Capítulo XXIII
Sclauss y el hijo bastardo de Satanás se enfrentaban mano a mano entre fuego y arañazos.
La maratón de los desterrados a dar lucha junto a Sclauss fue detenida por una extraña pared verde translúcida que frenó a todo aquel ser que iba delante, haciendo que cayera al suelo entre gritos de furia y dolor.
Al parecer ese "hombre" era mucho más poderoso de lo que mostraba, y eso provocó mucha más furia de parte del clan de desterrados que con exasperación y rabia golpeaban la pared extraña que mostraba unos pequeños círculos alrededor de las marcas de golpes.
Sclauss flotaba en el aire al galope de su caballo rodeándolo, y llevaba en su mano derecha la hermosa espada que con dificultad trataba de atinarle y esquivar unas bolas de fuego de un color rojo muy intenso que el "hombre" lanzaba en tono de ataque desde sus manos.
Vi en las alturas como Sclauss hacia rebotar el fuego de ataque con el filo de su espada, causando que se devolvieran al "hombre" y éste los esquivara con mucha rapidez.
Me acerqué abriéndome paso entre desterrados que gritaban furiosos como echando más palos al fuego, miraba embobada como Sclauss daba la lucha con su caballo y parecía ser un brillante triunfador. La extraña pared provocaba una ligera electricidad casi reconfortante al tacto de mis dedos.
Querer enfrentarse al mismísimo espíritu posesivo de la guerra no fue para nada una buena idea, pero en esa historia, había muchas más cosas escondidas de las que yo no sabía nada.
—¿Quién rayos es ese? —pregunté al ser reptiliano que flotaba encima de mi cabeza con expresión de enojo.
El ser bajó lentamente posándose en mi hombro.
—Ese idiota es el hijo bastardo de satanás —me respondió cercano a mi oído, no lograba escuchar muy bien lo que me decía por los gritos furiosos y los golpes de los desterrados.
—Lo sé, pero ¿Por qué se enfrenta con Sclauss? ¿Y por qué todos lo odian?
—Ese idiota introdujo la filosofía de los desterrados en el infierno.
En ese momento entendí la furia de los desterrados y sus ganas de acribillarlo brutalmente.
—Satán no quería, pero ese idiota lo convenció. Cosa a lo que Sclauss se opuso rotundamente.
Mientras el ser me respondía, vi como Sclauss bajó con fuerza desde los cielos, y rodeó por la izquierda al "hombre" dándole una estocada en sus costillas y haciendo que cayera el piso de rodillas, lanzando a duras penas esas bolas de fuego cada vez más débiles.
—Se enfrentó a Sclauss en el infierno, Satán enfureció y desterró a su propio hijo defendiendo a Sclauss. Tengo entendido que terminó viviendo con su madre humana y Sclauss siguió en su puesto, pero el tema del destierro quedó en la cabeza de Satán y como verás, nunca salió. Crenix siempre fue un problema.
—Por eso de lo bastardo.
—Exacto demonia.
—Pero ¿Y su madre?
—Esa maldita loca, era peor que el mismo diablo... —Su explicación fue detenida cuando empecé a elevarme en el aire y un grito hacia mi detuvo mi lucha.
—¡Tu! —me gritó Crenix, el hijo bastardo de Satanás.
Sclauss al verme elevada se acercó a galope largo, quitándome de esa fuerza invisible y subiéndome al caballito tras él.
La sangre de Crenix ya había dibujado un charco en el piso a su lado, y sus bolas de fuego eran cada vez más débiles, no tenía fuerza ni siquiera para incorporarse correctamente.
—¡Con ella no maldito infeliz! —gritó Sclauss, quien bajó de las alturas para dejarme en el piso.
El también bajó de su caballo haciendo resonar su armadura y causando que brillara a la luz verde de la extraña pared, con sus ojos flameantes de un fuego interno que sobresalía por sus cuencas dejando una pequeña estela color verde cada vez que movía su cabeza.
Pero lo entendí, esa pared no la había hecho Crenix, fue Sclauss quien lo hizo en afán de que nadie se entrometiera en su lucha.
Sclauss se sacó uno de sus guantes al acercarse a Crenix, con frialdad y furia puso su pie sobre su cabeza haciendo que besara el piso con dolor y algún poquitín de tierra.
—¡Eres un maldito gusano Crenix! —Gritó Sclauss volviendo cada vez más grande el fuego flameante de sus ojos.
—Y tu un idiota con un ego muy grande.
—¡Eres un maldito mestizo! ¡Una deshonra para Satanás y todo lo que conlleva con él! ¡Ni siquiera tuviste la valentía para enfrentarte a tu propio padre!
Crenix expresaba rabia en su rostro, pero parecía tragarse sus palabras, como no teniendo nada que responder.
—¡Segunda vez que te enfrentas a mí y pierdes! ¡Sabiendo que eres igual de poderoso que tu padre!
—Ese maldito nunca quiso enseñarme mis reales poderes —dijo dificultosamente bajo el pie de Sclauss —¡Y tú lo sabes maldito esqueleto!
—Por qué no lo merecías, siempre fuiste un problema. Por tu culpa los demonios sufren la agonía del destierro y una vida eterna sin poder cumplir los propósitos para los que fueron creados.
Sclauss sacó su pie de la cabeza de Crenix lentamente, como verificando que no fuera a hacer ningún movimiento, mientras yo miraba pasmada la situación y el empoderio de Sclauss a un lado del caballo.
Sclauss era demasiado valiente y siniestro como para enfrentar solo al mismísimo hijo del diablo y terminar ganándole dos veces.
—¡Teniendo el poder para entrar al infierno, aunque fueras un desterrado no lo hiciste! ¡Enfrentar a tu padre y ser el próximo descendiente era lo que debías hacer! ¡Pero fallaste como hijo! ¡Y como el demonio que eres!
Sclauss sacó su espada que descansaba en su espalda decorativamente, la alzó con sus manos desenguantadas y apuñaló a Crenix en la espalda, haciendo que escupiera sangre y cayera acostado al piso.
Sclauss en tono burlesco se agachó al piso.
—Ni siquiera sé cómo estas tan joven, han pasado casi 120 años ¡120 años para recuperar tu maldito trono! ¿La brujería de tu madre te mantiene así no? Serás mitad demonio, pero también humano, deberías estar pudriéndote con gusanos comiendo tu cuerpo en algún lugar de esta tierra.
—Mi mi madre no, no hables —escupió sangre mezclada con saliva sonoramente —no hables de ella maldito estúpido.
—¿Sabes? La última vez que vi a tu maldita madre, estaba muriéndose partida por la mitad gracias el filo de mi espada, dejando su asquerosa sangre humana manchando esta misma tierra. ¿Ella con su brujería te mantenía joven? ¿Así como hizo con ella?
Ahora todo cobraba sentido, esa hermosa espada no la manejé yo, esa espada era la que tenía rencor contra esa humana, y cobró vida en mis manos dejándome manejarla. Sclauss sabía todo desde un principio, pero solo decidió callar para cumplir su cometido, volver al infierno. Por eso ella tenía un portal para el mismísimo infierno y conocía "secretos". Y por eso la maldita humana tuvo deseos follar con Ignon.
Ignon por muy humano que se viera, seguía teniendo esa esencia de demonio, no me hubiera sorprendido que hubiera hecho incesto con su propio hijo por ser mitad demonio.
Una bola de fuego fue lanzada hacia mí con tenacidad, veía como se acercaba a mi amenazante de derretir mi piel como mantequilla, y se acercaba como en cámara lenta hacia mi rostro.
La escena se detuvo frente a mis ojos cuando el caballo me jaló del gorro del polerón hacia tras haciéndome caer de trasero al suelo y casi cayéndole a él, ayudándome a zafar ese furtivo y certero golpe.
—¡Esa maldita desterrada la mató! —me apuntó con la poca fuerza que le quedaba —¡Y ahora yo te mataré!
Yo en ese momento solo reí levantándome del suelo, estaba en proceso de enlazar todas las cosas que Sclauss había dicho dándome a entender casi todo, pero de algo estaba totalmente segura, no dejaría que me asesinaran así como así, mucho menos despues de todo lo que tuve que pasar para llegar a ese punto, y estando el infierno a la vuelta de la esquina, él debía cumplir lo que Sclauss dijo, enfrentar a su padre.
Sclauss le dio una patada tan fuerte en el rostro que pareció dejarlo viendo elefantes rosados y escupió mucha mas sangre.
—Tu no matarás a nadie, porque eres un maldito débil con más egocentrismo que valentía. Ella mató a tu pútrida madre con la misma espada que morirás tú. Tuviste suerte de que tu padre interfiriera la primera vez, pero eso, no volverá ocurrir.
La barrera que mantenía el límite entre los desterrados y el místico enfrentamiento entre Sclauss y Crenix se desvaneció soltando pequeñas gotas como spray color verde y un grito seco de furia. El clan de seres se agolpó cercano a nosotros e Ignon se puso frente a mí en tono de mi defensa y preparándose para cualquier ataque que pudiera llegarme.
Sclauss volvió a alzar su espada para darle fin a la vida de Crenix en un poco sutil degollamiento. Pero no se la llevaría tan fácil, me subí al caballo con demasiada rapidez para andar aún en tacones y le detuve.
—¡No! —Sclauss se volteó para mirarme —¡Este imbécil deberá enfrentarse a su padre!
Lancé el frasco con el portal al piso al lado de Crenix, haciendo un estruendoso ruido.
El fuego del portal se abrió demasiado rápido, Crenix junto con Sclauss e Ignon quien me siguió parecíamos caer en picada, pero el caballo tomó galope en el aire y alcanzó a Ignon y Sclauss antes de caer brutalmente al piso.
Crenix quien parecía que caería en pleno suelo del infierno con dolor para morir, fue tomado con delicadeza por la estúpida ave quien de un momento a otro se volvió enorme, haciendo crecer su cuerpo casi mágicamente.
Miré hacia atrás para ver como los desterrados saltaban al agujero con filas que parecían no tener fin, sus gritos con eco y los de los demonios quienes se lanzaban a la lucha rebotaban en las paredes sin fin del infierno.
Crenix cayó en el piso delicadamente y se incorporaba con dificultad entre dolor y sangre que se camuflaba con su piel.
Y nosotros buscábamos nuestro objetivo entre los tantos demonios que se parecían a él, de no ser por ese maldito arete.
La guerra al fin había comenzado después de tantos obstáculos, los seres infernales se enfrentaban entre ellos provocando que la tierra temblara de furia y eso originaría un desastre en el mundo como se le conocía.
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