Capítulo XXVIII: Carnada.

Cuando empezaba a despedirme del mundo dejándome llevar por lo que sea que me fuera a pasar, con los ojos cerrados y tratando de separar mi mente de mi cuerpo, escuché ese sonido nuevamente, el que me había salvado tantas veces, un relinche.

Creí que Sclauss ya había aceptado el hecho de mi muerte, así como tuvo que aceptar su destierro, pero al parecer ni Sclauss ni el caballito lo aceptaron.

Al abrir mis ojos, algo húmedos de pequeñas lágrimas, divisé a Sclauss cabalgando hacia mí, presa de los tentáculos de ese ser infernal con un nombre tan tonto como Tim.

La espada en la mano derecha de Sclauss se engrosó repentinamente, tornándose más grande, viéndose más pesada y el humo que ambos emanaban se intensificó.

Mire alrededor, con cierta curiosidad, y la pared que Sclauss creaba, había desparecido totalmente. Esto causó que los demonios y desterrados atacaran a diestra y siniestra distrayendo lo más que podían a Tim.

Tim soltó un bramido ensordecedor y brutal que resonó en el infierno y en mis oídos dejando un pitido en ellos, que parecía rebotar en mi cabeza.

Un ataque de fuego cayó directo en el ojo izquierdo de Tim, logrando que se volteara y fuera la oportunidad perfecta para un rescate rápido y sin problemas.

Pero se enfureció tanto con el ataque, que tomó al demonio por la cintura con uno de sus gelatinosos tentáculos y lo alzo rápidamente en el aire. Tan rápido fue, que el demonio solo alcanzó a dar unos pequeños golpes y lanzarle una pequeña llama, antes de ser partido por la mitad.

Haciendo lucir sus ojos fuera de sus cuencas, para luego despegar las mitades dividas dolorosamente al mar, sin siquiera inmutarse.

Tan distraído estaba que liberó mis tobillos, usando los tentáculos que me mantenía sujeta, para la defensa de sus ojos. Quedé colgada solo de mis muñecas con los pies al aire y uno de sus tentáculos aún seguía rodeando mi desnudo estómago y mi pecho izquierdo.

Sclauss apareció tras mi espalda, con la espada alzada hermosamente por encima de su cabeza, lista y dispuesta para un corte al filo directo, y dar fin a mi prisión por parte de los tentáculos, pero alguien se le adelantó. Ese maravilloso caballo.

Le dio un mordisco tan fuerte a el tentáculo que lo partió sin más, para luego situarse bajo mis pies, casi un segundo antes de que Sclauss diera el último corte y yo cayera sentada sobre su lomo.

Con furia el caballo mordió el tentáculo que se mantenía en mi pecho y nos perdimos en las alturas tratando de evitar las ventosas que se mantenían danzando en el aire, atacando y defendiendo el cuerpo de su dueño.

Al parecer no solo le gustaba a Sclauss si no que también al caballito y no solo se conectaban con la furia que ambos compartían, sino que también con los gustos. Que maravilla ¿No?

—Lamento haberte hecho esperar tanto querida demonia —me dijo Sclauss de una manera muy sutil y casi bromeando.

¿Sclauss bromeando? Raro ¿No?

—No importa —Respondí —¡Pero debemos matarlo! ¡está asesinando a los demonios y parece que aún no nota que me soltaste!

—Lo sé, pero será difícil matarlo...

Un sonido del caballo, junto con la elevación de sus patas delanteras, interrumpió a Sclauss.

—¡Ya basta Sidro! ¡La demonia está a salvo! —Exclamó Sclauss, acariciando el cabello del caballito.

—¡Gracias Sidro! ¡Eres el mejor!

Al parecer Sidro quería que le agradeciera, porque se calmó, pero seguía inquieto mientras observaba como los demonios eran asesinados por tanda, siendo partidos y devorados por la extraña boca circular con filosos dientes de Tim.

Y recordé su lengua y la extraña marca que mantenía en ella.

—¡Sclauss! ¡Debemos apuñalarle dentro de la boca!

—¿Por qué?

—¡Tiene una extraña marca en su lengua! ¡Parecen 2 "m" entrelazadas!

—Ese maldito idiota —Comentó volteando su rostro y prendiendo las llamas verdes de sus ojos casi fulminantes —¿Es un marcado?

No negaré que me asuste un poco de él en ese momento, pero si reaccionó de esa manera, por algo será.

—¡Si! ¡Puede que sea su punto débil!

—Y lo es —Respondió volteando su rostro hacia delante mientras empezaba a galopar con fuerza y decisión.

—¡¿Cómo lo sabes?! —Pregunté cercana su rostro, era difícil creer que me escucharía al tener el viento sobre nosotros haciendo un bramido en nuestros oídos.

—Los marcados y yo tenemos una larga historia.

—¡¿Qué?! ¡¿Y que rayos son los marcados?!

—Los favoritos de Satán, y los peores del infierno, si creías que Ignon era malo, estos idiotas, son mil veces peor.

—Los favoritos de...

Ya estábamos frente a Tim, Sclauss ya estaba al tope de su furia casi irracional para mí, ya que poco y nada sabía de la historia de Sclauss con los marcados. Pero hacía falta una carnada para que abriera la boca y adivinen quien fue la carnada.

Si, fui yo.

—¡Tim! —Gritó Sclauss.

Tim volteó hacia nosotros, dando a mostrar pequeñas manchas ennegrecidas que quedaron en su cuerpo dejadas por los ataques que recibió.

—¡Te daré a la mujer! ¡Pero deja de asesinar a los demonios! ¡Suéltalos!

Sclauss me tomó de un brazo y me dejó colgada justo por sobre la boca de Tim, lista para ser un rico bocadillo con mucha carne para devorar.

—¿Sacrificarás a tu nuevo amor por los demonios? ¿Por algo la salvaste no? ¡Las historias son ciertas! ¡Eres frío y malévolo! ¡Haberlo sabido antes! ¡Serias un marcado como nosotros!

—¡Si! ¡Lo haré! ¡Esta mujer no significa nada para mí! ¡Las historias son ciertas! ¡Además, Sidro la salvó, no yo!

—¡Sueltame Sclauss! ¡Maldito traidor infeliz!

—Ves a las mujeres como cebos, como inferiores ¿Verdad? ¡Y yo que creí que podías amar! ¡Eres igual de insensible que en las historias!

—¡Si! ¡Yo no sé que es el amor! ¡Y tampoco me interesa! ¡El espíritu de la guerra no debe sentir amor! ¡Las mujeres solo sirven para dar calor a los hombres! —Exclamó Sclauss, mientras me mantenía colgada.

Por algún motivo, me dolió oír eso de parte de Sclauss, pero en ese momento me di cuenta, de que yo también sentía cosas por él, sin siquiera haberlo notado antes.

—¡Eres despiadado Sclauss! Pero eso es bueno, fuiste creado para destruir, no para amar.

—¡Ya lo sé! ¡¿La querrás o no?!

—¡Dámela!

Sclauss se acercó un poco a su boca, dejándome a una distancia bastante lejana de Tim, y me soltó.

Me vi nuevamente en otra de mis, últimamente, usuales caídas hacia un fin que yo creía sin retorno alguno.

Pero no bastaron más de 5 segundos, para ver como Sclauss se lanzó tras de mí, cayendo mucho más rápido pasando por mi lado. Un brutal golpe en mi espalda, me dijo que Sidro había ido a rescatar mi caída. Aterrizé sobre su lomo y de lado contrario a su cabeza.

Sclauss aún se mantenía en su caída, abrió sus piernas doblándolas en el aire, para caer agachado justo en el borde de la boca de Tim.

El filo de su espada entró dificultosamente dentro de su boca, por entre los filosos dientes que mantenían una pequeña separación entre ellos. Provocando que se agitara rápidamente y sus tentáculos perdieran esa fuerza danzante uniforme que mantenían. Un color anaranjado resplandeció desde la boca de Tim.

—¡Traigdor! —Gritó, agitando su cuerpo junto con sus tentáculos, y saliendo de su herida, un color verde muy familiar, que se mezclaba agraciadamente con el color anaranjado de la espada, casi como una aurora.

La agitación de Tim causó que Sclauss cayera hacía un costado, de espaldas con la cabeza agachada. A pesar de que fuese difícil saber que pensaba o sentía por su carencia de expresiones, yo, de alguna manera, supe que sentía. Aceptación.

El hermoso fuego de sus ojos se había apagado, soltó la fuerza de sus extremidades, y se dejó llevar por su caída.

—¡Sidro! ¡Sclauss!

Sidro prendió galope casi instantáneamente, y corrió en picada a salvar a su amo.

Pero al bajar, oí como Sclauss hablaba consigo mismo.

—Al menos esta vez, alcancé a salvarle. Hice lo que debí hacer hace años atrás. Esta vez, no cometí error alguno, esta vez, actué a tiempo, esta vez, si le ayudé a vivir. Esta vez, si gané esta pelea.

Sclauss tenía una historia que le carcomía por dentro, un dolor, un sentimiento, algo que le lleno anteriormente, y al irse, se vacío con mucho sufrimiento. Pero al oír sus palabras, supe que trató de enmendar su antiguo error al salvar mi vida.

Alcancé a tomarle por las aberturas que tenía su armadura en el cuello antes de que cayera al mar de sangre a cuantos metros bajo nosotros, que para los desterrados, podría ser fulminante.

A pesar de que su armadura era gruesa, no se sentía pesado, no lo era para nada, pero destacando que era solo huesos, eso era bastante obvio.

Me miró al ver que había alcanzado a atraparle.

—¡Se voltearon los papeles esta vez, señor Sclauss!

Sus cuencas nuevamente se prendieron, pero esta vez, no era un fuego abrumador y furioso, era un fuego amable y ligero, muy cálido.

Se sujetó de mis brazos y se alzó sobre Sidro para luego abrazarme y apretarme muy fuerte.

—Gracias demonia.

—Esto no alcanza para devolverte todo lo que has hecho por mí, pero respóndeme algo. ¿Es cierto aquello que dijiste?

—No demonia, no lo es.

—¿Cómo se yo que no lo es?

—Confía en mí. Tuve tu vida en mis manos muchas veces, pude dejarte morir en cualquiera de esas oportunidades, pero no lo hice.

Abrí mis ojos fuertemente ante tales palabras, era cierto, lo que Sclauss dijo era verdad, tan cierto como para no haberlo analizado antes de abrir mi boca.

—Es-es cierto Sclauss —Respondí sorprendida aún.

—Demonia yo...

Esa luz verde me distrajo de reojo al igual que Sclauss, Tim seguía agitándose y se elevó por sobre nuestras cabezas. Parecía engrosar y adelgazar su cuerpo en respiraciones fuertes y forzosas, parecía que explotaría en cualquier momento, y eso sucedió.

Trozos de su carne volaron por todos lados, decorando los rincones con su sangre de un lindo color morado, que reboto por sobre todos nosotros.

—¡Sclauss! ¡Tú espada!

—No te preocupes, ella volverá.

La espada salió por debajo del mar, quedando encima con un alrededor bastante decorativo para una espada. El color anaranjado se opacaba de a poco y se tornaba más pequeña.

—¿Qué querías decime Sclauss? —Parecía algo distraído y miraba hacia abajo.

Me percaté que miraba mi pecho desnudo junto con mi estómago. No había recordado tal cosa. Traté de taparme poniendo mis manos, pero no sirvió de mucho.

—¿Te sonrojaste? —Me preguntó Sclauss mirándome a los ojos.

—Emmm... —Si, me había sonrojado.

—No te preocupes, eres muy guapa.

—Pe-pero... —Sclauss me interrumpió.

—Demonia, yo, debo decirte algo, pero, no-no, se si...

—¡Dímelo de una vez quieres! —Le grité agitándole por los hombros, haciendo sonar su armadura graciosamente.

—Está bien, no me agites —me detuvo poniendo sus manos sobre mis brazos —Me gustas demonia.

Eso para mí, no era nada nuevo. No sé cómo Sclauss creyó que no lo había notado, y le costara tanto contármelo. Un ser brutal, malévolo, siniestro, duro, y frio, tenía sentimientos hacia mí, difícil de creer ¿No?

Le abracé por sobre sus hombros, rodeándole y junte su cabeza con la mía.

—Tú también a mi, Sclauss.

Los demonios y desterrados sobrevivientes con sus últimas fuerzas, soltaron un brutal grito de victoria, ahora real, rompiendo la extraña y cursi escena que creamos.

Incluso Sidro al oír eso, empezó a dar vueltas cual perrito y agitando sus patitas en el aire, casi haciéndonos caer.

Pero quedaba algo aún, el próximo descendiente, el próximo reinante, el siguiente Satán. Y luego de matar a un marcado en pleno infierno, no sería nada fácil encontrarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top