimos a la pista de baile. I love it, de Icona Pop suena por los altavoces, creando un ambiente perfecto para bailar. Y así lo hacemos. Los tres nos movemos por la pista como locos, sin ningún sentido. Comportarme así, como una niña, consigue evadirme de todo lo demás. En este momento me siento feliz, me siento libre.


Varias cervezas y chupitos después casi no nos tenemos en pié ninguno de los tres. Nos reímos a carcajadas por cualquier cosa y hemos perdido el sentido de la vergüenza.

-Voy al baño chicos, enseguida vuelvo. - Kiara deja su cerveza vacía en una mesa y va a los lavabos.

Dante fija su mirada en un punto detrás de mi, cuando vuelve sus ojos azules a los míos, me sonríe de oreja a oreja.

-Yo también tengo que ir al baño... - se encoje de hombros y se va.

Me han dejado sola en mitad de la pista de baile. No me importa. Termino lo poco que me queda en el botellín y sigo bailando.

Alguien carraspea detrás de mi, me doy la vuelta y ahí está él. Con su barba de dos días y su mirada intensa. Se me seca la boca al instante, Leo está espectacular.

-Volvemos a vernos, amiga. - sonríe. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top