Capítulo XXVI Falsa gloria.
Satán seguía enorme y prominente, pero luchaba a duras penas contra los desterrados y contra sus propios demonios. Estaba siendo acribillado por sus propios seres infernales. Sus fieles siervos en las tareas infernales, le atacaban brutalmente.
Los seres voladores se encontraban atacando su parte inferior como moscas causando que moviera su torso para espantarles, pero muy poco conseguía.
El ser con aspecto de oso arañaba y mordía sus pesuñas junto con otros desterrados y demonios que lanzaban fuego hacia él, provocando más furia.
Vi como satán tenía su ojo cerrado chorreando goterones de sangre que caían al suelo rebotando dramáticamente.
Un demonio con el mismo aspecto que Ignon cuando me recibió, fue golpeado con fuerza bruta por una pezuña de Satán, cayendo en rebotes al piso junto con el cuerpo de Crenix, quien se encontraba de estómago en el suelo, con marcas de desgarro en su cuerpo y sus ropas, aunque se le podía ver una leve agitación en su espalda, en donde estaba posada su ave, ahora más pequeña, se notaba que pronto daría su último aliento.
—¡Sclauss! ¿Qué rayos pasa? —Grité mirando a Sclauss quien ya se encontraba sobre su caballo, observando detenidamente, el lento fin de quien lo desterró.
—¡Súbete demonia!
Corrí donde Sclauss, me levantó de un brazo haciéndome caer tras su espalda.
Satán gritó de furia entre saltos tratando de evitar que siguieran dañándole. Levantó un trozo de tierra con esa fuerza invisible, y la dejó caer a sus pezuñas para aplastar a todo aquel que estuviese bajo él impidiendo sus movimientos.
La mayoría pudo evitarlo, su lentitud era una desventaja, pero ese valioso ser con aspecto de oso vio su fin al ser aplastado por ella brutalmente.
Por su lado izquierdo entre la oscuridad salió un cerbero, enorme, sediento de sangre, con hambre de carne y rebosante de rabia. Corrió rápidamente a pasos alargados y brotando saliva por sus bocas, saltó sobre el trozo de tierra que yacía en el piso aún espolvoreando y se lanzó sobre la mano derecha de Satán con sus bocas abiertas dispuestos a darse su festín.
Satán agitó su mano tratando de zafárselos, pero fue para peor, el cerbero salió eyectado al mar de sangre con 3 de sus dedos en sus hocicos, reluciendo los bonitos anillos que mantenía en ellos.
Pero al lindo cerbero no pareció importarle, salió nadando de aquel mar rápidamente con los dedos en sus bocas que se camuflaban con la sangre, llegaron a la orilla, soltaron un gruñido y se echaron en el piso a devorar sin ningún otro problema.
Vi a Ignon sobre la espalda de Moon, llevaba consigo esa extraña arma que alguna vez le vi en mi llegada al infierno, pero no le vi afectado como me sucedió a mi cuando estuve en la espalda de Moon, al contrario, se veía muy furioso y con esa expresión de locura en sus ojos que parecía deformarle todo el rostro y alargar sus ojos.
Y lo entendí, él llevaba los guantes de Sclauss puestos, para evitar caer en un infierno mental como me sucedió a mí, haciéndome perder todo lo que había sucedido en el infierno después de mi recaída.
Recordé de sopetón lo que me había pasado, lo que recordé de mi antigua vida, lo que viví. Me quedé estática mirando y apretando la armadura de Sclauss quien pareció sentir mi temor por mis antiguos recuerdos.
—¡Subiremos súcubo! Si esto no funciona, debemos soltar a alguien de los confines del infierno.
¿A alguien? ¡Más cosas que no sabía! Pero eso ayudo a despertarme de ese trance en el que me encontraba, y recordé, recordé esa voz en mi interior que pareció a ver sido atada desde que me convertí una desterrada.
Sclauss tomó fuerza hacia arriba con el caballo para quedar sobre la cabeza de Satán que seguía su dolorosa lucha contra su fin, pero cada vez con menos fuerza.
Vi como un manotazo con la mano de dedos cercenados cayó de lleno sobre Ignon y Moon causando que se fueran en picada al suelo. Nunca olvide su expresión al caer tan rápidamente y nosotros no poder hacer nada por ellos.
Me enfurecí, en ese momento me segué por unos segundos, viendo como Ignon ya en el suelo, botaba sangre por su boca y su nariz, y se retorcía de dolor, para luego detener sus movimientos bruscamente. Y oí esa voz.
La voz de impulsos retenidos, la voz de mí misma que me cegaba de sangre y venganza.
Tomé la espada de Sclauss nuevamente.
»Mata«
Salté del caballo.
»Asesina«
Caí de rodillas sobre su blanda cabeza.
»Cercena«
Me levanté con algo de dificultad evitando tocarle.
»Despedaza«
La espada volvió a cobrar vida en mis manos.
»Derrama«
Mire a Ignon muerto en su lucha.
»Ejecuta«
Sclauss se acercaba rápidamente a mi.
»Aniquila«
Alcé la espada con mucha tenacidad apretando su mango.
»Destruye«
y apuñale con fuerza la cabeza de Satán, la espada parecía que de un segundo a otro alargó su filo al doble de su tamaño.
Enterré el filo completo en su carne blanda, la sangre brotó rápidamente de su herida y la espada se tornó con un color anaranjado que relucía dentro de la carnes de la cabeza de Satán.
Se agitó muy rápido poniendo sus manos en su cabeza y cayó lentamente de costado en el suelo aplastando a todo aquel que estaba en su camino.
Mi caída desde su cabeza fue rápida, pero Sclauss estuvo ahí para salvarme nuevamente de mis propios impulsos, tomándome de un brazo evitando mi muerte nuevamente.
—¡Déjame morir Sclauss!
—¡No idiota!
—¡Perdí a Ignon! ¡Esto no servirá!
—¡Lo haremos valer! ¡No te sueltes estúpida carnuda!
—¡¿Por qué rayos te importa lo que me pase?! ¡No soy más que una desterrada! —Sclauss no me respondió.
Mire embobada como su cuerpo parecía hacerse más pequeño y cuando al fin logró alcanzar el mango de la espalda de su cabeza, ésta no quería salir por nada del mundo.
La espada quería su venganza, y ésta no retornaría de su cometido sin antes ver muerto a Satán.
Pero ya empezaba a impacientarme y Sclauss pareció notarlo.
—Espera un poco más, demonia.
—¡Estoy harta de esperar!
Me levantó de mi brazo y me colocó tras el nuevamente, pero yo pase por delante evitándo caer y poniéndome frente a él.
Me acerqué a su rostro, sentí una mirada cálida sobre mí por primera vez de parte de Sclauss, por primera vez desde que era una súcubo y luego una desterrada. Primera vez que sentía una mirada profunda hacia mi desde que mis recuerdos me hicieron revivir a mi antiguo amor y los abrazos cálidos de mi madre. El fuego de sus ojos no irradiaba furia, irradiaba afecto.
Su armadura me atrapó en un abrazo casi mágico, que me ayudo a olvidar por unos segundos todo lo malo que alguna vez me sucedió, sentí como escondía su rostro en mi cuello y apretaba mi cintura con cariño. Por mucho que fuera un ser infernal, frío, duro, e indiferente, seguía teniendo una debilidad que quizás muy poco sabían. Toda coraza tiene su centro blando.
Pero yo no debía perder tiempo.
Sin más distracción y olvidando lo casi mágico que fue ese momento, escabullí mi mano por entre su armadura y quité los frascos que le robé a su amante, lanzándolos en el cuerpo de Satán provocándole quemaduras y abolladuras en su piel. De apoco de esas quemaduras se convertían en una masa pegajosa que chorreaba el piso y dejaba ligeros goteos en el piso.
Satán chillaba de dolor, haciendo rebotar el sonido en el infierno y a la vista de los desterrados que no dejaron de atacar en ningún momento. Se tocaba las quemaduras y veía como su cuerpo de a poco se convertía en una extraña masa donde lance los frascos.
El rey de los demonios ya había sido destronado, con ayuda de sus propios demonios.
Pero quedaba algo, ese maldito arete.
Yo miraba a Ignon esperando a que no muriera, le grité a Sclauss que me bajara, pero hizo caso omiso a mi petición, como siempre. Volví a lanzarme para llegar pronto donde Ignon, pero volvió a tomarme para que no cayera.
—¡Suéltame Sclauss! ¡Maldita sea Sclauss suéltame!
—¡Eres demasiado terca demonia!
—¡¿Por qué no me sueltas?! ¡No te afectará en nada a ti maldita sea! ¡Yo sufriré, no tú!
—¡Porque... —Sclauss agachó su cabeza, como tratando de sacar valor de alguna parte, el fuego de sus ojos de un momento a otro se tornó más débil —porque me importas!
El amor, el amor era la debilidad de Sclauss, y me costó mucho entenderlo. Sclauss sentía un amor por mí, algo ablande en él sin yo siquiera enterarme, pero yo, no era más que una desterrada.
Yo adoraba a Sclauss, lo admiraba, era mi estereotipo de demonio perfecto hecho de huesos y armadura, sanguinario, sabio, valiente, fuerte, pero no.
No serviría de nada tener ambientes románticos con él.
La voz de mi cabeza, la voz de mí misma tenía razón, yo no nací para ser amada, en realidad acepté eso hace años. Yo nací para algo mejor, no para vivir de romanticismo y amor con la inseguridad de que algún momento nuevamente volveré a quedar sola y seré traicionada. No. Nunca más.
Entrecruzaba mirada con Sclauss algo pasmada, cuando un grito de desesperación se cruzó en esa mirada y observé lentamente hacia abajo.
El cuerpo de satán ya con casi ¼ de su tamaño y la mitad convertida en una masa, se deshizo desde su cabeza hacia abajo en un grito ahogado, y levantando sus brazos con las manos empuñadas, convirtiéndose en un polvo color azulado, casi ennegrecido, dejando una ligera mancha casi notoria.
—Ahora si bajemos —me dijo, y bajamos lentamente mientras yo aún colgaba afirmada de su huesuda mano.
En ese momento mientras miraba hacia abajo lo analicé, nuestros pasos eran dados bajo los cuerpos de antiguos reinantes del trono de los demonios, pisábamos antiguas glorias.
Corrí hacia Ignon cuando pisé tierra, su cuerpo pálido no dio a vasto con el furtivo golpe que recibió. Fue tan brutal que deformó la parte trasera de su cabeza, casi reventándola.
Hileras de sangre recorrían su rostro pálido y pecoso. Su vista estaba fija y su pecho ya no se movía más.
Ignon murió. Ignon murió luchando, Ignon murió a la vista de todos sin que nadie pudiera hacer nada.
Sclauss se acercó rápidamente por mi espalda, rodeó mis hombros en otro abrazo, y aunque su armadura estaba fría, era calmante para mi sentirlo cerca, me hacía sentir segura, así como Ignon cuando me ayudó en mi entrada al infierno.
—Sabíamos que algo así podría pasar demonia —me dijo cercano a mi oído mientras yo sentía que en cada palabra se acercaba más a mi cuerpo.
—Lo sé Sclauss, pero —solté un chillido de pena que abrió mi garganta dolorosamente — yo quería que él...
—Lo sabemos, pero debes controlarte.
Un silencio inundo el infierno por primera sin que fuera satán quien lo provocara. Todos parecían lamentarse, pero a la vez mostraban felicidad de que el reinado de ese Satán en especial llegara a su fin.
Solté un grito de rabia arrodillada en el suelo, con Sclauss aun rodeándome por la espalda con su rodilla tocando el piso. Siempre supe que ese tipo de dolor en especial volvería a mí en algún momento, pero no esperaba que fuera por Ignon.
Fue cosa de segundos para que los gritos de los desterrados y demonios fueran soltados.
Pero esto no sería nuestra gloria, los gritos de los desterrados y demonios fueron en vano. Satán, aunque muerto, tenía su truco bajo la manga y ese, sería nuestro mayor obstáculo.
Nos quedaba una lucha por cubrir aún.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top